▲ Elon Musk, retratado en febrero pasado en el sur de Texas.Foto Afp
Dentro de las varias guerras en una en Ucrania, destaca la guerra del gas de la EU/OTAN/Unión Europea contra Rusia (https://bit.ly/3qx6U2y) que intenta esquivar las sanciones catastróficas de Occidente mediante la OPEP del gas con Irán y, quizá, Qatar (https://bit.ly/3RZMMBJ).
Propongo un abordaje de dos ejes: uno conceptual y otro diacrónico. El conceptual versa sobre la dicotomía de la seguridad energética vs la transición energética.
China –líder en renovables en el mundo– maneja su pluralismo energético que adopta cualquier tipo de energía –desde los fósiles, pasando por renovables, hasta plantas nucleares de fusión– sin llegar a la autoemasculación de abolir su seguridad energética. En contraste, Alemania –que padece una severa crisis energética al apoyar a Ucrania y librar una guerra indirecta contra Rusia, que le provee su gas–, abandonó su seguridad energética en forma suicida en aras de la quimérica cuan precipitada energía verde del Gran Reset (https://bit.ly/3eOHYRh) y su ideologizada transición energética. Alemania recarboniza (sic) su industria, rectifica su política contra la energía nuclear y opta por la dependencia al gas licuado (LNG) de EU proveniente del gas lutita del fracking –¡lo más contaminante que pueda existir!– 40 por ciento (sic) más caro que el anatemizado gas natural ruso.
La seguridad energética prima a la etérea transición energética que hoy se ha pospuesto varias décadas como consecuencia de la guerra del gas. El Gran Reset –Santo Grial de los fracasados piratas del pasado y globalistas del Foro Económico Mundial de Davos encabezados por el hoy rey Carlos III, el zelote suizo Klaus Schwab y los epígonos de George Soros– pregona la descarbonización, desindustrialización y digitalización biológica/neuronal/farmacológica como nuevo disfraz de la plutocracia ambientalista.
El otro abordaje es diacrónico: ubica el imperativo corto plazo que obliga a la seguridad energética de supervivencia cuando no se puede prescindir de los hidrocarburos ni de la energía nuclear, frente al largo plazo, cuando es probable se haya avanzado en la transición energética de la economía verde y su Gran Reset globalista que abomina las soberanías y oculta el control/comando geoestratégico del Olimpo de la energía global y/o espacial con sus nuevos Prometeos de pacotilla.
El anglosajón Elon Musk, el hombre más rico de la Vía Láctea –268 mil millones de dólares (casi cinco veces el PIB de México)–, advierte que su civilización colapsará sin el petróleo y el gas a corto plazo (¡megasic!). Aquí el lapso clave es el “corto plazo (https://bit.ly/3qwyYDf)”. En una conferencia en Noruega, Musk sugirió que la transición a las fuentes de energía verde tomará décadas y reclamó mayor generación de energía nuclear, ya que las plantas atómicas son las más rápidas para producir energía cuando las soluciones de energía sustentable simplemente no pueden reaccionar instantáneamente para lidiar con la carestía del abasto del gas ruso. Musk exclamó que vamos a necesitar quemar combustibles fósiles durante largo (sic) tiempo y se declaró contra demonizar a la industria del gas y el petróleo.
Dejo de lado la muy polémica definición anglosajona de civilización –con su dolorosa carga del hombre blanco a cuestas– que colisiona con la semiótica de China, India, el mundo islámico y hasta la cristiandad ortodoxa de la etnia eslava. Tampoco explotaré la indeleble definición del escritor irlandés Oscar Wilde, quien comentó ácidamente de que “EU había pasado de la barbarie a la decadencia sin haber conocido la civilización.
Ahora hasta el megaespeculador globalista, copartícipe en el proyecto esclavista del Gran Reset , perora sobre su barbárica civilización. Transiciones energéticas siempre han existido desde que el mítico Prometeo hurtó el fuego a los dioses del Olimpo por lo que fue encadenado en el Cáucaso. Con el avance azorante de la tecnología, algún día otro Prometeo descubrirá la energía ilimitada.
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Líder comunista ruso pide “movilización general” para “guerra” en Ucrania
Una iglesia destruida en la región de Donietsk, en Ucrania. Foto Afp
El presidente Volodymyr Zelenskiy pidió a Occidente apresurar las entregas de sistemas de armas mientras las tropas ucranias avanzan para consolidar su control sobre una gran parte del territorio nororiental. Vía Graphic News
Las fuerzas ucranias lograron avances de territorio en el noreste del país; Rusia sufre su más seria derrota militar desde que sus tropas fueron rechazadas de la capital de Kiev en la primavera. Vía Graphic News
Una iglesia destruida en la región de Donietsk, en Ucrania. Foto Afp
Moscú. El monótono reporte cotidiano de éxitos militares que hizo este martes el vocero del ministerio de Defensa ruso, general Igor Konashenkov, no convenció ni a los seguidores más leales del Kremlin como son los diputados de la Duma, subordinada por completo al Ejecutivo, donde el líder del partido comunista, Gennadi Ziuganov, segunda bancada formalmente de oposición tolerada, pidió una “movilización general” para poder ganar –afirmó sin temer las consecuencias por pronunciar la palabra prohibida– “esta guerra” que, en su opinión, “no es ninguna operación militar especial”.
El portavoz de la presidencia rusa, Dimitri Peskov, no tardó en rechazar la petición de Ziuganov al subrayar que “no habrá un llamado a filas” de todos los rusos de entre 18 y 60 años de edad, que es algo que preocupa mucho en esta sociedad –a la que las autoridades han hecho creer que lo que ocurre del otro lado de la frontera es “una operación militar especial” para “desmilitarizar” y “desnazificar” Ucrania– y que, de llevarse a cabo, podría derivar en un imprevisible estallido de protesta contra el presidente Vladimir Putin.
