jueves, 11 de septiembre de 2025

El ruido y la furia.

El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio en conferencia sobre su visita a México, el 03 de septiembre de 2025. Foto Cristina Rodríguez  Foto autor
Rosa Miriam Elizalde
11 de septiembre de 2025 00:01
Nunca ha sido más actual Shakespeare que ahora. La célebre frase de Macbeth –“La vida es una sombra... una historia contada por un idiota, llena de ruido y furia, que nada significa”– parece referirse a la situación que ha creado Donald Trump en el Caribe.
Empeñada en enturbiar la realidad, la administración republicana ha fabricado un escenario de guerra preventiva que ilumina las aguas del Caribe con cazas F-35 y buques de guerra, pero oscurece la legalidad, la cooperación internacional y las verdaderas causas del crimen organizado que dice combatir.
Algunos medios estadunidenses han descrito este escenario como ejemplo de “militarismo performativo”: un despliegue concebido menos como estrategia racional de seguridad que como espectáculo diseñado para exhibir fuerza y alimentar titulares. Esta lógica ya se había visto en ciudades como Los Ángeles o Washington, donde se enviaron tropas contra la voluntad de las autoridades locales, y ahora se reproduce en el Caribe bajo el pretexto de la lucha contra el narcotráfico.
Washington movilizó destructores, un submarino nuclear y miles de marines en la región. El 2 de septiembre, un bombardeo contra una lanchita atribuida al Tren de Aragua –con 11 muertos– marcó la primera acción militar directa de Estados Unidos en América Latina desde Panamá en 1989. Sin aval multilateral ni pruebas concluyentes, el supuesto episodio muestra cómo la retórica del “narcoterrorismo” –que equipara narcotráfico y terrorismo global– se ha convertido en un recurso letal dentro de la nueva dinámica entre guerra y soberanía, inaugurando una etapa de tensiones hemisféricas reforzadas.
En el centro de esta narrativa se encuentra Marco Rubio, verdadero arquitecto de la agenda belicista. Desde hace años, el senador de familia cubana mezcla narcotráfico, terrorismo y regímenes incómodos para Estados Unidos en un mismo discurso. Bajo su impulso, organizaciones criminales han sido catalogadas de “narcoterroristas”, abriendo resquicios “legales” para la intervención militar y alineando la política exterior de Estados Unidos con los sectores más duros de la emigración cubana y venezolana en la Florida. Rubio ha convertido el Caribe en laboratorio de su proyecto: subordinar la región a Washington, debilitar la autonomía estatal y normalizar la confrontación como forma de relación hemisférica.
La función de Donald Trump en este engranaje es darle formato de espectáculo. Ha hecho de la política exterior un guion para titulares inmediatos: renombrar simbólicamente el Departamento de Defensa como “Departamento de Guerra”, desplegar cazas supersónicos sobre Puerto Rico, amenazar con derribar aviones venezolanos y ofrecer recompensas millonarias por la captura de Nicolás Maduro. Todo ello compone una puesta en escena destinada a proyectar dureza y control, aunque en realidad genera incertidumbre y desestabilización.
De ahí que la prensa estadunidense hable de “militarismo performativo”. No es un plan estratégico coherente, sino un gesto escénico que confunde forma con eficacia: demostrar fuerza para consumo interno, producir imágenes altisonantes y ocupar la agenda mediática. The Washington Post y Reuters han señalado que estas operaciones se ejecutan con fundamentos legales difusos, pruebas débiles y consecuencias diplomáticas imprevisibles.
Las repercusiones en el Caribe son inmediatas. La región, cuyo PIB depende en 30 por ciento del turismo, según la Organización Mundial del Turismo (2024), enfrenta un descenso de la confianza de los visitantes por la presencia militar y los titulares de violencia. El comercio marítimo, vital para economías insulares como Jamaica o Barbados, se ve amenazado por la interrupción de rutas. Además, el desvío del narcotráfico, como ya ocurrió en el Pacífico en 2023, podría intensificar la violencia en países como República Dominicana, donde los homicidios vinculados al crimen organizado crecieron 15 por ciento el último año, según el Observatorio de Seguridad Ciudadana.
