lunes, 30 de enero de 2023

Una semana complicada.

Arturo Balderas Rodríguez
La semana que pasó fue pletórica en noticias en Estados Unidos, algunas en el ámbito político, del económico y otras relativas a hechos criminales. El ambiente político y económico sube de temperatura al acercarse el momento en que deberá tomarse la decisión sobre el aumento en el techo de endeudamiento del gobierno estadunidense. Para la fracción más dura e intransigente de la derecha republicana, no se debe ampliar e incluso debe restringirse aún más. La bancada demócrata, en consonancia con el presidente Joe Biden, se niega a negociar cualquier cambio en el monto del aumento. Con este escenario de fondo, el líder de la mayoría republicana se encuentra en un predicamento: si cede a las pretensiones de la derecha radical, establecería el camino para una crisis económica difícil de pronosticar; si lo hace a la demanda de Biden, lo más probable es que sus compañeros de partido lo desconozcan como líder. La única forma de resolver el galimatías sería la prudencia por ambas partes y, al igual que en otras ocasiones, medie una negociación en la que ambos lados cedan en algunas de sus demandas.
El otro evento que ha colmado los medios de comunicación y el pesimismo de la sociedad estadunidense es la violencia incesante que ha cobrado más de 70 vidas en lo que va del año. La semana pasada, en California, un ciudadano de origen chino ultimó a 11 personas en una fiesta en la que celebraban el año lunar chino. Esa misma semana, otro ciudadano de las mismas raíces asesinó a siete trabajadores agrícolas, entre ellos cuatro de ascendencia mexicana. Se desconocen las razones de los homicidas, pero de lo que no hay duda es que existe un problema social en toda la nación por el uso indiscriminado de armamento, que en teoría debería estar restringido a la policía y al ejército. En el mismo contexto, una noticia que asombró a toda la nación fue que un niño de 6 años disparó a su maestra y la hirió de gravedad. ¿Cómo fue posible que un niño tuviera un arma y la introdujera al recinto escolar sin que sus padres o las autoridades de la escuela no se percataran?
Imposible evitar el comentario sobre la abominable forma en que Tyre Nichols, un joven afroamericano de 29 años, fue asesinado a patadas por cinco policías de esa misma raza en la ciudad de Memphis. La indignación ensombrece nuevamente a la sociedad estadunidense al igual que hace poco más de tres décadas, cuando Rodney King fue agredido por otros policías en Los Ángeles. Es difícil entender qué pasaba por la cabeza de estos cinco policías que, sin ninguna piedad ni razón, pateaban al indefenso joven Nichols.
En medio de todas estas notas alarmantes destaca una positiva: el pronunciamiento que desde el Vaticano hizo el máximo jerarca de la Iglesia católica, el papa Francisco, en el sentido de que la homosexualidad no es un delito. Independientemente de la trascendencia que la declaración implica para los fieles de Iglesia católica, su impacto en el contexto político pudiera tener grandes implicaciones en el electorado. Uno de los mayores obstáculos de la política liberal ha sido la obediencia que los ciudadanos, particularmente hispanos, deben a los cánones religiosos. No es un secreto que un buen número de ellos reprueba la homosexualidad porque así lo manda la Iglesia. La declaración papal abre un abanico de opciones a quienes profesan esa religión y, en consecuencia, la posibilidad de acercarse al Partido Demócrata, que ha tenido una abierta empatía con las libertades sexuales. Dos cosas pudieran suceder: una, que también otras iglesias opten por tomar el mismo camino y consideraran una apertura universal a las libertades sexuales, y la otra, no menos trascendente, que el Papa siguiera por esa vía para liberar a sus fieles de las ataduras que durante siglos han coartado sus libertades y derechos. De ser el caso estaríamos en vía de retomar el camino perdido de la Ilustración.

