Antonio Gershenson
Desde que se formaron Luz y Fuerza del Centro (LFC) y su antecesora, hace 40 años, no se han instalado nuevas plantas para generación estable de electricidad. El propósito visible era que el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) no tuviera el switch en la mano; o sea, la posibilidad de hacer una huelga o adoptar otra medida similar. Eso, por una tradición de lucha del SME. Pero los daños van más allá del asunto sindical.
En una presentación en agosto de 2005, con cifras anuales hasta 2004, se informa que LFC no instala centrales generadoras desde 1974, con la puesta en servicio de las plantas turbogás de Nonoalco, Lechería y Valle de México. Estas últimas son para emergencias o generación en momentos difíciles. De la misma fuente, sabemos que, a diferencia de otras regiones y en especial la oriente, cuya capacidad está más que sobrada, la falta de generación cercana y el constante incremento de la demanda de energía eléctrica han originado que el área de control central se encuentre operando de manera continua en estado de alerta. En gráficas se observa que, de 37 por ciento que se generaba a menos de 200 kilómetros (generación cercana) en 2004, se habría llegado en 2008 a 31 por ciento.
El resto de la energía necesaria, la generación lejana proveniente de 300 a 700 kilómetros, equivale al restante 63 por ciento en 2004 y 69 por ciento a que se habría llegado ya en 2008. Lo recomendable para un sistema eléctrico confiable es que la cercana sea al menos la mitad de la total requerida. Las condiciones actuales dan lugar a un riesgo permanente de colapso de voltaje en la zona: recordamos que las condiciones actuales son las de agosto de 2005.
Estos datos oficiales muestran la principal causa del mal estado de la red en el sector central. Es muy fácil querer culpar a los trabajadores de un proceso totalmente ajeno a ellos. Los anteriores argumentos los dio LFC para apoyar un proyecto de lo que llamaron generación distribuida, que estaría formada, primero, por 20 turbinas con capacidad de 32 megavatios cada una, como plantas para emergencias o momentos de baja considerable en la alimentación convencional. Luego entrarían dos plantas para uso relativamente permanente, con capacidad total de mil 250 megavatios. Estas plantas, según el programa, debieron haber entrado en operación en 2007-2008.
Sin embargo, sólo entró una parte de las de turbogás y no entró nada de la generación más permanente. Esto representó 2 por ciento de la capacidad total, lo cual apunta a un 33 por ciento de generación cercana. La horca presupuestal no sólo evitó que se aligerara el problema denunciado en 2005, sino que de hecho lo ha empeorado al aumentar la demanda. Y este es sólo un ejemplo del estrangulamiento presupuestal a que ha sido sometida LFC.
Quiero agregar una experiencia propia: como director de alumbrado público de la ciudad de México participé en trabajos encaminados al ahorro de energía. Al comparar la calidad de la electricidad de la red de esta ciudad con energía ya filtrada o limpia, había una diferencia de 15 por ciento en el consumo. Este era el porcentaje de pérdidas que resultaba de la mala calidad de la energía de la red, y lo ahorrábamos con equipos adecuados. Pero cualquier usuario de electricidad, a través de su medidor, está pagando 15 por ciento más que lo que consume por esas pérdidas, resultado de que sólo 33 por ciento de la energía viene de fuentes de generación cercanas.
La falta de presupuesto para renovar equipos de transmisión y distribución acaba de generar una fábrica de apagones. Éstos eran atenuados y contrarrestados por el conocimiento de años del personal sobre estos equipos tan antiguos y desgastados.
Eso es parte de la explicación de por qué, a los pocos días de haber sido expulsados de su trabajo los miembros del SME y sustituidos por personas que no conocen esta red que tiene tantos problemas, ha habido tantos apagones y también casos de demora extrema en la reparación, como se ha informado en varias secciones de La Jornada.
La enorme movilización del pasado jueves 15 y el amplísimo espectro político y social de sus integrantes, deben haber contribuido al inicio del diálogo. En las alternativas de solución es muy importante que se tomen en cuenta estos problemas y se resuelvan. Se debe instalar nueva capacidad de generación en la región central. Se deben renovar equipos con más de 30 años de servicio. El presupuesto para 2010 está en discusión en la Cámara de Diputados: hay tiempo para hacer los cambios pertinentes.
También, entre otros aspectos, se debe revisar a fondo la calidad del servicio al público y mejorarlo sustancialmente a como dé lugar. Por cierto que quienes operan el sistema de pago de jubilaciones y liquidaciones han mostrado que son más ineficientes que aquéllos a quienes quieren dejar fuera de su trabajo.
gershen@servidor.unam.mx