Arturo Balderas Rodríguez
Alexandria Ocasio- Cortez o AOC, como coloquialmente se le conoce en el ambiente político de Estados Unidos, es un caso especial en la política estadunidense. Tal vez no es el único, pero sí el más reciente y con repercusiones inesperadas, ya que su trayectoria se ha convertido en un ejemplo para miles de jóvenes políticos.
AOC tiene 29 años, es de origen puertorriqueño, nacida y creada en el Bronx neoyorquino en una familia de clase media. Después de una infancia y juventud no diferente a las de otras niñas y jóvenes, a la muerte prematura de su padre tuvo que trabajar como mesera, cantinera y chofer de un autobús escolar para apoyar al sustento de su familia. Se graduó en relaciones internacionales y economía.
Colaboró en la oficina del senador Ted Kennedy y, en 2016, como organizadora en la campaña de Bernie Sanders. En 2018, con la ideología de Sanders como bandera, dio un salto político espectacular cuando venció en la elección primaria al representante demócrata en el distrito que representa al Bronx y Queens en Nueva York, cargo que ostentó durante 20 años. Posteriormente en la elección general, superó por amplio margen al contrincante republicano. En enero de este año juró como la mujer más joven en haber llegado a la Cámara de Representantes.
Un interesante documental de Netflix (Knock down the house) permite encontrar algunas de las claves del fenómeno AOC. Uno de los principales obstáculos fue derrotar la inercia que ha caracterizado a la política durante años. Explica que el problema no son los demócratas o los republicanos, la izquierda o la derecha. El problema es que nos enfrentamos a una maquinaria que cada año recibe miles de millones de dólares por cada ciclo electoral de parte de Wall Street, del sector inmobiliario, y de las corporaciones farmacéuticas. En el fondo es una lucha de los de arriba y los de abajo, y yo entré a esta contienda para cambiar ese panorama político, concluye Alexandria.
En el documental se explica que el reto de esta nueva generación de políticos es encontrar candidatos externos que no tienen dueño y no deben nada a la maquinaria en la que predominan los intereses especiales de una minoría. Remover la corrupción que genera el dinero en el proceso democrático es la meta.
Podemos hacerlo mejor y lo vamos a lograr, es parte del mensaje de decenas de candidatos quienes, como Alexandria, se lanzaron a las calles a luchar en contra del statu quo, lo mismo en Georgia, Alabama, Florida o Nueva York.
A final de cuentas, más de 10 mil candidatos buscaron la nominación de uno u otro partido político.
Como en tantas otras contiendas, las mujeres estaban en desventaja, por lo que su empeño en ganar la aceptación, el respeto y, en última instancia, el voto fue más arduo.
El resultado es que varias decenas de esta nueva hornada de políticos lograron derrotar a otros precandidatos más sazonados y ligados al estatus político. Por lo menos 30 de ellos llegaron al Congreso, la mayoría representando al Partido Demócrata.
Acorde con su propuesta de romper el statu quo, su primera decisión fue cuestionar a Nancy Pelosi como lideresa de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes. Gracias a su destreza y experiencia, Pelosi logró superar lo que se consideró como un intento de golpe de Estado por parte de los recién llegados.
No hay que olvidar, además, que entre sus méritos está el de haber sido la primera mujer en ostentar ese importante cargo en la historia de Estados Unidos. Pero la semilla estaba sembrada.
Quienes dentro y fuera del legislativo tomaron como ejemplo los ideales de Bernie Sanders, son ahora su principal base de apoyo en su carrera por la nominación demócrata a la presidencia.
La incertidumbre, uno de los preceptos de la política, se empezará a despejar a partir de febrero próximo.
Cabe esperar que lo que se vislumbra como una posible división entre los demócratas, no abra la puerta a la relección de Donald Trump.