sábado, 9 de mayo de 2020

Pandemia de control digital.

Silvia Ribeiro*
La debacle causada por la pandemia de Covid-19 ha devastado economías nacionales, multiplicado el desempleo, la marginación, el hambre y la pobreza y la crisis o quiebra de empresas de todos los tamaños. Pero algunas compañías y algunos de los más ricos del mundo han ganado en grande con esta pandemia.
Se aceleró la preocupante tendencia que ya existía a la digitalización (junto con la robotización y uso de inteligencia artificial) de muchas actividades industriales y financieras, así como de nuevos sistemas de vigilancia y control ciudadano.
Las principales ganadoras de la pandemia son las grandes plataformas digitales: Amazon, Microsoft, Apple, Google (Alphabet), Facebook, Baidu, Alibaba, Tencent. Las primeras cinco, conocidas como Gafam, tienen matriz en Estados Unidos. Las otras tres, con el ahora sugestivo acrónimo de BAT, en China.
Otras plataformas digitales, como las de entretenimiento, Zoom y algunas de entregas a domicilio también han crecido. Unas más, como Uber y Airbnb, han tenido pérdidas, aunque su meteórico ascenso y competencia desleal con las compañías regulares de taxis y hoteles (mayormente al no pagar impuestos) les habían dado abultadas ganancias.
La primacía de mercado y ganancias de las ocho mayores plataformas (Gafam y BAT) es abrumadora. Según el informe 2019 sobre economía digital de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), 70 plataformas digitales tienen 90 por ciento del mercado mundial, pero las siete más grandes tienen dos tercios. Esas megaplataformas han aumentado significativamente sus ganancias en 2020, al igual que sus fundadores, Jeff Bezos (Amazon), Bill Gates (Microsoft) y Mark Zuckerberg (Facebook).
Según la Unctad, las empresas estadunidenses y chinas controlan 75 por ciento de las nubes de cómputo, 75 por ciento de las patentes sobre cadenas de bloque ( blockchain) y representan 90 por ciento del valor de capitalización de mercado de todas las plataformas digitales.
Han seguido el mismo patrón que otros rubros industriales: las megaempresas se tragan a competidores más pequeños, logrando un control oligopólico del mercado. En años recientes, Facebook compró Whatsapp e Instagram; Microsoft adquirió Skype y Amazon a Souq, la principal plataforma de Medio Oriente. Facebook controla dos terceras partes de la redes sociales y Google más de 90 por ciento de las búsquedas. Amazon, la mayor ganadora con la pandemia, superó a Walmart como la mayor en ventas minoristas a escala global.
Uno de los nichos de dominación de mercado es que ofrecen almacenar los datos de otras empresas e instituciones públicas en sus servicios de nubes, donde también pueden manejar esos datos con inteligencia artificial. Esta capacidad de almacenamiento y uso de datos (extracción, minería de datos, gestión, interpretación, venta) es el motor fundamental de sus ganancias.
Siendo un factor de importancia creciente en economías nacionales y rubros industriales esenciales, las grandes plataformas no tienen casi fiscalización, regulación o supervisión pública. Básicamente establecen sus propias reglas, y alegando su carácter global están entre los mayores evasores de impuestos, lo que significa cifras astronómicas, mayores que el PIB de decenas de países enteros.
El factor fundamental de ganancia son los datos que les entregamos al usar estas redes. No solamente como individuos. También hay gobiernos que entregan o facilitan a esas plataformas los datos de sectores enteros de la población. Por ejemplo, Luis Hernández Navarro explica que la Secretaría de Educación Pública (SEP) pretende que la educación a distancia se realice a través de las herramientas que ofrecen Google y Youtube, con lo que éstas tendrán acceso a una multiplicidad de datos de profesores, alumnos e instituciones, incluyendo intereses, edad y ubicación geográfica ( La Jornada, 14/04/20 https://tinyurl.com/y8q7788x).
Otra importante fuente de datos es el aumento exponencial de sistemas de vigilancia y control. Con la pandemia se ha extendido el uso de aplicaciones que siguen a las y los ciudadanos de ciudades o países enteros, supuestamente para alertar si son o no un riesgo de contagio. Esto, a su vez, se cruza con el uso de cámaras y lentes inteligentes, conectados a bases de datos estatales o privadas, que ya se usan extensivamente en China, Rusia, Corea y otros países asiáticos, y va en rápido aumento en Europa y América del Norte y del Sur. El negocio es tan lucrativo que los clásicos competidores de sistemas operativos, Google y Apple, colaboran ahora en ofrecer una aplicación gratuita de monitoreo durante la pandemia, que probablemente luego incorporarán por defecto a todos los dispositivos.
Las implicaciones de control, vigilancia y potencial represión gubernamental de estos sistemas quitan el aliento. Pero son aún más amplias las consecuencias políticas y económicas que tienen al otorgar acceso masivo de los datos de los ciudadanos a estas empresas y la inducción que las que compran los datos ejercen para vender desde productos a preferencias electorales, como sucedió con Facebook y Cambridge Analytica. No es sólo un tema de privacidad de datos personales. Se trata de los nuevos gerentes del mundo y cómo vamos a enfrentarlos colectivamente.
* Investigadora del Grupo ETC

