Este deplorable episodio es el enésimo ejemplo de las consecuencias de lanzar a los uniformados a ejecutar una cacería humana impulsada por el odio, la mentira, el racismo, la xenofobia y la desinformación, en la que la aplicación de la ley ha sido desplazada por el cumplimiento de cuotas arbitrarias y el uso de los operativos como espectáculo dirigido a los sectores cavernarios de la sociedad estadunidense que conforman el electorado del trumpismo y sus aliados locales.
La presencia de ICE y otros cuerpos armados federales en la megalópolis de Illinois tiene el agravante de llevarse a cabo contra el parecer del gobierno estatal y de la mayoría de la población, la cual respalda el estatus de Chicago como ciudad santuario para los migrantes, cuyas autoridades se niegan a cooperar con políticas que criminalizan a los migrantes, los persiguen y someten a condiciones de detención denigrantes, incluso cuando no tienen ningún antecedente penal. En este despliegue fascista no puede omitirse la responsabilidad de la Corte Suprema de ese país, cuyos seis jueces conservadores (tres de ellos designados por Donald Trump) autorizaron la semana pasada el arresto y deportación de personas con base en el perfilamiento racial, cancelando en los hechos las garantías individuales que rigen en todo estado de derecho. Ahora, los agentes federales tienen vía libre para llevar a cabo redadas sin necesidad de una sospecha razonable, pues la raza, etnia, idioma o acento de una persona se consideran elementos válidos para criminalizar a sus víctimas.
Tampoco puede soslayarse que las acciones de ICE tienen lugar bajo una explícita retórica bélica, en la que los migrantes y los ciudadanos que los apoyan son caracterizados desde el gobierno y sus medios de comunicación afines como enemigos que deben ser aniquilados. El presidente lo dejó atrozmente claro hace unos días, cuando publicó en la red social de la que es propietario una imagen de sí mismo sentado con la ciudad de Chicago en llamas y helicópteros artillados a sus espaldas. La ilustración fue acompañada de los mensajes “amo el olor de las deportaciones en la mañana” (referencia ofensiva a la película antibélica Apocalypse Now) y “Chicago está a punto de descubrir por qué se llama Departamento de GUERRA”, en alusión doble a su amenaza de ocupar la ciudad y al renombramiento del Departamento de Defensa.
En este contexto, el asesinato de Silverio Villegas y los pronunciamientos oficiales que lo han sucedido, apologéticos del odio y la brutalidad policial, remarcan que hoy por hoy no existen condiciones de seguridad jurídica, física ni patrimonial para los connacionales que residen en Estados Unidos, incluidos quienes cuentan con documentos que acrediten su estancia legal. Más que nunca, es imperativo reforzar las capacidades de la red consular para asistir a los mexicanos que se encuentran en peligro bajo el trumpismo y facilitar la reinstalación en México de quienes vuelvan de manera voluntaria o forzosa.
Acuden más de 110 mil personas a marcha ultraderechista en Londres
▲ El británico Tommy Robinson (centro), conocido por su radicalismo antimigrante, encabeza la protesta al grito de “la mayoría silenciosa dejará de serlo”.Foto Afp
▲ Unos 5 mil manifestantes participaron en la contraprotesta contra el fascismo.Foto Ap
The Independent, Afp, Reuters y Europa Press
Periódico La Jornada Domingo 14 de septiembre de 2025, p. 17
Londres. Entre lemas antimigrantes, más de 110 mil personas se manifestaron ayer en el centro de Londres en la marcha Unite the Kingdom (Unamos al Reino) a favor de la “libertad de expresión”, convocada por el ultraderechista Tommy Robinson, en la que se produjeron violentos enfrentamientos entre la policía y los manifestantes con un saldo de 25 arrestos y 26 agentes heridos. Al mismo tiempo, la organización Stand Up to Racism UK (Enfrentar el Racismo) convocó a la misma hora a una contraprotesta antifascista en la que participaron alrededor de 5 mil personas.
“Mucha gente llegó al evento Unite the Kingdom, que recorrió desde Waterloo hasta Whitehall, con la intención de causar problemas”, dijo Matt Twist, de la policía metropolitana.
