jueves, 4 de marzo de 2021

¿Qué pasó en El Salvador?

Ángel Guerra Cabrera
La apabullante victoria alcanzada por el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, en las elecciones del domingo pasado implica que tendrá la mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa y la mayoría de las alcaldías del país. Aunque ingresó en política y gobernó la capital en representación de la ex guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), en su gestión presidencial ha devenido en un abanderado del neoliberalismo recargado, en luna de miel con Donald Trump, un aventurero político enfermo de ambición personal y de ostensibles ínfulas autoritarias, hombre sin ética, al igual que el magnate neoyorquino.
Cuenta, sin embargo, con un espectacular 71 por ciento de popularidad y ya había arrasado en las elecciones presidenciales de 2019, en las que obtuvo 53 por ciento de los votos. En ellas, el candidato de Arena, la derecha tradicional, alcanzó 31.72 por ciento de sufragios. Pero muchísimo peor le fue al abanderado del FMLN, que luego de dos periodos consecutivos de gobierno de esa formación no llegó ni a 15 por ciento de los votos. Este dato mostraba desde entonces enorme insatisfacción de los electores con la gestión gubernamental del FMLN, organización que desde la lucha armada y después de los acuerdos de paz, cuando se convirtió en partido político, había defendido dignamente las banderas de la izquierda en el país y ganado un importante reconocimiento entre sus homólogos de América Latina y el Caribe. Su prestigioso y esclarecido líder, Schafik Handal, fallecido en 2006, llegó a ser uno de los más destacados referentes de la izquierda en nuestra región.
Pero si el resultado que obtuvo la ex guerrilla en la elección presidencial de 2019 fue famélico, en la del domingo pasado casi desaparece como opción electoral, y ello hace que no pueda aplazar más un profundo y doloroso examen de conciencia, fraternamente acompañada por sus pares de la región. Dicho con todo respeto, muchas cosas tienen que haberse hecho mal y muchas insuficiencias deben haber existido en el trabajo del FMLN, sobre todo en los 10 años que fue gobierno, para llegar a una situación en la que no pocos de sus militantes y simpatizantes han votado por los partidos de Bukele, la opción más representativa de los intereses del imperialismo estadunidense y del neoliberalismo en el país centroamericano, ahora que Arena desfallece. Bukele es un producto efímero de la crisis abismal del sistema de partidos políticos asociado a la perpetuación del neoliberalismo, que observamos hoy en el mundo y particularmente en América Latina y el Caribe. La democracia es cada vez más incompatible con el neoliberalismo.
Con la correlación de fuerzas que un 66 por ciento de los votos le proporcionará en el Legislativo, Bukele puede pasar, sin negociar con otros partidos, cualquier legislación de su interés; nombrar un tercio de los jueces de la Corte Suprema, al fiscal general, a los miembros del Tribunal de Cuentas, e incluso modificar la Constitución, incluida la prolongación a más de uno de los mandatos presidenciales. Más de un observador ha afirmado en estos días que la votación del domingo equivale a elegir una dictadura por voto popular.
Aun sin las extraordinarias atribuciones de que dispondrá de ahora en más y sin contar con representación parlamentaria, el jefe del Ejecutivo se ha negado a transparentar en qué ha gastado un crédito del FMI solicitado para enfrentar la pandemia, no ha entregado la dotación de fondos para los gobiernos municipales sin que se conozca el destino que les ha dado e irrumpió en la Asamblea Legislativa, escoltado por soldados y policías, para exigir la aprobación de un presupuesto adicional para sus planes de seguridad. Se asegura que una parte de los fondos etiquetados para la pandemia han sido repartidos ilegalmente durante la campaña electoral a sus simpatizantes en forma de despensas y bonos por Nuevas Ideas y Gana, los partidos del presidente. Éste ha instigado una campaña de odio contra la oposición, sobre todo contra el FMLN, dos de cuyos simpatizantes fueron asesinados en plena capital hace unos días por elementos de seguridad.
Bukele ha sobrendeudado al país y enfrentará una situación económica y social muy difícil. Mientras, el FMI le exigirá recortes a la inversión social cuando más la necesita el país. No la tendrá fácil si el FMLN realizara una profunda autocrítica y saliera a elaborar un radical programa de oposición con las organizaciones populares. El neoliberalismo es ya insostenible y tiene hoy vida muy limitada, como demuestran Argentina y Bolivia. Aunque Bukele sea muy diestro, como se ha visto, en la elaboración de mensajes a la carta para los distintos sectores y ducho en publicidad y redes, la realidad pura y dura indicará más temprano que tarde al pueblo el camino correcto, siempre que cuente con un liderazgo entregado y comprometido con sus intereses.
Twitter: @aguerraguerra

