sábado, 13 de abril de 2024

Palestina y la receta del doctor Fanon.

Maciek Wisniewski
1. La guerra a Palestina, bien dice Rashid Khalidi, es una guerra librada en varias etapas desde 1917 contra su población indígena por grandes potencias imperiales patrocinadoras del sionismo –el movimiento a la vez colonialista y nacionalista− a fin de remplazar al pueblo palestino en su patria ancestral. Sin este marco histórico no se entiende lo que pasó el 7 de octubre (ni a su violento impulso liberador) ni qué pasó después: la extrema violencia de los métodos coloniales europeos empleados por el sionismo para transformar Palestina en la tierra de Israel (bit.ly/3vNLKDp). Sólo en una perspectiva orientalista (Said) los palestinos son un pueblo sin historia, y sólo en ella su resistencia al colonialismo, ocupación militar y violencia es terrorista y antisemita.
2. Un buen ejemplo de distorsión así fue en los meses pasados una serie de textos proisraelíes que culpaban a las controvertidas teorías de Frantz Fanon −el siquiatra revolucionario y teórico anticolonial, vocero del FLN argelino, autor de Los condenados de la tierra (1961), donde aseguraba que la descolonización es siempre un fenómeno violento, y que fue reivindicado, en efecto, por algunos comentaristas y activistas que querían dar sentido al ataque de Hamas− por justificar la violencia y ángulo exterminatorio de los palestinos (sic) (bit.ly/3Wa9k8r). Otra de tantas caricaturas de Fanon. Otra de tantas caricaturas de la lucha palestina.
3. Pero cuando Hamid Dabashi, el profesor de la Universidad de Columbia ( alma mater de Said) al criticar uno de estos textos metió en el mismo saco a Adam Shatz y su nueva biografía de Fanon por querer pacificarlo mediante la especulación sobre una frase francesa (o más bien, sobre su traducción inglesa en una popular edición), una curiosidad académica que, igual tenía razón, es irrelevante para los palestinos que mueren en la lluvia de balas y bombas israelíes (bit.ly/49uEsCc), algo sonó off.
4. Shatz, en efecto, fue citado en aquel texto, pero esta no es su posición. Su biografía, La clínica de un rebelde (2024), no sólo hace buen trabajo reconstruyendo el pensamiento anticolonial de Fanon y la totalidad de él mismo, un autor notoriamente fragmentando, entendido y malentendido a través de sus aforismos (p. 355-395), sino que deja buenas pistas para ir pensando desde su legado sobre la lucha palestina.
5. Su autor traza, por ejemplo, una incómoda analogía entre Herzl, el padre del sionismo, y Louis Bertrand, el ideólogo de la Argelia francesa, para ver cómo ambos proyectos coloniales presentaban a colonos como verdaderos nativos (p. 127) y, después del 7 de octubre, apuntó oportunamente al olvidado levantamiento de Philippeville (1955), en el que los argelinos masacraron a 123 colonos ( pieds-noirs) −algo que a su vez hizo que el ejército francés asesinara hasta a 10 mil argelinos−, como una analogía al ataque de Hamas para pensarlo no como orgía de violencia, sino fruto del colonialismo.
6. Dabashi tenía razón al sostener que los prosionistas que querían asegurarse de que la liberación nacional palestina no tenga derechos sobre uno de los pensadores revolucionarios más potentes recurrieron a Shatz y su cuestionamiento (en una nota de pie) de la traducción de uno los pasajes de Los condenados… que no debería hablar de las bondades purificadoras de la violencia que “libera al nativo de su complejo de inferioridad y de su desesperación e inacción (…)” (p. 62), sino apenas desintoxicadoras, pero ése es el objetivo de ellos, no de él.
7. No es ninguna pista falsa para predicar la no violencia a los palestinos o pintar la violencia de su resistencia como terrorista, sino el afán de Shatz de reconstruir con más rigor la praxis siquiátrica de Fanon −así, la elección de una palabra más clínica en francés indicaba la superación de un estado de embriaguez inducido por la subyugación colonial (p. 181)−, algo que éste logra mucho mejor que otros biógrafos de Fanon, como David Macey o Peter Hudis.
8. El mismo Shatz bien recuerda que Los condenados… se difundió por el mundo pocos años de su aparición y fue leído en español por guerrilleros latinoamericanos en una traducción encargada por el Che; en inglés, por los rebeldes del ANC en Sudáfrica; en portugués, por combatientes anticoloniales en Angola, Guinea-Bissau y Mozambique; en farsi por marxistas iraníes y revolucionarios islámicos; y en árabe, por fedayines palestinos en campos de entrenamiento en Jordania, Líbano y Siria (p. 358). Hasta en mi versión polaca de 1985 se habla de desintoxicación.