La secretaria del Interior británica, Shabana Mahmood, condenó a los manifestantes que atacaron e hirieron a policías, y prometió que cualquiera que “participe en una actividad delictiva se enfrentará a todo el peso de la ley”.
El jefe de Tesla, el multimillonario estadunidense Elon Musk, participó en el evento mediante un enlace de video en el cual conversó con Robinson y pidió la disolución del parlamento de Reino Unido, al tiempo que alentó a los británicos a “luchar o morir” contra la “destrucción de Gran Bretaña” causada por la “migración masiva descontrolada”, intervención que causó indignación en ciertos sectores.
El líder liberal demócrata, Ed Davey, afirmó que a Musk “no le importan los británicos ni nuestros derechos. Sólo le importan él mismo y su ego”.
“La mayoría silenciosa dejará de ser silenciosa”, declaró a la multitud Robinson, cuyo verdadero nombre es Stephen Yaxley-Lennon, un británico de 42 años que fue fundador del ex grupúsculo English Defence League (Liga de Defensa Inglesa) que nació en el seno del movimiento hooligan, y es conocido por sus posiciones antimigratoria y antislamita.
Varias personalidades de extrema derecha, como Steve Bannon, ex consejero del presidente estadunidense Donald Trump, se sumaron a la protesta, indicaron los organizadores.
Mary Williams, una de las asistentes, llevaba una foto del influencer conservador estadunidense Charlie Kirk, adalid de las juventudes trumpistas, asesinado el miércoles en Estados Unidos. El suceso “impactó” tanto a la treintañera, que decidió manifestarse ayer. “Robinson habló mucho sobre Kirk en sus redes sociales”, dijo.
Al llegar a Whitehall, los asistentes se reunieron en un escenario para escuchar los discursos de Robinson y otros oradores, pero algunos rompieron el cerco policial para enfrentarse a contramanifestantes de Stand Up to Racism UK.
Al grito de “levántate y lucha” y “las mujeres no seremos silenciadas, detengamos a los fascistas ahora, ahora”, el contingente de Mujeres contra la Extrema Derecha llegó a Whitehall con pancartas que decían “Bienvenidos, refugiados” y “Opónganse a Tommy Robinson”.
La Unidad Popular en Chile: horizonte para el siglo XXI o pasado sin futuro
Marcos Roitman Rosenmann
La sombra de un proyecto político truncado por un golpe de Estado pasó de ser una esperanza a convertirse en un pasado incómodo para las generaciones representantes de la nueva izquierda, el progresismo o la socialdemocracia en Chile. Por consiguiente, sus defensores han sido orillados, transformados en nostálgicos, adjetivados de dogmáticos o descalificados. Toda una serie de calificativos para concluir en la imposibilidad de pactar una vía chilena al socialismo, cualquiera que ésta sea. La única convergencia aceptada y no por casualidad la unidad entre la Democracia Cristiana, corresponsable de los crímenes de lesa humanidad y los ex partidos de la Unidad Popular, cuya militancia fue perseguida, sus miembros detenidos, torturados, bien desaparecidos, y cuyos cuerpos son reclamados por familiares hasta nuestros días, adoptó el nombre de Concertación. A principios del siglo XXI, pasó a denominarse Nueva Mayoría, con la incorporación del partido comunista. Nada cambió. Existe un consenso bajo la siguiente premisa: la posibilidad de un proyecto alternativo al capitalismo debe ser eliminado del horizonte histórico.Se trata de pensar, únicamente, en reformas al interior de un Chile levantado bajo los principios de una sociedad de mercado; parte de la refundación del orden, que dio comienzo el 11 de septiembre de 1973 con el golpe de Estado. Tras el triunfo del No en referéndum de 1988 y la retirada del dictador de la presidencia, manteniendo su condición de General en Jefe de las fuerzas armadas y senador vitalicio, el armazón de la dictadura cívico-militar quedo incólume.
