León Bendesky
El presupuesto público para 2019 indica un objetivo de estabilidad para la economía, en un contexto de redistribución de una parte de los recursos para cumplir con los planes que ya ha establecido el nuevo gobierno.
Se estiman cambios marginales en los gastos e ingresos del sector público respecto de lo que se estimó en el presupuesto de 2018, de modo que se cuantifica un superávit primario de uno por ciento (%) del producto interno bruto (PIB); esto, antes de considerar el pago de los intereses de la deuda pública, que equivale más de 45% del PIB que se espera generar en el año.
Un dato significativo en cuanto al compromiso de los ingresos con los que se cuenta es que el gasto en las pensiones representa 21% del total previsto. Se enlistan 18 proyectos prioritarios del gobierno central por 251 mil millones de pesos (mmdp). Entre ellos destacan por el monto asignado: Pensión para adultos mayores (100 mmdp), Jóvenes construyendo el futuro (44.3), Modernización de la infraestructura aeroportuaria (18) y Beca universal para estudiantes de educación media (17.3).
Para 2019 se estima una variación del PIB entre 1.5 y 2.5% respecto de este año; el objetivo puntual es de 2% El valor estimado del producto es de 24 mil 942.1 mmdp. La estabilidad que enmarca al presupuesto se advierte en una inflación estimada en 3.4%, menor a la del cierre de este año (4.7%). El tipo de cambio se ubica en 20 pesos por dólar, la tasa de interés en 8.3%, igual que al cierre de 2018 y el precio del petróleo se fijó en 55 dólares por barril.
Se prevé que el gasto de consumo aumente 1.2 por ciento, las exportaciones 1.7, las importaciones 1.2 y en cuanto a la inversión productiva (la formación de capital) se proyecta un crecimiento nulo. Esta última cuestión es relevante pues la expansión de la economía depende del impulso decisivo en el gasto en inversión privada y pública. Este es el medio primordial para aumentar la riqueza que puede distribuirse.
Aun cuando el crecimiento del PIB se toma convencionalmente como el indicador básico de las posibilidades de elevar las condiciones del bienestar de la población, la redistribución de los recursos, por ejemplo, mediante proyectos prioritarios, puede modificar las condiciones existentes en cuanto al acceso a los bienes y servicios disponibles. Pero esto tiene una extensión limitada en sí misma. La capacidad redistributiva del presupuesto depende de muchas cuestiones que tienen que ver con la planeación en general, con la definición de los proyectos y su capacidad financiera y, algo muy relevante, con la calidad de su ejecución. Por tanto, este primer presupuesto y la capacidad de gestión del gobierno central, del sector público en general y de los estados y municipios, serán indicios de la viabilidad de concreción de la propuesta de gobierno.
En cuanto a las perspectivas económicas y fiscales de mediano plazo para los años 2020-2024 el presupuesto 2019 no marca un cambio significativo en la dinámica de la expansión del producto registrada en los años recientes. Así, la tasa promedio de crecimiento del producto en el sexenio se sitúa en 2.7%.
Este número es muy conservador cierto, sobre todo en relación con las expectativas que ha marcado el gobierno para acelerar la actividad productiva y modificar la distribución del ingreso y el acceso a los recursos en los próximo seis años. La previsión podrá mejorar en la medida en que la asignación de los recursos disponibles sea eficiente y promueva un gasto de inversión vinculado con la generación de un mayor volumen de bienes y servicios de todo tipo.
Un aspecto que debe advertirse en el presupuesto público de 2019 es que el criterio macroeconómico de estabilidad que lo define está muy condicionado por el entorno externo. Hay ahora gran volatilidad en los mercados de dinero y capitales que surge de las medidas proteccionistas del comercio internacional, de las políticas monetarias que tienden al alza de las tasas de interés y del alto nivel de endeudamiento de muchas empresas.
El escenario de turbulencia reciente, como las severas caídas en los mercados accionarios y la posibilidad de un menor crecimiento de las economías más desarrolladas se va a extender en los meses siguientes. El efecto adverso en México es bastante directo (sobre el tipo de cambio, las tasas de interés y la inflación).
La presentación del presupuesto cumplió con el objetivo de establecer expectativas de estabilidad económica y financiera, este es un asunto relevante. Pero la movilización de los recursos, su asignación eficaz y los escenarios para acceso de la población al producto disponible están apenas en un proceso inicial de gestación.