jueves, 3 de julio de 2025

Trump reproducirá cárceles migratorias como la de Florida.

“Muy pronto, estas instalaciones albergarán a algunos de los migrantes más amenazantes, a algunas de las personas más crueles del planeta”, aseveró Donald Trump, quien elogió la rápida construcción del centro de detención. El gobernador de Florida, Ron DeSantis, enviará a 100 agentes de la Guardia Nacional. Activistas señalaron que estos lugares son un “negocio rentable” para empresas privadas que los administran y que son parte de las acciones para sembrar miedo entre los indocumentados. En las imágenes, cartel publicitario y recorrido del presidente estadunidense por las celdas. 
Fotos Casa Blanca y Afp   Foto autor
AP, Reuters, The Independent
02 de julio de 2025 07:47
Ochopee. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, visitó ayer su nuevo centro de detención de migrantes en el humedal de Everglades, en Florida, que bautizó como el Alcatraz de los caimanes, y aseguró que podría ser un modelo para futuros proyectos mientras su administración expande la infraestructura para acelerar las deportaciones.
Muy pronto estas instalaciones albergarán a algunos de los migrantes más amenazantes, a algunas de las personas más crueles del planeta, por lo que llamarle así es muy apropiado. Estamos rodeados por kilómetros de pantanos peligrosos y la única salida es la deportación, comentó el presidente durante una conferencia de prensa con el gobernador republicano del estado, Ron DeSantis.
Trump elogió la rápida construcción del centro de detención mientras observaba filas de docenas de literas vacías encerradas en jaulas. Miré hacia afuera y, bueno, no es un lugar al que pronto quiera ir de excursión, subrayó.
Antes de su visita, el magnate declaró: les vamos a enseñar cómo huir de un caimán si escapan de la prisión, y en un intento de ser gracioso movió su mano en zigzag y señaló: si corren así, sus posibilidades de sobrevivir aumentan alrededor de uno por ciento.
También planteó la idea de deportar a ciudadanos estadunidenses condenados por delitos, algo que propuso a principios de este año, tras asegurar que tenemos mucha gente mala que lleva aquí mucho tiempo, personas que golpean a la gente en la cabeza con un bate de béisbol por detrás cuando están descuidados y que matan, que te apuñalan cuando vas caminando por la calle. Muchos de ellos nacieron en nuestro país, y creo que deberíamos expulsarlos.
El diario The Washington Post indicó que en medio del calor sofocante, varias docenas de manifestantes se congregaron a tres kilómetros del lugar a lo largo de la Ruta 41 que cruza los Everglades, cerca del centro de detención, portando carteles con consignas como No al ICE en los humedales, ICE se derrite en Miami y Manos fuera sobre imágenes de caimanes, en medio de preocupaciones sobre el trato a los migrantes y los posibles daños ambientales del centro.
La vida silvestre está de nuestro lado, del lado de las personas que protegen su hábitat. Los caimanes no quieren ser guardias de seguridad del fascismo, afirmó Rachel Bass, artista de Cape Coral, Florida, al Post.
Durante la visita del mandatario estadunidense, grupos de manifestantes se congregaron en las cercanías del “Alcatraz de los caimanes” para protestar contra el proyecto. Foto Afp
El mandatario desestimó las preocupaciones ambientales al declarar que la vida silvestre de los humedales sobreviviría a la especie humana, e incluso señalar que el centro de detención es un modelo que le gustaría replicar en varios estados.
Felicitación de Kristi Noem
A su vez, la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, aseveró sin pruebas que un migrante que estaba acusado de canibalismo intentó comerse a sí mismo mientras se encontraba esposado en un avión de deportación, y culpabilizó por ello al ex presidente demócrata Joe Biden. También felicitó a Florida por el nuevo centro, que calificó como un paso adelante.
Por su parte, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, añadió que enviará 100 efectivos de la Guardia Nacional allí y que los migrantes detenidos podrían llegar hoy a las instalaciones. Además, para promocionar la apertura, el Partido Republicano de Florida está vendiendo ropa y fundas para latas de cerveza con temática de caimanes.