Ziuganov le preguntó a sus compañeros legisladores: “¿En qué se diferencia una operación militar especial de una guerra? En que es posible detener la operación militar en cualquier momento, a diferencia de una guerra, que no puedes detenerla cuando quieras y termina en victoria o en derrota”.
Y añadió sin pelos en la lengua: “Hay una guerra y no tenemos derecho a perderla. Necesitamos una movilización general en el país, necesitamos leyes completamente diferentes”.
El presidente Volodymyr Zelenskiy pidió a Occidente apresurar las entregas de sistemas de armas mientras las tropas ucranias avanzan para consolidar su control sobre una gran parte del territorio nororiental. Vía Graphic News .
Peskov dijo a la prensa que lo dicho por Ziuganov es una muestra de “pluralismo” en Rusia, al tiempo que las agencias noticiosas del Estado informaron –tal vez para escarmiento de todos los inconformes– que la policía detuvo a un ciudadano que, al votar en las elecciones municipales del domingo pasado, escribió en su boleta ¡No a la guerra!
El inamovible dirigente comunista desde hace 29 años se sumó a las voces nacionalistas y belicistas que reaccionaron con indignación cuando el sábado anterior el ministerio de Defensa anunció un “reagrupamiento ordenado” de las tropas que tenía en la región ucrania de Járkov, repliegue que no dudaron en calificar de “desastre imperdonable”, que acabó con el llamado “frente de Izium” en el estratégico flanco norte.
Ante las imágenes que circulan en redes sociales de soldados hechos prisioneros o muertos, así como de numerosos tanques, cañones, unidades de misiles, depósitos de proyectiles destruidos o abandonados intactos en lo que tiene todos los visos de caótica huida para evitar que el ejército ucranio cerrara el cerco, Vladimir Soloviov, el más belicista de los conductores de programas de debates, en realidad monólogos contra el “régimen nazi” de Ucrania, llegó a decir que “varios generales” rusos, por ineptos, merecen “ser fusilados”.
En la televisión pública rusa, principal escaparate de la propaganda oficial, se exigió el cese inmediato de los responsables militares y de los asesores políticos que, coinciden en señalar los habituales participantes, “engañaron al presidente Vladimir Putin” haciéndole creer que la campaña en Ucrania sería un paseo y acabaría en dos o tres días al caer Kiev, como se suponía, a fines de febrero anterior.
Al fracasar entonces el plan de “guerra relámpago” se intentó vender que el Kremlin ordenó a su ejército no intentar el asalto de Kiev como “gesto de buena voluntad” y ahora son cada vez menos los que creen la explicación castrense del “repliegue para concentrar fuerzas y liberar el Donbás”.
Pero las presiones a Putin vienen no sólo de quienes consideran que Ucrania no debe existir como Estado. Aunque la diezmada oposición tiene vedado participar en todas las elecciones, excluidos sus activistas bajo cualquier pretexto, encarceladas las figuras más visibles por “desacreditar el ejército” y obligados sus líderes al exilio, al día de hoy ya son más de 80 diputados municipales (el nivel más bajo del Legislativo) de Moscú, San Petersburgo, Samara, Novgorod y otras ciudades los que solicitaron a sus colegas de la Duma federal “considerar la posibilidad, con apego a la Constitución, de iniciar el procedimiento para destituir al presidente Vladimir Putin”.
En un texto que hicieron público, a pesar del riesgo que implica el simbólico gesto que será rechazado por una Cámara baja mayoritariamente oficialista, acusan al titular del Kremlin de “alta traición” por “poner en riesgo la seguridad de Rusia al provocar la adhesión de más países a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y el rearme de Ucrania”. Los cinco diputados que promovieron la iniciativa serán juzgados por una corte de San Petersburgo bajo el cargo de “desacreditar al presidente”.
En apoyo a sus colegas, Ksenia Torstrem, otra diputada municipal de San Petersburgo, publicó en Internet una petición lacónica que dice: “Nosotros, diputados municipales de Rusia, consideramos que la gestión de Vladimir Putin causa daño al futuro de Rusia y sus ciudadanos. Exigimos su cese como presidente de Rusia”. Ya lleva 47 firmas.
En ese contexto, el presidente sigue empeñado en que “Rusia no ha perdido nada ni perderá nada” en Ucrania y, el día que Moscú cumplía 875 años desde su fundación, prefirió el sábado anterior, en lugar de hacer como comandante en jefe de las fuerzas armadas algún comentario sobre el repliegue en Jarkov, cortar el listón en la inauguración de la rueda de la fortuna más grande de Europa, que un día después –dicho sea de paso– se echó a perder y todavía está sin funcionar.
Los miembros del entorno presidencial, los más cercanos a Putin, están convencidos de que su jefe debe sentarse a negociar sólo cuando Ucrania acepte todas las condiciones de Rusia.
Dimitri Medvediev, ahora vicesecretario del Consejo de Seguridad de Rusia, lo reiteró el lunes en su canal de Telegram: “Un tal (Volodymir) Zelensky (presidente de Ucrania) dijo que no va a dialogar con nadie que plantee ultimatos. Los actuales ‘ultimatos’ son cosa de niños frente a exigencias futuras. Y él las conoce: la capitulación completa del régimen de Kiev bajo las condiciones que fije Rusia”.
Este tipo de declaraciones no infunden optimismo de que puedan fructificar los esfuerzos del presidente de Turquía, Recep Tayyib Erdogan, para organizar en Estambul un encuentro cara a cara de Putin y Zelensky, que piensa proponer a su colega ruso dentro de dos días en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái en la ciudad uzbeka de Samarkanda, según filtró su oficina a la prensa turca.