domingo, 16 de mayo de 2021

Destruye ejército israelí edificio residencial y de prensa en Gaza.

El inmueble albergaba objetivos militares de Hamas, justifica
No seremos silenciados, señala Al Jazeera; Ap pide explicaciones a Tel Aviv
▲ Bomberos palestinos combaten el fuego provocado por un ataque aéreo israelí en una casa, en la ciudad de Rafá, en el sur de la franja de Gaza.Foto Xinhua
Ap, The Independent, Afp, Reuters y Sputnik
Periódico La Jornada  Domingo 16 de mayo de 2021, p. 18
Gaza. El ejército israelí bombardeó desde el aire y pulverizó ayer el complejo Al-Jalaa, un edificio de 12 pisos en la franja de Gaza, que albergaba unos 60 departamentos residenciales y varias oficinas, incluidas las de la agencia de noticias estadunidense Associated Press (Ap) y del canal de televisión catarí Al Jazeera.
Las fuerzas armadas israelíes explicaron en un comunicado que sus cazabombarderos atacaron un edificio que albergaba objetivos militares, pertenecientes a la inteligencia militar de la organización terrorista Hamas. El reporte indicó, sin ofrecer pruebas, que el movimiento islamita se esconde y utiliza como escudos humanos a los medios de comunicación instalados en la torre de departamentos.
Una hora para desalojar
Los empleados de Ap y Al Jazeera, junto con otros inquilinos, desalojaron el complejo de manera segura después de que el ejército israelí avisó por teléfono que el ataque sería en una hora.
Ambos medios de comunicación publicaron videos en todos sus canales, incluso en redes sociales, en los que se ve a su personal vestir cascos y chalecos antibalas rotulados con la palabra Prensa, después de recolectar todo lo que podían cargar en sus manos y mochilas: documentos, laptops, equipo profesional de fotografía y grabación.
Dejamos uno de los ascensores (de sólo dos que funcionaban) para que los ancianos y los niños salieran, relató Youmna Al Sayed, periodista palestino de la cadena catarí, cuyo testimonio fue publicado en el portal del canal. Todos corrimos por las escaleras y quien pudo ayudar a los niños los bajó, aseguró.
Un reportero de Ap citado por la cadena catarí rogó por teléfono a un oficial de inteligencia israelí, una vez fuera del edificio, que les dieran más tiempo: “Sólo dame 15 minutos… Tenemos mucho equipo, incluidas las cámaras, otras cosas...”
De acuerdo con Al Jazeera, Jawad Mahdi, propietario del edificio, también trató de ganar tiempo y suplicó al oficial: Todo lo que pido es que permitan que cuatro personas entren y tomen sus cámaras. Mahdi además le solicitó: Respetamos tus deseos, no lo haremos si no lo permites, pero danos 10 minutos.
No habrá 10 minutos, respondió el oficial, y agregó: Nadie tiene permitido entrar al edificio, ya les dimos una hora para evacuar.
A las 15 horas con 12 minutos, tres misiles pesados impactaron uno después de otro contra el complejo Al-Jalaa, derrumbándolo totalmente en sólo cinco minutos y provocando una inmensa nube de polvo. No se reportó ningún herido. Ap y Al Jazeera, además de otros medios, transmitieron los ataques aéreos en directo desde las azoteas de edificios aledaños.
Estamos conmocionados y horrorizados de que el ejército israelí apunte y destruya el edificio que alberga nuestra oficina y otras organizaciones de noticias en Gaza, afirmó el presidente y director ejecutivo de Ap, Gary Pruitt, en un comunicado, y agregó que “el mundo sabrá menos de lo que está sucediendo en Gaza.
Puedo decirles que nuestras oficinas estuvieron en ese edificio durante unos 15 años. Ciertamente no teníamos la sensación de que Hamas estuviera allí, aclaró Pruitt. Aseguró que pidió explicaciones al gobierno israelí y que la agencia contactó al Departamento de Estado estadunidense para obtener más información del ataque.
