sábado, 20 de marzo de 2021

En reunión, Washington y Pekín se acusan de perturbar la estabilidad mundial.

▲ Vigilia de paz ayer en Union Square por las víctimas de origen asiático en los recientes tiroteos en Atlanta, durante la visita de Biden.Foto Afp
Afp, Xinhua, Europa Press y Reuters
Periódico La Jornada  Sábado 20 de marzo de 2021, p. 22
Anchorage. Las conversaciones entre Estados Unidos y China, finalizadas ayer en Alaska, fueron directas, duras y constructivas, aseguraron representantes de ambas partes, lo que deja al descubierto las tensiones entre las dos economías más grandes del mundo en el inicio de la presidencia del demócrata Joe Biden.
La cita de alto nivel, la primera presencial desde que Biden asumió el cargo el 20 de enero pasado, comenzó el jueves con acusaciones mutuas de acciones perturbadoras para la estabilidad mundial.
Entre estas áreas se encuentran las acciones de China en Xinjiang, con respecto a Hong Kong, Tíbet, cada vez más Taiwán o las acciones que se toman en el ciberespacio, aseguró el secretario de Estado, Antony Blinken, después de tres rondas de conversaciones en un hotel de la gélida ciudad de Anchorage.
Washington es crítico con el creciente control político de China en Hong Kong, sus amenazas contra Taiwán y su maltrato a la gran minoría uigur, que los funcionarios estadunidenses llaman política de genocidio. Pekín rechaza las críticas y dice que Estados Unidos está interfiriendo en sus asuntos internos.
Y no es de extrañar que cuando planteamos esos problemas de manera clara y directa obtuvimos una respuesta defensiva de China, destacó el secretario ante periodistas, aunque señaló que también tuvieron una conversación muy sincera durante muchas horas sobre una agenda expansiva.
Agregó que “sobre economía, comercio y tecnología dijimos a nuestros homólogos que estamos revisando estos temas en estrecha consulta con el Congreso, con nuestros aliados y socios. Y seguiremos adelante, de manera que proteja y promueva plenamente los intereses de los trabajadores y nuestras empresas.
Sobre Irán, Corea del Norte, Afganistán y el clima, nuestros intereses se cruzan, apuntó Blinken. El consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, tildó las conversaciones de duras y directas sobre una amplia gama de temas.
Yang Jiechi, el más alto responsable diplomático del Partido Comunista de China, salió del hotel sin hablar con los reporteros, pero consideró que el diálogo fue directo, constructivo y útil, aunque hay todavía divergencias importantes entre ambas partes, reportó la agencia estatal de noticias china Xinhua.
Wang, de acuerdo con Xinhua, señaló que dejó en claro a la parte estadunidense que la soberanía y la integridad territorial son cuestiones importantes de principio. Indicó que Washington no debe subestimar la voluntad del pueblo chino de salvaguardar la dignidad nacional y los derechos e intereses legítimos.
Biden aseguró, antes de subir al Air Force One rumbo a Atlanta, que está muy orgulloso de Blinken después del intenso encuentro. Las reuniones se fijaron como intercambios de puntos de vista y no se esperaban acuerdos sobre algún tema específico.
El presidente demócrata heredó la tensa relación con Pekín de su predecesor, el magnate republicano Donald Trump, y hasta ahora ha indicado que mantiene la misma línea dura, al ver a China como el competidor número uno de Estados Unidos, económica, política y militarmente, en las próximas décadas.
Las dos superpotencias se han enfrentado cada vez más en una amplia gama de temas, desde la competencia geopolítica en el Pacífico occidental, el sudeste asiático y el Océano Índico, hasta las relaciones comerciales y el manejo del brote de Covid-19, que China reportó a la Organización Mundial de la Salud en diciembre de 2019 ante la detección de los primeros casos.
En otro orden, Biden llamó en Atlanta a actuar frente a la violencia contra las personas de origen asiático, al señalar que muchos miembros de esta comunidad viven con miedo constante.
Sin importar la motivación, demasiados estadunidenses asiáticos han estado caminando por las calles con preocupación, despertándose en el año reciente con el sentimiento de que su seguridad y la de su familia está en riesgo, afirmó el mandatario.
En el tiroteo murieron seis mujeres de origen asiático, lo que conmocionó al país en un momento en que se experimenta un alza de las denuncias de los ataques contra esta minoría.
Tropiezo demócrata
La portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, por su parte, aseguró que Biden se encuentra bien tras tropezarse y caer en las escaleras cuando subía al avión oficial Air Force One y sugerir que el fuerte viento fue factor en el percance.
Hace mucho viento ahí fuera, aseguró Jean-Pierre cuando se le preguntó sobre el tropezón. Está bien a 100 por ciento.