En Caracas, la respuesta fue la movilización de tropas y la denuncia de un intento de cambio de régimen, mientras en el resto de la región crece la inquietud por el futuro. Los halcones han disimulado mal sus verdaderas intenciones. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, dijo a Axios que el ataque contra la lanchita de supuesto narcotráfico fue sólo el comienzo de una misión mayor y, aunque negó que Trump estuviera buscando una intervención directa en Venezuela, también insinuó que “no les preocuparía que Maduro cayera”.
Lo que deja tras de sí este espectáculo no es seguridad ni justicia, sino un Caribe más frágil: atrapado en la agenda belicista de Rubio, en el circo mediático de Trump y en un guion que privilegia la imagen sobre la realidad. Una historia contada por idiotas, llena de ruido y furia, que nada significa.

¿Invasión a Venezuela o cortina de humo?
Buque lanzamisiles USS Jason Dunham, desplegado en el Caribe frente a las costas venezolanas. 
Foto Wikimedia Commons   Foto autor
Miguel Tinker Salas y Víctor Silverman*
11 de septiembre de 2025 00:03
La presencia de destructores armados con misiles, portaaviones con miles de soldados, submarinos nucleares en el mar Caribe, aviones F-35 en Puerto Rico, la presencia de helicópteros y soldados en Panamá, y el aumento de una recompensa por la captura del presidente Nicolás Maduro han despertado el temor de una acción militar de Estados Unidos contra Venezuela. 
Bajo el pretexto de interceptar el tráfico de drogas, el gobierno del presidente Donald Trump asume una actitud bélica hacia Venezuela. Aun cuando la mayoría del tráfico de drogas ocurre en el Pacifico,
Trump anuncia que le ha dado “luz verde” al ejército para atacar a cualquier agrupación que su gobierno unilateralmente denomina como “narcoterrorista”. 
Sin ofrecer la más mínima prueba, el 2 de septiembre militares de Estados Unidos asumieron el papel de juez, jurado y verdugo cuando lanzaron un misil y ejecutaron a 11 venezolanos a bordo de una lancha que supuestamente “representaban una amenaza a la seguridad” aunque estaba a miles de kilómetros de Estados Unidos. Los asesinatos representan un despliegue brutal del poder estadunidense. 
Esto no es la primera vez que Trump apoya estas acciones. En su primer gobierno, el secretario de Defensa, Mark Esper, reportó que Trump propuso lanzar misiles contra México para destruir laboratorios donde supuestamente se producía fentanilo. Antes de Trump, tanto Obama como otros presidentes mantenían una kill list (lista para asesinar) de personas denominadas terroristas, que incluía tanto a ciudadanos como a extranjeros, aunque supuestamente su muerte sería el último recurso. 
¿Cuál es el objetivo de Trump, más allá de impulsar lo que ahora llama su nuevo Departamento de Guerra y su supuesta "ética guerrera”? A primera vista, el esfuerzo por parte de Estados Unidos parece reafirmar su papel como la principal potencia imperialista en América Latina, cuando en realidad su poder se ha esfumado. Los dramáticos cambios políticos en América Latina en las últimas décadas han marginado a Washington. 
Mas allá de lo político, en el campo económico, China ha desplazado a Estados Unidos, convirtiéndose en el principal socio económico de América Latina y la principal fuente de inversión extranjera, con las excepciones notables de México y América Central. En mayo de 2025 China patrocinó una cumbre con lideres latinoamericanos donde anunció un fondo de inversión de 9 billones de dólares destinados a América Latina. Mientras la Casa Blanca amenaza militarmente a América Latina, China invierte un billón de dólares en la explotación petrolera en el Lago de Maracaibo, en Venezuela. 
Con el despliegue de sus buques en el Caribe, Estados Unidos busca afirmar su papel como la potencia dominante de la región. Parte de esta reafirmación son los esfuerzos por efectuar un cambio de régimen en Venezuela. En su primer gobierno, Trump, siguiendo la estrategia de Marco Rubio, su actual secretario de Estado, aplicó “presión máxima” contra el país apoyando a un seudopresidente y destinando millones de dólares a la oposición, que hasta la fecha no se han contabilizado. 
Con sus acciones, Trump propone regresar a la diplomacia del Gran Garrote (Big Stick) impulsada por Teddy Roosevelt en 1900, en la cual la fuerza era el poder. La realidad es que, dadas las condiciones de cambio, el uso de la fuerza militar refleja su debilidad, ya que no tiene otra forma de imponer un consenso. 
