Se desploma la venta de automóviles nuevos // Santander y BBVA desarrollan app para detectar el virus // ¿Y los préstamos para las mipymes?
Enrique Galván Ochoa
▲ Ayer se reportaron mil 609 nuevos casos de Covid-19 en México.Foto José Antonio López
Los consumidores mexicanos han obrado con sensatez y no se han endeudado con la adquisición de automóviles nuevos. Lamentablemente es una muy mala noticia para el sector automotriz. De acuerdo con las cifras publicadas por el Inegi, en abril la venta de vehículos ligeros nuevos fue de 34 mil 903 unidades, 64.5 por ciento por debajo de las comercializadas en el mismo mes de 2019. En el acumulado enero-abril se comercializaron 331 mil 580 vehículos, lo que representa una caída de 23.1 por ciento con relación al mismo periodo de 2019. La industria ha vivido una década de vino y rosas, con ventas muy superiores a un millón de unidades al año. Tal vez 2020 no lo logre. Haciendo lo imposible, inclusive promoviendo ventas por Internet. El cliente no tiene que ir a la agencia, escoge el auto, negocia la línea de crédito y le llevan el coche a las puertas de su casa.
Una app muy útil
Santander y BBVA desarrollaron una aplicación para que los ciudadanos realicen un autodiagnóstico de Covid-19, localicen los hospitales disponibles para atender estos casos y obtengan información oficial de forma fácil y segura. Telcel ofrecerá acceso gratuito a la aplicación, los datos por el uso de la misma no tendrán costo para sus usuarios. La herramienta está conectada a los demás servicios públicos como Locatel y el servicio SMS que ha presentado el gobierno de la ciudad para hacer frente a la pandemia. A partir de hoy se pone a disposición de la ciudadanía la aplicación que fue donada por los bancos al gobierno de la Ciudad de México.
Triple Premio Nobel
El ministerio de Defensa de Israel informó que el Instituto para la Investigación Biológica ha completado la fase de desarrollo de un anticuerpo innovador que ataca al coronavirus. Explicó que el anticuerpo cumple tres importantes parámetros científicos: 1. Es monoclonal, nuevo y refinado, y contiene una proporción excepcionalmente baja de proteínas dañinas. 2. Puede Neutralizar al Covid-19. 3. Se probó específicamente en el coronavirus agresivo. El ministerio de Defensa asegura que se trata del primer avance científico que cumple con estos parámetros. No ofrecieron más detalles sobre qué pasos siguen. Sean los científicos israelíes, los británicos, los cubanos o los estadunidenses los que encuentren una vacuna o un tratamiento curativo, desde ahora los propongo para tres premios Nobel: Medicina, Economía y la Paz.
¿Y qué, Presidente Muerte?
Ignacio de Loyola Brandão*
Cuando oí al presidente exclamar ¿Y qué? ante las muertes provocadas por el Covid-19, me dieron ganas de vomitar. Enseguida pensé: Es un monstruo. Un hombre sin aquello que mi madre llamaba misericordia. En ese mismo momento recordé la orden del gobernador general de Polonia en enero 1942, poco antes de la reunión en el Wannsee de Berlín que determinó la aceleración de la Solución Final (ni Bolsonaro ni Eduardo Araujo, su ministro de Asuntos Exteriores, creen en ella), destinada a exterminar a todos los judíos, todos los enemigos del nazismo. El resultado: seis millones de muertos en cámaras de gas, hornos crematorios, fusilamientos y todo lo demás.
Sabemos hoy algunos nombres de aquellos que comandaron la operación. Inolvidables son los de Himmler, Heydrich, Adolf Eichmann y Josef Mengele, el llamado Doctor Muerte, por la frialdad con que llevó a cabo las más perversas investigaciones en nombre de la ciencia.
¿Y qué? Que me vino una irrecusable sensación, que no fue de repulsa ante la frialdad y la indiferencia con los millones de habitantes del Brasil; que no fue de rabia ni de odio. Fue de una tristeza inmensa frente a tal inhumanidad e irrespeto al dolor ajeno, al dolor de una nación. No significamos nada para este señor Bolsonaro. Él siente desprecio, desapego, desinterés, desdén por nosotros, sólo ama a sus cuatro hijos. Además de todo eso, siente desamor. Me sentí deprimido. No soy nadie, mi familia es nada, mis amigos no son, ningún brasileño tiene significado, ningún ser humano tiene derecho a la vida. A nuestro presidente no le importan un bledo nuestras existencias. Ni las de aquellos que votaron por él. Porque si las muertes siguen en esta progresión, ¿donde van a parar? Si es que lo hacen.
¿Y qué? Expresión tan sórdida me provocó asco. En el mismo momento tuve un recuerdo, una memoria afectiva (afectiva no es el término adecuado aquí) que me afligió. Una reacción igual de malestar la sentí en 1987, cuando en Berlín, como uno de los invitados de la institución cultural DAAD [Servicio alemán de intercambio académico] con motivo de los 750 años de la ciudad, decidí recorrer una exposición llamada Topografía del Terror. En un determinado espacio estaban algunos edificios que recordaban la zona del terror nazi: la Gestapo, las SS, la Dirección de Seguridad del III Reich. Un espacio relativamente pequeño (hoy un memorial) donde se reunía la mortífera concentración de poder y terror del nazismo, la Prinz-Albrecht-Straße (hoy Niederkirchenstraße), la Wilhelmstraße y la Anhalterstraße. De allí emanaban las órdenes de muerte, horror, torturas, prisiones, asesinatos, un lugar que haría las delicias del famoso coronel Ustra [conocido torturador de la dictadura militar brasileña en los 70], ídolo de Bolsonaro. De allí salían las órdenes que llevaron a la muerte en campos de concentración de millones y millones de judíos, gitanos, homosexuales, comunistas y enemigos políticos. Este horror es conocido.
Había también un edificio, en el número cuatro del Tiergarten, donde se procedía a cumplir el Proyecto T4 para la eutanasia, o sea, la eliminación de locos, deficientes físicos, seres inútiles, tuberculosos, nada convenientes a la raza aria. Como los ancianos hoy, aquí. Quien haya estudiado historia recordará a Hans Frank y su célebre frase. En la reunión celebrada el mes de enero de 1942 en una villa del Wannsee, un ameno lago de la periferia de Berlín, Frank remarcó: Señores, debo pedirles que se armen contra cualquier sentimiento de compasión. Había entonces en Polonia 3.5 millones de judíos. Frank dijo: No podemos fusilar ni envenenar a esos 3.5 millones, pero debemos ser capaces de tomar medidas que de alguna manera conduzcan a un éxito del exterminio.
Así, la muerte de seis millones de personas fue ejecutada sin compasión. En este momento, en el Brasil, mientras unas huestes humanas (miles y miles de médicos, enfermeros y voluntarios) luchan arriesgando sus propias vidas para defender la vida, el presidente condena el confinamiento y dice ¿Y qué? ¿Es humano este hombre? ¿Es esto un hombre?, como preguntó Primo Levi en uno de sus libros más lancinantes. ¿Y qué? Que ni yo ni más de 210 millones de brasileños queremos morir de Covid-19. Si sobrevivimos nos vamos a acordar siempre de ti, Bolsonaro, como el Presidente Muerte.
* Traducción al español : Ricardo Bada