Carlos Fernández-Vega
Como en tantas otras líneas de negocios –a costillas de la nación– promovidos y permitidos por la reforma energética de Peña Nieto, aprobada por legisladores maiceados, el gobierno de entonces propagó la fábula de que con la libre importación de combustibles la inversión privada sería multimillonaria e inconmensurables los beneficios para el país, aunque, como siempre, ese cuento de hadas no trascendió el discurso.
Poco antes de concluir el sexenio peñanietista, ya con la reforma en vigor, el secretario de Energía de entonces, Pedro Joaquín Coldwell, se ufanaba de que a esas alturas se habían otorgado más de 230 permisos para importar gasolina a cerca de 196 empresas, de las cuales 20 ya lo realizan, con el fin de fortalecer el mercado de combustibles en el país; existen 30 nuevas marcas de gasolineras en mil 700 estaciones de servicio.
Todo era felicidad en el discurso oficial, pero tímidamente el funcionario reconocía que el grueso de esos permisos son con fines de autoconsumo, principalmente en las industrias automotriz, ferroviaria, minera y papelera, y sólo tres empresas compran gasolina para su comercialización. Con ello sucedió algo similar al jugoso negocio privado autorizado y promovido por los gobiernos neoliberales en materia de autoconsumo de energía eléctrica, que no fue otra cosa que la creación de un mercado paralelo en detrimento de las finanzas y la operación de la Comisión Federal de Electricidad.
¿Qué sucedió con esos permisos? La robadera (AMLO dixit), pues las mismas empresas extranjeras que tienen gasolineras le compran el combustible a Pemex y muchos de esos permisos “se siguen usando de manera irregular; están metiendo combustible de contrabando, hay huachicol. Por eso enviamos esta iniciativa de reforma a la ley de hidrocarburos, para poner orden”.
En efecto, el pasado viernes el presidente López Obrador envió al Congreso una iniciativa de reforma a la Ley de Hidrocarburos, la cual establece que el gobierno federal podrá esgrimir razones de seguridad nacional para cancelar permisos de empresas privadas en actividades relacionadas con tratamiento y refinación de petróleo, así como procesamiento de gas natural y exportación e importación de hidrocarburos y petrolíferos.
Como en el caso de la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica, fue cuestión de divulgar la de hidrocarburos para que de inmediato entrara en acción la bien aceitada maquinaria de cabilderos al servicio de los intereses empresariales (los jueces que otorgan suspensiones por doquier se frotan las manos): expropiación, violaciones a la ley, ataque a la inversión privada, regresar a lo de antes y tantas otras sandeces, es decir, las que utilizan (los mismos de siempre) cada que descubren actos ilegales asociados a la reforma peñanietista.
¿De qué se trata la iniciativa sobre hidrocarburos? El presidente López Obrador lo explicó así: es fundamentalmente para evitar el contrabando, hay que meter orden, porque en el gobierno anterior, en el marco de la llamada reforma energética (aprobada con sobornos de por medio para los legisladores) se entregaron más de mil concesiones para importar combustibles. Es una vergüenza: ¿dónde se hicieron los cambios? En los despachos de las empresas petroleras y eléctricas; sus abogados, fiscalistas, diseñaron las reformas legislativas que se aprobaron. Entonces, ahí se avaló que se entregaran concesiones a diestra y siniestra para la importación de combustibles.
¿Por qué tantas concesiones para importar gasolinas? Para especular, personas con 10 de ellas y nunca las utilizaron, detalla López Obrador. No cumplieron, nunca trajeron a México gasolinas; tampoco construyeron instalaciones, puertos, tanques de almacenamiento, ductos, es decir, nunca llegó la multimillonaria inversión gracias a la reforma; los particulares sólo se dedicaron a exprimir las finanzas de Pemex. Además, no quieren pagar los impuestos; antes se los condonaban, pero ya no se permite eso.
Las rebanadas del pastel
En un primer recuento, con la nueva iniciativa presidencial podrán rescatarse más de 12 mil millones de pesos en impuestos; se impedirá que los concesionarios de estaciones de gasolina dejen de robar 33 millones de pesos diarios a los automovilistas y combatir las actividades depredadoras del interés nacional, de acuerdo con el presidente de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados, Manuel Rodríguez.
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Negocios y empresas
Rezago en tele-comunicaciones
Miguel Pineda
Mientras que las telecomunicaciones en el mundo van hacia la convergencia total, en México se separaron los servicios. La razón es que América Móvil (Telcel y Telmex) es preponderante en el mercado y como Televisa no ha podido ganar mercado, presiona a las autoridades para que no le permitan integrar televisión a sus servicios.
En estas condiciones, México avanza lentamente en los servicios de telefonía e Internet, con una baja sistemática de precios, pero en el caso de la radiodifusión y, en especial, de la televisión de paga (en donde Televisa es preponderante) los precios se incrementan en perjuicio del consumidor.
A principios de marzo la Suprema Corte de Justicia de la Nación confirmó en definitiva la preponderancia de América Móvil, por lo que se mantienen 186 restricciones o medidas asimétricas contra la empresa de Carlos Slim.
En principio esta medida podría considerarse de justicia social, ya que hay una firma que domina el mercado. Sin embargo, la realidad es que las restricciones a la empresa de Slim a quien perjudican es a los consumidores, porque no se llevan a cabo inversiones suficientes y los servicios que se ofrecen en el país son más caros que en el extranjero.
Después de tres lustros de imponer restricciones legales a América Móvil, se ha comprobado que las medidas no han generado un mercado más equilibrado. Por lo que la conclusión es que, si se mantienen las mismas políticas, es imposible obtener resultados diferentes en beneficio del consumidor final.
Si se quiere reducir la participación de mercado de la empresa de Slim, hay que dividirla en dos o más participantes, como lo hizo el gobierno de Estados Unidos con la Standard Oil de John D. Rockefeller en 1899. Gracias a esa división se acabó con el monopolio petrolero y se logró estimular la competencia.
En el caso de la preponderancia de Televisa en televisión de paga, la solución es más fácil, simplemente con que le quiten los candados a América Móvil se acabará con ese cuasimonopolio, debido a que la firma de Slim cuenta con este servicio en América Latina a precios competitivos.
A los consumidores nos urge que las autoridades cambien de estrategia en materia de telecomunicaciones para generar nuevas inversiones en este sector vital para la economía.
miguelpineda.ice@hotmail.com