domingo, 11 de septiembre de 2022

Perfil del migrante retornado.

Jorge Durand
La emigración de mexicanos a Estados Unidos está inextricablemente ligada al retorno, sea éste forzado o voluntario. Sin embargo, por mucho tiempo se priorizó el estudio de la emigración, de los que se iban y, en cierto modo, se descuidó el estudio de los que retornaban, aspecto que en la actualidad ha sido subsanado por un buen número de investigadores abocados a estudiar a los retornados desde diferentes perspectivas.
En la mayor parte del siglo XX, hasta mediados de 1990, predominó una migración circular de ida y vuelta, de tipo voluntario a la que añadían retornos forzados de indocumentados. También se dieron procesos de deportación masiva a lo largo del siglo, 1921, 1929-1934, 1939, la llamada operación espalda mojada de 1954 y la más reciente deportación de 2008, con la crisis económica durante el gobierno de Barack Obama.
Paradójicamente, la retórica de la deportación masiva llegó a niveles excepcionales, durante la administración de Donald Trump, pero en la práctica no se concretó, debido al repunte de la economía y la necesidad de contar con mano de obra.
En la actualidad, el nuevo patrón del perfil del migrante retornado, se caracteriza, en primer lugar, por su heterogeneidad, como se apunta de manera acertada en el libro Derechos fragmentados. Acceso a derechos sociales y migración de retorno a México, editado por Silvia Giorguli y Andrea Bautista, con la colaboración de una docena de especialistas, publicado recientemente por el Colmex y la CNDH.
Una colaboración relevante, entre una institución pública y una académica, que resulta ser una verdadera rareza en estos tiempos de austeridad republicana, pero que al mismo tiempo, pone en evidencia la pertinencia de este tipo de colaboraciones para diagnosticar nuevas tendencias de los fenómenos sociales, económicos, políticos y culturales y ajustar las políticas públicas a nuevos contextos y requerimientos de la sociedad mexicana, que incluye tanto a los que se quedaron, como a los que se fueron o retornaron.
Si bien la heterogeneidad del patrón de retorno actual es su característica principal los diferentes capítulos del libro permiten delinear ciertos rasgos del perfil actual, que ciertamente es diferente al del retornado del siglo XX.
Un primer rasgo es el retorno de migrantes individuales, preponderantemente masculinos, en edades productivas que van de 15 a 64 años, que suelen estar mayormente expuestos a la deportación, que las mujeres.
En segundo término, hay un sector importante de retornados que lo hacen de manera familiar, como un proceso de reunificación familiar, dado el retorno forzado del jefe o la jefa de familia.
Este último rasgo acarrea el retorno de hijos de mexicanos, quienes se distinguen por ser binacionales y bilingües. Es una población estadísticamente relevante, dado que son más de 500 mil menores que tienen problemas de documentación, inserción en el medio escolar y acceso a servicios básicos. En el caso de los jóvenes, que emigraron de pequeños con sus padres y fueron deportados, los llamados dreamers que comparten el rasgo del bilingüismo y además muchos pueden considerarse como biculturales.
Otro rasgo relevante del perfil de retornado es su estancia prolongada en Estados Unidos. Cerca de 75 por ciento de la población migrante tiene más de 15 años viviendo y trabajando en territorio estadunidense. En estos casos la deportación resulta ser particularmente dramática.
En efecto, los migrantes de larga estancia que son deportados sufren un triple desarraigo, por haberse visto obligados por las circunstancias a dejar el terruño, por ser arrancados de su lugar de destino donde trataron de echar raíces, formar una familia e integrarse al mercado de trabajo y a la comunidad. Finalmente, por verse obligados a reintegrarse a una patria que ya les resulta lejana, donde carecen de redes sociales fuertes y donde perdieron ciertos recursos que facilitan la sobrevivencia.
Por último, su condición de retornados y especialmente la de deportados, los coloca en una situación desventajosa para el acceso a recursos sociales básicos, como la documentación, salud, educación, trabajo, vivienda y deberíamos también incluir jubilación o retiro, dado que millones de trabajares indocumentados pagaron impuestos en el otro lado y no devengan derechos ni en Estados Unidos ni en México.
