Carlos Fernández-Vega
Para el caso mexicano, el daño del terremoto económico provocado por la pandemia ya ha sido oficialmente cuantificado: en 2020, informa el Inegi, el producto interno bruto cayó 8.5 por ciento, el mayor descenso desde 1932 (con Pascual Ortiz Rubio en la Presidencia), cuando tal indicador se desplomó 14.83 por ciento como resultado del coletazo de la Gran Depresión.
De 1933 a 1981, la economía nacional no dejó de crecer (6 por ciento anual como promedio); en 1982 se registró una caída de 0.52 por ciento (con López Portillo en Los Pinos) y después llegó el régimen neoliberal que a lo largo de 36 años a duras penas logró un crecimiento, por llamarle así, anual promedio ligeramente por arriba de 2 por ciento.
En resumen, ese es el balance económico de casi 90 años que ahora a duras penas resistió el golpe de la pandemia, esa caída de 8.5 por ciento que de cualquier suerte resultó menor al desplome de 10.5 por ciento originalmente estimado por las instituciones financieras multilaterales y los videntes nacionales.
El más reciente descenso de la economía mexicana (de por sí no muy sólida) comenzó en 2018, pero se agudizó con la declaratoria de la pandemia y los estragos globales provocados por el bicho. ¿Cuál es el impacto social de la recesión?, se pregunta el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico. De su análisis se toman los siguientes pasajes.
Las estadísticas del Indicador de la Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP) elaboradas por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) señalan el incremento en el número de personas que a pesar de contar con ocupación o empleo tienen un ingreso que no les permite adquirir una canasta alimentaria básica.¿De qué magnitud es el problema? De acuerdo con dicha institución, en enero pasado el valor de la canasta alimentaria en el entorno rural fue de mil 201.87 pesos al mes. Para el caso del entorno urbano fue de mil 679.69 pesos mensuales. Bajo dichos parámetros, que en principio deberían superarse por tener un empleo que pague un salario mínimo, se observó que 40.7 por ciento de la población ocupada no tiene un ingreso económico que le permita superar los umbrales citados. Ello se explica por el incremento de la pobreza laboral a niveles similares a los de 2017: antes de comenzar con la serie de incrementos significativos al salario mínimo. Así, la recesión de 2020 causó un deterioro en el mercado laboral que permite explicar el aumento de la pobreza laboral indicado por el Coneval.
La precarización del mercado laboral, resumida por el incremento de la subocupación, el número de personas en condiciones críticas, la disminución de la población ocupada y de la económicamente activa es el componente esencial para entender el incremento de la pobreza laboral. Adicionalmente debe considerarse el efecto a nivel estatal: 24 entidades de la República exhibieron un incremento en la pobreza laboral.
De acuerdo con las estadísticas del Coneval, la mayor afectación se dio en el entorno urbano: las ciudades fueron las que recibieron el grueso del golpe social por la recesión. Parte de ello se explica por el hecho de que en los estados más pobres del país los niveles de pobreza laboral e informalidad llegaron a un extremo en donde es complicado que exista un mayor deterioro, particularmente en los que han recibido la mayor parte de los recursos del gasto social asistencial y de inversión en infraestructura.
¿Qué sigue para la economía nacional? De aquí en adelante, en algunos meses se observarán tasas económicas positivas de doble dígito, atribuibles a la baja base de comparación del mismo periodo de 2020, particularmente entre abril y junio. En el primer trimestre de 2021 México contabilizará una disminución del PIB, pero a partir de abril los registros serán positivos, una tendencia que continuará hasta marzo de 2022, cuando el efecto de la caída estructural de inversión y en la capacidad potencial se manifiesten a plenitud.
Las rebanadas del pastel
Videollamada de por medio, hoy el presidente López Obrador abordará el tema migratorio con el inquilino de la Casa Blanca. Es previsible la respuesta de Joe Biden, pero de cualquier forma hay que insistir en el tema, estratégico para ambas naciones.
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Desde el otro lado
Periodismo relevante
Arturo Balderas Rodríguez
La historia del diario Washington Post, uno de los más importantes de Estados Unidos, es rica en premios y distinciones por su profesionalismo y objetividad. Uno de sus reportajes más celebrados fue el episodio de Watergate, que ocasionó la renuncia de Nixon a la presidencia. En el Post, como se le conoce en la jerga periodística, y el New York Times, entre otros diarios, la noticia no se confunde con los editoriales. Hay una clara demarcación entre lo que ocurre y la opinión sobre los sucesos. El profesionalismo de sus reporteros da cuenta cabal del acontecer, sin prejuicios, que frecuentemente anteponen puntos de vista personal a lo que realmente pasa. La relevancia de esas cualidades es que, durante los últimos cuatro años, el lector se enteró, sin mediaciones, sobre la forma sistemática en que la administración de Donald Trump pervirtió la política en ese país. El Post, junto con otros diarios, develó hechos que hubiera sido difícil aquilatar o distinguir en las informaciones frecuentemente sesgadas o ignoradas en otros medios.
En el marco de su retiro como editor del Washington Post, Martín Baron habló en la cadena PBS sobre sus inquietudes y experiencias en las cuatro décadas que se desempeñó en esa profesión. Hiló algunas ideas y preocupaciones sobre el estado que guarda el periodismo. No hay garantía, señaló, de que, pese a la abundancia en información, el público esté mejor informado. A esto se puede agregar que la tentación de editorializar y no de estrictamente informar frecuentemente matiza o esconde la realidad de los hechos. El efecto es que en los lectores hay una interpretación errónea sobre la realidad. En otras palabras, si a final de cuentas el lector quiere creer que la elección fue manipulada para que perdiera Trump, se informará en los medios que reafirmen esa creencia, con independencia de que la realidad sea otra.
La paradoja es que la queja de Trump contra los medios, por lo que él calificó como noticias falsas cuando no lo favorecían, propició un mayor crecimiento de los medios formales y más aún de los informales como las redes sociales en los que abundan las aberraciones y falsedades. Lo lamentable es que ha creado una mayor polarización en una sociedad como la estadunidense, ya en sí dividida. Y más grave aún, la erosión en la confianza en el gobierno, el Congreso, los políticos y las instituciones en general, es la conclusión que se deduce de lo dicho por Baron.