Carlos Fernández-Vega
Tras el pandémico desplome del producto interno bruto en 2020, tirios y troyanos coinciden en que durante 2021 la economía mexicana –como la global– repuntará de forma sostenida, aunque todo indica que no lo hará en una proporción que alcance a tapar el cráter del año previo. La perspectiva nacional e internacional mejora, pero todo está condicionado a la vacuna contra el Covid-19.
Concretamente para el caso mexicano, el objetivo es aplicar al menos 80 millones de dosis para que el motor económico funcione a plenitud, lo que podría registrarse en el segundo trimestre del presente año, de acuerdo con las estimaciones del secretario de Hacienda, Arturo Herrera, para quien la economía está operando mejor a lo pronosticado.
Sin embargo, como lo advierte el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC, del que se toman los siguientes pasajes) 2021 no arrancó de forma robusta. De hecho, el primer dato oficial del presente año sobre la actividad industrial del país da señales de una lenta recuperación, con un incremento marginal de 0.2 por ciento respecto del mes anterior y un retroceso de 3.7 por ciento en su comparación anual, siendo el de mayor dimensión de los últimos cuatro meses. Adicionalmente, desde que se tiene registro de este indicador, se observa que es el segundo inicio de año con menor impulso, sólo por debajo de la crisis anterior del 2009.
Cierto es que han mejorado las expectativas de crecimiento económico para México, pero el inicio de 2021 ha sido lento, lo que refuerza la necesidad de implementar una política industrial globalmente productiva, competitiva y de inclusión social, por ser el camino óptimo para empezar a restaurar el potencial del sector, dirigir las inversiones estratégicamente, focalizadas de manera regional con vista nacional para el bienestar social.
La crisis actual empujada por la pandemia continúa mermando al sector industrial del país; su debilidad estructural es notable: los resultados en 27 de los últimos 28 meses son negativos. El comparativo entre sexenios refuerza lo anterior, dentro de los primeros 26 meses se manifiesta que la actual gestión contiene la mayor área de oportunidad con un promedio de -5.7 por ciento. De los cuatro grandes rubros, la construcción continúa siendo el más afectado con una caída anual de 10.5 por ciento, seguido por generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, suministro de agua y de gas con -4.8 por ciento, minería (-3.7) y manufacturas (-1), nuevamente todos en rojo, remarcando los 30 meses consecutivos de retrocesos de construcción.
En las industrias manufactureras deben resaltarse dos elementos; el primero, que nueve de sus 21 sectores registran datos positivos; y, segundo, que el sector relacionado a equipo de transporte regresó a terreno negativo. Sin duda alguna, todo lo anterior enfatiza la necesidad de un plan estratégico de gran dimensión para revertir la actual situación; el momento es pertinente y la oportunidad para iniciar el resarcimiento del daño causado por la omisión de maniobras dirigidas a reforzar la industria nacional no debe dejarse pasar. El estímulo cercano a 2 billones de dólares aprobado por el presidente Joe Biden brindará a nuestro vecino del norte la dinámica necesaria para incrementar sus flujos, lo cual pone sobre la mesa una oportunidad para México al ser su principal socio comercial y al tener entrelazados a los sectores industriales de ambos países.
Por otro lado, organismos financieros multilaterales han mejorado sus estimaciones en torno a la economía mexicana. Por ejemplo, el FMI pronostica que en 2021 crecería 4.3 por ciento, mientras que la OCDE prevé 4.5 por ciento ( La Jornada, Dora Villanueva). El Banco de México también calcula un avance de 4.8 por ciento y la Secretaría de Hacienda alrededor de 5 por ciento.
Las rebanadas del pastel
La golpista boliviana Jeanine Áñez está en la cárcel acusada de sedición, terrorismo y conspiración, de tal suerte que por fin podrá dar un uso práctico a la Biblia que tanto presume: en su celda la utilizará como asiento mientras espera que Luis Almagro le lleve algo de comer y un poco de vaselina.
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Equidad de género y violencia
Bernardo Bátiz V.
Serán apenas unos cuantos los que no estén de acuerdo con las razones de fondo del movimiento feminista; se trata de un asunto de justicia y de igualdad, de superar un sistema bautizado como patriarcado, en el cual el estatus social de las mujeres es automáticamente inferior al de los hombres, sean cuales sean los talentos y virtudes de cada persona en particular; así ha sido por siglos y milenios. En esta colaboración a La Jornada no me ocuparé de los hechos de carácter sociológico o cultural generadores de ese fenómeno, lo importante está en reconocerlo como una realidad y superarlo.