La Constitución de 1978 muestra su resiliencia a pesar de los intentos por derogarla. Y no es casual. Los chilenos se sienten cómodos bajo sus postulados, más allá de las declaraciones pomposas en sentido contrario. Han asimilado que la pobreza no tiene raíces sociales, siendo resultado de la falta de iniciativa e incapacidad para competir. Se les ha inculcado –el sistema educativo chileno lo declama–, que tienen éxito quienes arriesgan o aprovechan sus oportunidades en medio de una sociedad meritocrática. El mundo es para las y los emprendedores y empoderados. En consecuencia, las políticas sociales sobran. Son privilegios, no derechos. Entre menos impuestos, mejor. La educación hay que pagarla y la sanidad costearla. Menos Estado y más mercado.
La guerra cultural, defendida por la extrema derecha mundial, ha sido ganada en Chile hace décadas, de ahí que los gobiernos posdictadura, recordemos que en Chile desde 1990 hasta 2025 la derecha tradicional ha gobernado sólo en dos ocasiones (2010-2014 y 2018-2022), con el mismo presidente Sebastián Piñera y la misma coalición, Chile Vamos. Suma de los dos partidos nacidos del pinochetismo. UDI y Renovación Nacional más Evópoli. En ambas ocasiones, la banda presidencial le fue entregada por una saliente Michelle Bachelet.
Continuidad dentro del proyecto. Pero, si algo tenía visos de romper la dinámica anterior fue el triunfo de Gabriel Boric, candidato del Frente Amplio en 2022. Sin embargo, su mandato que culmina en 2026 ha decepcionado. Su gobierno apuntaló las bases del orden impuesto por la dictadura civil-militar y los 30 años de gobiernos electos, cuyas grietas mostraban la necesidad de reformas a fin de mantener las estructuras de dominación y explotación. Los casos de malversación de fondos, ministros acusados de corrupción, abuso de poder, represión al pueblo mapuche, una política internacional subordinada a Estados Unidos, constituyen más de lo mismo.
Lo anterior se refleja en las recientes elecciones primarias celebradas con el objetivo de elegir al próximo candidato presidencial dentro de la izquierda chilena. El abanderado de Boric, el diputado Gonzalo Winter, obtuvo un escuálido 9 por ciento de los votos, mientras Carolina Tohá, perteneciente al Partido Por la Democracia (PPD), llegó a 28 por ciento. Mujer que ha sabido bregar en las aguas de la política chilena.
Diputada, fue ministra con Michelle Bachelet, Gabriel Boric y subsecretaria general del gobierno de Ricardo Lagos, además de alcaldesa de Santiago.
En medio de la decepción y la falta de un proyecto alternativo al cibercapitalismo, la candidata del Partido Comunista, Jeannette Jara, ex ministra de Trabajo con Gabriel Boric, se alzó con el triunfo, sumando 60 por ciento de los votos, lo cual tampoco es significativo si vemos su accionar.
Siendo ministra, se aprobó la ley de las 40 horas de trabajo semanales que entrará en vigor en 2028 y cuya letra pequeña consolida la flexibilidad laboral como mecanismo de contratación preferente. Su candidatura levanta un optimismo y una ilusión desmesurada. Al grito de ¡Es una militante comunista!, ¡No se esconde, habla con claridad! se buscan votos. Convengamos que son argumentos poco convincentes, por decir lo menos. Todo emociones.
En Chile, a 52 años del golpe cívico militar, podemos afirmar que en el corto y medio plazo, las probabilidades de construir un proyecto alternativo al capitalismo están bloqueadas por quienes han decidido cavar la tumba y sepultar las esperanzas de un Chile digno y democrático, que en tiempo aglutinó la Unidad Popular y a su presidente, Salvador Allende.
Si hoy subrayamos que por primera vez desde 1990 la derecha presenta tres candidaturas: Johannes Kaiser, por el Partido Nacional Libertario; Evelyn Matthei, por la Chile Vamos, y Jose Antonio Kast por el Partido Republicano, no debería extrañar que Jeannette Jara no pase a segunda vuelta y que la disyuntiva para presidente en 2026 se dirima entre la derecha pinochetista y la extrema derechapinochetista. ¿Algún responsable? Los gobernantes de la Concertación, Nueva Mayoría y el Frente Amplio, no saben, no contestan. Prefieren seguir mintiendo. No tienen vergüenza.