sábado, 16 de abril de 2016

Desprecio.

Enrique Calderón Alzati
Son varias ya las ocasiones en las que los altos funcionarios de la Secretaría de Educación muestran su arrogancia y su desprecio por la educación pública, al igual que por quienes fuimos preparados en ella, incluyendo a grandes figuras de la vida nacional, de lo cual seguramente no están enterados.
En días pasados, una de las oficinas de tercer nivel de la Subsecretaría de Educación Media Superior, a cargo de Rodolfo Tuirán, envió una carta convocatoria a los rectores de varias universidades estatales o públicas –a las que consideraron las mejores, o seguramente las menos peores– para que éstas enviaran una lista de aquellos profesores e investigadores calificados como los más capaces, con la curricula de cada uno de ellos, para que la Cosdac (Coordinación Sectorial de Actividades Académicas) seleccione a quienes decida contratar como trabajadores a destajo para realizar tareas como facilitadores (ayudantes) de diversos cursos elaborados por los expertos de la Secretaría de Educación, que esa institución pretende impartir en la modalidad en línea a los docentes de las escuelas públicas de educación media superior, luego de enterarse de que sus métodos de preparación en cascada aplicados durante más de dos años no sirvieron para nada, como muchos se los hicimos ver en su momento.
La nueva convocatoria, seguramente ordenada por el titular de Educación, Aurelio Nuño, que daba dos días a los rectores para presentar sus ofertas de colaboración a la SEP, ha generado el enojo de diversas autoridades universitarias y de sus cuerpos académicos, ante la pretensión de utilizar a esas instituciones como meras bolsas de trabajo para que la dependencia pueda contar con mano de obra calificada para preparar a los maestros, ignorando que las universidades tienen la capacidad de generar los cursos de preparación de docentes en las diferentes ramas del conocimiento, ignorando también la existencia de una serie de organizaciones y de especialistas con enormes conocimientos de educación, que bien debieron ser tomados en cuenta para este desarrollo, anunciado inicialmente como un programa de preparación de profesores con 500 cursos sobre temas muy diversos a ser seleccionados por los docentes de acuerdo con sus necesidades, mientras en la convocatoria mencionada se habla sólo de tres cursos, que por lo demás poco tienen que ver con las fallas detectadas por las pruebas Enlace y Planea.
En este caso, como en muchos otros, la soberbia del subsecretario de Educación Media Superior, Rodolfo Tuirán, y su equipo de colaboradores, radica en pensar o creer que al ser designados funcionarios, sus conocimientos, su inteligencia y su visión crecen de manera automática, haciéndoles superiores a los ciudadanos de segunda, es decir, a todos nosotros, sin percatarse de que su incompetencia y los daños que están causando son cada día más evidentes.
La otra parte del problema consiste en su particular manera de pensar, de que una educación pagada o privada necesariamente debe ser mejor que la educación pública, ignorando que ésa es precisamente su responsabilidad, asegurar que la educación pública y cada una de las escuelas que han sido creadas y operadas con los recursos de la nación deben distinguirse por tener los mejores maestros, métodos de enseñanza, ambientes para propiciar la construcción del conocimiento, laboratorios y talleres para asegurar los diferentes aspectos de la educación moderna, así como instalaciones dignas e higiénicas, de manera que los estudiantes puedan terminar su educación básica y media entendiendo el país del que forman parte y también lo que quiere decir la igualdad en deberes y derechos de toda la población de nuestro país.

Actualmente, nada de esto sucede; los altos funcionarios de educación son los primeros en pensar que la educación pública es de mala calidad y que así debe ser, sin entender que en ello admiten su propio fracaso como funcionarios y sin comprender tampoco el gran esfuerzo de muchos maestros que en vez de ser corridos por no aceptar las evaluaciones forzosas e inútiles, deberían ser reconocidos por sus esfuerzos en medio de toda clase de carencias y las historias de éxito de sus estudiantes. Hoy se habla de lograr una educación de calidad como si la educación fuese equivalente a un par de zapatos, a un vestido de marca, o a una caja de cereal, ignorando que también cuenta el conocimiento del México real, el de las familias de los obreros y de las costureras, de los campesinos y los comerciantes, de los ricos y los pobres, una educación que enseñe a tratar a todos con el mismo respeto y cariño, pues eso es lo que sucede en una sociedad sana, democrática y desarrollada, donde ningún estudiante pueda considerar como Pinches proles a los que no tienen un puesto como el de su papi.
Cuando yo era estudiante, los funcionarios del gobierno mandaban a sus hijos a las escuelas públicas, ya que ello les aseguraba que sus hijos tuvieran de compañeros a niños pertenecientes a familias con todos los rangos posibles de ingreso. El resultado era maravilloso porque todos los estudiantes podíamos observar, conocer y entender las diferencias de pensamiento de acuerdo con las ocupaciones de los padres.
La soberbia de los altos funcionarios de la SEP seguramente proviene de que ellos mismos nunca pisaron el suelo de una escuela pública ni se percataron de que en ellas se han formado las mujeres y los hombres más valiosos de nuestro país. Soberbia que también les impide aceptar que en los tres años y medio que llevan de responsables de la educación pública nacional, con la imposición autoritaria de su reforma educativa, lo único que han logrado es el retroceso de los conocimientos y del desempeño escolar de los estudiantes del país a los niveles existentes al final del ciclo 2008-2009; esto, de acuerdo con los resultados de las pruebas Enlace de 2009 a 2014 y de Planea 2015, hecho que hoy quieren ocultar eliminando esas pruebas que se han constituido en la mejor evidencia de su fracaso.
Termino este artículo preguntándome ¿por qué mientras los presupuestos para las medicinas de los hospitales y los programas de educación sufren recortes continuos, los trabajos para la construcción del Aeropuerto de la Ciudad de México continúan sin problemas ni obstáculos?, ¿cuáles son las prioridades del actual gobierno?
Invito a los lectores que aún no han participado en la consulta realizada por La Jornada a emitir su opinión sobre la reforma educativa del actual gobierno. Se puede acceder utilizando la liga consultas.jornada.com.mx
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