Sputnik
29 de octubre de 2025 18:35
Caracas. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, indicó este miércoles la detención de otro grupo de mercenarios vinculados al presunto plan de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos que pretendía la ejecución de un ataque contra un buque de Washington en Trinidad y Tobago con el objetivo de atribuirle la responsabilidad a su Gobierno.
"Lo que denunciamos, que descubrimos, los capturamos, los mercenarios capturados han declarado todo, y peinamos la zona y hemos capturado nueva gente allá en el oriente, un plan donde la propia CIA con toda la maldad que la caracteriza iban a atacar las propias naves de Estados Unidos", señaló el mandatario a través del canal estatal Venezolana de Televisión.
Maduro agregó que dichas acciones buscan justificar una escalada militar contra Venezuela y un enfrentamiento entre países de la región.
El mandatario hizo esta declaración en el marco de una actividad de cara a la cuarta consulta popular nacional el próximo domingo 23 de noviembre, donde los ciudadanos elegirán los proyectos sociales que se ejecutarán en las comunidades de esta nación caribeña.
Asesinatos en el Caribe
John Saxe-Fernández
Para quien haya escuchado o leído la chocante respuesta que dio Donald Trump en la Casa Blanca a un periodista que con lógica inquiría: si usted ha declarado la guerra contra estos cárteles y si el Congreso lo aprueba, ¿por qué no hace una declaración de guerra? “No creo necesario pedir una declaratoria de guerra, lo que voy a hacer es matar a la gente que trae drogas a este país, ¿ok? Los vamos a matar, ellos van a estar muertos” ( sic) (MeidasTouch, 28/10/25).
Durante su tour por Asia, en su visita al portaviones USS George Washington, en la base naval de Yokosuka, Japón, en discurso a tropas estadunidenses redondeo su idea: “Cuando se trata de defender a nuestro país dejaremos de ser políticamente correctos... y si salimos a la guerra vamos a ganar, vamos a hacer volar países, la Marina estadunidense esta lista para destrozarlos y hacerlos estallar hasta el olvido si tiene que hacerlo” ( ibid).
Entre los mayores puntos de conflicto que se le han enredado a Trump en el plano internacional está la continuidad de la guerra en Ucrania, las constantes violaciones del supuesto cese al fuego de Israel en Gaza y la continuidad de las matanzas –que no le preocupan demasiado–, así como el posicionamiento de China a nivel mundial, pero Trump y su expedito secretario de Guerra colocan el teatro de operaciones en el Caribe, extendiéndose al Pacífico, con esta idea tremenda de llevar la guerra a todos lados y hacer estallar países.
Por ahora lo que están haciendo es hacer estallar supuestas narcolanchas, 13 en total hasta ahora, con una letalidad de 57 personas, que como señala el senador republicano Rand Paul, se han realizado sin informar al Congreso, “nadie ha dado nombres, pruebas, evidencias, si están o no armados”, por lo que pueden ser consideradas ejecuciones extrajudiciales (TuProfedeRI, 28/10/25).
La pregunta sigue siendo ¿hasta dónde quiere llegar el gobierno de Trump con este inusitado despliegue de buques de guerra, portaviones y efectivos militares, el mas grande en el presente siglo?, ¿cómo el mayor portaviones que tiene Estados Unidos, el Gerald Ford, que se encamina hacia el Caribe, podría contribuir a la cuestionada hipótesis de combate al narcotráfico sin arrojar una lectura totalmente ridícula y desproporcionada? ¿En que podría favorecer al proyecto de “Hacer grande a América otra vez” la desestabilización de nuestra región?
El desplazamiento de una imponente fuerza militar en las cercanías del mar Caribe parece estar buscando una excusa, seguramente encargada a la CIA, a la que Trump dio permiso para realizar maniobras encubiertas en Venezuela, como si hubiera necesitado tal autorización para derribar gobiernos electos democráticamente, desestabilizar países, lanzar campañas de fake news o asesinar a líderes políticos y sociales.
Ahora sólo hace falta una chispa –por ahora con la ayuda de Trinidad y Tobago, ya que no cuenta con Colombia ni con Brasil ni con México, desde luego–, alguna acción de “falsa bandera”, las que abundan en su caja de herramientas, para intervenir en Venezuela; el senador ultraconservador Lindsey Graham también añadió a Colombia así, sin más.
