sábado, 9 de mayo de 2020

Ministra de Cultura de Brasil minimiza la dictadura: Siempre hubo tortura.

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▲ Andreia Silva de Sousa, izquierda, es abrazada por su esposo durante el entierro de su hija Vitoria, de un año, en Río de Janeiro. La pequeña murió a causa del nuevo coronavirus y fue infectada en la unidad de salud donde estaba hospitalizada por un problema gastrointestinal, según relato de sus padres. El gobierno de Brasil reportó ayer 610 nuevas muertes por coronavirus, llevando el total a 9 mil 992. Es el tercer día en el que se registran más de 600 fallecidos en el país, el más afectado por la pandemia en América Latina.Foto Ap.         Europa Press
 Periódico La Jornada.          Sábado 9 de mayo de 2020, p. 24
Brasilia. La ministra de Cultura de Brasil, Regina Duarte, nuevamente causó polémica tras hacer declaraciones en las que pareció minimizar los crímenes cometidos durante la dictadura (1964-1985), al afirmar que siempre hubo tortura y que la humanidad no para de morir.
Si se habla de la vida, también hay muerte, indicó Duarte, durante una entrevista para la cadena CNN Brasil, en la que llamó a no mirar atrás porque los que arrastran ataúdes no viven, en un momento en el que coronavirus está trayendo una mortalidad insoportable.
Stalin. ¡Cuántas muertes! Hitler. ¡Cuántas muertes, sostuvo Duarte, quien ha defendido su voluntad de seguir en el cargo, al que llegó precisamente tras la dimisión de su predecesor por sus declaraciones igualmente polémicas.
El anterior ministro de Cultura, Roberto Alvim, fue cesado por el presidente Jair Bolsonaro después de un discurso en el que parafraseó un discurso del responsable de la propaganda de la Alemania nazi, Joseph Goebbels.

El sistema aprende
Hugo Aboites*
La forma en que está evolucionando la situación anticipa que el sistema educativo saldrá de la presente contingencia con varios discutibles aprendizajes. El primero, que a la sombra deuna situación crítica un grupode autoridades puede tomar decisiones inmediatas, verticales e impensables hasta hace poco. No sólo la del muy justificado cierre indefinido de cientos de miles de escuelas e instituciones, sino la muy discutible decisión de que las decenas de millones de estudiantes de todos los niveles deben continuar con el plan normal de estudios y, para eso, pasar a todo mundo y de un día a otro, a la modalidad de educación a distancia. De un mundo a otro.
Segundo, que esas decisiones se pueden mantener, a pesar de que carecen de sustento educativo. Porque ante un acontecimiento mundial y nacional inédito como es la pandemia, la conducción del sistema está decidiendo no hacer algo adecuado al momento, que permita a niños y jóvenes y sus familias analizar y procesar desde distintos campos del conocimiento ésta que es una experiencia crucial en sus vidas –como en estas páginas se ha propuesto. Decide también, con esto, abandonar educativamente hablando a sus familias y comunidades. Y decide no apoyar ni impulsar a los maestros que plantean alternativas de enfoques educativos, adecuados a la coyuntura y a las necesidades de conocimiento. Es decir, decide no educar.
Tercero, que la educación virtual o a distancia es equiparable a la presencial. Con el afán de impulsar la imagen de que el sistema está funcionando normalmente se olvida la diferencia fundamental que existe entre el mero aprendizaje y la formación integral basada en el conocimiento. Esto último, supone la construcción y apropiación colectiva de conocimientos que dan sentido y solidez a la vida personal, grupal y social y sólo puede ocurrir en un espacio social interactivo como la familia, escuela, universidad, comunidad. Y hoy, cuando cada vez más se entiende a la educación como transmisión de información, la educación a distancia viene a profundizar ese enorme equívoco. Con la contingencia y la experiencia masiva de la educación virtual, se apresura la progresiva integración de la educación a distancia como equivalente a la presencial y la escuela y la universidad como enseñadero. Como decían recientemente las autoridades de la UAM, al plantear la creación de programas a distancia: la modalidad extraescolar debe asumirse como equivalente a la modalidad presencial. (Acuerdo directores 27/2/20: www.uam.mx).
Cuarto, que no se vulnera el carácter público de la educación cuando masivamente se sustituyen todas las aulas (cientos de miles), en su mayoría públicas, por las virtuales (softwares y dispositivos) que rentan o venden las grandes empresas tecnológicas. Un cambio súbito de tales proporciones amenaza con normalizar la presencia de grandes empresas privadas en la educación (el caso de Banca Santander) y ya sin contingencia podrá avanzarse con gran soltura en este proceso de conversión de lo público a lo privado. Y habrá presión de esas compañías a que los planes de estudio sean amigables con el uso de sus tecnologías. Ni siquiera se dará oído a la demanda de que se sea el Estado, mediante las instituciones públicas, el que se encargue de crear estas tecnologías y ofrecerlas gratuitamente como parte del servicio educativo.
Quinto, que la educación a distancia puede utilizarse políticamente. No es difícil imaginar que una vez que el sistema ha tenido la experiencia piloto de la contingencia de 2020, gobernadores, autoridades de instituciones e incluso algún futuro gobierno federal considere utilizarlas para enfrentar las protestas magisteriales, los paros estudiantiles, las luchas por derechos –de las mujeres, por ejemplo– y las huelgas que ellos mismos no aciertan a solucionar. Crear clases extramuros virtuales ante estos movimientos, sin embargo, sólo generaría peores conflictos y caos, pues enfrentará a grupos dentro de las instituciones y el sistema.
Finalmente, fortalece la noción de que es útil sobrevivir con promesas. La promesa implícita que han hecho las autoridades educativas es que con el uso de la educación virtual o a distancia los más de 30 millones de estudiantes no sufrirán retrasos en su formación, que ésta será de calidad, que no habrá exclusión y que estudiantes y maestros funcionarán adecuadamente en este nuevo ambiente. Pero las quejas, denuncias y protestas comienzan a aparecer por todos lados: niños y niñas pobres excluidos, maestros sobrecargados de responsabilidades y de trabajo, hogares de maestros y estudiantes, invadidos y obligados a asumir las condiciones que impone el uso yel costo de una tecnología muy poco eficiente y exámenes SEP, amenazan con generalizar la inconformidad y hacer responsables a quienes los metieron en el atolladero. Erraron el camino, el regreso no será fácil.
*UAM-Xochimilco