Octavio Rodríguez Araujo
En Morelos las cosas no son lo que parecen. Una cosa es que el gobernador tenga oposición y otra que ésta sea, en todos los casos, siquiera progresista. Me refiero a quienes marcharon en días recientes, sobre todo en Cuernavaca exigiendo su destitución y la desaparición de los otros poderes en la entidad. Hay, desde luego, oposición de izquierda, pero ésta se ha deslindado públicamente, por lo menos en Facebook, de los manifestantes del martes y el miércoles. Estos últimos pertenecen a la derecha y a la ultraderecha, a pesar de que el titular del Poder Ejecutivo estatal habría de ser ubicado en el centro-izquierda, al igual que su partido, el PRD. No pocos de quienes se le oponen se han visto amenazados en sus intereses por las políticas públicas; unos por razones mafioso-empresariales, por ejemplo, los del transporte de quinta que se opone a la modernización del servicio y al cobro de tarifas populares; otros, por su negativa a la tolerancia frente a los derechos de las mujeres al aborto y de los homosexuales al matrimonio igualitario, y otros más, como Alejandro Vera, porque tiene una gran cola que le pisen y quiere salvarse del escrutinio público y de que se sepa de su autoritarismo y corrupción en la dirección de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM).
Araceli Damián, investigadora de El Colegio de México, ahora diputada y miembro de la Comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), aseguró que una de las universidades con mayores desvíos reportados por la ASF es la UAEM. Desde hace un par de años se han realizado auditorías a esa institución por la sospecha de que desvió dinero de la Secretaría de Desarrollo Social cuando Rosario Robles era su titular. Incluso se ha hablado de posible lavado de dinero y de favorecer a empresas fantasmas, entre las que ha destacado Esger, Servicios y Construcciones por cientos de millones de pesos. El rector, Alejandro Vera Jiménez, ha declarado que esas imputaciones son falsas, pero se ha negado a que el Congreso estatal audite a su universidad, so pretexto de la autonomía.
El escándalo no puede ocultarse por la autonomía universitaria, pues la presunción de fraude es federal, ya que estuvieron involucradas la Sedesol y el dudoso programa denominado Cruzada Nacional Contra el Hambre. La prensa se ha encargado de dar detalles del desvío de fondos federales (otorgados a la UAEM) hacia empresas privadas, algunas de las cuales incluso carecen de domicilio y de identidad fiscal (véanse, entre otros medios, Proceso.com.mx del 19/2/15, Impacto del 28/3/16, Diario de Morelos del 22/2/16, Diario Noticias Web del 9/2/16 y La Jornada del 18/2/16).
El pasado 15 de agosto se dio cuenta de que el Congreso de Morelos solicitará al gobierno federal que audite a la universidad de ese estado. El presidente de la mesa directiva de los diputados locales, el priísta Francisco Moreno Merino, acompañado de diputados de todos los partidos, salvo del PAN (obviamente), afirmó que el rector Vera ha ejercido, desde que inició su periodo, más de 6 mil 500 millones de pesos de manera irregular e ilegal. También dijo, como publicó Reforma el lunes pasado, que contamos con evidencias de que el rector convoca mediante amenazas a la comunidad universitaria a marchar el próximo martes 16 [de agosto], donde se planea realizar actos de violencia con grupos de choque con transportistas y personas presuntamente armadas para escalar el conflicto del transporte y la universidad en una crisis político social de graves consecuencias para la sociedad. Y en efecto, este rector junto con el obispo de Cuernavaca (Ramón Castro) y otros grupos de las ultraderechas de Morelos, como el empresario Gerardo Becerra, y Javier Sicilia, es no sólo uno de los organizadores de los movimientos que exigen la desaparición de poderes en el estado, sino su principal dirigente, promotor y vocero secundado, como tenía que ser, por el PAN. Su propuesta alterna, vale mencionarla porque mueve a risa, es un Gobierno comunitario de reconciliación social, cuando son ellos los que han estado rompiendo con la poca reconciliación social que han dejado los grupos de la delincuencia organizada combatidos sistemáticamente por el gobierno estatal cuyos logros, aunque todavía insatisfactorios, son mayores que en Guerrero, Michoacán o Tamaulipas, por ejemplo. Lo que quiere el rector, como también señala Reforma, es esconder el grave problema de las finanzas de la institución, dejando como culpables a otras instancias, menos a quien dirige la Universidad. Lo que quieren los católicos de derecha, incluido el rector, que profesa otra religión, es la desaparición de los poderes que se han atrevido a defender el derecho de los homosexuales a contraer matrimonio y que, eventualmente, simpatizarían con la idea de despenalizar el aborto. Todos tienen sus motivos, algunos coincidentes como la homofobia, pero ninguno ha pensado en la crisis que han sembrado en la entidad.
Los unen, como ocurre con frecuencia aquí y en otros países, razones ideológicas, el riesgo de ser todavía más exhibidos ante la opinión pública por sus sucios manejos de recursos públicos, sus intereses económicos que sienten amenazados por soluciones de transporte tipo Morebus y, desde luego, por la sensación de inseguridad en la vida cotidiana de todos los que vivimos en Morelos, en algunos municipios más que en otros.
El problema es que la inseguridad se presenta en casi todas las entidades y no hay para donde hacerse. Pero este es un inconveniente que bien pudiéramos llamar nacional y no sólo estatal. Lo que puedo decir, como habitante de Cuernavaca, es que la inseguridad, que sí existe, se siente menos que hace unos años y que en otros estados, donde en verdad se vive con miedo.
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