▲ En México, alrededor de 75% de las concesiones mineras fueron a empresas extranjeras.Foto Sergio Ocampo
Braulio Carbajal
Periódico La Jornada. Domingo 7 de marzo de 2021, p. 15
Seis de las 10 minas de oro más importantes del país están en manos de empresas canadienses, según datos oficiales, lo que da como resultado que casi 60 por ciento de ese metal precioso, considerado como el más importante del mundo, que se extrae de suelo mexicano, sea propiedad de una minera de Canadá, de acuerdo con datos oficiales.
Con más de 70 mil kilogramos de oro anuales, que representan 64 mil millones de pesos, México es el noveno productor a escala mundial, debajo de China, Australia, Rusia, Estados Unidos, Canadá, Indonesia, Perú y Ghana, indica información de la Cámara Minera de México.
Del total que produce México, cerca de 60 mil kilogramos salen de sus 10 minas de oro más grandes, de las cuales, seis son explotadas por empresas canadienses, que son Torex Gold, Agnico Eagle Mines, Equinox Gold, Alamos Gold, Pan American Silver y First Majestic, indica información de la Secretaría de Economía.
En tanto, dos están controladas por Fresnillo, una minera mexicana, y dos más por empresas de capital estadunidense: Coeur Mining y Newmont.
No obstante, las empresas canadienses dominan el mercado, pues de sus seis minas extraen anualmente alrededor de 35 mil kilogramos; 60 por ciento del total de oro; en tanto, las mexicanas, sacan 17 mil 300 kilos, 30 por ciento y las estadunidenses, 6 mil 800 kilos, 10 por ciento del total, según la información oficial.
Las mineras canadienses se encuentran bajo la lupa del gobierno, dado que en varias ocasiones el presidente Andrés Manuel López Obrador las ha acusado de no pagar los impuestos establecidos, de adueñarse de tierras y de pagar menos a sus trabajadores en México respecto de su país de origen.
Apenas hace unos días, First Majestic (una de las mineras canadienses que tiene en su poder una de las minas de oro más redituables del país) informó que comenzará un arbitraje internacional contra México, al no reconocer un cobro de 500 millones de dólares que le hace el Servicio de Administración Tributaria por impuestos atrasados.
Preferencia por extranjeros
Se estima que en México, alrededor de 75 por ciento de las concesiones mineras que se concedieron en administraciones pasadas (en la actual no se ha dado ninguna) fueron a mineras extranjeras, la mayoría a canadienses, indican datos de la Secretaría de Economía.
De hecho, de acuerdo con la dirección general de desarrollo minero, en México operan 238 empresas con capital extranjero, de las cuales 153 son de Canadá, 32 de Estados Unidos, 14 de China y nueve de Australia.
En tanto, en 25 estados del país existen mil 177 proyectos mineros de todo tipo en manos de compañías extranjeras, de los cuales 503 están en etapa de exploración, 96 en producción y 49 en etapa de desarrollo. Mientras que 523 proyectos están detenidos y en revisión y seis operaciones cerraron.
En lo que se refiere a las 10 minas de oro más grande del país, la principal se ubica en Sonora y se llama La Herradura, pertenece a la mexicana Fresnillo y produce alrededor de 13 mil 700 kilogramos anuales.
En Guerrero, Torex Gold opera la mina Limón-Guajes, de donde extrae 13 mil kilos al año; en Chihuahua, Agnico Eagle Mines tiene Pinos Altos, que le deja 5 mil 800 kilos; en Guerrero, Equinox Gold explota Los Filos, con 5 mil 600 kilos, y en Sonora, Alamos Gold tiene la mina Mulatos, con 4 mil kilos anuales, todas de Canadá.
En tanto, en Zacatecas, la estadunidense Newmont opera la mina Peñasquito, de donde extrae 3 mil 700 kilos al año; en Sonora, la mexicana Fresnillo tiene Noche Buena, de donde obtiene 3 mil 600 kilos; en Chihuahua, la canadiense Pan American Silver saca 3 mil 300 kilos de la mina Dolores; en ese mismo estado, Coeur Mining, también de EU, consigue 3 mil 200 kilos de Palmarejo, y en Durango, First Majestic extrae 2 mil 400 kilos anuales de la mina San Dimas.
Las empresas canadienses no se limitan al oro, tiene presencia en la extracción de todos los tipos de metales, como por ejemplo en la plata, metal del cual México es el mayor productor mundial. En este sector, de las 10 minas más importantes del país, tres están en manos de canadienses: La Colorada, en Zacatecas, de Pan American Silver; San José en Oaxaca, de Fortuna Silver, y San Dimas en Durango, de First Majestic.
Bolsonaro y la tragedia brasileña
Eric Nepomuceno
El jueves por la noche se supo que en las 24 horas previas murieron mil 699 brasileños. El viernes, mil 760. Otra vez, más de 70 decesos por hora, más de uno por minuto. Brasil vive un cuadro cada vez más trágico, sin horizonte a la vista.
