viernes, 5 de marzo de 2021

4T y transición energética.

Pedro Miguel
Uno de los caballos de batalla favoritos de la reacción en sus campañas contra la Cuarta Transformación es que el actual gobierno carece de conciencia ambiental, desprecia las energías limpias y no tiene el menor interés en impulsar la transición energética. Tales asertos no sólo son falsos, sino que son proyectivos: fue el régimen neoliberal el que dejó graves desastres ecológicos a su paso, el que permitió el secuestro de la industria eléctrica por un puñado de corporaciones y el que descuidó de modo criminal la infraestructura hidroeléctrica del país, que es la principal fuente de energías limpias con que cuenta el país.
Ciertamente, la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica y disposiciones administrativas de la presidencia lopezobradorista han afectado a generadores privados que usan tecnologías eólicas y/o fotovoltaicas, sí, pero no por el tipo de tecnología que utilizan, sino porque han saqueado al erario mediante contratos ventajosos, mañosos y leoninos, firmados al amparo de la reforma energética peñista, y orientados a obtener las máximas ganancias posibles sobre las ruinas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Ejemplo claro de este saqueo es la obligación que pesaba sobre la empresa productiva del Estado de comprar a esos generadores su producción. Esta obligación escrita entrañaba una segunda, implícita, que era la de respaldar con sistemas propios la electricidad adquirida, que tiene un alto grado de intermitencia: es una obviedad que las plantas solares producen sólo cuando hay sol y que los campos eólicos sólo lo hacen cuando hay viento. Así, esas aportaciones introducen una variabilidad insostenible al sistema eléctrico nacional, el cual tiene que producir, grosso modo, la misma cantidad de electricidad que se consume y en el momento en que se consume. De modo que si la CFE firmaba un contrato con un proveedor privado basado en solar o eólica, tenía que contar con sistemas de respaldo propios y listos para funcionar cuando el abastecimiento fallara por razones climáticas y meteorológicas. Y ese respaldo sólo puede realizarse mediante combustibles fósiles (termoeléctricas que funcionan con carbón o combustóleo o plantas de ciclo combinado a base de gas natural) o, en forma marginal, con instalaciones geotérmicas. Pero si las instalaciones de los privados funcionaban a pleno pulmón, en días de viento o de intensa irradiación solar, la CFE tenía que apagar o desconectar sus propias plantas para permitir la entrada de esa electricidad suplementaria sin sobrecargar el sistema. Aun así, los seudoambientalistas tienen el descaro de afirmar que la electricidad de esos proveedores es más barata que la generada por la empresa del Estado.
En primer término, la 4T no aspira a reducir el uso de combustibles fósiles mediante costosos y fluctuantes megaproyectos solares o eólicos, como los que instalaron los privados, sino con la restauración de lo que ya se tiene: la infraestructura hidroeléctrica del país, cuya producción es limpia y renovable, que representa un activo formidable y cuya capacidad instalada puede aumentarse en forma significativa. Es un proceso lento por necesidad –no se le cambian las turbinas a una presa de un día para otro– y caro, pero la inversión necesaria dejará un componente insustituible en la producción eléctrica nacional para, cuando menos, dos generaciones. Otro tanto puede decirse de la explotación de yacimientos geotérmicos, cuyo potencial en el territorio nacional sólo se ha desarrollado en una pequeña parte y que requiere de mucho trabajo de prospección para lograr su pleno rendimiento.
Las tecnologías solar, eólica, microhidráulica y microgeotérmica, por su parte, permiten concebir el surgimiento de un sector social en el ámbito energético, el cual fue controlado por el Estado y posteriormente, abierto y entregado al sector privado. En primer lugar, tales modalidades deben orientarse a superar de manera definitiva, en modalidad de autoabastecimiento, la marginación eléctrica en la que aún viven millón y medio de mexicanos, sea porque sus lugares de residencia están muy alejados de las líneas de CFE o porque habitan en asentamientos de muy reciente creación. Ese sector, por cierto, no ha sido atendido jamás por los tiburones energéticos que hoy incorporan hojas verdes y mariposas en sus logotipos para presentarse como preocupados por el ambiente ni por los grupos de interés que se presentan como sociedad civil.
En una segunda instancia, el impulso a las energías renovables y limpias puede enraizar en unidades productivas de carácter social, como cooperativas, ejidos, comunidades, barrios y multifamiliares, o bien en ayuntamientos y municipios, no sólo para uso doméstico y alumbrado, sino incluso con el propósito de comercializar excedentes.
En suma, la transición energética de la 4T debe seguir la lógica general de este gobierno: impulsar el desarrollo desde abajo y sin excluir a nadie.
