domingo, 28 de abril de 2024

España: aires golpistas.

Miles de simpatizantes del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) respondieron a la convocatoria de esa formación para manifestar su respaldo al presidente de España, Pedro Sánchez. El miércoles pasado, el mandatario publicó una misiva en la cual denota su hartazgo y frustración con la campaña permanente de las derechas para descarrilar su gobierno, cuyo último episodio fue una denuncia penal contra su esposa, Begoña Gómez, por supuesto tráfico de influencias. Al respecto, el dirigente socialista expresó que no es ingenuo: tiene claro que la causa no tiene nada que ver con los actos de ella, sino con el hecho de que es su esposa.
No es la primera vez que la cónyuge y la familia política de Sánchez son usados por sus adversarios con el propósito de poner fin a su carrera política. En 2014, los entonces secretarios de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, y comisario de policía, José Manuel Villarejo, urdieron un plan para vincular al suegro del hoy presidente con unos negocios de prostitución encubierta a través de los saunas que regentaba. Estas acusaciones fueron desacreditados por la divulgación de audios grabados por el propio Villarejo en los que se escucha a Martínez conspirar para golpear a Sánchez, y además se encuentran totalmente empañadas por las revelaciones del siniestro historial del ex policía, preso por múltiples acusaciones de espionaje, enriquecimiento ilícito y tráfico de influencias.
Quienes ahora conducen la guerra sucia contra Sánchez son los integrantes de la organización de ultraderecha Manos Limpias, cuyo nombre es burla o paradoja, según se mire. Esta entidad, análoga a algunas que operan en México, tiene dos líneas de actividad: el lawfare contra personajes, organismos y movimientos progresistas, y la extorsión para el enriquecimiento personal de sus cabecillas. En 2021, su secretario general, Miguel Bernad, el ex presidente de la Asociación de Usuarios de Servicios Bancarios (Ausbanc) y dos colaboradores de éste fueron condenados por la Audiencia Nacional por extorsionar a bancos y empresas para que les pagasen a cambio de evitar acciones judiciales o campañas de descrédito en su contra. Pese a que la Fiscalía pedía 24 y 118 años de cárcel para los mencionados, únicamente se les condenó a cuatro y ocho, respectivamente. Tres años después, el Tribunal Supremo les revocó las condenas al considerar que sus conductas fueron éticamente reprochables, pero no le parecían lo suficientemente intimidatorias como para calificarlas de extorsión. El desarrollo de este caso es uno más de los procesos aberrantes en los que se exhibe la parcialidad de los togados y la flagrante captura del Poder Judicial español por parte de camarillas conservadoras y corruptas –lacra en la que el país peninsular también muestra un claro paralelismo con México.
La combinación de membretes facciosos que se hacen pasar por sociedad civil con togados que admiten a trámite (y muchas veces llevan hasta la sentencia) expedientes carentes de cualquier sustento jurídico, y medios de comunicación prestos a difundir bulos acordes con sus filias ideológicas y sus intereses económicos, representa uno de los mayores peligros para la democracia en la actualidad. Estas conjunciones afectan el bienestar general al frenar obras públicas y programas de gobierno, distorsionan la voluntad popular al instalar la idea de que determinados dirigentes son culpables de ilícitos o faltas administrativas en los que no tienen ninguna responsabilidad y, en casos extremos, son el punto de partida de golpes de Estado oligárquicos.
Como advirtió esta semana el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, los sectores progresistas deben organizarse dentro y más allá de las fronteras nacionales para proteger a la sociedad del crecimiento de la ultraderecha y su embate antidemocrático. En lo inmediato, es claro que la defensa de Pedro Sánchez no constituye un asunto de simpatías personales ni mucho menos un cheque en blanco al Ejecutivo español, sino la salvaguarda de la institucionalidad frente a las pulsiones golpistas.