En síntesis, podríamos delinear el perfil, de este nuevo patrón de retorno, con seis rasgos: 1. Retorno individual, preponderantemente masculino, de personas en edad laboral, 2. Regreso familiar, que incluye a hijos de mexicanos, que son binacionales y en su mayoría bilingües, 3. Retorno de migrantes con prolongada estancia en el lugar de destino; lo cual les acarrea un triple desarraigo, 4. Los retornados tienen dificultades para integrarse a la hora del retorno y tienen limitaciones serias en el acceso a recursos básicos como salud, educación, trabajo, vivienda y retiro.

El Faro de Oriente: cultura para todos
Elena Poniatowska
Magali Cadena dirige el Faro de Oriente de Iztapalapa, que nació en 2000. Magali es una chava prendida que ha salido adelante gracias a su capacidad organizativa. Es muy bonito oír su voz, fuerte y segura, al dirigirse al grupo que formamos Javier Aranda, su hija Carolina, Conrado Martínez, Paula Haro y su segura servilleta. Magali, orgullosa, nos guía por un inmenso hangar y explica: El Faro de Oriente es el primer modelo de descentralización de la cultura que lanzó el poeta Alejandro Aura con el ex secretario de Cultura del entonces Distrito Federal, Eduardo Vázquez.
–¡Híjole, cuántas cosas logró Alejandro Aura!
–Sí, fue un artista y un promotor... Voy a enseñarles las naves inauguradas hace ocho años. Recibimos la primera certificación porque creamos la cartonería monumental que se usa en los desfiles. Este año me designaron responsable de la megaofrenda del Zócalo; voy a invitar a todos los creativos y vamos a traer calacas monumentales de cada estado.
“Los chavos del rumbo de Iztapalapa entran como alumnos a los talleres y terminan como profesionales. Hemos conformado 40 cooperativas; eso me enorgullece, porque estuve siete años en la Secretaría de Cultura y trabajamos menos que ahora, ya que en los meses que llevo aquí logramos alcanzar la meta de siete años. Cada año damos 300 apoyos a 300 colectivos, y ahora intento que todos los grupos conozcan nuestras formas de organización: sociedad civil, Sociedad Anónima de Capital Variable y cooperativa. Lo que les digo es que se pueden convertir en todas, que una no se contrapone a la otra y que todas tienen beneficios económicos. Yo era la responsable de cooperativas en la Secretaría de Trabajo antes de venir aquí y, como me sé todo el tema de cooperativismo, propuse al secretario de Trabajo generar colectivos culturales, desde cartonería, y cerámica hasta jabones de herbolaria, o talleres de telar de cintura...
–¿Ese es el Faro?
–El Faro es conocido por los conciertos masivos, se abren esas puertas y nos convertimos en escenario. Aquí se han presentado ante 10 mil personas Panteón Rococó y La Cuca. Nunca hemos tenido ningún incidente. Me responsabilicé de los actos culturales; coordiné esa área, y desde entonces los hacemos en el Zócalo y aquí.
“Todos los espacios del Faro se aprovechan. En esos túneles que ven allá también se dan talleres de literatura, de música, de fotografía, con Jesús Villaseca, quien fue fotorreportero de La Jornada y ahora dirige la escuela de cine comunitario Pohualizcalli, en la alcaldía Iztapalapa...”
–¿Por qué es usted la directora?
–Tuve la fortuna de nacer aquí, pertenezco a esta comunidad, la recorrí cuando no había nada. La amo. El arquitecto del Faro de Oriente es Alberto Kalach, también autor de la biblioteca Vasconcelos. Hizo la remodelación de la Cineteca Nacional. La imagen del Faro es un barco. Primero, el espacio se destinó a oficinas de la alcaldía Iztapalapa, pero se transformó en un proyecto para jóvenes.
El Faro de Oriente es un referente. Por sus dimensiones rompió esquemas porque no existía nada de ese tipo en Iztapalapa. Se ubica en una zona periférica, de migrantes, por cómo se ha conformado la ciudad, pero, sobre todo por sus cinturones de pobreza, la abundancia de migrantes del interior de la República Mexicana. A Iztapalapa la conforman oaxaqueños, guerrerenses y poblanos. También estamos al ladito de Nezahualcóyotl, que ha generado movimientos urbanos de importancia. Neza tiene sus características bien específicas, y somos realmente la visión de una cultura muy urbana en contraposición con la de elite o la alta cultura.
