domingo, 17 de mayo de 2020

Bajo la lupa.

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The Economist se despide de la globalización
Alfredo Jalife-Rahme
▲ La pandemia hará que se retraiga entre 10 y 30 por ciento el comercio mundial de bienes. En la imagen protestas para pedir reapertura de la economía en California .Foto Afp
The Economist, portavoz globalista de la dupla Rothschild/Soros, se despide de “la mayor Era de la globalización (https://econ.st/2WFBNDT)” y se preocupa sobre lo que tomará su lugar, lo cual no es difícil de discernir: el retorno de los soberanistas/nacionalistas vilipendiados en forma despectiva como populistas cuando ocultan en forma deliberada que en EU existió un People’s Party y que el mismo Obama defendió en forma vehemente (https://bit.ly/2LvWdZD) frente a las alocadas críticas de Peña Nieto que nunca entendió su semiótica.
The Economist admite que antes de la pandemia la globalización se encontraba en serios problemas y que recibió tres severos golpes de los que difícilmente se repondrá: la crisis financiera de 2008, la guerra comercial de EU contra China y el Covid-19 que hirieron el sistema abierto del comercio.
The Economist contempla que el comercio mundial de bienes se retraerá entre 10 y 30 por ciento, lo cual se agrega a la guerra comercial/digitálica de Trump contra China.
A su juicio, queda expuesta la subyacente anarquía de la gobernanza (sic) global. Los terminajos gobernanza global estuvieron de moda en los circuitos atlantistas que nunca consiguieron algo concreto con su teoría etérea y que, en su encapsulamiento onanista, siempre negaron el ascenso multipolar de Rusia/China/India/Irán/Turquía/Pakistán/etc.
La revista globalista expectora una perogrullada: en todo el mundo, la opinión pública se aleja de la globalización cuando la gente está perturbada de hallar que su salud depende de las querellas para importar equipamiento protector y en los trabajadores migrantes (sic) quienes laboran en asilos y en las cosechas.
Una grave crítica a la caníbal globalización es que no sólo desmanteló el equipamiento de los hospitales, mientras financiarizaba los cerebros mercantiles de los médicos que sucumbieron a los cantos pecuniarios de las sirenas bursátiles y de seguros, sino también se consagró a lucrar hiperbólicamente con su Big Pharma (https://bit.ly/3cz1bk5):uno de susprincipales negocios de casi un millón de millones de dólares. Emerge un axioma imutable: ¡La salud debe ser perentoriamente pública!
La revista de marras se centra en analizar el impacto del fin de la globalización en la triada gente/bienes/capitales.
En referencia a la gente, la migración será todavía más reducida, mientras que, en el ámbito comercial, las firmas nacionales dependerán más de la voluntad de los gobiernos y los bancos centrales, con el firme propósito de regresar las cadenas de abasto a casa en nombre de la autosuficiencia económica, como ha anunciado el premier indio, Narendra Modi, cuando Japón subsidia a las firmas que repatrian sus industrias.
Mas aún: en la Unión Europea se sopesa la autonomía estratégica que pretende crear un fondo para comprar participaciones en las empresas insolventes.
Llama la atención que The Economist no se embelese demasiado con el comercio digital cuya escala es todavía modesta cuando las ventas foráneas de Amazon/Apple/Facebook/Microsoft equivalen a un magro 1.3 por ciento de las exportaciones globales.
Respecto a los capitales, confiesa su sufrimiento cuando las inversiones de largo plazo se han hundido y, en forma ominosa, EU acaba de instruir a su principal fondo de pensiones federal de cesar la compra de acciones chinas, mientras que los países que constitu-yen 59 por ciento del PIB global han apretado sus reglamentos para las inversiones foráneas y sus gobiernos intentan pagar sus nuevas deudas mediante impuestos a las firmas y a los inversionistas.
Concluye que en el mundo rico (sic) la vida será más cara y menos libre, al unísono de un mundo fracturado que dificultará la resolución de los problemas globales, que incluyen la búsqueda de una vacuna y el aseguramiento de una recuperación económica.
Recuerdo que fui de los primeros a escala global y regional en advertir desde hace 14 (sic) años las tendencias ineluctables hacia la desglobalización cuando la globalización demostró ser antidemocrática y caníbal(https://bit.ly/2X1sihh)”.
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