lunes, 25 de mayo de 2020

Dinero.

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Memorial Day en EU: salen a celebrar, olvidan restricciones // Alfaro endeuda a Jalisco con más de 6 mil millones // Basura en Central de Abasto
Enrique Galván Ochoa
Multitudes de estadunidenses se están reuniendo en playas, patios de bar y alredededor de piscinas durante el fin de semana del Memorial Day, con el que se recuerda este lunes a los soldados de ese país caídos en sus guerras, avivando los temores de los expertos en salud, quienes advirtieron que la relajación de las restricciones ayudaría a que el coronavirus se propagara, dice The Washington Post. Las imágenes más dramáticas llegaron de Missouri, todavía en medio de una epidemia local, donde los turistas acudían a pasar un buen tiempo al lago Ozarks. “En una imagen compartida por la estación de noticias KSDK, se podía ver a docenas de personas abarrotando un patio al aire libre debajo de un letrero que decía: ‘Por favor, practique el distanciamiento social’”, escribió el Post. Un bar cercano anunciaba una fiesta en la piscina para centenares de personas. La multitudes también fueron vistas en las playas a lo largo de la Costa Este, en un fin de semana cuando la cifra de las víctimas del virus llegaron a casi 100 mil. En Arkansas, el gobernador Asa Hutchinson dijo a Fox News: Nos tomamos el virus muy en serio. Es un riesgo, causa la muerte, pero no puedes aislarte en casa, eso es justo lo contrario al espíritu estadunidense.
Mientras tanto, las tiendas de comestibles han sido acusadas de suprimir la información sobre los brotes entre sus empleados. Más de 100 trabajadores infectados fueron descubiertos en dos sucursales de Walmart en Massachusetts el mes pasado, sólo después de que funcionarios de salud locales investigaron e hicieron pruebas a todo el personal. Un Walmart en El Centro, California, a 20 minutos en automóvil al norte de Mexicali, fue cerrado la semana pasada después de que hallaron que 19 empleados estaban contagiados. Otra calamidad: han aparecido ratas inusualmente agresivas y están provocando la alarma de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. La falta de basura callejera comestible ha llevado a algunas ratas a la desesperación y al canibalismo. Parece que los vecinos andan buscando un doble Memorial Day con la suma de los caídos por el virus.
En México, el sábado 30 de mayo termina la Jornada Nacional de Sana Distancia. ¿Cómo iremos a reaccionar? Hugo López-Gatell ya advirtió que a partir del primero de junio arranca una fase llamada nueva normalidad, que no significa el regreso a la antigua normalidad, compuesta por una serie de medidas de prevención.
Gobernador gastalón
En plena crisis financiera y sanitaria, el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, obtuvo la autorización de la comisión de Hacienda del Congreso local para tomar otro préstamo por 6 mil 200 millones de pesos. Es el segundo crédito y la deuda subirá a 12 mil millones de pesos, aproximadamente.
Falta la autorización del pleno de la Cámara; sin embargo, no se anticipa que habrá oposición. Votaron en favor el diputado emecista Ricardo Rodríguez, los panistas Irma de Anda y Verónica González, la diputada del Verde Rosa Angélica Fregoso y Óscar Arturo Herrera, del Partido del Trabajo. Será interesante conocer las garantías que ofrecerá el gobernador y los bancos comerciales que se embarcarán en la aventura financiera.