“Iniciamos nuestros talleres el primero de septiembre. Miren, estos son los de grabado. Aquí están las oficinas, aquel es el salón multimedia. Ningún espacio del Faro es desperdiciado. Recordemos que en 1997 llegó el primer gobierno democrático, el del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.
Unas oficinas de la territorial de Ermita iban a ser administrativas y decidimos utilizarlas como recinto cultural para jóvenes gracias a la intervención de Alejandro Aura. Yo lo traté porque tuve la fortuna de ser de las primeras en formarme en libroclubes, uno de los programas de El Hijo del Cuervo, en Coyoacán. Yo era universitaria, y Aura me regaló una colección de libros. Soy de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, como Alejandro.
***
Entramos a un recinto muy asoleado...
–Este es nuestro Club House, el único que existe en la Ciudad de México. Teníamos dos, uno que estaba en el Palacio Postal, hoy Museo de la Marina. El Club House disminuye la brecha digital entre jóvenes en condiciones vulnerables. Aquí les damos clases de robótica, modelos de tecnología que auspicia, en parte, la Universidad de Boston. Es una red internacional de herramientas tecnológicas para comunidades marginadas. Contamos con impresoras 3D y todos los recursos digitales para proyectos, ideas para hacer robots. Varios de nuestros niños han ido a la universidad de Boston y ahora, con Por América, otra asociación de Estados Unidos, vamos a abrir otro Club House en El Rule, en Eje Central.
Tenemos un foro al aire libre y una residencia en la que hospedamos a artistas europeos.
–¿Los jóvenes siempre son los más difíciles de complacer?
–Curiosamente, las primeras en llegar son las mujeres que buscan cómo mejorar las condiciones de vida de sus hijos... Los jóvenes tuvieron una excelente estrategia para la etapa inicial de este Faro, porque todos los grupos de rock de esa época se asentaron aquí, como Santa Sabina, y deduje que antes nos teníamos que trasladar al centro de la ciudad y ahora ellos vienen a nuestra casa.
“Aquí está la única librería hasta ahora, la del Fondo de Cultura Económica, y se llama Eusebio Ruvalcaba. Esas dos naves de artes y oficios que ven allá tienen más de 15 años, así como el auditorio para encuentros masivos.
“Hace 10 años que al Faro no se le da un retoque; va a venir el mismo crew que hizo este mural, los SF o Sin Fronteras, artistas grafiteros, muralistas, creadores del megamural de Palmitas, en Hidalgo. En dos semanas inician aquí mismo un nuevo mural.
“Miren hacia allá, la fila de chavos impacientes que ya se están inscribiendo. Los talleres son trimestrales; el Faro de Oriente intentó hacerlos semestrales, pero aquí brindamos una educación no formal. Por primera ocasión vamos a oficializarnos y a recibir nuestra certificación.
“A 22 años creemos que ya es necesario dar el paso para el reconocimiento de los Pilares, modelo de la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum. Vamos a buscar convertirlos en escuelas de iniciación artística, que los Faros sean el segundo piso y los centros culturales sean de nivel técnico. Tenemos nuestro nivel profesional que es la escuela Ollin Yoliztli. Todo lo que se hace en nuestros recintos, desde los 300 Pilares hasta los ocho faros y los cuatro centros culturales, más la Ollin Yoliztli, con 25 licenciaturas, todo es gratuito. No hay ningún recinto que cobre absolutamente nada.
“Se dan 200 talleres. Asisten entre mil y mil 500 personas por semestre. Permanecen con nosotros cinco años y los consideramos profesionales. Tenemos a jóvenes que vienen a un taller, se enganchan y se pasan a otro y luego a otro.
Muchos se han quedado aquí, y en la educación papelito habla; entonces, si no sacan su certificado, no pueden acceder a otras oportunidades. Tanto un joven como una persona mayor, como usted, Elena, puede tomar uno o varios talleres y obtener la certificación.