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Europa Press
30 de julio de 2025 08:56
Madrid. El volcán Kliuchevskoi, situado en la península rusa de Kamchatka, ha entrado este miércoles en erupción tras el fuerte terremoto de magnitud 8.8 en la escala Richter registrado horas antes frente a la costa del país y que ha provocado la alerta generalizada de tsunami en numerosos países del Pacífico.
El Servicio Geofísico de Rusia ha indicado en un mensaje en su cuenta de Telegram que la erupción "ya ha comenzado" tras el que ha sido uno de los sismos más fuertes de la historia.
El estratovolcán es uno de los mayores volcanes activos de Eurasia y consta de un cono con un cráter de unos 700 kilómetros de diámetro, si bien cuenta con otros 80 cráteres explosivos secundarios y conos de ceniza a lo largo de sus ladera. Se encuentra situado a unos 30 kilómetros de la localidad de Kliuchi, en el distrito de Ust-Kamchatski, donde residen unas 4 mil 500 personas.
Europa Press
30 de julio de 2025 08:56
Madrid. El volcán Kliuchevskoi, situado en la península rusa de Kamchatka, ha entrado este miércoles en erupción tras el fuerte terremoto de magnitud 8.8 en la escala Richter registrado horas antes frente a la costa del país y que ha provocado la alerta generalizada de tsunami en numerosos países del Pacífico.
El Servicio Geofísico de Rusia ha indicado en un mensaje en su cuenta de Telegram que la erupción "ya ha comenzado" tras el que ha sido uno de los sismos más fuertes de la historia.
El estratovolcán es uno de los mayores volcanes activos de Eurasia y consta de un cono con un cráter de unos 700 kilómetros de diámetro, si bien cuenta con otros 80 cráteres explosivos secundarios y conos de ceniza a lo largo de sus ladera. Se encuentra situado a unos 30 kilómetros de la localidad de Kliuchi, en el distrito de Ust-Kamchatski, donde residen unas 4 mil 500 personas.
La tiranía de las naciones pantalla
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Rosa Miriam Elizalde
31 de julio de 2025 00:03
En La tiranía de las naciones pantalla (Akal, 2025) el periodista andaluz Juan Carlos Blanco lanza una advertencia tan lúcida como inquietante: ya no somos gobernados por los estados, sino por plataformas digitales que han concentrado un poder económico, cultural y político que eclipsa al de muchas naciones y transforman a los ciudadanos en piezas de un experimento social a escala planetaria.
Con estilo sereno y seductor, el ensayo parte de una perplejidad fundamental: ¿cómo es posible que la adicción masiva a los teléfonos móviles no ocupe un lugar central en el debate público? Para explicar por qué la droga es la pantalla, Blanco nos ofrece una cartografía del tsunami tecnológico que ha arrasado las dos últimas décadas, protagonizado por corporaciones como Google (Alphabet), Meta (Facebook e Instagram), Amazon, Apple, Microsoft o X (antes Twitter). Unos pocos monopolios han asumido competencias tradicionalmente estatales sin haber sido jamás refrendadas por la voluntad democrática ni sometidas a mecanismos de rendición de cuentas.
Estas “naciones pantalla”, como las denomina el autor, deciden qué puede circular y qué debe ser silenciado en sus dominios digitales, mientras amplifican ciertos discursos y suprimen otros mediante algoritmos opacos e inapelables. No recaudan impuestos, pero imponen comisiones, tarifas o bloqueos que configuran un sistema cerrado, sin competencia ni supervisión. Espían, segmentan, penalizan y, en ocasiones, colaboran con actores políticos, como evidenció el escándalo de Cambridge Analytica, que dejó al descubierto la manipulación electoral orquestada desde el uso y abuso de los datos personales.
Han llegado incluso a sustituir funciones estatales: Google conoce mejor el estado del tráfico que la propia policía; Amazon resuelve disputas comerciales con más eficacia que muchas oficinas públicas, y Meta es capaz de orientar el debate político con mayor impacto que cualquier medio tradicional.
Blanco compara estas megacorporaciones con los viejos pulpos coloniales –la Compañía Holandesa de las Indias Orientales o la United Fruit Company– que ejercían un control fáctico sobre vastos territorios. Hoy la dominación se proyecta sobre ecosistemas digitales que condicionan la vida cotidiana de miles de millones de personas. Cada pantalla deviene en frontera invisible, y cada usuario, un súbdito voluntario que entrega soberanía a cambio de entretenimiento, comodidad o conexión permanentes.
Este inmenso poder opera sin contrapesos efectivos. Las naciones pantalla no rinden cuentas ante parlamentos, tribunales ni constituciones. Cuando violan nuestra privacidad, fomentan el odio o abusan de su posición dominante, raramente enfrentan consecuencias reales: las sanciones, como las aplicadas por la Unión Europea, son para estas empresas simples costos operativos. Su influencia es tal que pueden torcer políticas públicas, moldear imaginarios colectivos y alterar el curso de unas elecciones.
El autor identifica cinco consecuencias o “pecados capitales” de este nuevo régimen. La primera es la vulneración sistemática de la privacidad: hemos cedido nuestros datos más íntimos a cambio de servicios aparentemente gratuitos, sin calibrar las implicaciones de tal cesión. La segunda, la fragmentación de nuestra atención, capturada por diseños digitales concebidos para retenernos mediante estímulos adictivos.
