lunes, 18 de noviembre de 2024

American curios.

Divide y conquista
David Brooks
▲ Latinos en un acto de apoyo al candidato presidencial republicano.Foto Ap
Uno de los trucos más viejos de la política funcionó otra vez: un multimillonario y sus cuates aún más ricos se están muriendo de risa al lograr que las grandes mayorías votaran en contra de sí mismas y sus propios intereses y con ello llevar a delincuentes y corruptos al poder máximo.
Revisando los datos sobre la participación (y no participación) electoral, queda claro que el viejo truco de divide y conquista funcionó.
En esta elección, trabajadores votaron contra trabajadores (45 por ciento de hogares con un sindicalista votaron por el multimillonario y sus aliados antisindicalistas), mujeres en contra de mujeres (52 por ciento de mujeres blancas, por el abusador sexual, quien logró anular el derecho constitucional al aborto), latinos en contra de latinos (45 por ciento, un número sin precedente en medio siglo), afroestadunidenses (el doble del voto de los hombres estadunidenses para el magnate racista desde hace cuatro años) e inmigrantes contra inmigrantes.
Las anécdotas de inmigrantes que han logrado la ciudadanía y sufragaron, algunos por primera vez desde que tienen el derecho al voto, por el multimillonario que se lanzó y triunfó con uno de los mensajes más antimigrantes de los tiempos modernos son terribles.
De una trabajadora doméstica mexicana cuyas hermanas, contó sin sorpresa, votaron por Donald Trump y que al preguntarle por qué, respondió que era mejor para la economía y ­también porque los demócratas han dejado pasar a demasiados inmigrantes a quienes les han dado apoyo, vivienda y trabajo, mientras los que llevan décadas aquí siguen indocumentados. De un taxista africano que votó por primera vez en su vida para regalarle su voto a Trump por eso de que están dejando pasar demasiados ­inmigrantes.
De lo que cuentan otros con eso mismo, pero hasta con más misterio, como ese joven puertorriqueño, quien indicó que los republicanos habían ofendido a sus paisanos al llamar a su lugar de nacimiento una isla de basura, pero que confesó que votó por Trump, ya que era mejor para las familias, frenaría el ingreso de indocumentados y que los demócratas estaban enfocados en transexuales.
Las razones para votar por alguien que obviamente es dañino para su salud colectiva giran en torno a una cierta irracionalidad generada por un profundo y prolongado desencanto, ira, desesperanza y más contra una cúpula política que no los representa y, ante la falta de otra opción, están suficientemente convencidos de que Trump representa un movimiento –ojo, no partido– insurgente.
Pero con los primeros nombramientos al gabinete y otros puestos de su gobierno, esa insurgencia no es más que un proyecto ultra-rreaccionario prometiendo el regreso a un país mítico del pasado y que busca imponerse sobre lo que queda del sistema democrático.
El totalitarismo en el poder invariablemente sustituye todos los talentos de primera, sin importar sus simpatías, como aquellos locos y tontos cuya falta de inteligencia y creatividad sigue siendo la mejor garantía de su lealtad, señaló Hannah Arendt (nos recuerda en esta coyuntura su biógrafa Samantha Rose Hill).
El fallecido comediante George Carlin resumió hace ya años el viejo truco en uno de sus monólogos: “Así es como la clase gobernante opera en toda sociedad: intentan dividir al resto del pueblo, mantienen a las clases bajas y medias batallando entre sí para que ellos, los ricos, puedan escaparse con todo el chingado dinero… Saben, cualquier cosa que es diferente, de eso van a hablar: raza, religión, historia étnica y origen nacional, empleos, ingresos, educación, estatus social, sexualidad, cualquier cosa que puedan hacer para que nos sigamos peleando entre nosotros para que ellos puedan seguir regresando al banco. ¿Saben cómo describo a las clases sociales y económicas de este país? La clase alta se queda con todo el dinero y no paga nada en impuestos. La clase media paga todos los impuestos, hace todo el trabajo. Los pobres están ahí sólo para darle un susto de mierda a la clase media, para que sigan presentándose a esas chambas” (https://www.youtube.com/watch?v=3ltrdNp_v2g).
No se logró antes, pero tal vez ahora despertará una luz de resistencia solidaria y unida ante la sombra cada vez más oscura sobre este país y el planeta.
The Clash. Know Your Rights. https://www.youtube.com/watch?v=1EKCAE1vDzY