El peso de los muertos de Covid-19
Hermann Bellinghausen
No todos los muertos pesan lo mismo. Diversos autores (Asa Cristina Laurell en estas páginas) destacan que, pese a la virulencia y los efectos sociales de la epidemia mundial, en nuestro país las principales causas de muerte siguen siendo otras; algunas verdaderamente absurdas. No que sean desdeñables los más de 7 mil muertos (al 24 de mayo) y el millar de paisanos en la capital mundial de la muerte viral. Norman la vida de todos, aún de los negacionistas y los idiotas felices. ¿Son más importantes que los decesos del hambre por miseria, las diarreas y neumonías infecciosas, las plagas del otrora llamado subdesarrollo? Sí, lo son. Pregunten si no a los médicos, un poder en primera línea estos días.
En un delicioso texto desde París, Vilma Fuentes comenta el poder médico y nos remite a Michel Foucault con un toque de Molière; deduce que el verdadero poder cambió de manos y pasó a la de los expertos médicos (La Jornada, 11 de mayo). Ahora, ¿qué poder? El político, ciertamente, pero con base en un hecho crudo: su capacidad para salvar o no vidas, mitigar la propagación del mal, atender al enfermo con lo posible. Pocas veces vimos un sometimiento más absoluto de la libertad individual a la autoridad de los médicos. El aislamiento es brutal pero benéfico. No queda de otra. Ya ni el cáncer, tan enajenador de la voluntad de quien lo padece, sometido por entero a una ciencia médica que se presenta como única opción sensata para salvar la vida.
No es novedad que exista este poder, expandido hacia los superpoderes reales del mercado farmacéutico, la educación superior, las políticas sanitarias públicas. Para su infortunio, las farmacéuticas y la medicina empresarial parecen fuera del juego de la pandemia, que antes que a las drogas favorece a los fabricantes de panoplia (respiradores, tubos, jeringas, máscaras, uniformes herméticos).
En este repunte del poder médico, que debe revolcar en su tumba a Iván Illich, vemos en acción resortes de control e influencia que ya existían. Para reducirnos a las figuras, vale la pena revisar quienes han llevado la voz cantante. Para bien y para mal, la cuna de este poder está en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Si observamos el debate técnico-político que polariza la opinión general y define las políticas y retóricas del gobierno tanto como las municiones de sus detractores y rivales, vemos en acción a dos ex secretarios de Salud que fueron también rectores de la UNAM (Ramón de la Fuente y José Narro), además de otro subsecretario, Julio Frenk, creador desde su boceto del Instituto Nacional de Salud Pública y típico producto de exportación académica. Añadamos el micrófono al que está obligado el actual rector de la UNAM, Enrique Graue.
En la otra esquina están el actual secretario de Salud, Jorge Alcocer Varela, distinguido inmunólogo y reumatólogo del Instituto Nacional de la Nutrición, y la estrellita marinera, su subsecretario Hugo López-Gatell, epidemiólogo. De la UNAM ambos, sin embargo están fuera de la aristocracia que monopoliza la UNAM y controló durante sexenios las instituciones de salud gubernamentales.
La UNAM lleva casi medio siglo a cargo de médicos, desde que el salvaje golpe de mano de Luis Echeverría en 1972 extirpó de la rectoría su única oportunidad progresista de la historia al entregarla al biomédico Guillermo Soberón. Culminaba la toma del poder universitario que el gran cardiólogo Ignacio Chávez dejó inconclusa al ser defenestrado en 1966. Desde entonces un mismo grupo político y hasta familiar encabeza la UNAM, determinante aún en los periodos en que el rector formal no ha sido médico, pero sí parte o aliado del grupo. Sonará trivial, pero estamos hablando de familias encumbradas, con la excepción de Narro (además, quien cuenta con menos credenciales de excelencia académica y tiene trayectoria más turbia). Predomina el preclaro pedigrí del gremio. Soberón, yerno de Chávez, dio cuerpo a una casta que incluía al siquiatra Ramón de la Fuente, el pediatra Silvestre Frenk y el menos político oftalmólogo Enrique Graue Glennie. El debate visible (mediático si se quiere) lo llevan sus vástagos, enfrentados (salvo De la Fuente) con las actualidades autoridades sanitarias responsables de administrar los vivos y los muertos.
Montados en la ola mundial de empoderamiento médico, aún allí donde presidentes fanáticos operan como sus anticuerpos, los médicos del poder dan a diario las municiones numéricas, clínicas, epidemiológicas y escatológicas para entrematarnos en los medios y las redes sociales, y pronto, quizá, las calles. Su razón manda, casi parecen lo menos malo, pero no olvidemos que muchos de ellos son autores intelectuales y materiales del desmantelamiento del sistema público de salud. Citemos La cruel pedagogía del virus (Clacso, 2020, amablemente proporcionado por Elena Kahn), lúcido breviario sobre las vías sociales que la pandemia abre ante nosotros donde Boaventura de Sousa Santos pone el dedo en la llaga obvia: La pandemia sólo agrava una situación de crisis a la que ha sido sometida la población mundial. Es por ello que implica un peligro específico. En muchos países, los servicios de salud pública estaban mejor preparados para enfrentar la pandemia hace 10 o 20 años de lo que lo están hoy.