Un miércoles de hace 50 años
Eric Nepomuceno
Lo recuerdo como si hubiera ocurrido el miércoles pasado. Y, sin embargo, ya pasó medio siglo. Entonces, tenía 25 de edad y desde poco más de un año vivía en Buenos Aires, en la esquina de la entonces calle Canning, que hoy se llama Scalabrini Ortiz, con Beruti.
Eran como las 10 de la mañana porteña cuando Eduardo Galeano llamó para avisar que llegaría en un cuarto de hora. En aquella época él no tenía televisión en su casa y, cuando quería ver algo importante y urgente, caía por la nuestra, de Martha y mía.
Sin la menor idea de lo que ocurría, recuerdo que me duché rápido y acabé de vestirme cuando Eduardo Galeano llegó.
Así supe de la Revolución de los Claveles, que sepultaba a su vez casi medio siglo de la cruel y sanguinaria dictadura establecida en Portugal por un tirano llamado Antonio Salazar.
Exiliados los dos – él de su Uruguay y yo de Brasil – quedamos sumergidos en la más pura emoción. Ver soldados uniformados cargando fusiles en cuyos cañones las muchachas habían puesto claveles fue una imagen que jamás salió de mi memoria. En menos de 10 minutos aprendimos a cantar Grândola, vila morena, que fue una especie de himno de la retomada de la democracia en Portugal.
Y nos preguntábamos cuándo veríamos lo mismo en nuestros países.
Bueno, la verdad es que nunca vimos algo igual por aquí, pero mal que bien la democracia volvió. Bajo amenazas, con riesgos, pero volvió y viene sobreviviendo en nuestras comarcas.
Eduardo Galeano se fue hace nueve años. También en un abril.
Nosotros, que estuvimos juntos en un gordo manojo de países, jamás coincidimos en Portugal. Ese es otro de los vacíos que cargo en el alma.
Desde hace años –alrededor de tres décadas– frecuento Portugal. Tengo amigas y amigos especialmente queridos, tengo mi café, mi librería, mi restaurante. O sea, todo lo que necesito para saber que la ciudad me pertenece y que pertenezco a ella.
Lo que hemos visto a lo largo del tiempo fue cómo uno de los países más atrasados del mundo se transformó en referencia.
Unos pocos datos sirven para dejar clara esa transformación: el analfabetismo, que alcanzaba 26 por ciento de la población, hoy alcanza 3 por ciento. Casi 70 por ciento de las casas no tenían ducha, poco más de la mitad no tenía agua tratada y 40 por ciento no tenía servicios sanitarios básicos.
Los presos políticos rondaban los 30 mil y los libros censurados llegaban a 10 mil. En Lisboa, 10 por ciento de la población vivía en casi 20 mil barracas precarias.
El escenario hoy es radicalmente inverso. La capital portuguesa es segura, limpia, bien organizada y cara, debido a que el creciente volumen de extranjeros que se instalan en la ciudad elevó los precios, principalmente de los inmuebles, a niveles inesperados.
¿Hay peligro? Sí, y mucho. La extrema derecha creció en Portugal y cuenta con fuerte respaldo de una parte significativa de la comunidad de brasileños que se instalaron en el país.
Sin embargo, nada parece lo suficientemente fuerte para amenazar la democracia tan arduamente conquistada.
La memoria de los años de tiniebla y pólvora sirve como escudo para proteger lo que fue conquistado.

Mentiras verdaderas
Antonio Gershenson
En la defensa de las ideas, propias o no, la tendencia de los gobiernos capitalistas es recurrir al tremendismo, sin miramientos y sin importarles las secuelas que este tipo de corrientes causen entre la población.
Durante el neoliberalismo ha sido siempre un algoritmo: recurrir a todo tipo de mentiras y extorsiones.
El diversionismo ideológico se ha considerado –o se consideró– como una tendencia a distorsionar la ideología. Distraer, mutilar, tergiversar, todo eso junto. El asunto fue confundir con mentiras muy bien estructuradas pretendiendo hablar con la verdad.