En total han sido 262 mil 948 víctimas fatales en un año, de acuerdo con datos oficiales, hasta la noche del viernes. Se trata, sin embargo, de una cifra cuestionada por institutos científicos y por la mayoría de la comunidad médica, que alertan sobre las subnotificaciones y señalan que serían al menos 300 mil las personas fallecidas.
Desde el 20 de enero, el número de víctimas fatales se sitúa por encima de mil cada día. A partir del 25 de febrero, en más de mil 300. Y especialistas alertan que a fines de mes podrían alcanzarse los 3 mil.
También el jueves, se supo que en Bahía hay gente muriendo en ambulancias mientras espera un lugar en los hospitales. Que en el sureño estado de Santa Catarina el sistema de salud está colapsado.
En Río Grande do Sul, el Moinhos de Vento, uno de los hospitales privados más prestigiados del país, tuvo que alquilar contenedores refrigerados para guardar cadáveres. Y en muchas ciudades los alcaldes compran tumbas en cementerios particulares, una vez que los públicos agotaron su capacidad.
El viernes, el gobernador de San Pablo pidió voluntarios para ayudar al sistema de salud pública, en un operativo de guerra, y el alcalde de Belo Horizonte, capital de Minas Gerais, tercer estado más rico del país, declaró que el sistema de salud entró en colapso.
En San Pablo, capital del estado, ciudad más rica y poblada de Sudamérica, hasta en hospitales privados hay enfermos instalados en sillas colocadas en pasillos, aguardando camas en las unidades de terapia intensiva.
En la región noreste se registraron largas colas de enfermos resguardados en ambulancias a la espera de espacios en los hospitales.
Las escenas trágicas se repiten con rapidez en todo el país. Gobernadores de 16 estados mandaron una durísima carta al ultraderechista presidente Jair Bolsonaro, exigiendo medidas urgentes. Presionan sobre la falta de vacunas y la inercia del Ministerio de Salud, a cuya cabeza está un general activo del ejército, Eduardo Pazuello.
Varios estados y municipios recurrieron a la Corte Suprema pidiendo que los dejen comprar biológicos al margen del gobierno nacional. Y el viernes, alcaldes de mil 700 –de 5 mil 100– municipios brasileños anunciaron un movimiento para comprar inmunológicos, independientemente del gobierno nacional, incluso vacunas todavía no aprobadas por las autoridades de salud pero que son utilizadas en otros países.
Tedros Adhanom Ghebreyesus, titular de la Organización Mundial de Salud (OMS), lanzó el mismo viernes una clara advertencia: luego de afirmar que la situación brasileña es preocupante y debe ser tomada muy en serio, dijo que el cuadro actual podrá reflejarse no sólo en otros países de la región, sino de todo el planeta.
Médicos, especialistas e investigadores piden a gritos que se adopten medidas urgentes de contención del coronavirus.
Uno de los más elocuentes, Miguel Nicolelis, es también uno de los más respetados en la comunidad científica internacional. Profesor titular de la prestigiada Universidad Duke, ha sido claro: o el país impone una suspensión radical de actividades por 21 días o en pocos meses la cifra actual de muertos por Covid-19 llegará al doble.
Brasil no se transformará en un paria, ya lo es. Se transformará en un laboratorio a cielo abierto para la creación de nuevas variantes de Covid-19, alertó.
Frente a semejante cuadro, ¿cómo actúa el gobierno nacional? De manera errática, sin ningún tipo de coordinación con gobernadores y alcaldes. El general activo puesto a la cabeza del Ministerio de Salud se desdice cada tercer día, y los militares que colocó a su alrededor tampoco tienen idea de qué hacer.
Dos ejemplos ilustran la absurda inepcia del general y sus colegas uniformados: alrededor de 7 millones de pruebas para detectar la infección de Covid-19 perdieron su plazo de validez olvidadas en una bodega del aeropuerto, y las dosis esperadas por el estado de Amazonas, literalmente diezmado por el coronavirus, fueron a parar a un estado vecino.
A todo eso, ¿cómo actúa el presidente Jair Bolsonaro?
Criticando a alcaldes y gobernadores que adoptan medidas restrictivas, diciendo que basta de lloriqueos, que basta de mariconadas, que hay que trabajar.
Dice que el país sufre con el pánico difundido por los medios de comunicación. Sigue defendiendo el uso de medicamentos que, además de ineficaces, pueden provocar efectos colaterales graves.
Sigue ignorando lo que dicen los médicos y asegurando que la OMS no es más que un órgano controlado por la China comunista.
Así actúa Bolsonaro: como un genocida, un sicópata enfrentado a la realidad. Y no hay quien lo pare.