La instalación se encuentra a 60 kilómetros de Miami en un vasto humedal subtropical repleto de caimanes, cocodrilos y pitones. Reuters señaló que con estas imágenes temibles la Casa Blanca ha aprovechado para mostrar su determinación de expulsar a los migrantes a los que, según dice, se les permitió permanecer en el país injustamente bajo la administración de Biden.
Se estima que el complejo ubicado en el sur de Florida, en el Aeropuerto de Entrenamiento y Transición Collier de Miami-Dade, costará 450 millones de dólares anuales en mantenimiento y podrá albergar a unas 5 mil personas, según estimaciones de funcionarios.
Petro califica el lugar como campo de concentración
Al condenar la apertura de ese centro de detención, el presidente colombiano, Gustavo Petro, señaló en X: estoy en completo desacuerdo con estos campos de concentración para migrantes, muchos de ellos colombianos. El migrante es un trabajador, y el trabajo es la fuente de la riqueza según la economía política clásica.
Agregó que "están encarcelando la riqueza, y entonces lo que viene es la pobreza", en referencia a las condiciones del centro de detención, rodeado de fauna salvaje.

El déjà vu del militarismo en Florida
Cuba es presentada nuevamente como una “amenaza estratégica”, no por lo que hace, sino por con quién se relaciona. Foto tomada de X @NPR   Foto autor
Rosa Miriam Elizalde
03 de julio de 2025 00:04
Un déjà vu. Eso es lo que estamos viviendo. Más de 20 años después de que Estados Unidos invadiera Irak bajo falsos pretextos, asistimos a la misma opereta belicista en el sur de Florida, desde donde se vuelve a maniobrar para empujar a Washington hacia un nuevo capítulo de agresión militar contra Cuba. 
Durante la primavera de 2003, mientras los misiles caían sobre Bagdad, el sector ultra de la emigración cubana salió a las calles de Miami con una consigna perturbadora: “Irak ahora; Cuba después”. La manifestación, celebrada en la Calle 8, no fue un acto aislado ni una expresión marginal. Representó una presión concreta hacia el gobierno de George W. Bush para extender su cruzada militar a la isla caribeña, bajo las mismas mentiras justificativas de la “liberación”, el “terrorismo” y las “armas de destrucción masiva” que ya habían sido empleadas para iniciar la invasión a Irak. 
En paralelo, centros de pensamiento como el Instituto para Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami –con vínculos estrechos con el aparato federal– recibían financiamiento para diseñar un futuro posrevolucionario en la isla. Uno de sus paneles, titulado sin rubor “La transición en estados delincuentes: Irak, Palestina y Cuba”, equiparaba a la isla con teatros de guerra. El mensaje era claro: ni Cuba ni Palestina eran una excepción, sino objetivos pendientes en la estrategia de “cambio de régimen” global de Washington. 
Las voces más influyentes del momento tampoco ocultaban esta posibilidad. En marzo de 2003, el entonces secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, fue interpelado en el programa Meet the Press sobre si Cuba estaba “en la lista” de países a invadir. En su respuesta descartó una operación inmediata, pero dejó la puerta abierta con un inquietante “a menos que posean armas de destrucción masiva”. Pocos meses después, el subsecretario de Estado John Bolton –conocido por su historial belicista– inventaba la mentira de que la nación caribeña producía armas biológicas y compartía biotecnología con “estados despreciables”. La demonización estaba en marcha. 
Esta narrativa, que sirvió para endurecer el bloqueo económico, limitar los viajes y las remesas, fue respaldada entonces por los congresistas cubanoestadunidenses de línea dura. “Castro tiene los días contados”, dijo Mario Díaz-Balart a los periodistas en 2004, y 20 años después sigue repitiendo sin sonrojarse esa frase. 
Hoy, cuando EU e Israel han escalado su ofensiva militar en Irán, la maquinaria propagandística de Miami vuelve a agitar la bandera de la intervención armada. En redes sociales, la congresista María Elvira Salazar no disimula su entusiasmo: “Así se enfrentan a los tiranos, no sólo en Irán, sino también a sátrapas en Cuba, Venezuela y Nicaragua. Paz a través de la fuerza. Esa es la manera americana”. Su colega Carlos Giménez, por su parte, amenaza con tono mesiánico: “Con Trump no hay cuentos, ni excusas. El tiempo se les acabó”. 
