Iván Restrepo
La semana pasada se hizo realidad lo que en diversos estudios se predijo hace tres décadas: la Ciudad de México y su área conurbada sufrirían una grave crisis ambiental de no tomar medidas urgentes para evitar la caótica expansión urbana; dar prioridad al transporte público moderno y eficiente en vez del privado; con hidrocarburos de mejor calidad, y si la ciudadanía no participaba activamente junto con las instancias oficiales, para reducir la contaminación atmosférica y garantizar la salud pública.
Un breve recuento de las alertas que entonces hicieron los especialistas. El encabezado por Jorge Legorreta y en el que colaboraron Mauricio Aldana, María de los Ángeles Flores y María del Carmen Contreras las plasmó en dos libros ya clásicos del Centro de Ecodesarrollo: Efectos ambientales de la expansión de la Ciudad de México y Transporte y contaminación en la Ciudad de México. En ellos describe las causas de lo que hoy son problemas extremos: aliento al uso creciente de los autos particulares, pero sin construir vialidades adecuadas; transporte público insuficiente; y el concesionado, en pésimo estado y en poder de grupos político-empresariales; expansión de la metrópoli sobre áreas que eran pulmones verdes y servían para captar el agua de lluvia.
Legorreta y colaboradores mostraron cómo, al amparo de funcionarios y del Partido Revolucionario Institucional, se protegía la invasión de terrenos comunales, ejidales y áreas forestales en la cuenca de México. Los regularizaban y dotaban de servicios básicos a cambio de votos. Así crecen con enorme rapidez Chalco, La Paz, y Chimalhuacán; Ecatepec, sobre cerros. Antes, cuando Carlos Hank gobernó el estado de México, creó Ciudad Neza en lo que era un lodazal salitroso; luego, como regente de la capital del país, inventó los ejes viales para que por ellos circularan más coches y los buses de pasajeros de los que él era concesionario.
Otros especialistas advirtieron sobre los daños que la mala calidad del aire ocasionaba a la salud: Eduardo Palazuelos, Humberto Bravo, Lilia Albert, Fernando Cano Valle, Raúl Cicero... Eliminar el plomo de las gasolinas fue su exigencia inicial.
A fines de los años 80 la ciudad y su área metropolitana está enferma por la contaminación. Las instancias oficiales se ven obligadas a escuchar lo que denuncia un naciente y pujante movimiento ecologista: hay inversiones térmicas en invierno y verano y aparecen muertos pájaros en la ciudad. Un funcionario explica que fallecen por cansancio, no por plomo, ozono, partículas o dióxidos de nitrógeno y azufre. El sector público responde con la integración de una comisión metropolitana para reducir al máximo la contaminación. La coordina atinadamente Fernando Menéndez Garza y se conforma con funcionarios, especialistas y representantes de la sociedad. Se establece el Índice Metropolitano de la Calidad del Aire (Imeca) y se adoptan medidas que la población aceptó como mal menor y sin ser la solución ideal: el Hoy no circula, la revisión vehicular, entre otras. Pero, como comprobé por ser parte de ella varios años, las medidas acordadas se cumplían a medias, especialmente en el estado de México.
En paralelo, el gobierno cooptó a los líderes del naciente movimiento ecologista. Crea ese negocio familiar que es el Partido Verde; otros dirigentes terminan como funcionarios o asesores bien pagados; algunos aprovechan su liderazgo en beneficio personal. Y no faltan los que predican contra la contaminación de los coches, pero aceptan viajes todo incluido a las sedes de las trasnacionales que los fabrican, pero que en México eluden la tecnología anticontaminante que rige en sus países de origen.
No faltaron funcionarios que tildaron de amarillistas las advertencias de los investigadores de que, si no variaba radicalmente el modelo de crecimiento y movilización de la urbe, tendríamos una gran crisis ambiental. Acabamos de padecer una muestra de ella. Las instancias oficiales mostraron su descoordinación y falta de previsión. Especialmente quienes encabezan las secretarías federales del Medio Ambiente y Salud. A ello me referiré el lunes próximo.