Pedro Salmerón Sanginés
Si Veracruz sólo fuera su gobierno, me daría vergüenza ser veracruzano. Ese gobierno se caracteriza por la corrupción, el cinismo y la soberbia, y deja el campo abierto a la impunidad, la violencia e índices crecientes de marginación y pobreza. Duarte de Ochoa hace ingentes esfuerzos para pasar a la historia como el peor gobernador de los más malos sexenios de nuestra historia moderna. Será recordado por los 17 periodistas asesinados, los siete violadores confesos que siguen impunes, los cuatro muchachos detenidos y asesinados de Tierra Blanca, los desalojos, la represión y la inaudita desvergüenza de sus declaraciones.
Frente a esta tragedia, los medios han montado un escándalo que surge de una premisa falsa: se requiere ser muy ciego o muy cínico para presentar al señor Miguel Ángel Yunes Linares como la alternativa. Porque la trayectoria de Yunes habla del mismo estilo, idénticas costumbres que las de Duarte. Breves notas: en enero de 2005 había en su contra 17 demandas levantadas ante la CNDH por su talante represivo y autoritario. Breves notas sobre la brutalidad y la corrupción de sus gestiones en el gobierno priísta de Veracruz (del salinista Patricio Chirinos) y el gobierno federal, antes de 2006.
Recientemente se han mostrado sus vínculos con la corrupción y el lavado de dinero mediante las filtraciones interesadas (como todas) que llamamos Los papeles de Panamá. Antes, en 2013 lo demandaron por enriquecimiento ilícito y se presentó en público el inventario de sus bienes. Y no deben olvidarse sus nexos con las redes de pederastas que con valor ejemplar denunció Lydia Cacho en 2005, acusación que la periodista sostuvo frente a la soberbia y las amenazas del poderoso funcionario .
Los primos Yunes –el candidato del gobernador y el del calderochuchismo– representan la continuidad del régimen y de su peor estilo en Veracruz. Pero hete aquí que de pronto (o eso pretenden creer quienes no estudian el pasado de la resistencia popular ni las trayectorias personales de los luchadores sociales) se fue posicionando, cada vez más claramente, la opción que representa el profesor Cuitláhuac García Jiménez, quien desplazó al priísta Yunes en las encuestas, acercándose cada vez más al Yunes calderochuchista. Y ante tal amenaza para las minorías corruptas e impunes, reapareció en Veracruz el fenómeno que vivió el país en 2006, cuando muchos de los peores priístas abandonaron a su candidato y pusieron sus mañas y trapacerías al servicio de Felipe Calderón para cerrarle el paso a Andrés Manuel López Obrador.
Y cuando el mismo López Obrador denuncia esta operación cada vez más evidente: Salinas orquesta campaña contra Duarte para favorecer a Yunes, y explica lo que él ve y percibe, los medios y los voceros del poder reaccionan como si siguieran un libreto: dicen que Andrés Manuel se ha convertido mágicamente en defensor de Duarte, que Morena recibe dinero del PRI para evitar la alternancia o dividir el voto opositor, y una larga serie de calumnias por el estilo, ninguna de las cuales (calumnias, pues) ofrece pruebas.
Muchos critican ásperamente la forma en que Andrés Manuel dijo lo que dijo. De cualquier manera en que lo hubiera dicho, habría recibido iguales o peores críticas de quienes omiten lo fundamental, por interés o desconocimiento: el hundimiento del candidato del PRI y el ascenso irreversible de Morena. Y mienten: en ningún lado, en ningún momento Andrés Manuel defendió a Duarte. Señalar a Miguel Ángel Yunes como lo que es, sólo implicaría defensa en un mundo irreal en el que ese señor representara algo distinto al gobierno de Duarte.
Al desplomarse Héctor Yunes, los grupos de poder y las minorías corruptas se agrupan en torno a su primo, priísta en tiempos de Salinas, panista en tiempos de Calderón, manchado por el autoritarismo, la corrupción y la complicidad con pederastas. Y como hicieron en 2006 contra López Obrador, inician una campaña sucia y una andanada de calumnias contra un profesor de intachables antecedentes, dirigente social y opositor firme y tenaz a la vez que propositivo: Cuitláhuac García Jiménez. Es evidente que el crecimiento de su candidatura es la causa de la ferocidad de los ataques y la iniquidad de las calumnias.
Por arriba daría pena y vergüenza ser veracruzano. Por debajo, en las calles y las plazas, con los periodistas y los profesores, con los jubilados y los petroleros despedidos, con las muchachas que contra viento y marea denuncian a sus violadores, con los indígenas de Zongolica y los comerciantes de Orizaba, con los maestros y alumnos de la universidad, es un orgullo ser veracruzano.
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