A decir de Guillaume Lelong, ex canciller ecuatoriano durante el gobierno de Correa, entrevistado en Democracy Now:
“Este show que estamos viendo en el Caribe, lastimosamente, cuesta vidas humanas… estamos hablando de asesinatos en alta mar, que son ilegales, que han sido denunciados como tales en un contexto que no es de guerra y que debemos denunciar.”
Para Lelong, Trump ha dejado la agenda hemisférica en las manos de Marco Rubio y de esta manera al llamado lobby republicano de Florida, uno de los más extremistas, que es muy halcón, con una postura muy agresiva hacia América Latina, especialmente contra Cuba, siendo Venezuela su nueva obsesión, pero en general contra toda política de izquierda, ahora promoviendo una guerra que nadie quiere. Si las sanciones lograron la expulsión de 7 millones de Venezuela, una guerra lograría una verdadera crisis humanitaria de refugiados que afectaría muchísimo a Colombia, a países de América Latina y el Caribe y al propio Estados Unidos.
El caso colombiano ha causado indignación a Trump, pues como también dice Lelong: “Colombia fue el aliado en materia de seguridad de Estados Unidos durante tres décadas. No estoy hablando del mayor socio comercial, ese claramente es México, pero en términos de seguridad, entre ambos estados había una relación muy fuerte con acceso a cierto tipo de inteligencia y de armamento por parte de los colombianos, que no tienen otros países de América Latina”.
El ataque incesante contra Petro se debe a que nunca antes en la historia de Colombia había llegado un presidente crítico de estas lógicas hegemónicas.
Las cuatro iniciativas globales constituyen un importante bien público internacional
Imagen del 30 de agosto de 2025 de la sede principal de la Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai de 2025, en Tianjin, en el norte de China. Foto Xinhua  Foto autor
Chen Daojiang*
30 de octubre de 2025 00:03
El mundo de hoy se adentra en un nuevo periodo de mayor turbulencia y volatilidad, donde los déficits de la paz, el desarrollo, la seguridad y la gobernanza globales se agravan. Bajo este contexto, el Presidente Xi Jinping propuso la Iniciativa para el Desarrollo Global (IDG), la Iniciativa para la Seguridad Global (ISG), la Iniciativa para la Civilización Global (ICG) y la Iniciativa para la Gobernanza Global (IGG), inyectando un vigoroso impulso a la construcción conjunta de un mundo mejor, proporcionando orientación estratégica para la construcción de la comunidad de futuro compartido de la humanidad, las cuales demuestran plenamente la visión global, el sentimiento de solidaridad mundial y el compromiso internacional de China. 
Compartiendo juntos la prosperidad. China aboga por la globalización económica universalmente beneficiosa e inclusiva, fomenta la construcción conjunta de la Franja y la Ruta de alta calidad, y practica la Iniciativa para el Desarrollo Global con el objetivo de que compartan los pueblos de todos los países los frutos de desarrollo. En los primeros nueve meses de este año, el comercio de bienes con los países socios de la Franja y la Ruta de China alcanzó un total de 17.37 billones de yuanes, equivalente a aproximadamente 2.4 billones de dólares, con un aumento de 6.2%, representando 51.7% del valor total de importación y exportación, cuya proporción aumentó en 1.1%. China trabaja con África para desplegar diez acciones de asociación para la modernización, emprende con América Latina cinco programas, construye con los países árabes cinco marcos de cooperación y pone en marcha seis plataformas para la cooperación con los países insulares del Pacífico, para que ningún país se quede atrás en el proceso de modernización mundial. 
Defendiendo juntos la paz. La Iniciativa para la Seguridad Global aboga por un concepto de seguridad común, integral, cooperativa y sostenible, y un camino de seguridad del nuevo tipo caracterizado por el diálogo en lugar de la confrontación, la asociación en lugar de la alianza y las ganancias compartidas en lugar del juego de suma cero. China da ejemplo con su propia conducta impulsando activamente la causa de la paz internacional: no sólo es el mayor contribuyente de personal para el mantenimiento de la paz entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, el segundo mayor contribuyente a las cuotas del mantenimiento de la paz de la ONU, sino que también tiene el mejor historial en términos de paz y seguridad entre los grandes países del mundo. Hasta la fecha, la Iniciativa para la Seguridad Global ha recibido el apoyo y la aprobación de más de 130 países y regiones, así como de organizaciones internacionales, desempeñando un papel cada vez más importante en la promoción de la solución de los desafíos de seguridad global y en la reforma y mejora de la gobernanza de seguridad global. 