Pero hay otro objetivo, donde la movilización militar en el Caribe es una cortina de humo (con consecuencias fatales) para ocultar la inconformidad que existe contra Trump. Su nivel de aprobación sigue bajo, cerca de 40 por ciento; sobre inmigración, 79 por ciento de la población desaprueba su campaña de deportaciones. La economía sigue siendo su talón de Aquiles, la inflación aumenta y los empleos disminuyen. Y por mucho que trate, Trump se sigue hundiendo en el pantano causado por el escándalo del pedófilo Jeffrey Epstein. 
En repetidas ocasiones Trump ha tratado de deportar a unos 650 mil venezolanos que cuentan con protección limitada otorgada por el presidente Joe Biden. Para lograr su meta, Trump citó como autoridad la “ley del enemigo extranjero” argumentando que los venezolanos representan una fuerza invasora que opera bajo el mando de Maduro, argumento que fue rechazado el mismo 2 de septiembre por un tribunal federal de apelación, que indicó que Estados Unidos no se encuentra en guerra con Venezuela. 
Como en la película Escándalo en la Casa Blanca (Wag the Dog, 1997), donde los protagonistas “inventan” una guerra para distraer a la población, Trump ahora pretende utilizar el conflicto que él mismo ha fomentado con Venezuela para que la Corte Suprema decida el caso de deportación en su favor. El silencio por parte del Partido Demócrata sobre los eventos del 2 de septiembre en Venezuela enfatiza su papel como cómplice en las acciones de Trump. 
Aun cuando las acciones de Trump parezcan el guion de una mala película de Hollywood, sus consecuencias para Venezuela y América Latina no serán simplemente cortinas de humo. Categorizar a un Estado como narcoterrorista busca legitimar cualquiera acción militar en contra de Venezuela o cualquier otro país. Ya grupos criminales en cuatro países, Venezuela, México, El Salvador y Ecuador, han sido clasificados como narcoterroristas por Estados Unidos. 
No obstante, Trump se encuentra aislado en América Latina; su imagen es la del rey desnudo ante una región que rechaza el uso de fuerzas militares. Sin embargo, si el humo se transformara en fuego, las llamas podrían ser devastadores para los pueblos de nuestro hemisferio. 
*Profesores eméritos, Departamento de Historia, Pomona College. 
@mtinkersalas    @victorsilverman.bsky.social

Bautismo de fuego contra nuevo primer ministro francés; protestas dejan 250 detenidos
Manifestantes sentados sobre un contenedor se congregan en la Place de Fêtes durante una manifestación en el marco del movimiento de protesta "Bloquons tout" ("Bloqueemos todo"), en París, el 10 de septiembre de 2025. Afp   Foto autor
Ap
10 de septiembre de 2025 11:38
París. Manifestantes bloquearon carreteras, provocaron incendios y enfrentaron ráfagas de gas lacrimógeno de la policía este miércoles en París y en otras partes de Francia, dentro de los esfuerzos de aumentar la presión sobre el presidente, Emmanuel Macron, al intentar darle a su nuevo primer ministro un bautismo de fuego.
El ministerio del Interior anunció 250 arrestos en las primeras horas de la jornada de manifestaciones nacionales contra Macron, los recortes presupuestarios y otras quejas.
Aunque no logró su intención autoproclamada de "bloqueemos todo", el movimiento de protesta que comenzó en línea y ganó impulso durante el verano causó focos de interrupción generalizada, desafiando un despliegue excepcional de 80 mil policías que desmantelaron barricadas y realizaron arrestos rápidamente.
El ministro del Interior, Bruno Retailleau, dijo que un autobús fue incendiado en la ciudad occidental de Rennes. En el suroeste, los daños en cables eléctricos provocados por un incendio detuvieron los servicios de tren en una línea y afectaron al tráfico en otra, dijeron las autoridades francesas de transporte.
Las protestas iniciales parecieron menos intensas que episodios anteriores de disturbios que han sacudido esporádicamente el liderazgo de Macron. Incluyeron meses de manifestaciones nacionales de los llamados chalecos amarillos contra la injusticia económica en 2018-2019.
