El gobierno de Estados Unidos anunció ayer que apoyará la suspensión temporal de las protecciones a las patentes de las vacunas contra el Covid-19 a fin de acelerar la producción y distribución de inmunizantes en el mundo. En un comunicado, la representante comercial de Washington, Katherine Tai, expresó que la administración encabezada por Joe Biden cree con fuerza en la protección de la propiedad intelectual, pero que ante una crisis sanitaria mundial las circunstancias extraordinarias de la pandemia exigen medidas extraordinarias.
En su calidad de presidente temporal de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), México reconoció la postura del gobierno estadunidense, la cual va en concordancia con el comunicado del 19 de abril donde la Celac hace un llamado a la comunidad internacional y a las farmacéuticas para democratizar la producción y acceso a dichas vacunas, al considerarlas bienes públicos globales. La propuesta de garantizar acceso universal a las recetas y materiales para producir vacunas anti-Covid-19 es respaldada por más de 100 países, y es objeto también de un movimiento global que el 23 de abril hizo llegar al presidente Biden una petición con 2 millones de firmas para que apoyara la moción dentro de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Dada la gran influencia de Washington en la OMC, se considera que el anuncio de ayer supondrá un punto de inflexión en los esfuerzos para poner las vidas humanas antes que las ganancias. Sin embargo, esta propuesta todavía deberá salvar la negativa de naciones como Francia, que apuesta por paliar la aguda desigualdad en el acceso a las vacunas mediante donaciones a los países pobres, y sobre todo la cerrada oposición de las empresas farmacéuticas, las cuales argumentan que la suspensión de las patentes sería un disuasivo para emprender costosas investigaciones en el futuro.
Como manifestó la embajadora Tai, las circunstancias extraordinarias exigen medidas extraordinarias, y la liberación de las patentes debe plantearse en calidad de un deber humanitario ante los desafíos que representan el descontrolado repunte de la propagación del coronavirus en India o el surgimiento continuo de nuevas cepas que podrían amenazar incluso a quienes ya han sido vacunados. Este imperativo ético puede extenderse a una serie de medicamentos cruciales para la salud pública global, entre los cuales cabe incluir a los tratamientos oncológicos y antirretrovirales. En este sentido, la pandemia ha obligado a poner en primer plano de la agenda pública global la necesidad de buscar mecanismos de cooperación y financiación internacionales que concilien la investigación y desarrollo de nuevos fármacos con un sistema de patentes que no excluya a los habitantes del planeta del acceso a medicinas cuyo uso es fundamental para el ejercicio de su derecho a la salud.
México SA
Covid-19: Joe Biden, ¿sopa de lengua? // ¿Quiénes son los amos de las vacunas? // Fondos de inversión, dueños de la vida
Carlos Fernández-Vega
▲ Jornada de vacunación contra el Covid-19 en el Centro de Exposiciones y Congresos de la UNAM. La mayoría de los recursos para la investigación fueron públicos, pero la propiedad final de la vacuna aún es de las empresas, denuncia investigador.Foto Marco Peláez
En lo que parecería una buena noticia para la humanidad, el presidente Joe Biden anuncia su apoyo a un levantamiento global de las protecciones de patentes para las vacunas contra el Covid-19, con el fin de acelerar la producción y distribución de inmunizantes en el mundo, mientras la representante comercial de aquel país, Katherine Tai, comunicó que Washington apoya tal exención, porque se trata de una crisis sanitaria mundial y las circunstancias extraordinarias de la pandemia exigen medidas extraordinarias.
Suena bien, pero resulta exactamente contrario al posicionamiento que desde un principio mantuvo el mandatario estadunidense, pues éste siempre sale en defensa de la propiedad privada y los intereses empresariales, contraviniendo la petición de la ONU y la de muchos gobiernos, en especial de las naciones subdesarrolladas.
Entonces, ¿propaganda, simple manifestación de buenas intenciones o lavado de manos ante la inacción de su gobierno frente a una crisis sanitaria mundial y las circunstancias extraordinarias de la pandemia exigen medidas extraordinarias (Tai dixit). El mandatario gringo sabe perfectamente a qué tipo de monstruo oligopólico deberá enfrentarse si lleva a la práctica su dicho, y no hay que desestimar que algunos de los integrantes del pulpo, por no decir todos, deben figurar entre los más destacados donantes a su campaña presidencial.
Dado lo anterior, hay que retomar la investigación del colega español Pascual Serrano, publicado en el portal Sputnik (https://bit.ly/33kpgrO), que documenta y detalla quiénes mueven y condicionan la entrega del biológico y alteran su precio, una historia de cómo los accionistas son dueños de las diferentes vacunas.
Dice Serrano que son familiares los nombres de los fabricantes de las vacunas, pero no se habla tanto de cuáles son sus accionistas, o dicho de otra forma, quiénes son los dueños de ellas. Como era de suponer, básicamente se trata de dos fondos de inversión: The Vanguard Group y BlackRock, que administran inversiones por 16 billones de dólares. Si fueran un bloque de naciones, serían la tercera potencia mundial. Están metidos en todo tipo de grandes empresas, entre ellas las trasnacionales farmacéuticas.
Una de las estrategias de BlackRock es lograr influencia política mediante la contratación de altos cargos de gobiernos y bancos centrales. Lleva contratados al menos a 84 ex funcionarios del gobierno de Estados Unidos. Además del ex director del banco central de Suiza, el ex ministro de Hacienda del Reino Unido, el ex vicepresidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, el ex portavoz parlamentario del partido alemán CDU, el ex jefe de gabinete de Hillary Clinton o el ex consejero de Jacques Chirac. También aparece Goldman Sachs, accionista de varias de las farmacéuticas fabricantes de vacunas, desde AstraZeneca hasta Novavax.
El negocio de las vacunas no para de dispararse para estos fondos de inversión, subraya Serrano. El primer gran pelotazo lo pega Pfizer cuando descubre que de cada vial en lugar de salir cinco dosis se pueden sacar seis, como el precio firmado por los gobiernos eran por dosis, se encuentra con una subida de 20 por ciento de su producto, una ganancia anual adicional de 3 mil 120 millones de euros por el mismo producto. Como no les pareció suficiente, dos directivos de Pfizer anunciaron que habría una oportunidad para que Pfizer subiera los precios de lavacuna. Además, el feroz cabildeo de las farmacéuticas con la cúpula política para que no ceda ante quienes piden la liberalización de las patentes.
Fundamental en todo esto: “no deja de salir a luz información que muestra que los principales recursos para la investigación de las vacunas fueron públicos, que han financiado la investigación, el desarrollo, la capacidad productiva…, pero la propiedad final de la vacuna sigue siendo de la empresa, la que decide la cantidad que se puede producir y el precio de venta”.
En síntesis, los citados fondos ya no son solamente los dueños del dinero que se invierte en el mundo; ahora lo son de nuestra salud, o sea, de nuestra vida.
Las rebanadas del pastel
Por doquier hay onerosísimas obras públicas, pésimamente construidas por empresas privadas, inconclusas y que han costado vidas de muchos mexicanos. Y no es de ahora, sino de todos los gobiernos. Entonces, nada mal caería una auditoría al respecto.
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