EN respuesta a los señalamientos negativos contra Andrés Manuel Lopez Obrador para tratar de convencer a votantes que aun no han decidido el sentido de su sufrágio, su equipo económico ha hecho público una presentación de 18 páginas con la pretensión de explicar las líneas generales del programa económico de AMLO. Se trata de un material sencillo, elaborado con fines ostensiblemente didácticos, que insiste en lo que piensa el candidato presidencial de Morena más que en lo que se plantea como programa económico. Por ello empieza deslindando al pequeño grupo de empresarios que han hecho su capital al amparo de la corrupción y el tráfico de influencias del grueso de inversionistas dedicados, innovadores y honestos.
La lámina Macroeconomía contrasta la propuesta de saneamiento de las finanzas públicas y el combate a la corrupción con la crítica que se ha hecho al programa obradorista como fantasioso e irresponsable. Aquí la pretensión didáctica pierde de vista el problema central: la crítica que se hace, desde distintas perspectivas, es que lo que se pretende recuperar para el presupuesto federal deteniendo la corrupción no es suficiente para financiar los programas que se plantean. Esto no se resuelve escribiendo que Goldman Sachs y BMI Research están de acuerdo en frenar la corrupción y sanear las finanzas públicas y tampoco sirve que Krugman y A. Riding crean que el liderazgo de AMLO puede ser benéfico para el país. La corrupción debe detenerse, sin duda, pero las finanzas públicas deben reorientar su estructura en beneficio del crecimiento. Sanearlas lo han hecho los neoliberales y ha servido de poco.
Pejenomics sigue con la idea de que reactivarán la economía, lo que puede hacerse –señalan explícitamente– sin estar contra la globalización. Nadie puede cuestionar la idea de que hace falta crecer más rápido, sostenida y sustentablemente. Desde que se implantó el neoliberalismo, hace 36 años, el país ha crecido muy por debajo de lo que se requiere, justamente porque ese modelo no logró generar una dinámica económica capaz de hacer que el producto se expandiera y, además, lo poco que se creció fue en beneficio de unos cuantos. Si por globalización se entiende neoliberalismo, entonces habría que explicar cómo harán para que ahora sí funcione. Con buenas intenciones no basta.
A continuación se plantean seis propuestas contenidas en el Proyecto de Nación: 1) incorporar nuevos actores en el sector bancario para generar competencia. Es correcto, pero habría que explicitar a qué participantes se refieren. La banca de desarrollo deberá recuperar protagonismo y la social tiene que ganarlo, sin menoscabo de la actual banca comercial. Convendría ser claros, cuando de lo que se trata es justamente de explicar. 2) Fondo público y privado de inversiones en infraestructura. Perfecto. Hace falta explicar las fuentes del financiamiento público y qué proyectos se propondrán. 3) Aumentar y diversificar las exportaciones. La economía mexicana tiene un fuerte componente exportador, muy concentrado con los países del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Diversificar es conveniente, pero demanda estrategias y una competitividad que no tenemos en todos los sectores.
4) Cero endeudamiento y baja inflación. La consigna cero deuda suena bien como declaración, pero puede ser una camisa de fuerza innecesaria. Baja inflación es lo que han planteado los neoliberales desde siempre y lo han conseguido varios años. El punto es el costo de lograrlo en términos de empleo y crecimiento. Se trata del propósito del Banco de México. 5) Incentivar nodos turísticos regionales. El tema es relevante, pero de nuevo hace falta hacer explícitos los proyectos concretos. 6) Programas universales de protección social que detonen consumo y generen desarrollo regional. Importante. Debiera contrastarse con el fracaso de la políticia social neoliberal de PRI y PAN. Universalizarla efectivamente puede evitar su uso clientelar.
Pejenomics sigue con declaraciones como que el gobierno es motor de desarrollo y que se propone fomentar el crecimiento de grandes empresas. De ello derivan que no se aumentarán, ni se crearán nuevos impuestos. La propuesta fiscal de AMLO compromete no aumentar impuestos, en un país con una proporcion impuestos/PIB de las más bajas del mundo. La pretensión de que eliminando la corrupción habrá recursos para los programas sociales y económicos fundamentales es, para decir lo menos, ilusa. Apoyo a Pymes con diversos programas. Y el planteo de una economía para todos, en el que se extrañan las medidas distributivas indispensables para reducir la enorme desigualdad.
Si se trataba de convencer a indecisos un folleto de este tipo ayuda poco. Reduce la propuesta considerablemente, enfatizando en que la proluesta de AMLO no difiere sustancialmente en el cuidado de los equilibrios económicos fundamentales que tanto han proclamado los neoliberales. No es claro si con este folleto ganarán votos, pero sí es cierto que despertarán preocupaciones.
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