viernes, 14 de diciembre de 2018

La inteligencia sí cuenta.

Jorge Carrillo Olea
En la multitud de los consejeros está la victoria.
Proverbios. 11:14.
El término de Inteligencia es ambiguo, sobre todo en los últimos tiempos en que su diversificación, perfeccionamiento, adaptación y aplicación se da en todos los campos. Los de vanguardia son los tecnológicos. Puede aprender, hacer complejas programaciones y predicciones, reconocer patrones de conducta humana y si la dejan… decidir con independencia. Sirve a la investigación científica, espacial, militar, empresa o gobiernos de avanzada.
Esta nota no tiene relación con tan apasionante tema. Aquí se comenta la Inteligencia Estratégica (IE), la vinculada a la Seguridad Nacional, aquella que tiene por beneficiario al titular del poder nacional, sea jefe de Estado o gobierno. Éste es su primer beneficiario.
La IE como producto político, fue practicada en sus inicios de manera empírica, luego evolucionada, sistematizada y difundida como activo del Estado, siempre con el fin de apoyar a su dirigente. Evita que éste se sumerja en reflexiones cerradas que lo conduzcan a decisiones indeseables. El poder ejercido en solitario siempre será riesgoso. La IE es universal, inmemorial y legítima.
Con esta capacidad la IE apoya al dirigente en: informarse sobre la vigencia del Estado de derecho en el país; ampliar su capacidad de anticipación y gestión de riesgos y amenazas a los grandes objetivos nacionales; promover unidad de criterio y coordinación dentro del gobierno ante asuntos mayores, y mejorar los sistemas y procedimientos del gobierno en sectores correspondientes a la IE y seguridad nacional.
Corresponde al jefe de Estado o de gobierno ser el origen y fin de la Inteligencia. Él, con sugerencias especializadas finca sus necesidades globales o coyunturales de inteligencia, recibe la respuesta y con esa base de cierta garantía y su juicio de por medio, ejerce actos de gobierno. En un Estado democrático corresponde a los servicios de inteligencia atender ese ciclo de apoyo.
Ningún país ha podido prescindir exitosamente de información convertida en Inteligencia para preservar y promover sus altos fines. No es posible gobernar sin saber lo que sucede en el país o qué acontece fuera de sus fronteras. En la realidad de nuestra vida cotidiana se acude a medios supletorios, ajenos a un sistema, que son insuficientes por su propia naturaleza de ser fragmentarios, de perspectivas sectoriales o personales no siempre inocentes. Nunca sustituirían lo funcional y productivo de un sistema formal. En nuestro momento ello invita a revaluar el Consejo de Seguridad Nacional que crea la ley.
Con la poca información disponible de parte del gobierno de Andrés Manuel López Obrador respecto a cómo organizará y operará el servicio de IE atributo de la seguridad nacional, es posible plantear la conveniencia de que lo haga con una visión trascendente como desea hacerlo en otros campos. Los retos que enfrenta su gobierno son formidables para prescindir de ese recurso de apoyo. Los 35 años de intención por dotar al país de este auxiliar de gobierno, con sus tumbos y aciertos, plantean la necesidad de una solución actualizada, integral, fructífera.
No se trataría solo de mejorar a la inteligencia criminal, hoy tan urgente como preceptiva, ahora dispersa como tarea de las agencias corresponsables, es una cadena rota1 y hasta ausente en el léxico oficial. El gobierno de AMLO merece todo esfuerzo integrado y participativo que en materia de inteligencia se puede alcanzar.
Desaparecer Cisen no es decisión errónea en sí. Lo que es riesgoso es no avanzar. El sustituirlo con la perspectiva ambigua de hacerlo dejar de ser sin asumir lo que debe ser es preocupante por lo que se pierde como la oportunidad de alinearnos con fórmulas que son absolutamente probadas, vigentes y eficaces de otros países. La IE ofrece una visión global de problemas y oportunidades. La inteligencia criminal, aunque de amplio espectro, es fraccionaria, especializada. Puede y debe haber intercomunicación entre ambas, no son excluyentes, pero son distintas. Las dos resultan indispensables.
Más delicada aún resulta la versión no formalizada de que el Cisen, hoy Agencia Nacional de Inteligencia (ANI), vaya a cubrir ambas responsabilidades, la IE y la criminal. Son dos universos de naturaleza distinta. Su misión, su materia de trabajo, recursos humanos y tecnológicos son de distinta especie, formación, aptitudes y experiencia.
Las reuniones matutinas en Palacio pueden ser útiles, pero no encuadran los problemas globales de mediano y largo plazo que es materia específica de la IE, es convicción de profesionales que los mayores errores en el esfuerzo de IE se cometen en el análisis y la prognosis, lo que esas reuniones tempraneras no permiten superar. A la larga ese enfoque resultará en la desatención a la seguridad nacional y sus consecuencias. Pero tal vez eso no importa.
1 Juicio de Jorge Tello.
carrillooleajorge@gmail.com