
La reservación navajo, de más de 170 mil habitantes, sufre el nivel de contagio de Covid-19 más alto del país
▲ En el país más rico del mundo, los ciudadanos originarios aún son marginados, denunció Jonathan Nez, presidente de la nación navajo (en imagen de hace unos días), una de las regiones más afectadas por la pandemia del coronavirus, ya que no cuenta con instalaciones médicas para cuidados intensivos.Foto Afp
David Brooks. Corresponsal
Periódico La Jornada. Lunes 25 de mayo de 2020, p. 23
Nueva York. Los multimillonarios estadunidenses incrementaron sus fortunas por 434 mil millones de dólares durante la cuarentena parcial nacional entre mediados de marzo y mediados de mayo, según un nuevo informe. Al mismo tiempo, 38.6 millones de trabajadores perdieron su empleo, el nivel de insuficiencia alimentaria se incrementó y Doctores sin Fronteras desplegó, por primera vez en su historia, un equipo de emergencia al país más rico del mundo.
Según el nuevo informe del Institute for Policy Studies y Americans for Tax Fairness, el valor neto de los poco más de 600 multimillonarios estadunidenses se incrementó en 15 por ciento en ese plazo, llegando a un total de 3.382 billones de dólares, con los cinco multimillonarios más ricos: Jeff Bezos, de Amazon; Bill Gates, de Microsoft; Mark Zuckerberg, de Facebook; Warren Buffett y Larry Ellison con los mayores incrementos ( https://ips-dc.org/us-billionaire-wealth-surges-434-billion-as-unemployment-filers-top-38-million/ ).
Aunque el virus no discrimina entre clases y fronteras, sus efectos tanto de salud como económicos se padecen de manera muy diferente entre los ricos y todos los demás.
El desempleo como resultado del manejo político de la pandemia ha devastado a todos los sectores de la economía, pero los más afectados son los que están en las situaciones más precarias, entre ellos jornaleros, trabajadores de restaurantes, hoteles y otros servicios; sectores donde se concentra la mano de obra inmigrante. En los sitios de trabajo, algunos propiedad de los multimillonarios, trabajadores denuncian falta de equipo de protección y medidas sanitarias, y son amenazados si protestan, y más si se atreven a buscar la sindicalización.
En Nueva Orleans, donde trabajadores de recolección de basura están en su tercera semana de huelga en demanda de equipo de protección personal y pago extra por trabajo peligroso, la empresa que provee ese servicio a la ciudad contrató a reos como esquiroles, a quienes se les paga menos del salario mínimo.
A la vez, aun en medio de una crisis de salud pública, la llamada industria de salud no ha sido inmune a la crisis económica: más de 1.4 millones han perdido su empleo en ese sector.
Al mismo tiempo, Médicos sin Fronteras, por primera vez en la historia de la organización, está enviando equipos de emergencia al país más rico del mundo. Un equipo está en Immokalee, Florida, centro de la industria agraria y donde la Coalicion de Trabajadores de Immokalee busca proteger a los jornaleros en uno de los focos rurales más graves de la pandemia. Otro equipo de doctores se dirige a la nación navajo, de más de 170 mil habitantes, en el suroeste de Estados Unidos, donde el nivel de contagio per cápita es tal vez ahora el mayor del país.
La reservación, que ocupa partes de Arizona, Nuevo México y Utah, sólo cuenta con unos pocos doctores y no tiene instalaciones para casos que requieren de cuidado intensivo. “Aquí mismo, en medio del país más poderoso… los ciudadanos originarios siguen siendo marginados”, comentó Jonathan Nez, presidente de la Nación Navajo, en entrevista para CNN.
La verdad horrorosa es que los americanos nativos, latinos y afroestadunidenses se están muriendo a tasas muchos más altas que los blancos, señala el analista académico y ex secretario de Trabajo Robert Reich. Explicó que eso tiene que ver con una larga historia de discriminación y desigualdad económica que incluye negar el acceso a servicios de salud y empleos con salarios dignos, incluyendo ahora a los llamados trabajadores esenciales que arriesgan sus vidas por ir a trabajar, gran parte de los cuales son de minorías raciales. Todos estamos enfrentando la misma tormenta, pero no todos estamos en el mismo barco. La desigualdad económica en Estados Unidos ha producido dos pandemias muy diferentes: en una, los multimillonarios se están aislando en sus yates en el Caribe, y las familias ricas pueden pasar la cuarentena en mansiones multimillonarias. En el otro barco está la gente que arriesga su vida por su empleo y personas sin ingresos que están pasando hambre, escribió.