No sólo desde el diversionismo, ya desde muchos años, antes de cualquier revolución del siglo XX, las intenciones de ocultar la realidad han sido un estilo de seudopolítica reaccionaria impuesta por las oligarquías.
Actualmente, las verdades sospechosas han tomado un lugar relevante en la actual política. Cada quien, en este mundo manipulado, ha expresado tener la razón y decir, hasta el cansancio, que el que miente es el de enfrente.
Así, tal como lo hace la señora que no puede hablar bien porque tiene un frenillo sublingual, el cual no se ha retirado por falta de atención a su salud. Bueno, era preciso decirlo porque esa es otra verdad. Ser diferente para llamar la atención. Aunque no somos sicólogos, pero llama la atención la cantidad de mentiras o tergiversaciones que puede decir en un promocional de siete segundos. Nos referimos a la candidata del grupo de tergiversadores de la realidad: PRI-PAN-PRD y aliados.
Así que se ha vuelto una tarea escalofriante y agotadora estar aclarando las imprecisiones sobre lo que ha estado pasando en la Cuarta Transformación. En este gobierno que fue electo por millones de personas que querían y quieren vivir en la verdad. O, por lo menos, en un sistema en el que no sea necesario mentir para congraciarse con la población.
Sí, durante todos estos años y a través de más de mil 300 artículos escritos en este espacio de opinión de La Jornada, hemos intentado hablar con la verdad, siempre. Al menos de expresarnos con menos imprecisiones o modificaciones al sentido de lo que estamos opinando. No ha sido nada fácil. Por ello, hemos recibido felicitaciones, pero también críticas infundadas y hasta amenazas.
Pero, en fin, este es el riesgo de atreverse a decir lo que se piensa y ejercer la libertad de decir verdades que, para muchos y muchas, resultan ser ofensas.
Boaventura de Sousa Santos, gran pensador portugués, en entrevista con el canal Palabras Mayores Colombia (PMC), nos dice que lo importante para el fascismo que ha inventado las guerras de Ucrania y la franja de Gaza es mantener la atención para hacer creer que se está defendiendo la democracia y la libertad que nos garantizan los derechos humanos.
Pero, analizando esa idea, tenemos que han sido cientos de años lo que las oligarquías han tomado como bandera, la tal defensa de la libertad, los propios derechos humanos y la llevada y revolcada democracia.
El conductor de PMC pregunta a De Sousa: ¿Cómo vamos a comunicar con la gente si todo lo manejan las grandes empresas y consorcios, si todo tiene reglas que prohíben expresar la verdad sobre las conductas fascistoides?
Necesitamos conocer lo que está pasando con Julian Assange, con las restricciones que se han impuesto al propio De Sousa y de los bloqueos que existen en todo el mundo, como el de Cuba, sin importar que la gente esté sufriendo por la decisión de un grupúsculo de incoscientes e irresponsables políticos de la extrema derecha.
Hemos vuelto a las corrientes racistas, de ultraderecha regenerada, de fascismo virulento y de las mentiras transformadas en verdades.
Es urgente dar la batalla contra el sistema del miedo, del sentimiento de impotencia que tanto hace daño a la sociedad humana. Dice De Sousa: Tenemos derecho a la esperanza. Si vencemos el miedo, podemos avanzar en ganarle territorio a la maldad que representan estas corrientes ultras que no mueren, sólo se transforman y van renovando sus rostros con nuevas técnicas de comunicación.
Para esas batallas, afortunadamente, la sociedad ha aumentado su participación en nuevos movimientos políticos, en los que ha podido expresar la voluntad de recuperar el valor de la verdad y, también, por qué no, de la esperanza, sentimiento que sólo nos corresponde a quienes queremos la verdadera democracia y el respeto a nuestros derechos totales.
X: @AntonioGershens   antonio.gershenson@gmail.com