lunes, 11 de mayo de 2020

México SA

Economía neoliberal y Covid-19 // Crisis anunciada desde 2018
Carlos Fernández-Vega
Contra lo que sostienen videntes financieros y demás fundamentalistas del mercado (esa cosa etérea que todo lo resuelve, según dicen), el presidente López Obrador advierte que estamos enfrentando las consecuencias del derrumbe mundial, porque el coronavirus precipitó la caída del modelo económico neoliberal; no fue la pandemia lo que tira la economía; lo cierto es que ya la economía neoliberal estaba en crisis, estaba mal; lo que hizo la pandemia fue acelerar el derrumbe.
En efecto, la pandemia sólo adelantó el estallido de una crisis que se cantó desde mediados de 2018, casi dos años atrás, cuando el Covid-19 ni siquiera estaba en el radar económico, pero ahora que el vertiginoso avance del virus domina el escenario global (todos los países, excepto China e India, registrarán severos desplomes) los fundamentalistas neoliberales lo culpan de todo lo habido y por haber. Según dicen, el responsable de la peor crisis desde la Gran Depresión no es el modelo, sino el bicho.
Pues bien, un paseo por los informes periódicos del Fondo Monetario Internacional (FMI) resulta pertinente para documentar lo dicho por el mandatario mexicano. En sus Perspectivas de la economía mundial de abril de 2018, dicho organismo recortó su estimación sobre el crecimiento global y el tijeretazo afectó a todos los países enlistados (México entre ellos). Lo propio hizo en julio de ese mismo año.
Para octubre de 2018 el FMI subió el tono, al advertir que los riesgos para el crecimiento económico mundial han aumentado en los últimos seis meses y la posibilidad de sorpresas positivas se ha disipado. El ritmo de avance es menos vigoroso que lo proyectado en abril y es ahora menos equilibrado. En este informe también redujo sus de por sí recortadas estimaciones sobre la economía global, pero ni por aproximación mencionó pandemia alguna para justificar la caída.
Un año después, en octubre de 2019, el ya nervioso FMI reconoció que la economía mundial se encuentra en un momento delicado. La expansión de comienzos de 2018 ha perdido ímpetu, en gran parte como consecuencia de las crecientes tensiones comerciales (EU-China). Hay amenazas que emanan del agravamiento de las vulnerabilidades financieras y las incertidumbres geopolíticas. Ante estos desafíos, las autoridades deben evitar dar pasos en falso y adoptar políticas adecuadas, tanto en el plano nacional como a escala transfronteriza y mundial. Tras una fuerte desaceleración en los últimos tres trimestres de 2018, el ritmo de la actividad económica mundial continúa siendo débil y precario el panorama (ninguna referencia al coronavirus apareció en páginas del informe respectivo).
En ese reporte advertía que en 2019 el crecimiento económico global sería el más bajo desde 2008-09, y reconocía que tal crecimiento disminuyó drásticamente. Entre las economías avanzadas (Estados Unidos y, especialmente, la zona del euro) el debilitamiento ha sido generalizado. El enfriamiento de la actividad ha sido más pronunciado entre las economías de mercados emergentes y en desarrollo, como Brasil, China, India, México y Rusia, así como en algunas aquejadas por tensiones macroeconómicas y financieras. Las crecientes tensiones comerciales y geopolíticas han agudizado la incertidumbre que rodea el futuro del sistema de comercio mundial y la co­operación internacional. Para el año en su conjunto se proyecta una contracción del crecimiento en 70 por ciento de la economía mundial (el pretexto bicho seguía sin aparecer).
Sólo hasta abril de 2020, el más reciente informe del FMI, el Covid-19 emergió como el culpable de todo: la crisis sanitaria repercute gravemente en la actividad económica. Como resultado de la pandemia, se proyecta que la economía mundial sufra una brusca contracción, mucho peor que la registrada durante la crisis financiera de 2008-09 (como si antes de la aparición del bicho todo fuera una maravilla).
Las rebanadas del pastel
Entonces, desde que se inventaron los pretextos se acabaron…
cfvmexico_sa@hotmail.com

Desde el otro lado
Los condenados de siempre
Arturo Balderas Rodríguez
Mal y de malas. Según diversos medios de información, los estragos ocasionados por la pandemia derivada del coronavirus han tenido un mayor impacto entre las personas de menores recursos, y entre ellas los afroamericanos y los hispanos. No es extraño, ya que de acuerdo con la organización PEW, los hispanos son el grupo que en mayor número carecen de seguro médico. Obesidad, diabetes, deficiencias cardiacas, etcétera, son el resultado de una salud precaria por la falta de prevención y atención médica adecuada, lo que a la postre los convierte en blanco de epidemias como la del Covid-19. Al viejo aforismo que solía repetir la población afroamericana cuando los blancos en América tienen gripa, los negros tienen pulmonía, y que hoy en un giro trágico se ha convertido en cuando los blancos tienen coronavirus, los negros mueren ( New Yorker, abril 19), habría que agregarle: y los hispanos en una mayor proporción.
No se conocen estadísticas precisas sobre el número de hispanos afectados por la pandemia, pero no deben ser muy diferentes a los afroamericanos. De lo que sí hay constancia, según rebela un reportaje en el diario The Guardian, es que las condiciones en las que los hispanos trabajan en el campo distan mucho de ser las que han recomendado las autoridades sanitarias. En California se producen dos terceras partes de la fruta y una tercera de las verduras que se consumen en el país, y la mayoría de quienes las siembran y cosechan son originarios de México. De las entrevistas a los trabajadores se desprende que, debido a las características de su trabajo, es difícil que conserven una sana distancia física, a más de que no se les proporcionan los medios para protegerse, como tapabocas y guantes. Para ellos no hay cuarentena hoy ni mañana; la cosecha tiene que levantarse cuando es temporada, de lo contrario se perderá. Los consumidores estadunidenses montaron en pánico cuando se percataron de que los productos del campo pudieran escasear debido a la falta de mano de obra y, en consecuencia, al desabasto de los bienes que provienen de ese sector (CNN). Cuando sonaron las alarmas ante dicha posibilidad, la Casa Blanca ordenó de inmediato detener la deportación de un número indeterminado de trabajadores del campo. Es la mayor evidencia de que los mexicanos son insustituibles para el funcionamiento de la economía estadunidense y de la hipocresía de Donald Trump, quien los sigue vilipendiando como un grosero recurso para su relección.