Ministerio de Salud alerta sobre los contagios de Covid por las marchas
▲ Indígenas salieron ayer de Cali de regreso al departamento del Cauca, de donde son originarios, tras manifestar su apoyo al movimiento del paro.Foto Ap
Reuters, Afp, Sputnik y Ap Periódico La Jornada
Jueves 13 de mayo de 2021, p. 23
Bogotá. Las protestas contra el gobierno de Colombia entraron ayer en su tercera semana, con una huelga nacional convocada por sindicatos, estudiantes y otras organizaciones, tras infructuosos acercamientos entre el presidente Iván Duque y el Comité Nacional del Paro (CNP), convocante de las movilizaciones, que advierte que seguirán en las calles.
El ambiente festivo de esta jornada contrastó con el desbordamiento de anteriores protestas en las que hubo saqueos, vandalismo y enfrentamientos con la policía que han provocado al menos 42 civiles muertos, según la Defensoría del Pueblo, pero las ONG Temblores e Indepaz reportan 47.
En un punto de contrastes, la fiscalía reportó que son 34 las muertes contabilizadas antier, pero el titular de la dependencia, Francisco Barbosa, al intervenir ante el pleno de la Cámara de Representantes, redujo la cifra a 14.
En el norte de Bogotá, miles de inconformes se congregaron alrededor del monumento a Los Héroes con banderas de Colombia, música y consignas contra la policía antidisturbios. Los manifestantes dibujaron una calavera alusiva al presidente con el letrero: enemigo público.
En tanto, indígenas reunidos en el centro de la capital, en un acto simbólico, cambiaron el nombre a la avenida Gonzalo Jiménez de Quesada, conquistador español del siglo XVI y fundador de la ciudad, por el de Av Misak, en homenaje a su comunidad.
Las marchas de ayer partieron desde distintos puntos de la urbe hasta confluir en la céntrica Plaza de Bolívar de manera pacífica. Varios participantes bloquearon vialidades y carriles del sistema de transporte público TransMienio.
Ante un inminente tercer pico de contagios de Covid-19 a causa de las manifestaciones, el ministro de Salud, Fernando Ruíz Gómez, tuiteó: hay que decirlo con toda su realidad: la situación de contagio de Bogotá es crítica, casi 100 por ciento de ocupación de las UCI (unidades de cuidados intensivos) y cerca de 500 enfermos por ubicar.
En Cali, epicentro de las protestas, más de 200 jóvenes se congregaron frente a la Universidad del Valle con banderas de Colombia, sonando vuvuzelas al grito de resistencia, resistencia.
La marcha indígena conocida como Minga salió de la sureña Cali para regresar al departamento del Cauca, de donde son originarios. Nos movemos a otras posiciones porque la Minga está en el paro, con el alma, con todo su cuerpo y su ser, dispuesta a parar este régimen de muerte, reportó el Consejo Regional Indígena del Cauca.
En Medellín y Barrancabermeja, así como en otros puntos del país, se llevaron a cabo más marchas pacíficas que exigieron nuevas políticas al gobierno de Duque, como retirar el proyecto de reforma a la salud, desmilitarizar los campos y ciudades, cumplir el acuerdo de paz con la ex guerrilla de las FARC y desmantelar las organizaciones criminales y paramilitares.
El ministro de Defensa, Diego Molano, informó que la jornada fue pacífica y rechazó los bloqueos viales en 99 puntos del país, al destacar que afectan el paso de alimentos, medicamentos y gasolina.
Entrada la noche se reportaron algunos disturbios en Barranquilla, Popayán, Bucaramanga y Neiva, donde manifestantes incendiaron un autobús público.
Tras la pausa obligada por la pandemia, los movimientos sociales retomaron las protestas el pasado 28 de abril contra una reforma tributaria que buscaba obtener recursos para financiar programas estatales, después de que el gobierno de Duque eliminó impuestos a grandes empresas y élites. Ante la presión, el mandatario tuvo que retirar la inicitaiva, pero las protestas no cesaron y se mantienen ante una ola de denuncias de exceso de la fuerza pública contra la población.
En un intento por reducir el malestar social luego de que la reunión entre el CNP y el gobierno terminó sin acuerdos el pasado lunes, el mandatario anunció al día siguiente, durante una visita a Cali, educación universitaria gratuita para los estudiantes de los sectores con menos recursos, pertenecientes a los estratos uno, dos y tres (hay seis en el país) a partir del segundo semestre.
Además, confirmó que se han aplicado 65 acciones disciplinarias por violencia policial durante las movilizaciones, ocho de ellas por homicidio y 27 por abuso de autoridad, y propuso una mesa de negociación formal con los manifestantes y el acompañamiento de la Iglesia católica y la Organización de Naciones Unidas, pero sin dar fecha ni lugar.
Francisco Maltés, presidente de la Central Unitaria de Trabajadores, sostuvo que si bien Duque modificó su posición, faltan las garantías para ejercer el derecho a la negociación, y advirtió: en lo que el gobierno se manifiesta, van a continuar el paro y las movilizaciones.
El ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, calculó en unos mil 620 millones de dólares el impacto económico de las protestas, al tiempo que el Ministerio de Agricultura detalló que los bloqueos han imposibilitado la movilización de 700 mil toneladas de alimentos y el país comenzó a importar combustible de Ecuador ante el desabasto.
El derrumbe del uribismo
Ángel Guerra Cabrera
Hace dos años Álvaro Uribe habló de perpetrar una masacre con criterio social para acabar con la Minga indígena en el Cauca (https://n9.cl/42qwi ).Y hace unas horas, a lo comandante en jefe, proclamaba: “confiamos en el inmediato copamiento militar de Cali… confiamos que nuestras autoridades puedan arrestar a los vándalos domésticos y a las hordas de terroristas que han invadido la ciudad”. Declaraciones básicas para entender lo que sigue.
El paro nacional en Colombia entra en su día 16 sin que se vislumbre voluntad política del gobierno de Iván Duque –marioneta de Uribe– por escuchar en serio y llegar a acuerdos que satisfagan las justas demandas de los innumerables sectores, ciudades, territorios y millones de personas participantes en la protesta. Al contrario, los sigue reprimiendo a sangre y fuego.
En relación con el fracaso de la única reunión sostenida con el Comité Nacional del Paro por el también conocido como subpresidente, a 12 días del inicio de la movilización, uno de sus miembros, Francisco Maltés, secretario general de la Central Unitaria de Trabajadores, afirmó: no hubo empatía del gobierno con las razones, con las peticiones que nos han llevado a este paro nacional. Duque fue complaciente con el uso excesivo de la fuerza pública, lamentó la líder estudiantil Jennifer Pedraza. Y es que el ocupante de la Casa de Nariño no acepta ni siquiera la primera exigencia de los inconformes, el legítimo derecho a la protesta pacífica y el cese de la violencia policial y militar contra quienes lo ejercen. También demandan una renta básica universal de por lo menos un salario mínimo, la defensa de la producción nacional (incluidas artesanal y campesina), detener las erradicaciones forzadas de cultivos de uso ilícito y aspersiones aéreas con el cancerígeno glifosato. Igualmente, reclaman subsidio a las pymes, defensa de la soberanía y seguridad alimentaria y matrícula universitaria gratuita. No discriminación de género, diversidad sexual y étnica y el fin de las privatizaciones.
Debe puntualizarse que esto no es todo, sólo demandas iniciales, pues la mera exigencia de que se apliquen los acuerdos de paz, únicamente cumplidos en 4 por ciento por el gobierno desde su firma en 2016, implica a todas las esferas de la vida social y es clamor general del paro, aunque provoca fobia en Uribe y Duque.
Andrés Pabón Lara sostiene que el Estado colombiano, usurpado desde hace más de 200 años por una clase generadora de despojo y acaparamiento de la tierra y de la represión armada, se ha convertido en una máquina de matar que no ha hecho más que perfeccionarse a lo largo del tiempo. El autor expone las distintas etapas de este proceso de perfeccionamiento desde inicios del siglo XX y afirma que es en el gobierno de Álvaro Uribe que se entroniza la represión como política oficialmente declarada. Explica que el uribismo se insertó en la política con un discurso de mano dura fascistoide que condujo a la muerte de miles de jóvenes por el ejército, inocentes hechos pasar por bajas guerrilleras que eran pagados a los militares como estímulo económico. Añade que el uribismo implicó la legalización y extensión a las zonas urbanas de la acción represiva de los paramilitares y aceleró el despojo de tierra, que en menos de una década significó que fueran expulsados de sus parcelas más de 8 millones de familias campesinas.
Uno de los ejes más nefastos del perfeccionamiento represivo uribista, apunta Pabón, es la generación de un sentido común fascista, anticomunista, antichavista y racista, en grandes sectores populares colombianos. La naturalización del asesinato a quienes se manifestaban y organizaban desde la izquierda permitió al uribismo ganar elecciones (incluida la de Iván Duque) y oponerse obsesiva y acríticamente a las negociaciones de paz firmadas con las FARC.
Esta operación de control ideológico, tan provechosa para el ex presidente, comenzó a quedar puesta en cuestión cuando el candidato de izquierda a la presidencia, Gustavo Petro, obtuvo la más alta votación lograda por un abanderado ajeno a la oligarquía. Sufrió un duro golpe por los paros de noviembre de 2019 y enero del año siguiente y no se diga, por el actual, en el que cuaja un hecho trascendental: la inédita y muy amplia articulación de sectores urbanos y rurales muy disímiles: obreros, campesinos, indígenas, afodescendientes, estudiantes, hombres y mujeres jóvenes, integrantes de la diversidad sexual. Sindicatos y, a la vez, comités populares y juveniles en barrios, surgidos como hongos después de la lluvia.
Lo cierto es que las fuerzas populares nunca habían alcanzado un grado de combatividad y conciencia política tan pronunciados en todo el territorio de Colombia, aliado principal de Estados Unidos en nuestra región y que el uribismo se sostiene por ahora sobre las bayonetas, pero se derrumba políticamente como castillo de naipes.
Twitter: @aguerraguerra