Señales de gabinete
David Penchyna Grub
Tres administraciones han tenido que lidiar con Donald Trump como candidato y como presidente de Estados Unidos: la de Enrique Peña Nieto, la de Andrés Manuel López Obrador, y ahora, la de Claudia Sheinbaum Pardo. Me atrevo a decir que, a pesar de las complejidades, ninguna tan grande como la que se presentará en 2025, una vez que jure como el presidente número 47 en la Casa Blanca. En 2016 se enfrentó la incertidumbre, la renegociación del TLC; en 2018 la crisis migratoria y la guerra comercial con China, que terminó beneficiando a México; pero en 2025 enfrentaremos una nueva lógica: Trump no va a relegirse. No tiene incentivo alguno para la moderación. Por el contrario, recibió un amplio respaldo popular presentando una agenda radical. No hay elemento objetivo alguno para el análisis, que sugiera un movimiento al centro. Son cuatro años para desregular al gobierno, cortar impuestos, dar golpes espectaculares en la frontera, frenar la migración, ser extremadamente duros con América Latina, parar la crisis de fentanilo y detener el avance sostenido, estratégico, de China en el hemisferio. Si de paso colabora para que Rusia y Ucrania terminen la guerra, será accesorio. A Trump le importa la agenda antinmigrante que le dio el triunfo y que lo posicionó en la agenda pública desde hace una década. Nueve de cada 10 cosas que piensa y dice el presidente electo, tienen que ver con esa agenda. A diferencia de otros momentos, nueve de cada 10 cosas de esa agenda, tienen que ver con México.
México está en el centro de la política de Estados Unidos. Hablar de tráfico ilegal de drogas, del fentanilo acabando con ciudades emblema, es hablar de nuestro país. Hablar de la invasión de inmigrantes es hablar de la frontera. Hablar de China es hablar de México, por la estrategia de nearshoring que está en marcha, y toca una parte importante del T-MEC. Hablar de seguridad regional es hablar de México y hablar de los mexicanos en Estados Unidos es hablar de la marcha de la economía. Somos, para su pesar, pero también para su oportunidad de ser espectacular, el centro de su agenda. Con neutralidad, desdén, racismo o empatía, se hablará de México sí o sí.
El mejor ejemplo de lo que viene es el gabinete de Trump. Un desfile de radicales que tarde o temprano, se la jugaron con él. Un grupo que no refleja la adhesión del partido republicano a las filas del trumpismo, sino la silenciosa sustitución del partido republicano por lo que arrancó como el Tea Party, y Trump dio contenido al grado de convertirlo en una feligresía. Porque el movimiento MAGA es eso: un culto político que se centra en una celebridad, y dio cauce, color, organización y visibilidad, a grupos marcados por la xenofobia y el racismo. Y hay de mencionarlo también, a millones de estadunidenses que con razón o no, ven en Trump al gran rival de las élites, del establishment, o a un hombre duro y práctico que puede sacar brillo a las viejas glorias de Occidente.
Desde Homeland Security, la CIA, la Dirección de Seguridad Nacional, el zar fronterizo, el secretario de Estado o el fiscal general, todas las posiciones relevantes del gabinete estarán ocupadas por personas que tienen una percepción documentada radical de México y los mexicanos. En el mundo ideal de este grupo, la gran deportación de un millón de hispanos para empezar la administración es solamente el inicio de un nuevo entendimiento con América Latina: si vienen por entendimiento, encontrarán hegemonía.
En otra era de la política, que hoy parece tan distante como el siglo XIX, la concordia era un valor intrínseco de la actividad pública. La capacidad de ponerse en los zapatos del otro y llegar a acuerdos, convertía a una persona, en un político. Hoy, el elector no encuentra valor alguno en la concordia porque estima que esta sólo sirve para perpetuar a las élites sin beneficio alguno para la sociedad. Por ello, la lógica de un gobernante que una vez en el escritorio modera posiciones, es un pensamiento ingenuo y casi nostálgico, que no sirve para analizar la nueva realidad. Una realidad donde mientras más lejos, más irritante, más hostil pueda parecer una figura política, más popular y poderoso puede ser. El caso de Trump es el mejor de los ejemplos.
Nueve de cada 10 pensamientos de Trump involucran directa o indirectamente a México. Es tiempo, como bien leyó el canciller Ebrard, de entender la agenda de la nueva administración estadunidense, y analizar con frialdad qué es negociable y qué no lo es. La economía, la seguridad, el comercio, la interacción como socios, el flujo más importante del mundo y la integración de las cadenas de suministro, nos van en ello, con una determinación absoluta del futuro de la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum.

Erradicar el hambre en el mundo, reto de Brasil al iniciar la cumbre del G-20
Afp y Sputnik   Periódico La Jornada
Lunes 18 de noviembre de 2024, p. 23
▲ El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, saluda durante un acto previo a la cumbre del G-20, en Río de Janeiro, el sábado.Foto Afp
Río de Janeiro., La cumbre del Grupo de los Veinte (G-20) reunirá a las mayores economías del mundo este 18 y 19 de noviembre en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro y arrancará con la presentación de uno de los principales objetivos de la presidencia brasileña del grupo, la creación de una alianza mundial para erradicar el hambre. La Unión Europea, la Unión Africana y varios organismos internacionales participan como invitados, lo que eleva a 56 el número de delegaciones presentes.
La jornada se iniciará a las 8:30 horas, con el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y la primera dama, Janja Lula da Silva, como anfitriones al recibir a los jefes de Estado y de gobierno en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, sede del cónclave.
En la reunión se debatirá la reforma de la gobernanza global, cómo modernizar las principales instituciones internacionales, como la Organización de Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio para que reflejen las realidades contemporáneas y promuevan una gobernanza más justa y eficiente, explicó la presidencia de la reunión.
Calentamiento global
También habrá una jornada dedicada al debate sobre la lucha contra el cambio climático y la transición energética.
Se prevé que la declaración incluya un mensaje sobre la promoción de la paz en los conflictos globales, sobre todo en Ucrania y Palestina.
En la ceremonia de clausura se celebrará la transmisión de la presidencia del G-20 de Brasil a ­Sudáfrica.
Entre los jefes de Estado presentes en Río de Janeiro están los presidentes de China, Xi Jinping, de Estados Unidos, Joe Biden, y el canciller Serguéi Lavrov, representando a Rusia.
El G-20 es un organismo internacional creado en 1999 y está integrado por 19 países, la Unión Europea y la Unión Africana. Los 19 países son Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, Reino Unido, Sudáfrica y Turquía.