México SA
Oposición y libre competencia // Prianistas defienden el saqueo // Odebrecht: se acabó el festín
Carlos Fernández-Vega
El Senado de la República aprobó la iniciativa presidencial para reformar la Ley de la Industria Eléctrica, cuyo objetivo es retomar la soberanía energética, fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y darle el lugar preponderante que le corresponde como empresa pública del Estado. Solo falta que el jefe del Ejecutivo la promulgue, de tal suerte que la nación reasume la planeación y el control del sistema eléctrico nacional, de acuerdo con el mandato constitucional, el cual violaron los gobiernos neoliberales.
De nada sirvieron los intentos de la oposición –utilizó la misma táctica fallida que en San Lázaro– para frenar la aprobación de la citada reforma. En su calidad de cabilderos de los inversionistas privados, los prianistas y sus rémoras se desgañitaron alegando cualquier cantidad de lugares comunes que sólo revelaron, por si fuera necesario, de qué lado están y qué intereses representan.
A la hora del debate, que se prolongó por más de cuatro horas, muchas fueron las barrabasadas dichas por los oradores prianistas, pero entre ellas destacó el discurso (de toda la oposición) en defensa de lo que denominaron libre competencia en el mercado eléctrico, la cual, según ella, desaparecería del mapa tras la aprobación de la iniciativa presidencial. Duro que te dale con la libre competencia, como si en realidad ese fuera el objetivo de la reforma peñanietista que tanto aplaudieron.
Pero ¿qué entienden por libre competencia? ¿Que el gobierno de Peña Nieto firmara con el capital privado contratos leoninos (te hablan Enrique Ochoa Reza) en detrimento de las finanzas de la Comisión Federal de Electricidad y, por lo mismo, de las nacionales? ¿Qué los inversionistas obtengan multimillonarios subsidios del erario? ¿Qué las finanzas de la empresa productiva del Estado mengüen por la pesadísima carga heredada y que se retirara del mercado para dar espacio a los consorcios privados? ¿Pagar sobreprecios para beneficiar a los particulares?
Pues bien, hay que recordar la información recientemente divulgada por funcionarios de la CFE: de mantenerse el esquema vigente de contratos con los productores independientes de energía (privados), el daño a la nación se calcula en 412 mil millones de pesos por subsidios, riesgos cambiarios e inflación, bajo despacho y tarifas crecientes. Sólo por subsidios a los PIE se erogan 249 mil 606 millones, y de este monto 56 mil 175 millones corresponden exclusivamente a la trasnacional Iberdrola por la operación del parque eólico La Venta, en Oaxaca; un pequeño grupo de particulares se han hecho inmensamente ricos con los contratos obtenidos al amparo de la reforma energética del sexenio pasado; Iberdrola comete fraudes de tipo, no paga el uso de la red y obtiene contratos mediante empresas fantasmas; si se aprueba la reforma del presidente López Obrador se acabarán los subsidios a un grupúsculo de hampones y las tarifas podrían bajar hasta 20-30 por ciento, en beneficio del pueblo mexicano.
Como lo detalló el presidente López Obrador, el mercado eléctrico en el país está muy concentrado: básicamente son Iberdrola y 10 empresas más. No estamos en contra de los empresarios, estamos en contra de la corrupción. Se pueden seguir haciendo negocios con legalidad, sin sobornos y con ganancias razonables. ¿Por qué, si en España tienes un margen de utilidad del 15 por ciento, aquí va a ser de 150 por ciento?; se ha hecho un cálculo general de que la CFE ha pagado como 300 mil millones de pesos de más por esos contratos. Es injusto que una gran corporación no pague la luz igual que como la paga un consumidor de clase media, proporcionalmente hablando.
Entonces, ¿esa es la libre competencia que histéricamente defienden los prianistas y sus rémoras?
Las rebanadas del pastel
El atraco en el sector eléctrico se repite en prácticamente todos lados, sobornos de por medio. Por contratos leoninos firmados en el sexenio pasado, Pemex subsidiaba a las empresas privadas. Un caso concreto es Odebrecht: 13 mil 750 millones de pesos salieron de las arcas de esta empresa productiva del Estado para atender al consorcio brasileño. Pero se acabó: López obrador anunció ayer que se cancelan las multimillonarias prebendas obtenidas gracias a la reforma energética de Peña Nieto.
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