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Economía moral
Siglo XXI editores, bastión de la cultura nacional, debe sobrevivir y crecer // Nueva publicación ejemplifica su calidad e importancia
Julio Boltvinik
La lista de precios de venta de libros de Siglo XXI editores (SXXI) incluye más de 3 mil títulos, fruto de las administraciones de la editorial de Arnaldo Orfila y Jaime Labastida. Se trata de un acervo cultural de suma importancia. Aunque incluye algunas obras literarias, la inmensa mayoría de sus publicaciones cubren las ciencias sociales, la filosofía, la historia y la crítica cultural. Es una editorial que nació de la sociedad civil y que adoptó la forma de una sociedad de accionistas. Es independiente del Estado y no recibe subsidios de éste. No busca el lucro sino sólo obtener un balance positivo para seguir produciendo y distribuyendo nuevos libros. No suele repartir dividendos pues sus accionistas aprueban que se reinviertan las magras ganancias. Publica traducciones de lo mejor del pensamiento mundial y obras originales en español.
Quienes pensamos que el pensamiento de Karl Marx sigue vivo y es el punto de partida para el pensamiento crítico-transformativo que nuestro mundo necesita, encontramos en SXXI no sólo la más completa colección en español de sus obras de madurez (entre otras El Capital, los Grundrisse, el Capítulo VI inédito de El capital: Resultados inmediatos del proceso de producción), sino además la mejor traducción de El Capital jamás hecha del alemán a cualquier otro idioma, que corrige los múltiples errores de la traducción de Wenceslao Roces y resuelve los múltiples problemas de los libros II y III que Marx dejó como manuscritos inconclusos. En la serie Estudios Críticos que forma parte de la Biblioteca del Pensamiento Socialista de SXXI, se publicaron escritos de Althusser, importantísimos en su época, el libro de Grossman sobre el derrumbe del sistema capitalista, el extraordinario ensayo de Mandel, El capital. Cien años de controversias, y dos obras centrales de Adolfo Sánchez Vázquez.
Quienes buscan información bien analizada y crítica de la realidad económica de México y América Latina, encuentran una amplísima variedad de libros en diversas colecciones, entre ellas Economía y Demografía. En esta colección he publicado dos libros sobre pobreza (uno en coautoría con Hernández-Laos, 1998 y otro en co-coordinación con Araceli Damián, 2004), y mucho antes la Serie Necesidades Esenciales en México (seis volúmenes) que coordiné en Coplamar (1982-83). En 2020 publiqué el libro (que co-coordiné con S. A. Mann) Pobreza y Persistencia Campesina en el Siglo XXI. Quienes son filósofos o se interesan en la filosofía encuentran amplísimo material en sus tres colecciones en la materia, entre ellos 11 libros de Mario Bunge, seis de Enrique Dussel y dos de Luis Villoro. Quizás la más amplia de sus colecciones es la de Sociología y Política, conformada por ocho series. Entre otros autores ha publicado libros de (entre paréntesis su número): Samir Amin (cuatro), Bourdieu (13), Chomsky (nueve), Cordera/Tello (dos), Coriat (tres), S. de la Peña (cinco), Díaz-Polanco (dos), González Casanova (seis), Marcela Lagarde (dos), Martha Harnecker (tres), Piketty (tres), Poulantzas (cuatro), Rodríquez Araujo (cuatro), B. de Sousa-Santos (cinco), Wallerstein (10), Leff (siete), Castells (cuatro), Stavenhagen (dos), Zemelman (dos), y S. Zermeño (cuatro). En la colección Teoría encontré sobresalientes dos obras de Barthes, 16 de Foucault, seis de Ricoeur, dos de Perry Anderson y dos de Xirau.
Lo anterior muestra una pequeña parte del acervo de SXXI, quizás con ello haya logrado transmitir la enormidad de este invaluable acervo cultural vigente (y el potencial que puede ser igual o más rico) de SXXI, que está en riesgo al haber vendido Labastida a una empresa sin antecedentes en temas culturales la mayoría de las acciones de SXXI que él poseía (58%). Mirando hacia adelante, convoco a que todos nos expresemos ampliamente. Ello quizás podría llevar a la empresa compradora y a Labastida a modificar su trato o deshacerlo para que SXXI pueda seguir siendo lo que ha sido: un espacio independiente y crítico al margen de intereses estatales y empresariales. Lo deseable parecería ser una dispersión accionaria que evite que un único propietario tenga el control (y pueda poner en riesgo) tan valioso patrimonio cultural.
Un producto reciente de SXXI son los dos números (256 y 257) temáticos sobre Bien-estar Humano de Anthropos. Cuadernos de cultura crítica y conocimiento, que SXXI publica con Anthropos Editorial de Barcelona, números que yo coordiné con el apoyo de Labastida, José María Castro y el personal de SXXI, que se presentarán por vías digitales. El cartel permite apreciar la calidad de los autores y de los comentaristas. Invito a todos a ver y oír la presentación por FaceLive o YouTube el 18 de marzo a las 5 pm.
www.julioboltvinik.org
julio.boltvinik@gmail.com