martes, 18 de diciembre de 2018

La CNTE a 39 años de su fundación.

Luis Hernández Navarro
El 17 y 18 de diciembre pasados se cumplieron 39 años de la fundación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Nació en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, para coordinar y dar rumbo a la vigorosa insurgencia magisterial de 1979. Se propuso democratizar el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), conseguir un incremento salarial de 30 por ciento y descongelar los sobresueldos por vida cara.
El sindicato magisterial estaba entonces férreamente controlado por una mafia autonombrada Vanguardia Revolucionaria, dirigida por el profesor y licenciado Carlos Jonguitud Barrios. Para llegar y sostenerse en el poder, el cacique gremial contó con el apoyo de varios presidentes (Luis Echeverría, José López Portillo y Miguel de la Madrid) y con un grupo de golpeadores y pistoleros, que asesinó a docentes disidentes como Misael Núñez Acosta, Pedro Palma y Celso Wenceslao López.
En la formación de la CNTE confluyeron grandes movimientos de maestros de base, grupos de activistas regionales y corrientes político-sindicales ligadas a partidos políticos y grupos de orientación socialista. En su surgimiento y conducción, desempeñaron un papel muy relevante profesores de varias entidades de la República que asistían a los cursos de verano de la Escuela Normal Superior de México y egresados de las normales rurales. Muchos de ellos tenían una formación política e ideológica marxista. Con todo, ha sido, desde su origen, un movimiento diverso y plural.
A lo largo de su historia, la CNTE ha diversificado sus demandas, protagonizado innumerables jornadas de lucha y renovado sus liderazgos. Ha procesado, práctica y teóricamente, múltiples propuestas de educación alternativa. Su estructura es parecida a la de un acordeón. Su militancia dura es de medio millón de trabajadores de la educación, y, en momentos de expansión del fuelle, llega a unos 750 mil.
En estos 39 años ha enfrentado en las calles y en el terreno jurídico el despojo de conquistas sindicales sustantivas como la Ley del Issste de 2007. Ha defendido la educación pública. Ha logrado que diversos gobiernos estatales otorguen ayuda alimentaria, uniformes y útiles escolares a los estudiantes de las regiones más pobres del país. Ha brindado, eficazmente, solidaridad a damnificados de desastres naturales. Y ha participado activamente, desde abajo, en multitud de luchas por la democratización de la nación.
Desde su nacimiento, la Coordinadora ha sido víctima de todo tipo de campañas de calumnias en su contra. Se le ha acusado falsamente de ser instrumento de políticos priístas, de no preocuparse por la niñez y la educación, y de fomentar la holgazanería. Sus integrantes (muchos de ellos indígenas) han sido objeto de todo tipo de ataques racistas. Uno tras otro, los mandatarios en turno, muchos secretarios de Educación y/o Gobernación e innumerables gobernadores se propusieron terminar con ella. No pudieron hacerlo.
Hoy, la CNTE es más fuerte que nunca. Como resultado de su lucha, con un enorme esfuerzo y una nada despreciable cuota de sangre, ganó la madre de todas sus batallas recientes: la abrogación de la reforma educativa. Adicionalmente, sus presos políticos han comenzado a salir libres y sus despedidos podrían ser reinstalados. Por primera vez en su historia, se reunió, en dos ocasiones seguidas, con el nuevo Presidente. Tiene un canal regular de comunicación con el gobierno de la Cuarta Transformación.
Andrés Manuel López Obrador cumplió su compromiso de campaña con el magisterio y, el pasado 12 de diciembre, propuso una nueva reforma constitucional que echa atrás la de Enrique Peña Nieto, Mexicanos Primero y la OCDE. Está ahora sobre la mesa una iniciativa de nueva legislación que debe ser analizada en toda su complejidad e implicaciones. Una iniciativa que rompe, para bien, con puntos relevantes de la reforma de 2013, pero que, simultáneamente, mantiene algunos cuestionables elementos de continuidad con ella.
La reacción de los viudos de la reforma peñista ha sido virulenta. Están enfurecidos. Desataron una nueva campaña de estigmatización contra el magisterio y la CNTE, similar a la de 2012-2017, pero copeteada. Cartonistas, analistas políticos y educativos, periodistas y empresarios, desempolvaron el viejo repertorio de calumnias, mentiras y ofensas hacia el magisterio democrático, y prendieron veladoras a los santos de la provocación, para tratar de descarrilar (o, al menos, meterle mano) a la nueva legislación.
Efectivamente, nunca había sido la CNTE tan fuerte, pero, al mismo tiempo, nunca había vivido una situación tan compleja y delicada como la que experimenta ahora. Tiene por delante el reto de definir una posición unificada en tres frentes simultáneos: ante la Cuarta Transformación, frente a la nueva reforma, y ante la intención gubernamental de auspiciar una recomposición del SNTE similar a la que le dio origen al sindicato en 1943. Se requiere la reconciliación, les dijo AMLO el pasado 28 de octubre. Son tiempos interesantes.
Twitter: @lhan55