México SA
IVA a plataformas digitales // Lucro privado y merma fiscal
Carlos Fernández-Vega
A partir del primer día de junio las plataformas digitales que ofrecen productos y servicios y sus usuarios pagarán 16 por ciento adicional, porque para ellos, en esa fecha, entrará en vigor el cobro del impuesto al valor agregado (IVA), aprobado el año pasado por el Congreso, y entre las firmas que deberán rendir cuentas aparecen Netflix, Amazon Prime, Airbnb, Spotify, Uber, Cabify y otras que proporcionan ese tipo de transporte ( La Jornada, Julio Gutiérrez).
Rápida fue la reacción negativa de muchos consumidores y usuarios de ese tipo de productos y servicios, de tal suerte que el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, ayer utilizó las redes sociales para detallar que las medidas tributarias para la economía digital, que entran en vigor el primero de junio, no representan impuestos nuevos o aumento en tasas. Estas medidas tienen como objetivo hacer operativamente más fácil el cumplimiento en el pago de impuestos existentes, como el IVA.
No gustó, pero el IVA en los productos y servicios estaba cantado desde el 5 de septiembre de 2019, cuando el Congreso aprobó la iniciativa que en tal sentido presentó la bancada morenista en San Lázaro. No se trata de un nuevo gravamen, sino de la adecuación a los tiempos modernos, porque la Ley del Impuesto al Valor Agregado está vigente desde 1980 (cuando no existía esa tecnología), en el sexenio de José López Portillo, quien sustituyó el impuesto sobre ingresos mercantiles por el citado gravamen.
Como bien detalla la información de La Jornada, la facultad para que la Secretaría de Hacienda cobre el IVA a las plataformas digitales prevé que el gobierno pueda recaudar poco más de 4 mil 300 millones de pesos. En un principio se buscaba que las empresas tecnológicas comenzarían a hacer los cargos desde febrero pasado, pero se aplazó hasta el sexto mes del año a petición de las firmas digitales.
Algunos de los que hoy se quejan por la citada disposición fiscal son los mismos que a lo largo de los gobiernos neoliberales insistieron –fallidamente– en aplicar el IVA a medicinas y alimentos (es decir, gravar enfermedad y hambre), pero ahora ponen el grito en el cielo porque la Secretaría de Hacienda incrementará su recaudación por medio de las plataformas digitales.
De hecho, la exposición de motivos de la citada iniciativa morenista detalla que “en México el comercio electrónico ha crecido más de 400 por ciento en los últimos seis años, cifra que resulta atractiva para inversionistas a escala mundial. Este aumento ha posicionado al país como uno de los principales mercados de este tipo en Latinoamérica, al pasar del lugar 35 al 19 en el ranking mundial.
“La Asociación Mexicana de Ventas Online estima que en 2016 el valor del mercado del comercio electrónico en México fue de 329 mil millones de pesos y que seis de cada 10 compradores realiza compras a sitios de Internet o aplicaciones extranjeras. Asimismo, el Estudio sobre el comercio electrónico en México 2018, realizado por la Asociación de Internet de México, indica que a junio de 2018 este tipo de negocios tenían un valor de 467 mil millones.”
Además, con el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación, los modelos de negocio han cambiado, lo que ha permitido que las empresas puedan enajenar sus productos y prestar sus servicios en cualquier parte del mundo a través de un sitio en Internet o de una plataforma digital, incluso sin contar con activos, personal, infraestructura o capacidad material instalada en el país donde se lleva a cabo la actividad económica, logrando con ello potencializar sus ingresos, reducir sus costos e implementar estrategias de planificación fiscal agresiva que permiten a las empresas multinacionales la erosión de la base gravable a través de la reubicación de sus utilidades.
Se trataba del viejo truco de ganancias privadas y pérdidas para el erario.
Las rebanadas del pastel
México entra a la fase de mayor contagio, de tal suerte que todos debemos aportar para evitar mayor daño. En la medida de lo posible, quédense en casa.
cfvmexico_sa@hotmail.com