Cuba es presentada nuevamente como una “amenaza estratégica”, no por lo que hace, sino por con quién se relaciona. Su alianza con China, Rusia, Irán y Venezuela basta para justificar una alerta de seguridad nacional. La retórica recuerda peligrosamente al discurso del “eje del mal”. La isla es convertida en enemigo operativo no por sus acciones, sino por su mera existencia geopolítica, como si la soberanía cubana fuera en sí misma una provocación. 
Llevamos semanas con la angustiosa corazonada de estar viviendo un déjà vu tras otro. Trump invoca como un éxito militar estadunidense el triste recuerdo de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, donde la humanidad descubrió con horror el infierno atómico de la guerra. Los inmigrantes son cazados como bestias, igual que los comunistas y los judíos antes de la Segunda Guerra Mundial. Hay rabia y desesperación ante las imágenes de estadunidenses que defienden consignas genocidas que invitan al odio, la guerra entre hermanos y la destrucción. Y cuesta mucho creer a Trump cuando dice que las acciones bélicas en Irán terminaron, porque cuesta mucho creerle cualquier cosa. 
Este clima político-mediático revela una peligrosa redición de las matrices discursivas que precedieron la catástrofe iraquí. La lógica es la misma: desinformar, aislar, demonizar, justificar sanciones y, si se alinean las circunstancias, legitimar la intervención en los “oscuros lugares del planeta”. 
Aunque la mentira de las armas de destrucción masiva en Irak aún retumba como un fracaso ético y político de Occidente, la ultraderecha de Florida insiste en repetir el ciclo e intenta arrastrar a EU hacia una agresión injustificable contra Cuba. Ocurre en un contexto volátil, donde lo único seguro es que la “guerra de los 12 días” ha puesto al mundo peligrosamente cerca de un cataclismo de consecuencias impredecibles. Tampoco ayuda la falta de certeza acerca de lo que sucedió o no sucedió en Irán, o de lo que podría ocurrir en Medio Oriente en los próximos días. Ni hablar de que los principales agresores en este conflicto son tan sosegados como el Alka-Seltzer.

Recortes a Usaid podrían llevar a 14 millones de muertes en 2030: ‘The Lancet’
El gobierno de Estados Unidos canceló más del 80 por ciento de los programas de su agencia de ayuda internacional. En la imagen, cartel de una manifestación contra los recortes a dicha agencia en febrero de este año. Foto Ap   Foto autor
Europa Press
01 de julio de 2025 21:36
Madrid. Un estudio publicado esta semana en la prestigiosa revista científica The Lancet reveló que los recortes a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) impuestos por la Administración de Donald Trump podrían llevar a más de 14 millones de muertes adicionales en 2030, un tercio de ellas en niños.
“Estimamos que, en las últimas dos décadas, los programas financiados por la Usaid han ayudado a prevenir más de 91 millones de muertes en todo el mundo, incluidos 30 millones de muertes infantiles”, explicaron los autores, entre quienes que se encuentran varios vinculados al Instituto de Salud Global de Barcelona y de la Universitat de Barcelona.
Por el contrario, los científicos concluyeron que “los profundos recortes de financiación en curso, combinados con el posible desmantelamiento de la agencia, podrían provocar más de 14 millones de muertes adicionales para 2030, incluidos 4.5 millones de muertes entre niños menores de cinco años”.
“Los recortes actuales y propuestos de la ayuda estadunidense, junto con los probables efectos en cadena sobre otros donantes internacionales, amenazan con detener abruptamente y revertir uno de los períodos más importantes de progreso en el desarrollo humano”, reza el artículo, que advierte de que “para muchos países de ingresos bajos y medios, el impacto resultante sería similar en escala a una pandemia mundial o a un conflicto armado importante”.
El gobierno de Estados Unidos canceló más del 80 por ciento de los programas de su agencia de ayuda internacional, el equivalente a unos cinco mil 200 contratos, según anunció en marzo el secretario de Estado, Marco Rubio.
En cambio, múltiples ONGs criticaron el cierre de la Usaid y la reducción de la ayuda humanitaria tras la llegada de Trump a la Casa Blanca, una decisión que han calificado como un “ataque al sistema de valores”.