miércoles, 19 de mayo de 2021

Israel dice haber alcanzado 65 blancos de Hamas.

Brotes de violencia étnica
Palestinos declaran huelga general en Jerusalén Este y Cisjordania
▲ Una bomba sin detonar lanzada por un F-16 israelí cayó ayer en el barrio Rimal, en la ciudad de Gaza.Foto Afp
Ap, Afp, Xinhua, Sputnik y Europa Press
Periódico La Jornada  Miércoles 19 de mayo de 2021, p. 23
Gaza. Israel derribó un edificio de seis plantas en Gaza durante un bombardeo que, aseguró, fue dirigido contra objetivos milicianos; en tanto, fueron lanzados a su territorio decenas de cohetes. Los palestinos de Cisjordania y Jerusalén Este empezaron una huelga general en medio de una guerra que entra en su segunda semana.
Los ataques de ayer destruyeron un inmueble que albergaba bibliotecas y centros educativos de la Universidad Islámica. Israel advirtió de la ofensiva a los residentes, lo que hizo huir a la gente antes del amanecer. No se reportaron muertos o heridos.
De acuerdo con el Ministerio de Salud en Gaza, 213 palestinos han muerto, entre ellos 61 niños y 36 mujeres, y mil 442 han resultado heridos en la ofensiva israelí contra el enclave palestino.
Del lado israelí han muerto 10 personas, entre ellas un menor, por los cohetes que lanza el ala militar de Hamas.
El ejército israelí aseguró ayer haber alcanzado 65 blancos de Hamas que incluyen puestos de lanzacohetes, combatientes y viviendas de sus comandantes. Más de 60 aviones de combate participaron en la operación. También sostuvo haber derribado un dron que se acercaba a la frontera.
Palestinos en Jerusalén y Cisjordania declararon una huelga general en protesta por la ofensiva contra Gaza, medida que fue aceptada por la Autoridad Nacional Palestina; cerraron escuelas, ministerios y negocios.
La jornada de ayer culminó con cuatro palestinos muertos y dos soldados israelíes heridos.
La guerra también ha provocado un brote de violencia étnica en grupos de ciudadanos judíos, árabes israelíes y palestinos. En Cisjordania, los manifestantes palestinos han chocado con tropas israelíes y la paramilitar Policía de Fronteras.
Los ataques israelíes han dañado al menos 18 hospitales y clínicas, y derribaron un centro médico, según un nuevo reporte de la Organización Mundial de la Salud. Autoridades advierten que casi la mitad de los fármacos esenciales en Gaza se han acabado.
Unos 52 mil palestinos desplazados están refugiados en escuelas que la Organización de Naciones Unidas tiene en el enclave. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (Unrwa, por sus siglas en ingleés) pidió a Israel una pausa o un pasillo humanitarios para llegar a las víctimas.
La directora ejecutiva de Unrwa España, Raquel Martí, declaró: cada día grupos de rescate están sacando víctimas mortales de los escombros de edificios residenciales. Lo que estamos viendo es que no hay respeto al derecho humanitario y que no se están llevando a cabo las medidas adecuadas para que no haya víctimas civiles.
El premier israelí, Benjamín Netanyahu, aseveró ayer: Nuestros enemigos ven el precio que cobramos por su agresión, estoy seguro de que sacarán sus conclusiones. Hamas ha recibido golpes que no esperaba, le hemos hecho retroceder años.
También anunció que la operación continuará el tiempo que sea necesario para restaurar la calma para los ciudadanos de Israel.
En otro orden, Irán criticó la decisión de Estados Unidos de autorizar una nueva venta de armas a Israel.
“Mientras las municiones llueven sobre palestinos inocentes, Washington da otros 735 millones de dólares en misiles de ‘precisión’ para matar a más niños con mayor ‘precisión’”, denunció el canciller iraní, Mohamad Yavad Zarif.

Descontrol migratorio: la mano de Rabat
Alrededor de 7 mil migrantes africanos, entre los cuales al menos mil 500 son menores de edad, llegaron nadando a territorio español la madrugada del lunes. El arribo masivo a la ciudad de Ceuta constituye una crisis humanitaria y política sin precedente, pese a que este enclave español en la costa norte de Marruecos ha sido desde hace muchos años objeto de tensiones por la gran cantidad de personas que esperan alcanzar suelo de la Unión Europea.
El presidente de España, Pedro Sánchez, canceló su participación en una cumbre en París y se desplazó a la ciudad autónoma, con el fin de coordinar la respuesta a una emergencia que desbordó las capacidades de una urbe de apenas 70 mil habitantes.
El relajamiento súbito en la vigilancia de la policía fronteriza marroquí en esta zona, de sobra conocida por problemática, se ha interpretado como una represalia de Rabat contra Madrid por el auxilio prestado a Brahim Ghali, dirigente histórico del Frente Polisario, quien fue trasladado de Argelia a un hospital español para salvarle la vida debido a un cuadro de Covid-19. El Polisario lucha desde hace casi medio siglo por el reconocimiento de la República Árabe Saharaui Democrática y el fin de la ocupación colonial marroquí sobre lo que hasta 1975 fue el Sahara español.
En ese empeño el Frente Polisario tiene de su parte la razón histórica y la legalidad, pero en los hechos ha sido abandonado a su suerte por la obsecuencia internacional con el reino de Marruecos.
Más allá del error diplomático que supuso trasladar a Ghali con documentos falsos y sin notificar a las autoridades marroquíes, resulta injustificable que Rabat utilice las vidas de miles de migrantes como moneda de cambio en sus diferendos con el gobierno español, máxime a sabiendas de que entre quienes se lanzaron a las aguas del Mediterráneo se encuentran niños y ciudadanos del propio Marruecos.
Así, el problema de fondo radica en un régimen corrupto, autoritario, represor y colonialista, cuya arbitrariedad no halla ningún límite gracias a la habilidad del monarca Mohamed VI para tejer complicidades con Occidente, incluido Israel.
En este aspecto, no puede soslayarse la trai-ción perpetrada por el régimen de Mohamed VI a toda la comunidad islámica al entablar relaciones diplomáticas con Tel Aviv a cambio de que el ex presidente estadunidense Donald Trump reconociera la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental, un ominoso intercambio de favores que, como tantos actos del monarca y el magnate, violenta los mandatos de la Organización de Naciones Unidas.
Por otra parte, la monarquía hereditaria marroquí medró y se fortaleció gracias a la pusilanimidad y el pragmatismo con que actuaron los gobiernos españoles posteriores a la dictadura franquista, los cuales no sólo se desentendieron de la suerte de la acosada y ocupada república saharaui, sino que miraron hacia otro lado ante las graves y reiteradas violaciones a los derechos humanos perpetradas por el régimen de Rabat.
Hoy la comunidad internacional en general debe dejar atrás su conducta hacia el régimen marroquí –omisa, en el mejor de los casos, y cómplice, en el peor– y condenar sin ambigüedad la irresponsable e inhumana instrumentación política del fenómeno migratorio.