jueves, 29 de abril de 2021

Impuestos a la riqueza: un comienzo necesario.

Orlando Delgado Selley
La extrema desigualdad en América Latina y el Caribe es un obstáculo para un sistema democrático capaz de garantizar derechos a toda la población. La riqueza acumulada en unas cuantas familias les permite influir para aprovechar las políticas públicas, obstaculizando la responsabilidad de los Estados para garantizar derechos a toda la población. La política tributaria es una muestra de cómo se limita la capacidad del Estado para enfrentar la desigualdad, e incluso puede aumentar la pobreza. Este es el señalamiento con el que se abre el importante estudio difundido por Latindadd, la Red Latinoamericana por Justicia Económica y Social, titulado Impuestos a la Riqueza ¡ya!
El planteamiento se sustenta en una realidad: la concentración del ingreso y la riqueza en nuestra región es impresionante. Sin embargo, las encuestas ingreso-gasto que realizan los países de América Latina no dimensionan adecuadamente la desigualdad. La más reciente Encuesta Nacional sobre Ingreso-Gasto de los Hogares, la ENIGH, realizada por el Inegi a mediados de 2018, subestima significativamente los ingresos de los más ricos en el país y, también, sobreestima los ingresos de los más pobres. De acuerdo con la ENIGH 2018, el decil X, en el que se ubicaría 10 por ciento de los hogares más ricos, se apropió de 33.6 por ciento del ingreso corriente total que estimó la encuesta. La mitad más pobre, la suma de los deciles I al V, ganó apenas 21.2 por ciento del ingreso total. Estos datos son, sin duda, dramáticos, pero es necesario señalar que no son realistas.
Estas estimaciones resultan muy contrastantes respecto de las que se pueden consultar en la World Inequality Database (WID) (wid.world/country/mexico). En esta fuente, se señala que en 2018 la participación del 10 por ciento más rico en el ingreso nacional llegó a 58.6 por ciento. Por su parte, los hogares del 50 por ciento más pobre del país sólo lograron retener 8.5 por ciento del ingreso nacional. Se llegó a estas estimaciones a partir de estudios basados en tabulaciones de impuestos y en información proveniente de microdatos.
La diferencia en las estimaciones es enorme: mientras que la ENIGH indica que el 10 por ciento más rico de la población se apropia de la tercera parte del ingreso nacional, la WID señala que ese 10 por ciento más rico retiene casi 60 de cada 100 pesos del ingreso nacional. En el otro extremo, para la ENIGH el 50 por ciento pobre se apropia de un poco más de la quinta parte del ingreso nacional, en tanto que para la WID no se apropia ni siquiera de 10 por ciento. La ENIGH no ofrece directamente información para percentiles, de modo que no se conocen los ingresos del uno por ciento más rico, pero la WID da cuenta de que el percentil 100, es decir, los 347 mil 447 hogares más ricos se apropiaron de 28.7 por ciento del ingreso nacional.
A este pequeño grupo de la población es a quienes debe aplicarse un gravamen extraordinario. La nota de Dora Villanueva en La Jornada indica que, de acuerdo con el estudio de Latindadd, si se aplicara una tasa de impuestos adicionales temporales de entre 2 y 3.5 por ciento anual a 0.1 por ciento de la población (los superricos), se obtendrían recursos suficientes para aumentar el equivalente a un salario mínimo adicional a un millón 800 mil mexicanos. Esta propuesta de Latindadd puede equipararse a la presentada por el FMI de gravar temporalmente el patrimonio de empresarios beneficiados por la pandemia para ayudar a financiar los recursos presupuestales necesarios para amortiguar los efectos negativos de la pandemia sobre el ingreso de los más pobres.
Las condiciones que ha abierto la pandemia, que explica la decisión del gobierno de Biden de aumentar los gravámenes a los ricos, plantean una oportunidad excepcional para proponerle a todas las fuerzas políticas del país, a las cámaras patronales, a empresarios importantes, a gobernadores y presidentes municipales, iniciar la discusión sobre una reforma fiscal profunda en el país con un acuerdo nacional que, en tanto se alcanzan los pactos respectivos, de inmediato se acuerde y aplique un impuesto especial a los mexicanos de más altos ingresos, el uno por ciento de la población. Como indica la WID, ese uno por ciento se apropia de más de la cuarta parte del ingreso nacional. Los ingresos que produciría ese impuesto especial generarían ingresos adicionales que servirían para instrumentar acciones inmediatas para enfrentar los estragos que ha causado la pandemia.
Por supuesto, una decisión de este tipo no resuelve las dificultades estructurales de las haciendas públicas, tanto federal como estatales y municipales. La Convención Hacendaria tendrá que plantearse una nueva fiscalidad que permita que las empresas trasnacionales paguen impuestos en nuestro país en tasas equivalentes a las que pagan en los países en los que se ubican sus matrices, pero resolviendo este impuesto a los más ricos habríamos logrado un avance de enorme importancia.
odselley@gmail.com