Promoviendo juntos el intercambio. El diálogo entre civilizaciones es un vínculo de paz, un motor de desarrollo y un puente de amistad. La Iniciativa para la Civilización Global aboga por realzar los valores comunes de la humanidad, conceder importancia a la continuación y la innovación de las civilizaciones y fortalecer los intercambios y la cooperación culturales a nivel internacional. En el primer Día Internacional para el Diálogo entre Civilizaciones de este año, China, junto con organizaciones internacionales como las Naciones Unidas y numerosos países, llevó a cabo una variedad de actividades temáticas para promover los intercambios entre distintos pueblos. Además, en julio de este año, se celebró con éxito en Beijing la Reunión Ministerial de Diálogo entre Civilizaciones Globales, donde representantes de más de 140 países mantuvieron intercambios profundos en torno al tema “Salvaguardar la Diversidad de las Civilizaciones Humanas en pro de la Paz y el Desarrollo Mundiales”, alcanzando un amplio consenso. 
Procurando juntos la justicia. Reforzar la gobernanza global es la opción acertada de la comunidad internacional para compartir oportunidades de desarrollo y abordar desafíos globales. La Iniciativa para la Gobernanza Global subraya los principios de adherirse a la igualdad soberana, atenerse al estado de derecho internacional, practicar el multilateralismo, abogar por el enfoque centrado en el pueblo y concentrarse en tomar acciones reales, señalando la dirección correcta para la reforma del sistema de gobernanza global. El día 20 de este mes, se celebró la ceremonia de inauguración de la Organización Internacional para la Mediación con sede en Hong Kong, China, proporcionando nuevas opciones y vías para la solución eficaz y pacífica de disputas internacionales, recibiendo un amplio apoyo de la comunidad internacional. En el futuro, China, bajo el marco de la Iniciativa para la Gobernanza Global, intensificará la comunicación y coordinación de políticas con todas las partes, consolidará un amplio consenso y enriquecerá continuamente los métodos y caminos para reformar y mejorar la gobernanza global. 
México es un gran país latinoamericano y un importante miembro del Sur Global. China espera trabajar conjuntamente con México para implementar las cuatro iniciativas globales y hacer realidad la visión de paz y el sueño de desarrollo consagrados en la Carta de la ONU, en beneficio de los pueblos de todos los países. 
*Embajador de China en México.
A 80 años de la Carta de Naciones Unidas
El Secretario General de la ONU, António Guterres, se dirige al público durante la 16ª Conferencia Ministerial de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), en Ginebra, el 22 de octubre de 2025. Foto Afp   Foto autor
Mario Patrón
30 de octubre de 2025 00:02
El 24 de octubre de 1945, la Organización de Naciones Unidas (ONU) entró formalmente en funciones una vez que la Carta de las Naciones Unidas, elaborada cuatro meses atrás en la Conferencia de Naciones Unidas celebrada en San Francisco, fue ratificada por los diversos países integrantes. Después de 80 años de su creación, la nueva situación mundial vuelve necesario reflexionar sobre la vigencia de aquellos principios y fundamentos que dieron origen a la ONU. 
A nadie escapa que tanto la fuerza como la debilidad de la ONU derivan de las propias de los estados-nación que la componen, del consenso y cohesión que observen respecto de sus propósitos y encomiendas. Debido a ello, no debe sorprender que sus órganos de gobernanza y especialmente su Consejo de Seguridad se han visto crecientemente incapaces de jugar un papel relevante para garantizar la paz, la dignidad y los derechos humanos de la inmensa mayoría de la población mundial en un entorno de problemas de diversidad y proporciones inéditas: guerras comerciales, conflictos bélicos, ascenso del autoritarismo, genocidios, desplazamientos forzados, hambruna, efectos del cambio climático, entre otros desafíos de alcance global frente a los cuales la ONU se ha mostrado impotente. 