El senador Bernie Sanders comentó que una nación no es sostenible cuando tan pocos tienen tanto mientras tantos tienen tan poco.
México SA
Energía privada, depredadora // Cúpula empresarial histérica
Carlos Fernández-Vega
La intención gubernamental no es acabar con las energías renovables ni finalizar la participación privada en la generación eléctrica, sino de poner orden (AMLO dixit) en el sector y erradicar los contratos leoninos que administraciones anteriores firmaron con distintos corporativos, especialmente foráneos.
Pero como la cúpula empresarial no quiere ceder un milímetro, ya puso el grito en el cielo y deja escuchar su desgastado coro: comunistas, monopolizadores, estatistas y demás cánticos históricamente superados. Sabe que el objetivo gubernamental no es acabar con la participación privada, sino poner fin al permanente atraco contra la nación, y por eso se rasga las vestiduras.
Uno de los dictámenes de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) resume de qué se trata: en el periodo 2014-2016 –ya con la reforma energética en operación– la energía eólica producida por la Comisión Federal de Electricidad tuvo un costo promedio de 386.2 pesos por megavatio/hora, en tanto que la energía eólica adquirida a productores externos (privados) tuvo un precio promedio de mil 440 pesos por la misma medida (es decir, una diferencia de casi cuatro tantos, en beneficio de los particulares, claro está). Los precios de adquisición de la CFE son pactados en contratos con los productores externos, lo que no constituyen condiciones favorables para la empresa productiva del Estado”.
A ese precio la CFE debe comprar a los privados (así se firmaron los contratos por 25 años, renovables), es decir, a los mismos que cuando se establecieron en México presumieron que con sus modernos métodos de generación se lograrían ahorros sustanciales. ¿Resultado? Pérdidas para la ex paraestatal (más de 2 mil 600 millones de pesos sólo en el periodo señalado) y cada día más abultados recibos bimestrales para los consumidores.
En cualquier país del mundo lo anterior simple y sencillamente se llama atraco a la nación y a los consumidores, pero la siempre histérica cúpula empresarial –acostumbrada a los jugosos negocios a costillas de la nación– no tiene más recursos que recordar su pasado fundacional y gritar: ¡comunistas! Y todavía alguno de los integrantes de dicha cúpula se queja de que en México las tarifas eléctricas resultan 40 por ciento mayores a las vigentes en Estados Unidos. Entonces, bájenle al atraco y, sin duda, esas tarifas serán menores.
Días atrás, el presidente López Obrador denunció que los gobiernos neoliberales entregaron el mercado de la electricidad a particulares violando la Constitución; en el de Salinas firmaron contratos con empresas, fundamentalmente extranjeras, que luego se llevaron a trabajar a los altos funcionarios públicos que les permitieron esas privatizaciones; hasta un ex presidente se fue de consejero (léase el comandante Borolas).
Se trató, dijo, de contratos leoninos muy favorables a los privados, tanto en la adquisición de gas como en la compra de la energía eléctrica, dejando de lado a la Comisión Federal de Electricidad con un plan de cerrar las plantas de la CFE para dejarles todo el mercado a las particulares.
De eso la cúpula empresarial no dice ni pío, pero otra vez la ASF contextualiza: de 2001 a 2010, la participación de los productores independientes de energía (PIE, privados) en el total de energía eléctrica generada para el servicio público se incrementó 28.7 puntos porcentuales, al pasar de una participación de 2.1 por ciento en 2001 a 30.8 por ciento en 2010. En contraste, la participación de la CFE decreció de 97.1 a 64.1 por ciento en ese mismo periodo (en 2018 la relación fue 50-50 por ciento).
En ese lapso, la capacidad instalada de generación de la Comisión Federal de Electricidad creció 27 por ciento; la de los PIE, 718 por ciento (26.6 veces más que la pública) y si la tendencia continúa como en los pasados 10 años, los productores independientes superarán la capacidad instalada de la CFE”.
Las rebanadas del pastel
Y de ese tipo de atracos está infestado el moderno mundo de los negocios en México.
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