Carlos Martínez García
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es una de las grandes construcciones culturales del país. Generaciones, con sus respectivas luchas, han sembrado semillas que otras y otros hicieron germinar, cuyas cosechas no solamente beneficiaron a los herederos directos de las lides, sino que repercutieron en favor de toda la nación.
La UNAM ha sido, es y deberá ser, democratizadora de bienes culturales antes inaccesibles para cientos de miles que han recibido en sus instalaciones conocimientos y experiencias enriquecedoras de los espíritus humanos. Es mi caso, pero no solamente el mío sino el de multitudes que, procediendo de familias obreras, tuvimos una especie de epifanía cultural que nos deslumbró y abrió horizontes insospechados. A los pocos días de haber traspasado la entrada de alguna escuela o facultad, fuimos expuestos a ideas, autores, obras, películas, conciertos, conversaciones, nuevas amistades de distintos estratos socioeconómicos y retos de vida que transformaron el pequeño mundo en el que antes deambulábamos para ensancharlo y así enriquecernos.
La enseñanza, investigación y difusión de la cultura que cotidianamente concreta la UNAM son actividades democratizadoras que fortalecen el desarrollo de universitarios, hombres y mujeres, que en su respectivo entorno implementan lo interiorizado. La sedimentación en las conciencias es imposible cuantificarla económicamente. ¿Cómo medir el impacto intelectual/emocional de asistir por primera vez a la bellísima Sala Nezahualcóyotl a un concierto de la Orquesta Filarmónica de la UNAM? ¿En qué balanza financiera puede sopesarse el impacto vital de haber tenido la oportunidad de escuchar leer algunos de sus poemas al enorme Jaime Sabines? Esa tarde estuvo abarrotada la Nezahualcóyotl, y se hizo necesario instalar bocinas y pantallas en la explanada para que pudiesen escuchar y ver al poeta quienes no pudieron acceder al recinto.
¿Acaso debe exigírsele logros financieros a las obras de teatro que se representan en el circuito universitario? Sin duda que de utilizarse el pragmático rasero, piezas que tratan sobre la dignidad humana, por ejemplo La controversia de Valladolid, de Jean-Claude Carrière, nunca debió estar en el escenario del Teatro Juan Ruiz de Alarcón en la zona cultural unamita. ¿Y qué de ganancias económicas, o por lo menos no pérdidas, en las innumerables funciones de cine que se dan por la extensa geografía de la UNAM (recordemos que tiene sedes por todo el país). El cine es un divertimento, pero también es sensibilizador de conciencias, espejo de quiénes y cómo somos, rito iniciático de travesías en la búsqueda de sentido de la vida. Seguramente son rojos los números de la Filmoteca de la UNAM e instancias difusoras del cine exhibido en la institución; sin embargo, la herencia cultural transmitida al estudiantado (y público en general que asiste, porque la UNAM está abierta para todos) es inconmensurable. Emilio García Riera, profesor de la UNAM y crítico cinematográfico, escribió El cine es mejor que la vida (Ediciones Cal y Arena, 1994). Me parece que el título es hiperbólico porque, como la literatura, el cine no puede ser sustituto de la vida pero sí elemento nutricio de ella.
Un gobierno que se dice de izquierda es contradictorio con su ethos cuando en el Presupuesto de Egresos que presenta al Congreso incluye recortes financieros a las universidades públicas, la UNAM entre ellas. Forman parte de la nueva administración federal, o son representantes populares en las cámaras de diputados y senadores, personajes que participaron con intensidad en movimientos estudiantiles gestados en la UNAM. ¿Qué piensan sobre la disminución presupuestal a la institución en que se formaron? ¿Además de qué piensan, en caso de estar en desacuerdo qué harán para que no se consume el proyecto? Al escribir estas líneas no se sabe si la disminución a la UNAM terminará por concretarse, o en el Congreso se modifique la tijera financiera y logren restituirse los recursos económicos.
Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de Gobierno de Ciudad de México, y Martí Batres Guadarrama, presidente de la Cámara de Senadores, formaron parte del Consejo Estudiantil Universitario (CEU) que en 1986-1987 se opuso exitosamente a las reformas del rector Jorge Carpizo. Siempre pugnaron por ampliación presupuestal a la UNAM. ¿Y ahora? Muchos otros que integran la nueva administración presidencial iniciaron trayectorias de lucha social en el CEU y movimientos sucedáneos, y criticaron las restricciones presupuestales impuestas a la UNAM por gobiernos de PAN y PRI. Hoy la cuestión es más preocupante, porque no hay incremento, por pequeño que sea, sino disminución. ¿Están de acuerdo con la medida?
Que se pidan cuentas claras y amplias a la UNAM, pero disminuirle recursos es un despropósito perjudicial para la nación toda.