Maíz: inflación y autosuficiencia alimentaria
Ana De Ita*
La inflación alcanzó sus mayores niveles en diciembre del año pasado y el primer mes de 2023 y, a diferencia de Estados Unidos y otros países, en México está impulsada por el aumento de los precios de los alimentos. Los precios internacionales de los productos básicos agropecuarios alcanzaron niveles récord e impactaron en el alza de los precios domésticos.
El de la tortilla, durante el gobierno actual ha sufrido un fuerte aumento de 54 por ciento, al pasar de 14.37 pesos en enero de 2019, cuando se iniciaba el sexenio, a 22.17 en enero de 2023, con los mayores aumentos durante 2021 y 2022.
Desde mayo de 2022 el gobierno propuso un Paquete Contra la Inflación y la Carestía (Pacic) para intentar controlar los precios de una canasta básica alimentaria, a través de un acuerdo con productores, distribuidores y comerciantes. En enero de este año este acuerdo tuvo una tercera ampliación, para mantenerse hasta el último día de 2023.
En lo que se refiere al maíz, otorga la posibilidad a las empresas de que cuenten con una licencia única universal de importarlo sin arancel desde cualquier lugar del mundo, pero para atajar las críticas suscitadas por la falta de regulaciones de los anteriores Pacic –que propició que las empresas se apresuraran a importar 400 mil toneladas de maíz blanco de Sudáfrica, muy probablemente transgénico, pues entre 85 y 90 por ciento del cultivo de ese país es genéticamente modificado–, el nuevo decreto apunta que el maíz blanco harinero sólo se importará para consumo humano y no podrá ser genéticamente modificado. Para el amarillo, la importación sin arancel sólo se aplica al destinado a la alimentación animal, aun cuando sea transgénico.
Igual que las anteriores versiones, el Pacic deja a las empresas la posibilidad de que sus compras al exterior –incluídas las del maíz– no sean revisadas y únicamente puedan manifestar bajo protesta de decir verdad que cumplen con las condiciones sanitarias y de inocuidad alimentaria. (bit.ly/3DmLHPA)
Se libera así a las instituciones de controlar la calidad de los embarques. Ya que no existe capacidad para inspeccionar la bioseguridad de los cargamentos de maíz, siguen llegando a la mesa de consumidores eventos de grano transgénico que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios no ha aceptado.
El otro mecanismo para controlar la inflación en el mercado de este producto es la imposición de un arancel de 50 por ciento a las exportaciones mexicanas, que han fluctuado en los últimos años entre 900 mil y 300 mil toneladas. (bit.ly/3XMH9Ko)
Aunque el actual gobierno se propuso lograr la autosuficiencia alimentaria y el Pacic implicó el aumento de ciertos subsidios a los muy pequeños productores de maíz, los resultados no han sido suficientes para aumentar la producción y reducir las importaciones. Según el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas, las compras externas de maíz cerraron en 2022 con 17.3 millones de toneladas, sólo superadas por las 17.4 millones de 2021, pero que debido al aumento de sus precios internacionales alcanzaron 5.6 mil millones de dólares. (bit.ly/3kOIiTo)
Con una producción anual estancada que no sobrepasa 27 millones de toneladas, lo que el gobierno busca liberalizando las importaciones e impidiendo las exportaciones es aumentar la oferta de maíz en México para evitar que suban sus precios, e incluso reducirlos.
Según datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera, la producción de otoño-invierno (21-22) mostró una contracción de 1.5 millones de toneladas, al producirse sólo 7.2 millones, de las 8.8 millones producidas al inicio del sexenio (2019). Esta situación era previsible, pues la política actual eliminó casi todos los apoyos para los productores de riego, que son quienes mayoritariamente siembran en este ciclo. En tanto, para el ciclo primavera-verano 2022, cuya cosecha terminará el próximo marzo, se prevé una producción de más de 19.2 millones de toneladas, lo que constituye un aumento de 800 mil respecto de 2019.
El gobierno no sólo liberalizó las compras internacionales de maíz, el Pacic también promueve las de carne de bovino, puerco y pollo, además de las de leche y huevo, que utilizan el maíz como uno de sus principales insumos.
El aumento de las importaciones de este grano y de los productos pecuarios que dependen de él, amenaza con reducir los precios domésticos a los agricultores y campesinos maiceros, así como con hacer recaer en ellos el costo por el control de la inflación, cuando además han sufrido una fuerte alza de los precios en sus insumos.
El impulso a las importaciones como mecanismo para reducir a corto plazo la inflación, se contrapone al objetivo de autosuficiencia alimentaria, pues compite con la producción nacional por el mercado interno y muy probablemente la desaliente.
* Directora del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano