Alfredo Jalife-Rahme
▲ El 9 de abril de 2010 se realizó una ceremonia para iniciar la construcción del oleoducto Nord Stream en la bahía de Portovaya, en Rusia.Foto Ap
En el contexto de la singularidad de Ucrania y sus varias guerras en una, como corolario concomitante, se agudiza la guerra del gas –más que del petróleo– de Occidente contra Rusia.
Las sanciones catastróficas de EU-OTAN-Unión Europea-G-7 en el rubro de los hidrocarburos tuvieron un efecto bumerán, que ha dañado a Europa con estratosféricas alzas en el costo de la energía, mientras ha beneficiado a Rusia.
La guerra del gas se intensificó a niveles dramáticos cuando los ministros de finanzas del G-7 acordaron poner un precio tope a las importaciones de hidrocarburos, con el fin de drenar el financiamiento de la guerra de Moscú, lo cual enfrenta obstáculos considerables a juicio del NYT, rotativo muy cercano a Biden (https://nyti.ms/3cM4l9C).
Se nota la angustia europea, como esboza la revista globalista monárquica neocolonial The Economist, que emite su canto de canario energético: Cómo prevenir la contracción de la energía que escale a una crisis económica cuando “poco hará trivializar ( sic) los precios” (https://econ.st/3KHVp1j). The Economist admite que cambiar al gas natural licuado de EU y Asia requerirá una fuerte inversión (https://econ.st/3AKtKZ5).
Si antes las guerras de Francia y Alemania contra Rusia fueron decididas por el invierno ruso, ahora la guerra del gas la definirá el invierno europeo frente a Rusia, que ya se adelantó con Gazprom, que anunció el cese del Nord Stream debido a un problema técnico (https://bit.ly/3q7vJ4N). En Alemania se resiente mucho más el “cese indefinido ( sic) del suministro del gas ruso” (https://bit.ly/3q58Grm).
En el ecosistema bélico-global del gas, Rusia e Irán se alían para crear uno de los máximos cárteles globales de gas natural con el fin de impulsar una OPEP del gas. Desde hace más de un mes, Gazprom de Rusia y NIOC (la empresa estatal iraní) firmaron un memorando de entendimiento por 40 mil millones de dólares (https://bit.ly/3TG4R9K).
Según Pipeline Technology Journal ( PTJ), Rusia e Irán, primera y segunda mayor reserva mundial de gas, están óptimamente posicionados para coordinar las reservas y el control de precios.
Ahora se entiende la premura europea por revivir el acuerdo nuclear con el supuesto país paria ( sic) de Irán. La asociación de Rusia e Irán tiene como objetivo controlar los dos principales elementos de la matriz de la cadena de suministro global: los gasoductos terrestres y el suministro marítimo de gas natural licuado (LNG) en embarcaciones.
Cuatro elementos se desprenden del memorando de entendimiento entre Gazprom y NIOC, a fin de edificar la OPEP del gas: 1) Gazprom prometió apoyar a NIOC a desarrollar los campos gasíferos de Kish y North Pars; 2) Gazprom financiaría con 15 mil millones de dólares el proyecto para el campo gasífero de South Pars, en el límite de Irán y Qatar; 3) Gazprom ayudará a NIOC a construir varios gasoductos de exportación, y 4) Rusia alentará a las otras principales potencias gaseras en el Medio Oriente a participar en el cártel de la OPEP del gas.
PTJ enuncia que Qatar, la tercera mayor reserva de gas mundial y el mayor abastecedor de LNG, es considerado candidato idóneo, ya que comparte 9 mil 700 kilómetros cuadrados –¡casi el tamaño de Líbano!– de reservas de gas con Irán.
Según Hamid Hosseini, mandamás de un sindicato de exportadores de hidrocarburos de Irán, “el gran vencedor de la guerra Rusia-Ucrania es EU (¡ megasic!), que capturará el mercado europeo” (https://bit.ly/3Bcfb28), que es la misma conclusión a la que ha llegado Global Times de China (https://bit.ly/3CTuiOY). Por cierto, los errores estratégicos se pagan muy caro: el israelí-estadunidense James Schlesinger (secretario de Energía con Carter), le asestó un fuerte golpe al entonces locuaz ex presidente José López Portillo con el despreciado gasoducto Cactus-Reynosa (https://bit.ly/3COshUm).
