lunes, 13 de mayo de 2019

El mundo entre la izquierda y la derecha.

Víctor Flores Olea
En Le Monde Diplomatique de mayo, el prestigiado periódico francés, además de afirmar lo obvio, que la campaña presidencial de 2020 en Estados Unidos ha comenzado, se sostiene que el resultado del informe del fiscal Mueller resulta altamente favorable a Donald Trump, ya que rechaza enfáticamente la teoría de que el presidente de Estados Unidos es simplemente una marioneta de Rusia, ya que no existe ninguna prueba, según ese informe, de que haya habido una coalición conspirativa entre el Partido Republicano y Moscú, orientada a hackear los correos del equipo de campaña de Hillary Clinton en 2016.
Nada habría probado las acusaciones de un complot entre asesores de Trump y personalidades rusas, o directamente vinculadas con el Kremlin. En el bando demócrata un buen número seguiría reclamando la destitución parlamentaria de Donald Trump por obstrucción de justicia; otro más considera que dicho informe ha echado por tierra esa estrategia y que en adelante los demócratas debieran centrarse en la sustancia de las políticas del Partido Republicano, so pena de entregar en bandeja el triunfo a Donald Trump en las elecciones de 2020. Tampoco pudo probarse, a los ojos de Mueller, que en la reunión en la Trump Tower de Nueva York en junio de 2016, en que se habló de construir otra Trump Tower en Moscú, se hubiera hablado conspirativamente de perjudicar al Partido Demócrata de Hillary Clinton.
Es probable que tampoco fuera indispensable esta conclusión del informe Mueller para pensar en el próximo triunfo electoral de Donald Trump, ya que su política en conjunto parece satisfacer, increíblemente, a una mayoría de electorado estadunidense. Lo cual, por lo demás, parece corroborar enfáticamente la idea de que en el mundo, en su conjunto, se imponen las ideas de la derecha, incluso extrema.
¿Y la izquierda? No resulta fácil hacer el recuento de los posibles factores que la han debilitado en los últimos tiempos. En primer lugar porque esos factores pueden variar severamente según tiempos y lugares. Pero sin duda uno de los más importantes es el que juegan los medios de comunicación masiva, en el sistema capitalista casi invariablemente en manos de los grupos más adinerados de las oligarquías en cada país. Las campañas políticas en sus manos les permiten llevar a cabo críticas acerbas a cualquier idea que se aproxime a los esquemas socialistas, o simplemente sociales, que puedan gestarse en las diversas sociedades. Naturalmente esta propaganda tiene diferentes grados, y con frecuencia llega a las más brutales mentiras o falsificaciones de la historia.
Aquí, las tendencias estalinianas y autoritarias que durante mucho tiempo se impusieron en los países socialistas han jugado, sin duda, un papel negativo y paralizante en tales tendencias. Una de las mayores y urgentes tareas que pueda tener el socialismo del siglo XXI es precisamente la de colaborar en esta imprescindible labor de desmitificación de la propaganda de derecha en nuestro tiempo.
Naturalmente, son urgentes también otras tareas absolutamente necesarias para el socialismo de nuestro tiempo: elaborar, y aplicar, rigurosamente en la práctica, los principios de una democracia socialista verdaderamente digna de ese nombre.
Hemos visto, en artículos anteriores, que también en América Latina la derecha se ha fortalecido extraordinariamente, y que la presencia de Trump en la Casa Blanca resulta un obstáculo de la mayor importancia para el crecimiento hoy de las ideas de izquierda. Un obstáculo que, sin embargo, puede ser esquivado si hay el talento suficiente en los dirigentes de la izquierda latinoamericana. Un ejemplo notable ha sido el del aplastante triunfo electoral en México de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Claro está que, en México, se dio la circunstancia especial de que el PRI había gobernado el país durante casi 90 años, en que se dieron momentos de política muy cercanos a los postulados revolucionarios y también, probablemente la mayor parte del tiempo, en que el régimen se caracterizó por una corrupción desenfrenada y por un deterioro delincuencial que apenas estamos viendo en toda su lamentable amplitud. Por supuesto, las tesis de campaña de López Obrador se comprometieron esencialmente con darles fin a esas lacras y atender principalmente a los más desposeídos. Las críticas que se le han hecho, que pueden estar relativamente justificadas, se refieren principalmente a cuestiones coyunturales y de procedimiento. Relativamente pocos enfocarán sus críticas a lo fundamental, y también ellos aceptarán que son pertinentes las líneas principales del programa político de AMLO.
Por lo demás, debe recordarse que López Obrador decidió batallar por la Presidencia de la República por la vía estrictamente electoral y sin recurrir a la violencia, lo cual, en su caso, resultó un medio eficaz e imbatible, según se demostró en las elecciones en que participó. Por otra parte, también recordamos que el candidato de Morena obtuvo una mayoría de votos por encima de los votos sumados de los otros partidos políticos participantes.
Por supuesto que López Obrador tiene al frente del Ejecutivo una tarea descomunal. El ímpetu a que ha llegado en este nuevo puesto nos hace pensar que será en general exitoso su desempeño, a pesar de las críticas que se le han hecho, que no serán ni las primeras ni las últimas. En contraste con la inmensa mayoría de los sexenios recientes, ya su trabajo, en estos primeros cinco meses, resulta ­excepcional.