En la ley, la injusticia está resuelta; el artículo primero de la Constitución concede iguales derechos a todas las personas sin distinción alguna y el cuarto, en su segundo párrafo, establece categórico: El varón y la mujer son iguales ante la ley. En los códigos civiles y leyes familiares, hace alrededor de 100 años que se suprimió la potestad marital por la cual el esposo tenía el papel de tutor de su esposa, que no podía administrar por sí misma sus bienes ni contratar si no contaba con la autorización del marido.
Lamentablemente sabemos bien que entre el deber ser y el ser hay distancias. En el derecho objetivo la igualdad y la equidad de género están reconocidas, pero en la vida cotidiana las cosas van lentas: la mujer sigue, por lo general, estando ligada a las labores del hogar y al cuidado de los hijos, con un agravante, hoy esa función primordial debe hacerse en no pocas ocasiones después de una dura jornada en la oficina, en el aula o en la fábrica; las mujeres ganan proporcionalmente menos que los hombres; les cuesta más trabajo abrirse camino en la vida profesional, en la política o en los negocios. Hay hostigamiento contra ellas, violencia física, verbal y sicológica y el feminicidio es un delito frecuente y no disminuye sino muy lentamente. Es necesario igualar la vida con la buena intención de las leyes. La pregunta es ¿cómo?
No está fácil. Las viejas estructuras son difíciles de modificar, resisten, no desaparecen y esto por varias razones, las costumbres, los prejuicios y las pautas de conductas son a veces más fuertes que la ley. Hace poco vi un mensaje en redes, más o menos con este texto: Mi padre me enseñó a respetar a las mujeres; a protegerlas, a cederles el asiento, a dejarles el lado interior de la acera, abrirles la puerta, que pasen primero y a pagar la cuenta, cuando sea el caso. Leyendo esto recordé (pero no lo encuentro en mi librero) el texto de Severo Catalina con el título La mujer; se trata de un elogio constante a las virtudes femeninas y a sus buenas costumbres, las del siglo XIX, heredadas en el XX con modificaciones paulatinas y ahora criticadas y casi abolidas en el XXI. Don Ramón de Campoamor, en el prólogo de ese libro escribió: ¿Es una apología de la mujer o un libelo contra el sexo femenino?
Por supuesto, la conducta recordada en redes y la descrita en el libro de Catalina no son ideales aceptados plenamente en nuestro tiempo; ese no es hoy el papel de la mujer moderna, pero muchos de los conceptos descritos tienen aún vigor en la actualidad y no es fácil cambiar.
Reitero la pregunta del millón: ¿cómo?
A riesgo de echar gasolina al fuego, contesto: debe ser con argumentos, con prácticas que busquen la igualdad y que superen la tradición, con exigencia en la aplicación cabal de las normas jurídicas igualitarias, con la razón y no con la fuerza; exigiendo en el periódico, en la academia, en las cátedras, en el discurso, hasta el cansancio y por supuesto en manifestaciones públicas. Pero no con violencia, ni destruyendo ni provocando; es claro que la vida de una mujer vale más que un monumento o que el cristal de un escaparate, pero nadie en su juicio pondrá ambos valores en los platillos de la balanza. Se trata de respetar el bien más preciado que es la vida y la integridad de las mujeres y en general de los seres humanos, de sancionar a los delincuentes sin declarar para ello otra guerra.
Volvamos a la Constitución. En su artículo noveno, segundo párrafo, determina: No se considerará ilegal y no podrá ser disuelta, una asamblea o reunión que tenga por objeto hacer una petición o presentar una protesta por algún acto a una autoridad, si no se profieren injurias contra ésta ni se hiciere uso de violencia o amenazas para intimidarla u obligarla a resolver en el sentido que se desee.
La sociología estudia los conglomerados sociales y distingue claramente entre manifestación y turba; ambos fenómenos urbanos son reunión de muchas personas en un lugar determinado y con algún objetivo similar, sólo que la manifestación es pacífica, controlable interna o externamente y en cambio la turba no tiene control alguno; la manifestación pude convencer como en el caso del desafuero intentado contra el jefe de Gobierno López Obrador, la turba incrementará la escalada de violencia y no abonará a la intención que se busca.
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