Cuba: un congreso del pueblo
Ángel Guerra Cabrera/II
Raúl Castro es la figura principal animadora del octavo congreso del PCC, el congreso de la continuidad revolucionaria, como ha sido conocido en Cuba. Y es, claro, mucho más. No es posible en esta breve reseña de la reunión glosar mínimamente su sobresaliente hoja de servicios a la revolución desde que muy joven iniciara en el ataque al cuartel Moncada una trayectoria marcada por el patriotismo, la audacia, la valentía, el don de mando, la firmeza en los principios, el talento organizativo, la sistematicidad y el espíritu práctico, hasta ganar, por excepcionales méritos propios, el lugar de segundo jefe de la revolución.
Pero para dar una idea completa del proceso desarrollado en Cuba en los últimos años son imprescindibles unas pinceladas sobre su desempeño al frente del país desde que le tocara asumir el mando por la enfermedad de Fidel y, más tarde, por la renuncia del comandante a sus cargos de dirección. Raúl es el resuelto líder, sin duda, de una etapa de significativos cambios en Cuba iniciados hace 15 años. Ellos han conducido a importantes modificaciones al modelo económico socialista, que incluyen una necesaria e importante ampliación del sector no estatal de la economía, un fortalecimiento, a la vez, de la autonomía y capacidad de gestión de la empresa estatal socialista como la célula económica fundamental del sistema socioeconómico y político del país. A la vez, una actualización institucional a tono con las nuevas realidades de la isla y del mundo, y con la propia experiencia de la construcción socialista en Cuba, China y Vietnam. Uno de sus logros es la nueva Constitución de la República, resultado de un profundo e intenso proceso de consulta popular y aprobada en referendo en 2019 por casi 87 por ciento de los electores, que incorpora el concepto de Estado socialista de derecho.
La combinación de la planificación económica centralizada con una progresiva descentralización de la gestión y de muchas decisiones hacia las unidades productivas y el notable robustecimiento de la autonomía del municipio son objetivos en curso. Raúl dio también continuidad a la política exterior solidaria, latinoamericanista y caribeña de la revolución, que podría resumirse en su ejecutoria al ser Cuba electa como presidente pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, momento en que el organismo acordó su histórica proclama de nuestra región como zona de paz en el mundo. Debe subrayarse su continua y exitosa dedicación a la defensa y la seguridad nacionales. Fidel dijo que era una suerte haber tenido a Raúl. De eso podemos dar fe todos y todas los millones de cubanos y cubanas identificados con las banderas de la libertad, la democracia, la independencia y el socialismo. Miguel Díaz-Canel, nuevo primer secretario del PCC y presidente de Cuba, ha dicho de él lo que es un sentimiento generalizado en la isla: el compañero Raúl, quien ha preparado, conducido, liderado este proceso de continuidad generacional con tenacidad, sin apego a cargos y responsabilidades, con elevado sentido del deber y del momento histórico, con serenidad, madurez, confianza, firmeza revolucionaria, con altruismo y modestia, por mérito propio, por legitimidad y porque Cuba lo necesita, será consultado sobre las decisiones estratégicas de mayor peso para el destino de la nación.
Otra cuestión fundamental debatida en el congreso es el enfrentamiento a la pandemia, con un plan elaborado en enero de 2020 y sucesivamente actualizado, en el que ha brillado de modo ejemplar la comunidad de científicas y científicos cubanos relacionada con la biomedicina, una preciada creación de Fidel Castro. Ello ha permitido que Cuba, con su sistema de salud gratuita y universal y su complejo de centros de investigación, tenga una de las cifras de letalidad más bajas del mundo por Covid-19, disponga ya de cinco candidatos vacunales y haya emprendido esta semana la vacunación de un millón 700 mil habaneras y habaneros, lo que concluirá con la total inmunización de su población antes del cierre de este año. A ello debe añadirse la presencia de miles de médicos y médicas cubanos del contingente Henry Reeve en el combate a la pandemia en decenas de países del mundo donde eran muy necesarios, transitando caminos de solidaridad muy tempranamente trazados también por Fidel.
En la nueva dirección política y gubernamental de Cuba queda un equipo de compañeras y compañeros educados y experimentados política y profesionalmente. Díaz-Canel ha sabido formar equipo, comentó Raúl, y así se ha ido viendo en la práctica. Estamos desafiados –afirmó el nuevo primer secretario– a innovar constantemente, cambiando todo lo que deba ser cambiado… sin apartarnos jamás del concepto Revolución que nos legó el líder invicto… pero libres de ataduras rígidas y conscientes de los posibles equívocos que entraña hacer camino al andar.
Twitter: @aguerraguerra