La vacuna, este año: El magnate
▲ Protesta antiquédate en casa frente al capitolio de Pensilvania, ayer en Harrisburg.Foto Ap
Ap, Afp, Europa Press y Reuters
Periódico La Jornada. Sábado 16 de mayo de 2020, p. 8
Washington. Steve Hahn, director de la Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), dijo ayer que ha proporcionado nuevas directrices a la Casa Blanca ante nueva información, según la cual una prueba rápida de Covid-19 de la farmacéutica Abbott Laboratories, utilizada por el presidente Donald Trump todos los días, puede arrojar imprecisiones y falsos negativos. El magnate aseguró que una vacuna contra el mal inventada en su país estará lista a finales de este año o incluso antes.
Pese a la advertencia, el mandatario expresó su confianza en la prueba, que da resultados en 15 minutos, y sus asesores continuaron promocionándola como un elemento de cambio.
Hahn indicó en entrevista con la cadena CBS que si se sospecha de un caso valdría la pena, si la prueba es negativa, obtener una segundo resultado confirmatorio. De eso se tratan nuestras directrices.
Este test se usa todos los días en la Casa Blanca para revisar a Trump y a otros miembros cruciales de su personal, incluido el grupo de trabajo de respuesta al coronavirus. La FDA dijo la noche del jueves que indagaba datos preliminares que daban a entender que la prueba puede pasar por alto algunos casos, al no detectar a personas infectadas.
Hahn dijo que será una decisión de la Casa Blanca si continúa con la aplicación de la prueba entre su personal. Señaló que el producto está en el mercado y la FDA sigue recomendando su uso o la tiene disponible para su uso.
La Universidad de Nueva York reportó que, de acuerdo con sus resultados, la prueba de Abbott Laboratories puede pasar por alto la mitad de las infecciones detectadas por una prueba rival fabricada por Cepheid. La investigación no ha sido revisada por expertos o publicada en una revista médica y está aplicada en unos 100 pacientes.
Los científicos encontraron que la prueba de Abbott omitió un tercio de las infecciones que el test de Cepheid detectó cuando los hisopos se almacenaron en líquido utilizado para transportar muestras de laboratorio. Cuando las muestras se mantuvieron secas, la prueba no detectó 48 por ciento de los casos revelados por Cepheid.
La de Abbott es una gran prueba, es una prueba muy rápida, comentó Trump en el Jardín de la Rosas de la Casa Blanca al destacar las labores de su gobierno para desarrollar una vacuna para el virus, la cual espera esté lista a fin de año o quizás antes.
Mi gobierno está otorgando unos 10 mil millones de dólares para apoyar un esfuerzo de investigación médica sin paralelo, dijo rodeado de científicos y funcionarios implicados en este proyecto, al comparar la búsqueda de la vacuna con el Proyecto Manhattan, que llevó al desarrollo de armas nucleares en la Segunda Guerra Mundial.
Trump agregó que cuando la vacuna esté lista, los militares se encargarán de distribuirla.
Estados Unidos resentía ayer 87 mil 493 muertos y un millón 442 mil 924 infectados, de acuerdo con la Universidad Johns Hopkins.
Sectores de la economía de Nueva York regresaron gradualmente a la vida desde ayer, con la autorización de trabajos de construcción, manufactura y menudeo en las partes del estado alejadas de esta ciudad, aún afectada por la pandemia.
Pero aún no en Manhattan, antes epicentro económico y cultural pero actualmente el foco de la pandemia de coronavirus, donde el encierro fue extendido hasta el 13 de junio.
Mientras algunos países de Asia y Europa comienzan a relajar las medidas de distanciamiento social, varias naciones en América Latina se han visto obligadas a endurecerlas debido a la multiplicación de contagios, región con 25 mil 690 y 454 mil 107 casos confirmados.
Chile inició la noche de ayer una cuarentena total en la capital, Santiago, y sus alrededores en un desesperado intento por frenar los contagios mientras Guatemala declaró un toque de queda por tres días. En contraposición, en algunos suburbios de La Paz, capital de Bolivia, se reactivó el transporte público pese a que los casos de Covid-19 están en aumento.
En Brasil, el ministro de Salud, Nelson Teich, presentó su renuncia, por incompatibilidades con el presidente Jair Bolsonaro, quien se opone a medidas de confinamiento y promueve el uso de la cloroquina contra el nuevo coronavirus.
El ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva dijo en entrevista con la agencia de noticias Afp que reza para que el pueblo brasileño escape de este genocidio causado por irresponsabilidad de Bolsonaro.
Apuntes postsoviéticos
Contra viento y marea
Juan Pablo Duch
Bielorrusia no suele conmemorar el Día de la Victoria con exhibiciones de poderío militar que se reservan para el Día de la Independencia, el 3 de julio, pero este año –en ocasión del 75 aniversario de la capitulación incondicional de la Alemania nazi– sorprendió con un desfile en Minsk de 3 mil soldados y armamento diverso ante una multitud, que las propias autoridades estimaron en 15 mil personas.
El presidente Aleksandr Lukashenko, quien gobierna Bielorrusia desde 1994, ordenó realizar el desfile –sus adversarios llegaron a difundir en las redes sociales que el público asistió contra su voluntad al que calificaron de desfile de la muerte– para mandar el mensaje de que si el fascismo no pudo doblegar a Bielorrusia, menos podrá hacerlo el coronavirus.
En abierto desafío a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, Lukashenko asume una actitud temeraria al no instrumentar medidas precautorias para evitar la propagación de la pandemia y recomienda tomar vodka, ir al sauna, jugar hockey, labrar la tierra con un tractor y besarse sólo en casa como métodos más efectivos para protegerse del Covid-19.
En realidad, el gobernante es consciente del riesgo de que se incremente en flecha el número de contagios –Bielorrusia, según las cifras oficiales, tenía ayer 26 mil 772 casos positivos y 151 fallecidos–, aunque procura reforzar la imagen de hombre fuerte que nada teme, que se atreve a hacer lo que otros no, incluido su poderoso colega ruso, que presume que sólo Bielorrusia, en todo el espacio postsoviético, no renunció al deber sagrado de honrar la memoria de los caídos con un desfile militar y, en suma, que es la persona que debe seguir al frente del país.
Y esto, en su lógica, tiene que hacerse realidad por sexto periodo consecutivo el próximo 9 de agosto cuando deben efectuarse, contra viento y marea, elecciones presidenciales, en las que no tendrá rivales verdaderos ante la imposibilidad de cumplir en el plazo de una semana, que venció ayer viernes, los requisitos para lograr el registro como candidato, salvo los habituales que desempeñan el papel de comparsas.
Aún es prematuro saber qué tanto influyó el desfile del Día de la Victoria en el aumento de los contagios en Bielorrusia y, sobre todo, si el Covid-19 afectará o no la reelección de Lukashenko.