Walid al Omari, jefe de la oficina de Al Jazeera en Israel y los Territorios Palestinos, aseguró a la agencia de noticias Afp que Israel decidió no sólo causar destrucción y muertos, sino hacer callar a los que lo muestran. Varios presentadores de la cadena dijeron en sus transmisiones en vivo: Este canal no será silenciado. Al-Jazeera no será silenciada.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, insistió por teléfono al presidente estadunidense, Joe Biden, que en el edificio había objetivos terroristas y que antes de bombardearla fue desalojada, según un comunicado de la oficina del premier.
Netanyahu aclaró, según el texto, que el ejército israelí hace todo lo posible para no alcanzar a no combatientes y que advierte a los civiles para que abandonen los edificios que está a punto de destruir.
En respuesta al anuncio de la destrucción de la sede de la agencia estadunidense, Biden reiteró al gobernante su decidido apoyo al derecho de Israel de defenderse de los ataques con cohete lanzados por Hamas y otros grupos terroristas. También señaló su preocupación por la seguridad de los periodistas, reportó la Casa Blanca en un comunicado.
La vocera de la Casa Blanca, Jen Psaki, tuiteó: Le hemos comunicado directamente a los israelíes que es una responsabilidad crucial ver por la seguridad de los periodistas y medios independientes.
Primera conversación Biden-Abbas
Por primera vez desde que llegó a la presidencia, Biden también habló con el líder de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, a fin de reiterarle su apoyo para una solución de dos Estados como el mejor camino para alcanzar una resolución justa al conflicto israelí-palestino y subrayó la necesidad de que Hamas deje de disparar cohetes.
Biden expresó a Abbas que está comprometido con reforzar la asociación estadunidense-palestina, que llegó a su punto más bajo durante el gobierno del ex presidente Donald Trump, reportaron por separado la Casa Blanca y autoridades palestinas.
El líder palestino pidió a Biden que intervenga para que cesen los ataques israelíes contra Gaza.
El encargado del Departamento de Estado para los asuntos israelíes y palestinos, Hady Amr, tiene previsto reunirse este domingo con dirigentes del primer país en Jerusalén y visitar Cisjordania para encontrarse con funcionarios palestinos. El Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas se volverá a reunir hoy para abordar esta crisis.
El bombardeo de Al-Jalaa se produjo pocas horas después de que un ataque aéreo israelí en el campo de refugiados gazatí de Shati mató a 10 miembros de la familia Abu Hatab (ocho niños y dos mujeres), que se encontraban en un edificio de tres pisos celebrando el Eid al-Fitr, la fiesta religiosa que marca el final del mes sagrado del ramadán.
El ejército también bombardeó uno de los cuarteles generales de Taufik Abu Naim, comandante de las fuerzas de seguridad de Hamas, así como varios lugares usados para los lanzamientos de cohetes al norte y al sur del pequeño enclave, además de edificios de la inteligencia militar de Hamas.
Egipto envía ambulancias
Egipto abrió su frontera terrestre con Gaza para enviar 10 ambulancias para evacuar y tratar en sus hospitales a los palestinos heridos en los bombardeos israelíes, indicó una fuente médica egipcia a la Afp.
Durante la madrugada de este domingo, aviones de combate israelíes bombardearon objetivos en el centro de Gaza, según el ejército, mientras Hamas disparó más cohetes contra el centro y sur de Israel.
La aplicación de mensajería móvil Telegram bloqueó durante unas horas al canal de Hamas por violar las reglas de uso en usuarios, reportó el portal The Times of Israel.
Los siete días de intensos intercambios de disparos, que iniciaron el lunes pasado, han dejado en Gaza 145 palestinos muertos, incluidos 41 niños y 23 mujeres, mientras 10 israelíes han fallecido, entre ellos dos menores, según reportes de las autoridades locales.
Estos enfrentamientos estallaron tras un levantamiento generado por órdenes del desalojo de familias palestinas del barrio de Sheij Jarrá, en Jerusalén Este, y se recrudecieron en los días recientes por las protestas contra la represión de las fuerzas de seguridad israelíes, que dejaron cientos de palestinos heridos.