9. Sólo en la imaginación de los prosionistas un mal traducido pasaje en inglés es la fuente de la violencia palestina y algo que les permite ocultar lo obvio: la violencia colonial y sistemática de Israel. Además es únicamente un detalle en una metódica reconstrucción de Fanon como médico y como militante que sí promovía la violencia −el colonizado no tiene de otra− pero buscaba también la curación, algo que queda claro sólo si se lo ve y lee en su totalidad (estos dos enfoques están literalmente en el primer y en el último capítulo de Los condenados…), pasando por alto fragmentaciones y distorsiones (el prólogo de Sartre incluido).
10. Una de las recetas de Fanon −y eso está en Shatz− era convertir la violencia vengativa en violencia liberadora y revolucionaria. Cómo hacerlo en la Palestina de hoy es una gran pregunta a la que Haidar Eid, leyendo también a Fanon, en un libro escrito en medio del genocidio en Gaza (bit.ly/3TYJLV2) responde abogando a retornar al anticolonialismo y abandonar a Oslo, que permitió que la colonización avanzara y abrió la puerta a la masacre de hoy. Pocos le hicieron caso a Said cuando lo advertía hace 30 años.

Embajada, universidad y autonomía
Hugo Aboites*
Apenas semanas después de que se supo que Israel había bombardeado un consulado de Irán para asesinar a un general considerado enemigo clave, el actual presidente de Ecuador ordenó un violento ataque de fuerzas bien armadas en contra de la embajada de México. Consiguió así capturar al asilado antiguo vicepresidente del anterior gobierno de ese país. Sin proponérselo y a pesar de estar tan lejos geográficamente, ambos gobiernos coincidieron en la tesis de que era perfectamente válido irrumpir violentamente en espacios diplomáticos y hacerse justicia. El resultado es que ahora en Medio Oriente y en Latinoamérica, ambos gobiernos tienen la desaprobación generalizada de la región (y del mundo) y que, además, cargan con el desprestigio y el obstáculo que esto acarrea para el logro de sus propios objetivos. En el caso de Ecuador, si se quiere ahora enjuiciar al funcionario secuestrado, eso será fincado en una irregularidad de origen. Y en el caso de Israel, lo hecho contribuye aún más al desprestigio que le ha traído su belicosidad extrema y cruel y la arrogancia de actuar sin más límite que su propio cálculo y conveniencia. A tal punto que otra vez aparece la reflexión sobre cómo y por qué a Israel se le concede un estatus tan especial que le permite impunidad total respecto de acciones bélicas contra civiles y ahora también contra embajadas. Norman Finkelstein –judío él mismo– ya hace tiempo analizaba este punto y decía que el Holocausto se había convertido en una próspera industria para financiar, apoyar políticamente y justificar la belicosidad israelí. Y eso explicaría la postura aquiescente de Europa y Estados Unidos. El Holocausto es un ejemplo –dice– de cómo se ha venido explotando el sufrimiento judío para mantener esa excepcionalidad ( The Holocaust Industry: Reflexions on the Exploitation of Jewish Suffering. En español en Ediciones Acal, España, 2011).
Y esto es importante señalarlo porque un contexto de permisividad siempre autoriza a pensar en acciones que de otra manera ni siquiera se pondrían a consideración. Como se ha dicho, esta no fue una práctica de los dictadores latinoamericanos. Por eso, si en el Medio Oriente el ataque al consulado iraní viene incentivar el escalamiento del conflicto, es decir, el precio de sangre y sufrimiento palestino, ahora en América Latina ya nos deja un antecedente inédito y preocupante. Con Ecuador, la extrema derecha latinoamericana converge ahora con Israel en una ruta irresponsable y riesgosa.
Pero el problema es mayor. Las acciones de esos dos gobiernos significan la crisis del principio de inviolabilidad y, agravado, con el uso de violencia extrema (artículo 30 de la Convención de Viena). Quedan así desprotegidos espacios destinados a jugar un papel muy importante en la pacificación y resolución de conflictos entre países. El que ahí mismo, en el territorio, esté la representación de otra nación hace posible el tratamiento inmediato, directo y de alto nivel de cualquier circunstancia o querella. Si, por el contrario, se da la eliminación violenta de estos espacios, se envía una señal muy negativa que contribuye a la continuación y agravamiento de los conflictos. Es poner en peligro, por otro lado, la importante tradición de la creación de espacios de refugio y preservación del pensamiento. Ya en el siglo primero de nuestra era existía la práctica del santuario, que significaba abrir las puertas de las iglesias a los perseguidos por el poder atrabiliario del monarca. Y sucedía también en ocasiones que desde ahí se elaboraba un discurso crítico de la corrupción y del uso del poder que ejercía el príncipe reinante.