Tras su relección en 2022, Macron enfrentó estallidos de indignación por impopulares reformas de las pensiones y disturbios nacionales en 2023 después de que la policía matara a tiros a un adolescente a las afueras de París.
No obstante, las manifestaciones y los enfrentamientos esporádicos con la policía antimotines en París y en otros lugares el miércoles se sumaron a la sensación de crisis que ha vuelto a envolver a Francia tras el último colapso del gobierno el lunes, cuando el primer ministro François Bayrou perdió un voto de confianza parlamentario.
Macron nombró a un nuevo primer ministro, Sébastien Lecornu, el martes, y las protestas le presentaron un desafío inmediato.
Grupos de manifestantes intentaron repetidamente bloquear la carretera de circunvalación de París durante la hora punta de la mañana y fueron dispersados por la policía y gas lacrimógeno. En otros lugares de la capital, los manifestantes apilaron contenedores de basura y lanzaron objetos a los agentes de policía. La policía de París informó de 159 arrestos durante la mañana.
Alrededor de 100 personas más fueron detenidas en otras partes de Francia, según el conteo del ministerio del Interior. Los bloqueos de carreteras, las ralentizaciones del tráfico y otras protestas se extendieron ampliamente, desde la ciudad portuaria sureña de Marsella hasta Lille y Caen en el norte, y de Nantes y Rennes en el oeste hasta Grenoble y Lyon en el sureste.
Con Francia atrapada en un ciclo prolongado de inestabilidad, donde los gobiernos minoritarios instalados por Macron han pasado de crisis en crisis, el movimiento también contaba con el apoyo de personas que no protestaron.
"Hay mucho cansancio, cansancio compartido, mucha frustración porque las cosas no avanzan", dijo Lila, una trabajadora de oficina en París que pidió que no se publicara su apellido. "Eso, en parte, explica estos bloqueos y esta infelicidad generalizada".
Algunos criticaron las interrupciones.
"Es un poco excesivo", dijo Bertrand Rivard, un contable que se dirigía a una reunión en París. "Vivimos en una democracia y la gente no debería bloquear el país porque el gobierno no toma las decisiones correctas".
El movimiento "Bloquons Tout" (Bloqueemos todo) ganó impulso durante el verano en las redes sociales y en chats cifrados. Su convocatoria a un día de bloqueos, huelgas, boicots, manifestaciones y otros actos de protesta se produjo mientras Bayrou preparaba un enorme recorte del gasto público —en 44 mil millones de euros (51 mil millones de dólares)— para controlar el creciente déficit de Francia y los billones en deudas. También propuso la eliminación de dos días feriados del calendario anual del país, lo cual resultó extremadamente impopular.
Lecornu, el nuevo primer ministro y que anteriormente ejerció como ministro de Defensa, ahora hereda la tarea de abordar las dificultades presupuestarias de Francia, enfrentando la misma inestabilidad política y hostilidad generalizada hacia Macron que contribuyeron a la caída de Bayrou.
Los gobiernos de Macron han estado en terreno particularmente inestable desde que disolvió la Asamblea Nacional el año pasado, desencadenando una elección legislativa adelantada que llenó la cámara baja del parlamento con opositores al presidente francés.
El movimiento "Bloqueemos todo" creció de manera viral sin un liderazgo claramente identificado y con una amplia gama de demanda, muchas contra los recortes presupuestarios, la desigualdad más amplia y el propio Macron.
Retailleau, un conservador que se alió con el partido centrista de Macron para servir como ministro del Interior en el gobierno de Bayrou y ahora ejerce un rol interino hasta que Lecornu forme su gabinete, alegó este miércoles que los radicales de izquierda han secuestrado el movimiento de protesta, aunque aparentemente tiene un amplio rango de seguidores. Las apelaciones a la no violencia acompañaron sus convocatorias de protestas en internet.
Retailleau alegó que los políticos electos que han respaldado el movimiento están intentando "crear un clima de insurrección en Francia" y dijo que algunos manifestantes parecían decididos a enfrentarse a la policía.
"Tenemos, de hecho, pequeños grupos que son experimentados, móviles, a menudo con máscaras y capuchas, vestidos de negro, que en realidad son los signos reconocidos, el ADN, de (...) movimientos de extrema izquierda y ultraizquierda", dijo Retailleau.