La paradoja del cardenismo
Ilán Semo
El 18 de marzo de 1938, el presidente Lázaro Cárdenas decretó la nacionalización de las empresas petroleras que dominaban a la industria. A más de cuatro décadas de distancia, Pemex y sus filiales se encuentran en un estado de arruinamiento penoso. Durante la segunda mitad del siglo XX, el estamento político priísta se sirvió de ella como caja chica –o, mejor dicho, como caja grande– para promover campañas políticas, enriquecimientos súbitos y contratos inverosímiles. En suma: lo que se ha dado en llamar el disfuncional capitalismo de compadres. Los historiadores suelen atribuir esta trágica historia al viraje que emprendió el alemanismo a partir de 1946 y que encontró en el erario público una fuente inagotable de acumulación privada originaria. En realidad, se trata de un fenómeno más complejo.

Puede sonar como un oxímoron, pero hubo épocas en que la corrupción representó una fuerza económica, así fuera tan sólo para concentrar capitales. Ya en el siglo XXI, las administraciones panistas se dedicaron a quebrar deliberadamente a la empresa para abrir camino a una de las leyes más irónicas de la historia reciente: la reforma energética. El estatus jurídico y legal de los yacimientos petroleros volvió ahí donde se encontraba antes del constituyente de Querétaro en 1917.
Entre 1935 y 1938, el cardenismo promovió otras reformas. La nacionalización de empresas extranjeras en otras ramas (ferrocarriles, electricidad, telefonía). La multiplicación de escuelas públicas y normales. El impulso a la educación técnica superior. Y, sobre todo, el cambio de las formas de propiedad rural y, con ello, de las formas de vida en el campo. Se han realizado múltiples estudios sobre la época. Los primeros, de Frank Tannenbaum; los siempre lúcidos y provocativos de Alan Knight y, más recientemente, una espléndida y prolífica biografía del general confeccionada por Ricardo Pérez Montfort. De una u otra manera, todos coinciden en que la reforma central fue la que creó un nuevo nomos de la tierra.
En tan sólo tres años, se expropiaron más de 17 millones de hectáreas. Prácticamente, se podría afirmar que la hacienda, en tanto que figura de orden y forma de vida, desapareció de la geografía social mexicana. Aunque las tierras fueron cedidas a las poblaciones que circundaban las haciendas bajo la forma de las distintas formas de propiedad que preveía el artículo 27, la mayor parte se repartió en calidad de ejidos.
El hecho respondía, en parte, a la experiencia del propio Cárdenas. El primer proceso de expropiación de haciendas tuvo lugar en tres estados durante la época de la revolución armada, entre 1910 y 1920: Morelos, Chihuahua y Sonora. Zapata entregó las tierras en calidad de pequeñas propiedades, cuya soberanía era depositada en las comunidades agrarias. En los años 20, al no contar con capital ni recursos, su proceso de empobrecimiento fue raudo, cuando no quedaron atrapadas en las redes de los agentes de Jenkins, que destinaba la caña a la producción de alcohol en la era de la prohibición estadunidense. Villa no distribuyó la tierra. Sustituyó a los hacendados por administraciones político-militares. Los sonorenses se limitaron a repartir las antiguas propiedades entre la oficialía de sus tropas.
Decepcionado de los resultados de estas tres variantes del reparto agrario, las cuales desembocaron en la formación de nuevos caudillos militares, Lázaro Cárdenas optó, siendo gobernador de Michoacán en 1928, por el ejido. Después, procedió de la misma manera desde la Presidencia. Más allá del debate sobre la eficiencia o no de la producción ejidal, los peones de las haciendas (a los cuales no se les entregaron tierras), quienes no eran sujetos de la distribución ejidal, quedaron libres del régimen de la servidumbre y sin propiedad alguna. Fueron ellos los que emigraron masivamente a las ciudades y conformaron así el verdadero núcleo de lo que sería el capitalismo mexicano.
Ya sea en la teoría de David Ricardo, la de Marx o la de Weber, todos coinciden en que la condición principal de la emergencia de la sociedad de mercado es la transformación de la mayor parte de la población productiva en agentes libres que sólo cuentan con su trabajo para sobrevivir.
Uno pensaría que el gran impulso a la modernización del país provino del Porfiriato. Es una apreciación del todo incorrecta. En realidad, su construcción como un arco de la modernidad mexicana es un artilugio confeccionado por historiadores como Cosío Villegas o François-Xavier Guerra. El Porfiriato mantuvo a la mayor parte de la fuerza de trabajo bajo las condiciones de un régimen de servidumbre, como lo mostró exhaustivamente alguna vez Friedrich Katz.
Acaso Cárdenas pensó que podría tratarse de un capitalismo infundado en una forma embrionaria de Estado de bienestar. No fue así. El ejido se tradujo en un dispositivo para extraer excedentes del campo y empobrecer a los campesinos. Lo que sí logro, sin duda, fue descaudillizar la política nacional.