Las tensiones aumentaron el domingo, cuando las fuerzas israelíes irrumpieron nuevamente en la Explanada de las Mezquitas –conocida como Monte del Templo por los judíos– y lanzaron gas lacrimógeno incluso hacia dentro de la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar más sagrado para los musulmanes. Hamas lanzó un ultimátum para que las fuerzas israelíes se retiraran del complejo sacro y al vencer el plazo comenzó a lanzar cohetes contra Israel.

Israel: matar sin testigos
Tras varios días de bombardeos aéreos y terrestres sobre Gaza que han causado más de 140 muertes, entre ellas las de unos 40 niños, y alrededor de un millar de heridos, el gobierno de Israel bombardeó un campo de refugiados, mató a ocho integrantes de una familia y demolió con misiles el edificio sede local de la cadena árabe Al Jazeera, la agencia Associated Press (AP) y otros medios informativos, con el pretexto de que en el inmueble había militantes de la organización fundamentalista Hamas. Ésta, por su parte, siguió lanzando cohetes caseros sobre las localidades israelíes de Ashkelon y Beer Sheba, en el sur del país, después de varios días de ataques a Tel Aviv –e incluso el aeropuerto Ben Gurion, localizado a medio camino entre ésta y Jerusalén–, con un saldo fatal de unos 10 muertos.
Es claro que las causas coyunturales y las históricas de este nuevo ciclo de violenta confrontación entre el gobierno del Estado hebreo y la facción que gobierna en Gaza surgen de la determinación israelí de expulsar de sus casas y territorios a la población palestina. El lanzamiento de misiles de Hamas a ciudades israelíes fue un acto de represalia por la injustificada y violenta represión lanzada la semana pasada por la policía israelí contra fieles musulmanes que celebraban el Ramadán en la mezquita de Al Aqsa y por el desalojo programado de habitantes árabes del barrio jerosolimitano de Sheij Jarrah, en la porción oriental de Israel, para poblarlo con colonos judíos.
La represión policial en el templo islámico y el nuevo intento de despojo territorial en Sheij Jarrah poseen una carga histórica nefasta para la población palestina, pues se trata de los más recientes actos de opresión y robo territorial de una larga historia de más de siete décadas, en las cuales Tel Aviv se ha apoderado de 78 por ciento del antiguo protectorado británico de Palestina y ha acorralado a sus habitantes árabes en guetos amurallados de Cisjordania y en la franja de Gaza, que ha sido expresivamente descrita como una enorme cárcel en la que se hacinan millones de personas, procedentes, en su gran mayoría, de las tierras que fueron incorporadas al Estado israelí y en las que se practicó una despiadada limpieza étnica para instalar a la población judía, en su mayoría emigrada de naciones europeas y africanas.
Los sucesos de Jerusalén, a la que los palestinos llaman Al Qods, y en cuya parte oriental aspiran a establecer la capital de un país propio, también se han traducido en confrontaciones entre palestinos y hebreos en ciudades de población mixta de Israel, así como en intercambios de proyectiles en la frontera norte del Estado hebreo, que colinda con Líbano y Siria.
Ciertamente, la escalada de esta semana ha introducido los horrores de la guerra en la vida cotidiana de muchos habitantes de Israel, algo que no había ocurrido en las anteriores ofensivas de Tel Aviv contra los palestinos, pero el sufrimiento de los depauperados pobladores de Gaza es incomparablemente mayor, toda vez que se encuentran sometidos desde hace más de una década a un bloqueo por aire, mar y tierra, y en cada arremetida israelí padecen, además de una pavorosa destrucción humana y material, el corte de la energía eléctrica, el agua y las comunicaciones.
En tales circunstancias y con los antecedentes mencionados, es éticamente aberrante la pretensión –sostenida por gobiernos y medios occidentales en estos días– de dar un trato igual a bandos separados por una abrumadora desigualdad militar, política, económica, tecnológica, financiera y sanitaria, y cuando uno es claramente víctima de la historia y, el otro, la parte agresora.
Finalmente, la destrucción de las oficinas de medios de información tan relevantes para la cobertura del conflicto como la cadena Al Jazeera y la agencia AP es indicativa de la determinación de los gobernantes de Tel Aviv de privar a los palestinos hasta de cobertura periodística que brinde testimonio de su tragedia.