viernes, 17 de mayo de 2019

EU atropella la Convención de Viena.

Ayer por la mañana policías de Estados Unidos irrumpieron en la sede de la embajada de Venezuela en Washington y arrestaron a cuatro activistas a quienes el gobierno de Caracas había confiado el resguardo de la legación, en enero pasado, luego del rompimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países debido al respaldo estadunidense a Juan Guaidó, quien se autoproclamó presidente encargado en el país sudamericano.
Desde hace varias semanas la Casa Blanca venía amagando con desalojar la embajada con el propósito de entregarla a representantes de Guaidó, quienes ayer festejaron la liberación policial de la sede diplomática.
El hecho comentado sienta un precedente grave y, más allá de la confrontación entre Washington y Caracas, agrega un elemento de insoslayable toxicidad en las relaciones internacionales, por cuanto constituye una abierta violación de los términos de la Convención de Viena, particularmente los tres numerales del artículo 22 de ese instrumento internacional:
1) Los locales de la misión son inviolables. Los agentes del Estado receptor no podrán penetrar en ellos sin consentimiento del jefe de la misión. 2) El Estado receptor tiene la obligación especial de adoptar todas las medidas adecuadas para proteger los locales de la misión contra toda intrusión o daño y evitar que se turbe la tranquilidad de la misión o se atente contra su dignidad. 3) Los locales de la misión, su mobiliario y demás bienes situados en ellos, así como los medios de transporte de la misión, no podrán ser objeto de ningún registro, requisa, embargo o medida de ejecución.
Incluso en un rompimiento de relaciones, como es el caso, el instrumento internacional especifica (artículo 45) que el Estado receptor estará obligado a respetar y a proteger, aun en caso de conflicto armado, los locales de la misión así como sus bienes y archivos.
Por lo demás, lo que parece ser la inminente entrega de la legación diplomática a personeros de Guaidó significaría que el Estado receptor –siempre en los términos de la Convención de Viena– se arrogaría el insólito derecho de designar a los representantes del Estado acreditante.
Así pues, el allanamiento perpetrado ayer por el gobierno de Donald Trump es, más que un golpe en contra del gobierno de Nicolás Maduro, una arbitrariedad que debilita la legalidad internacional y una violación mayúscula de la letra y el espíritu de uno de sus documentos principales.
Ello es razón suficiente para que la comunidad internacional –sus autoridades y sus sociedades– expresen su condena inequívoca a semejante atropello. Por vasto que sea el poderío militar, económico, diplomático y mediático del vecino del norte, no debe permitirse que su actual presidente imponga a la comunidad mundial términos de convivencia propios de la ley de la jungla.

Penultimátum
Disputa por documental sobre Cohen, asesor de Trump
Es uno de los mejores documentales de Netflix. Gracias a él conocemos el quehacer del asesor político más cuestionado de Estados Unidos: Roger Stone. Admirador y defensor de Richard Nixon; cercano a RonaldReagan, su trabajo más exitoso fue convertir en figura política a Donald Trump. Y tener a su cargo la campaña electoralque permitió al empresario terminar como inquilino dela Casa Blanca.
Pero Stone no es el único personaje que utiliza su oficio de asesor político perversamente. Hay otro que compite con él: Michael Cohen, des-de su juventud admirador de Trump y su abogado desde 2006. Tan fiel al magnate que alguna vez dijo que sería capaz de ‘‘llevarse una bala paraprotegerlo’’.
Condenado a tres años de cárcel, los cumple ahora en una para delincuentes de cuello blanco. Entre otros delitos, por evasión fiscal, fraude, mentir al Congreso y obtener financiamiento ilegal a la campaña del actual mandatario.
Fue Cohen quien pagó a dos prostitutas para que no revelaran las aventuras extramaritales de su jefe; el que confirmó que hubo injerencia rusa en los comicios de 2016 para perjudicar a Hillary Clinton, candidata del Partido Demócrata.
Además, en su comparecencia ante el Congreso confirmó lo que siempre se supo: que Trump era racista, corrupto, cercano a dirigentes de la mafia; que hizo su fortuna por medios nada legales; que compró voluntades en el gobierno de Nueva York para convertirse en el promotor inmobiliario más importante gracias a sus métodos gansteriles.
Michael Cohen se lamenta ser el único preso por los delitos cometidos para proteger a su jefe. Sólo se arrepiente de haberle mentido a Melania, la esposa de Trump, al asegurarle que éste nunca le había sido infiel.
Pero la cárcel no lo amilana y anuncia que ‘‘llegará el día en que pueda revelar la verdad, porque ésta no tiene paredes’’. Todo indica que lo hará en las memorias que ya escribe sobre su trabajo para el magnate y en un documental que disputan Netflix y HBO.