Mucho más recientemente, en los años 70 en Estados Unidos, las llamadas ciudades santuario tenían cabildos que habían decidido prohibir el almacenamiento dentro de los límites municipales de armas químicas, nucleares o biológicas. Igual, poco más tarde, otras urbes rechazaban que en sus calles la federal persiguiera a las y los indocumentados. Más importante aún, en América Latina, por otra parte, las luchas comunitarias indígenas y universitarias del siglo XX sirvieron para establecer espacios y hacer que ciudadanos y millones de jóvenes apreciaran el valor de la participación directa en la conducción de sus comunidades y que en la educación superior pudieran darse sus propias autoridades, sus reglamentos y que su visión y esperanza del mundo que querían construir se concretara en planes y programas de estudio e investigación. Autonomía, gobierno propio, carácter público e inviolabilidad territorial en el fondo, aunque Israel, bombardeando universidades, es la antítesis de estos planteamientos. Pero también bajo esta luz se ve grave que el gobierno mexicano, el actual y el que viene, no tengan como prioridad recuperar la pérdida que para el país ha significado que ya sólo una minoría de jóvenes construya su vida y su profesión en una universidad autónoma y pública.
* UAM-X

Cumple un año la guerra en Sudán; sufren 48 millones de habitantes, expone la ONU
▲ Niños sudaneses que sufren desnutrición son tratados en una clínica de Médicos sin Fronteras en el campamento de Metche, en Chad, cerca de la frontera con Sudán.Foto Ap
Afp, Prensa Latina, Europa Press y Reuters
Periódico La Jornada   Sábado 13 de abril de 2024, p. 22
Port Sudan., El sufrimiento silencioso de Sudán tras un año de guerra olvidada: con millones de desplazados, infraestructuras arrasadas y un acuciante riesgo de hambruna, se extienden por ese país, advirtieron ayer distintos organismos.
El conflicto comenzó el 15 de abril de 2023, entre el jefe del ejército, Abdel Fatah al Burhan, y su otrora número dos, Mohamed Hamdan Daglo, al frente de los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR). Ambos fueron aliados y trabajaron para derrocar al presidente Omar al Bashir en 2019, y desempeñaron un papel fundamental en el golpe militar de 2021.
Sin embargo, las tensiones surgieron durante las negociaciones sobre la cadena de mando, luego de integrar las FAR al ejército, como parte de la restauración de un gobierno civil.
Desesperadamente necesitamos el fin del conflicto, expuso Michael Dunford, director regional del Programa Mundial de Alimentos en el este de África, en una rueda de prensa en la sede de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Desde que empezó la guerra, miles de personas fueron asesinadas; en una sola localidad en la región de Darfur occidental murieron al menos 15 mil personas, indicaron organismos.
De las decenas de grupos no gubernamentales que trabajaban en el país, casi no queda ninguno, señaló Christos Christou, presidente de Médicos sin Fronteras (MSF).
El mundo continúa mirando hacia otro lado, denunció Will Carter, director para Sudán del Consejo Noruego para los Refugiados, una de las pocas organizaciones, junto a MSF, que mantienen sus operaciones. El aniversario de la guerra es un hito de la vergüenza, consideró Carter, para quien la comunidad internacional ha permitido que la catástrofe empeore.
Más de la mitad de los 48 millones de habitantes sudaneses precisan de auxilio humanitario ante la que puede convertirse en la peor crisis de hambre del mundo.
Quiero hablar de la falta de cuidado, de atención, que el mundo ha prestado a Sudán, señaló en la ONU la representante de Estados Unidos, Linda Thomas-Greenfield. Apenas cinco años después de una revolución que ofreció un atisbo de un Sudán libre, pacífico y democrático, la gente está perdiendo la esperanza, declaró a la prensa.
La diplomática estadunidense también criticó a ambos bandos por socavar de forma sistemática la labor de los trabajadores humanitarios, incluso a impedir el flujo de ayuda desde Chad.
En este balance, destacó los informes sobre los crímenes de las FAR, entre los que hay asesinatos en masa, niñas vendidas como esclavas sexuales, niños convertidos en soldados, zonas urbanas destruidas por armas de guerra y pueblos enteros reducidos a cenizas, razón por la que insta a dejar de enviar armas al país.
La Unión Europea espera que la conferencia de donantes para Sudán, que organizó para el próximo lunes, en París, logre movilizar más fondos para el país, una reunión criticada por el gobierno sudanés encabezado por Al Burhan, ya que no fue invitado a participar.
El también líder de las fuerzas armadas asegura que la ausencia de sus representantes sólo consigue equiparar al ejército con los paramilitares.
A un año del conflicto, Filippo Grandi, alto comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur), afirmó que la crisis humanitaria en Sudán podría empujar a sus habitantes a dirigirse a Europa si no se proporciona ayuda humanitaria adecuada.