La espontaneidad de "Bloqueemos todo" recuerda al movimiento de los "Chalecos amarillos". Ese movimiento comenzó con trabajadores acampando en las rotondas para protestar por un aumento en los impuestos al combustible, ataviados con chalecos de alta visibilidad. Rápidamente se extendió a personas de diversas corrientes políticas, regiones, estratos sociales y generaciones enojadas por la injusticia económica y el liderazgo de Macron.

El ejército nepalí controla Katmandú tras dos días de disturbios
Vehículos quemados en la oficina vandalizada del Departamento de Carreteras en Katmandú, Nepal, el miércoles 10 de septiembre de 2025. Foto: Ap   Foto autor
Afp
10 de septiembre de 2025 12:22
Katmandú. El ejército de Nepal retomó este miércoles el control de la capital, Katmandú, después de dos días de disturbios, los más violentos en veinte años, que llevaron al primer ministro a dimitir y a la apertura de un diálogo sobre el futuro del país.
El lunes la policía nepalí reprimió violentamente una ola de protestas en contra la corrupción y una reciente decisión del gobierno de bloquear las redes sociales. Los enfrentamientos dejaron al menos 22 muertos y cientos de heridos.
A pesar del restablecimiento de plataformas como Facebook, X o YouTube, la promesa de una investigación sobre la violencia policial y la renuncia del primer ministro, KP Sharma Oli, grupos de jóvenes manifestantes, bajo el paraguas de "Generación Z", saquearon el martes edificios públicos y las viviendas de varios dirigentes.
El Parlamento fue incendiado, así como la residencia del hasta entonces primer ministro.
Este miércoles, el jefe del Estado Mayor del ejército, el general Ashok Raj Sigdel, se reunió con varias personalidades, incluyendo representantes de los manifestantes, según dijo a Afp un portavoz del ejército, Rajaram Basnet.
"El jefe del ejército inició reuniones con diferentes partes y se reunió con representantes de GenZ", declaró el vocero, sin dar más detalles.
En la capital, los militares vigilaban que se respetara el toque de queda impuesto hasta nueva orden para reimponer la calma. Las escuelas, empresas y comercios permanecían cerrados.
Soldados armados, en tanques y vehículos blindados, patrullaban por las calles entre chasis de vehículos incendiados y restos de las barricadas levantadas la víspera.
Ya el martes, el general Sigdel había instado a "todos los grupos implicados en las manifestaciones a guardar la calma y dialogar".
El presidente, Ramchandra Paudel también pidió a "todos, incluidos los manifestantes, cooperar para resolver pacíficamente la difícil situación del país".
"Incompetentes"
Entre los nombres que se barajan para dirigir una posible transición, están el de la magistrada, Shushila Karki, exj efa del Tribunal Supremo, y el del alcalde de Katmandú, Balendra Shah, un ex ingeniero y rapero de 35 años.
KP Sharma Oli, de 73 años, apuntó que dimitía "para que se puedan tomar medidas con vistas a una solución política".
Oli, líder del Partido Comunista de Nepal, ha dirigido cuatro veces el gobierno desde 2015 y es un ejemplo de esa élite de mandatarios cuya partida exigen los jóvenes, afectados por las altas tasas de paro y hartos de la corrupción.
"El vandalismo nunca fue una buena solución para solucionar problemas", dijo a Afp un policía jubilado, Kumar Khatiwada, de 60 años, mientras tomaba un té con unos amigos.
"Pero es el resultado de los errores de nuestros dirigentes", añadió. "Esos incompetentes han prohibido las redes sociales para esconder su corrupción, expuesta en Internet".
Según la policía, tres de sus agentes murieron en los disturbios.
Más de 13 mil 500 detenidos aprovecharon el caos y escaparon de cárceles, según dijo a Afp un portavoz de la policía, Binod Ghimire.
El Estado Mayor del Ejército volvió a advertir este miércoles que reprimiría sin vacilar "manifestaciones, actos de vandalismo, saqueos o incendios y ataques contra personas y bienes".
El ejército anunció que había detenido a 27 personas en la capital y confiscado 23 armas de fuego.
Cerrado al tráfico desde el martes, el aeropuerto de Katmandú reabrió a los pasajeros este miércoles por la tarde. Los despegues y aterrizajes debían reanudarse progresivamente "a lo largo del día".