El principal talón de Aquiles de México es la carestía del gas, que lo hace sumamente dependiente, para no decir altamente vulnerable, a los caprichos de EU: ¡casi 80 por ciento de importación de gas natural! (https://bit.ly/3AKjwrH).
http://alfredojalife.com Facebook: AlfredoJalife Vk: https://vk.com/alfredojalifeoficial
Telegram: https://t.me/AJalife Tiktok: https://vm.tiktok.com/ZM8KnkKQn/
https://www.youtube.com/channel/UClfxfOThZDPL_c0Ld7psDsw?view_as=subscriber
Inflación: el otro costo de la guerra
La indeseable prolongación y el estancamiento de la invasión rusa a Ucrania significa que soldados de ambas partes, así como civiles del país invadido, continúan perdiendo la vida todos los días como resultado de las operaciones bélicas, pero también un sufrimiento indirecto para millones de personas que nada tienen que ver en el conflicto.
Antes de que Moscú decidiera lanzar una operación militar especial sobre su vecino en respuesta a las constantes provocaciones occidentales y a la amenaza de integrar a Kiev a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), los precios de todo tipo de productos ya experimentaban cuantiosas alzas debido a las dificultades para poner en marcha las cadenas de suministro interrumpidas o ralentizadas durante la pandemia. Sin embargo, el enfrentamiento entre dos grandes productores de alimentos y, sobre todo, la determinación de Occidente de destruir la economía rusa, han exacerbado la inflación e impuesto una enorme penuria a los hogares menos preparados para afrontar tal escalada en el costo de la vida.
Europa, que por razones de contigüidad territorial es la zona más afectada por las restricciones a la exportación de hidrocarburos rusos, padece una crisis energética alarmante y en vías de empeorar. En Alemania y Francia los precios mayoristas de la electricidad se encarecieron mil por ciento en un año al pasar de alrededor de 85 euros a 995 y mil 100 euros el megavatio hora, respectivamente. En Gran Bretaña, el Estado rico con la mayor inflación, los precios del gas han subido 10 veces más que el promedio de toda la década, y ya se anunció que a partir del 1º de octubre habrá un incremento adicional de 80 por ciento. La Confederación de organizaciones del sector sanitario británico advirtió que el aumento de las facturas traerá una crisis humanitaria este invierno, un panorama desolador cuando los dos principales aspirantes a suceder a Boris Johnson en Downing Street se oponen a cobrar impuestos sobre los beneficios extraordinarios de los gigantes energéticos para canalizar recursos a los hogares pobres. En España, el gobierno intenta aliviar la situación mediante sucesivas reducciones fiscales: ya había bajado el IVA a la electricidad a 5 por ciento, y ahora establecerá la misma tasa al gas, lo cual tendrá un impacto de 190 millones de euros (casi 3 mil 800 millones de pesos) trimestrales en las finanzas públicas, al mismo tiempo que las grandes corporaciones del rubro se enriquecen como nunca, especulando con los precios altos. El encarecimiento drástico de la energía ha llevado a millones de españoles a recurrir a bancos de alimentos, además de renunciar o restringir actividades tan cotidianas como cocinar, planchar o usar una lavadora.
Pese al impacto de la guerra en sus ciudadanos, los líderes de uno y otro lado se empeñan en extender el conflicto apostando a la vía militar y al juego de presiones y contrapresiones. Esta semana, las siete economías más avanzadas (Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Alemania, Italia, Francia y Japón) decidieron aplicar un tope de precios al petróleo ruso; en aparente respuesta (justificada con motivos técnicos), Moscú cerró por tiempo indefinido el gasoducto Nordstream 1 a las puertas del invierno boreal.
La comunidad internacional debe conminar a las partes involucradas a cesar una actitud que no ha traído sino muerte y sufrimiento, deponer las posturas maximalistas y buscar con honestidad una salida negociada al enfrentamiento geoestratégico que tiene lugar en el Este europeo, pero que repercute en el resto del mundo.