Dicho de otro modo, en entornos donde se niegan sistemáticamente los derechos humanos, Naciones Unidas ha sido incapaz de brindar garantías para la población vulnerada, así como de articular esfuerzos efectivos entre las naciones para revertir dichas problemáticas haciendo uso de las herramientas de la diplomacia. No obstante, y a contrapelo de una corriente de opinión que se ha vuelto inquietantemente dominante, es necesario decir que el limitado alcance actual de la ONU no demerita el valor de su existencia en el entorno internacional, aún a pesar de sus patentes debilidades y limitaciones. 
Es necesario afirmar la necesidad y pertinencia de Naciones Unidas, especialmente frente a la narrativa altisonante de poderosos líderes políticos que hoy buscan instrumentalizar las debilidades del organismo presentándolas como amenazas contra la soberanía, la paz, la democracia o la libertad, tal como hace apenas un mes lo hizo Donald Trump al cuestionar frente a la Asamblea General el papel de la ONU en el escenario político internacional, especialmente frente a las guerras. El peligro de estas estrategias de desinformación que lamentablemente se repiten cada vez más a menudo es que con ellas se oculta que han sido los propios estados, particularmente Estados Unidos de América, China y Rusia, quienes en momentos claves han evitado que Naciones Unidas intervenga con la debida contundencia. 
Lo mismo podemos decir de la posición de gobiernos populistas y/o con rasgos autoritarios, que independientemente de su filiación ideológica han manifestado un rechazo frontal a Naciones Unidas, como Venezuela, Nicaragua, El Salvador e incluso Argentina. Desde luego, el peso específico de estos desplantes no es equiparable con la gravedad de los desacatos y acusaciones que enderezan contra la ONU los países que ocupan un papel de potencia mundial y tienen representación en su Consejo de Seguridad, pues su crítica y rechazo frontal a Naciones Unidas no busca deslegitimar sólo al propio organismo sino su agenda política global, centrada en la promoción y defensa de los derechos humanos, lo cual exponencia la gravedad del daño de estas narrativas. 
México no es ajeno a estas actitudes de rechazo a la ONU, particularmente en el ámbito del derecho internacional de los derechos humanos, en el cual, desde la narrativa de la “no intervención”, los gobiernos mexicanos han menospreciado el papel de la ONU, de sus tratados, organismos y grupos de trabajo tanto en el nivel internacional como en el nivel interamericano. Recientemente fuimos testigos, por ejemplo, del abierto rechazo del gobierno de México al Comité contra la Desaparición Forzada (CED) de la ONU por el anuncio del inicio del proceso para determinar si las desapariciones en México son generalizadas o sistemáticas, esto en el contexto del informe anual del CED presentado ante la Asamblea General, y en el marco de las facultades que la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas otorga a este órgano en su artículo 34. 
Hace 80 años, la tarea de construir consensos mínimos indispensables en torno de valores y propósitos de interés global, poniendo en el centro la dignidad de las personas y la justicia social, inspiró y dio legitimidad a la fundación de un órgano multilateral que recibiría el nombre de Organización de Naciones Unidas, que a través de su entramado institucional tendría como principal encomienda velar por los derechos humanos en todo el mundo. Hoy, sin embargo, esos principios fundamentales son puestos en duda y denostados, lo cual convoca a la comunidad mundial a la urgente tarea de repensar la ONU misma y, junto con ella, el derecho internacional humanitario y el derecho internacional de los derechos humanos, así como los mecanismos imprescindibles y eficaces, hoy, para garantizar su misión. 
Con muchos elementos en mano podemos cuestionar legítimamente el papel que Naciones Unidas han desempeñado para la atención de los principales conflictos que hoy vulneran la dignidad de las personas alrededor del mundo. No obstante, la mirada crítica y la necesaria exigencia de una mayor efectividad de este organismo no debe desvirtuar la pertinencia de contar con una instancia internacional encargada de velar por los derechos humanos, la democracia y la paz. Es precisamente esta agenda, incómoda para los gobiernos, la que ha impulsado que muchos Estados se posicionen en contra de este organismo, instrumentalizando sus debilidades para afirmar agendas hegemónicas de carácter profundamente autoritario y excluyente, que entrañan un gran peligro para la mayoría de la humanidad.
 