Le sigue la proliferación deliberada de la desinformación: no un fallo del sistema, sino un engranaje esencial de un modelo que monetiza la polarización. A ello se suma el derrumbe del periodismo tradicional, arrastrado por la lógica del SEO y la precariedad digital. Finalmente, la devastación del pequeño comercio, barrido por plataformas que imponen precios ínfimos y condiciones laborales cada vez más degradadas en nombre de la eficiencia.
Parte especialmente valiosa del libro es la que recoge las voces críticas desde dentro del sistema. El caso de Tristan Harris, ex diseñador de Google, o de Jeff Hammerbacher, ex directivo de Facebook, revela que aun algunos de los cerebros que diseñaron estos sistemas reconocen hoy su dimensión tóxica. “Es deprimente que las mejores mentes de mi generación estén pensando en cómo lograr que la gente haga clic en anuncios”, llega a decir Hammerbacher. El propio Harris compara los centros de control de Google con salas de mando conductual sobre mil millones de personas. Son los “arrepentidos de Silicon Valley”, figuras claves para comprender que el problema no es tecnológico, sino moral, político y estructural.
Sin caer en el rechazo simplista de la tecnología, Blanco reconoce los beneficios que ha traído en la medicina, la educación o el acceso al conocimiento. Pero advierte que esos avances no deben servir de coartada para naturalizar la subordinación. Frente al embrujo tecnolibertario, promueve una ciudadanía crítica, activa y organizada, capaz de recuperar el control sobre su vida. Y exige, desde lo político, marcos regulatorios e instituciones que pongan límites a la concentración de poder de estas corporaciones.
La tiranía de las naciones pantalla (https:// acortar.link/ZrdASx) es un llamado urgente a la acción. Juan Carlos Blanco propone romper el hechizo de la pasividad, desmontar el relato de la inevitabilidad tecnológica y reivindicar un horizonte en el que las herramientas digitales estén al servicio de los seres humanos, no al revés. No se trata de apagar las pantallas, sino de dejar de vivir arrodillados ante ellas.
"Zar fronterizo" reitera que Trump "aniquilará" a cárteles mexicanos
Tom Homan aseguró que las organizaciones criminales están sufriendo pérdidas económicas considerables debido al reforzamiento de la seguridad en la frontera sur.
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la redacción
30 de julio de 2025 20:35
El “zar fronterizo”, Tom Homan, reiteró ayer que la administración Trump “va a borrar de la faz de la Tierra” a los cárteles mexicanos y aseguró que las organizaciones criminales están sufriendo pérdidas económicas considerables debido al reforzamiento de la seguridad en la frontera sur, jactándose de que está cumpliendo su promesa de “no sólo hacer más seguro a EU, sino también México”.
Durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca, Homan señaló que, a diferencia de administraciones anteriores, los agentes de la Patrulla Fronteriza y del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) trabajan de manera coordinada y efectiva para contener el cruce ilegal de personas, drogas y armas.
Atribuyó el descenso en las incautaciones de fentanilo, más del 50 por ciento, a que “todos los agentes están ahora en la línea, vigilantes, no cambiando pañales ni trasladando personas a hospitales”. Según afirmó, esta presencia operativa debilitó significativamente a los cárteles, que anteriormente, bajo la administración del ex presidente demócrata, Joe Biden, habían registrado ingresos récord por narcotráfico.
El funcionario defendió el uso de órdenes ejecutivas por parte del presidente Trump para implementar medidas que, según él, otorgaron a Estados Unidos “la frontera más segura en su historia”. Insistió en que por primera vez el país estaría cerca de alcanzar un “control operativo total” de la frontera sur.
Homan sostuvo que la seguridad fronteriza no puede entenderse sin una aplicación estricta de la ley migratoria en el interior del país. “No se puede tener seguridad nacional sin seguridad fronteriza, y no se puede tener seguridad fronteriza sin aplicación de la ley interior”, declaró.
Respecto a las relaciones con México, evitó opinar sobre temas económicos como los aranceles, aunque destacó que el fortalecimiento de la seguridad fronteriza benefició a ambos países al debilitar a las organizaciones criminales.
“La mayoría de las reclamaciones de asilo son rechazadas y reciben órdenes de remoción”, añadió Homan. Enfatizó que no hacer cumplir estas órdenes significaría, en su opinión, invalidar el sistema judicial migratorio. “Si no las ejecutamos, ¿qué sentido tiene? Es como si la orden del juez no significará nada”, concluyó.
Homan agregó que el 70 por ciento de los detenidos por ICE en las últimas 24 horas fueron identificados como delincuentes, mientras que el 30 por ciento restante incluía casos con órdenes de deportación emitidas por jueces, amenazas a la seguridad nacional o miembros de pandillas.
También criticó las políticas de “ciudades santuario”, y señaló que impedían a ICE arrestar a personas con antecedentes directamente en las cárceles, lo que obligaba a los agentes a detenerlas en sus comunidades, muchas veces acompañadas de otros inmigrantes indocumentados.