lunes, 14 de mayo de 2018

Dialogo repetuoso.

Bernardo Bátiz V.
Los empresarios, encabezados por el Consejo Coordinador Empresarial, publicaron el 7 de mayo pasado el desplegado Tra­bajamos por México, que coincidió con una de las andanadas en contra del candidato presidencial de Morena, cuestionado por todo, diga lo que diga o no diga nada; en esos días se le reclamaba en radio, televisión, gacetillas, redes sociales y uno que otro comentario editorial, el haber agredido a los empresarios y esto, por pedirles que den la cara, digan quién paga la campaña en mi contra.
Los empresarios no se atrevieron a contestar tan directo reclamo. El den la cara se quedó sin respuesta, pero si bien no dijeron quién o quiénes costean la guerra sucia contra AMLO, sí dieron no una cara sino muchas, docenas, a través de innumerables abajo firmantes, que lo hicieron no con sus nombres, pero sí con sus emblemas, membretes, logotipos, marcas comerciales, siglas o como se les llame. A la media plana de texto con letra grande y prosa comedida, agregaron plana y media de abajo firmantes. Los de las primeras líneas, la zona vip del desplegado, son los más conocidos: Concamin, Concanaco, Coparmex, Asociación de Bancos de México (sic) Consejo Mexicano de Negocios y, en seguida, la plana y media de membretes.
Se ostentan como representantes de todos; no especifican si todos los empresarios o todo el país; piden en el primer párrafo un liderazgo que convoque a la unidad, no a la división y que no debe generar encono. Tienen razón, sólo les faltó decir que el destinatario de su desplegado es en contra de quien se azuza el encono, atribuyéndole palabras que no dice e intenciones que no tiene.
Creemos, dicen, en un México abierto al mundo, competitivo e incluyente y dirigiéndose sin mencionarlo a quien les reclamó dar la cara, afirman creer en la libertad, libertad para todo, pero en especial, lo ponen en negrillas, para disentir y pensar diferente. Pues también tienen razón, pero quizás debieron reconocer que en el fondo se contradicen, pues cri­tican y reclaman a quien encabeza un movimiento que disiente y piensa diferente a la opinión generalizada de ellos y sus socios, amigos, clientes y protectores del gobierno.
Presumen de levantarse temprano y trabajar mucho, de crear empleos; eso parece ser el gran mérito del que se ufanan, y afirman que siempre estarán del lado de la ley y de la ­democracia.
Qué bueno; la democracia cuenta votos no membretes. Un periodista acucioso, Álvaro Delgado, en sus libros, cuando analiza con abundante documentación la actuación de la extrema derecha, prueba que una de sus maniobras para demostrar más fuerza de la real, consiste en acumular en sus declaraciones y desplegados membretes y más membretes, lo cual es engañoso, nadie puede certificar ni saber con certeza si, además del ejecutivo de cada organización, alguien más está de acuerdo con lo que les hacen firmar. Quizá sólo representan a unas pocas conciencias conformes con lo que algún abogado o amanuense redactó interpretando la voluntad de su cliente.
Bien estar del lado de la ley; les recuerdo una del más alto rango, la Constitución, que reconoce que nuestro sistema no tiene como valor fundamental la competitividad, tan cara a los empresarios; aún está vigente el artículo 25 de la Carta Magna, que dispone que somos una economía mixta y que el sector privado es sólo uno de los tres que integran nuestro sistema; olvidaron a los sectores público y social. Los abajo firmantes no representan ni siquiera a todo el sector privado: ya los pequeños y medianos empresarios se deslindaron y borran olímpicamente a los otros dos sectores venidos a menos pero aún existentes.
Hay algo más que deben recordar; el párrafo segundo del artículo 25 constitucional dice lo siguiente: El Estado planeará, conducirá, coordinará y orientará la actividad económica nacional. El Estado no está integrado sólo por empresarios; éste debe estar, y pronto lo estará, representado por los poderes legítimamente electos.
A ellos, a los empresarios les toca, según el párrafo tercero del mismo artículo, concurrir al desarrollo económico nacional con responsabilidad social. Con respeto, como lo piden, les recuerdo que han sido em­presarios quienes entregaron al capital extranjero las grandes empresas mexicanas, no fueron competitivos, prefirieron rendirse y ya no están en manos mexicanas, ni el petróleo, ni las minas, ni los litorales, ni el ahorro del pueblo, ni la industria turística, ni la cerveza, ni los transportes, ni las papitas fritas. No han cumplido, no han contribuido al desarrollo con responsabilidad social, muchos prefieren la especulación; pagan salarios de sobrevivencia, les estorba la seguridad social, no aceptan al Estado como rector de la economía, quieren un gendarme que los proteja. Para un diálogo respetuoso, vamos empezando por el significado de la responsabilidad social y vamos analizando si han cumplido el artículo 25 de la Constitución mexicana.