sábado, 14 de diciembre de 2019

México SA

Crecimiento: dos épocas // ¿Burocracia ensarapada?
Carlos Fernández-Vega
A lo largo de tres décadas (1951-1981) las economías de América Latina y el Caribe registraron un crecimiento a tasa anual promedio de 5.6 por ciento –entre las más elevadas del mundo en aquel entonces–, aunque en el caso concreto de México tal proporción fue aún mayor: 6.5 por ciento, lo que en el citado periodo permitió triplicar el valor de la economía nacional.
Cierto es que en dicho lapso las economías regionales reportaron descensos, pero en ninguno de los casos el resultado fue negativo (cuando ello sucedió, el crecimiento latinoamericano fue de entre 2 y 4 por ciento). De hecho, uno de los mayores aumentos de la época se registró en México en el gobierno de Adolfo López Mateos, cuando en 1961 el producto interno bruto nacional se incrementó 11 por ciento, avance que nunca más se repitió, por lo menos hasta ahora.
El desplome de las economías latinoamericanas comenzó en 1982, una vez que el modelo neoliberal se generalizó en la región, sin olvidar que Chile –con el golpe de Estado a Salvador Allende y la dictadura pinochetista– fue el primer laboratorio de esa tenebrosa escuela, ejemplo seguido en Argentina, tras la instauración de la dictadura.
A partir de finales de 1982, con Miguel de la Madrid y sus tecnócratas en Los Pinos, México se subió al carro neoliberal y también fue utilizado como laboratorio de las políticas privatizadoras y los ajustes draconianos del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Así, la economía nacional se desplomó y comenzó a ocupar los últimos lugares en lo que a crecimiento latinoamericano se refiere.
De lo anterior da cuenta la estadística divulgada por la Cepal en su más reciente Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2019, en el que deja en claro que a partir de la instauración del neoliberalismo en América Latina y el Caribe la economía de la región pasó de crecer 5.6 por ciento como promedio anual a 2.5 por ciento, es decir, menos de la mitad del avance de 1951 a 1981, con el impacto que ello implica en el desarrollo.
El resultado fue peor en el caso mexicano, pues de crecer a un ritmo de 6.5 por ciento como promedio anual antes del neoliberalismo todo se desplomó y a duras penas logró una media anual de 2.3 por ciento a lo largo de los seis sexenios de ejercicio tecnócrata, o lo que es lo mismo a un ritmo casi tres veces inferior al México premoderno.
Si se consideran las mayores tasas de crecimiento para un año determinado, entonces la mejor en el México premoderno se registró en 1961 con López Mateos (11.01 por ciento), mientras el garbanzo de libra en el neoliberalismo fue en 1997 con Ernesto Zedillo (6.78 por ciento), aunque en realidad fue la única, porque en los 36 años de neoliberalismo nunca más se reportó una tasa de esa proporción.
Así, con base en la estadística de la Cepal, del 5.6 por ciento de avance en las economías latinoamericanas, con la instauración del neoliberalismo (1979-1985) esa proporción se redujo a 2.8 por ciento en su primera fase, para desplomarse a 0.5 por ciento en el último periodo considerado (2014-2018). Para 2019, la estimación regional del organismo cae a 0.1 por ciento y para 2020 –esperanza de por medio– crecería a 1.3 por ciento.
Las rebanadas del pastel
De López Obrador, contra la sordera y para todos los niveles de la burocracia nacional: Puede ser que se oculten, que se ensarapen por un tiempo, pero va a ser transitorio. No queremos servidores públicos corruptos, déspotas, irresponsables, ineficientes; queremos auténticos servidores públicos. Ahora, con lo de la detención de Genaro García Luna, lo mismo: ya giré instrucciones para que se haga una revisión en todo el gobierno; quienes participaron en el equipo de García Luna, quienes después del gobierno de Calderón pasaron de ese equipo al de Peña Nieto y llegaron hasta nosotros, si es que hay, pero si los hay y estuvieron actuando en este tipo de funciones, para afuera. Nosotros llegamos aquí para cambiar las cosas. Y está escrito: no se toleran la corrupción, la impunidad, ni de mi familia.
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