lunes, 25 de agosto de 2025

Crece en China uso de carbón para energía pese a récord de fuentes renovables.

El carbón ha sido una fuente energética esencial en China durante décadas, pero el aumento explosivo en las instalaciones eólicas y solares en los últimos años despertó esperanzas de que el país abandonaría ese combustible fósil contaminante. Foto: Xinhua / Archivo   Foto autor
Afp
24 de agosto de 2025 20:14
Pekín. China tuvo un repunte en la generación de energía a carbón en el primer semestre del año, pese a que alcanzó un nivel récord en el uso de fuentes renovables, mostró un informe divulgado.
El carbón ha sido una fuente energética esencial en China durante décadas, pero el aumento explosivo en las instalaciones eólicas y solares en los últimos años despertó esperanzas de que el país abandonaría ese combustible fósil contaminante.
El carbón representa cerca de la mitad de la generación eléctrica de China, por debajo de los tres cuartos de 2016.
No obstante, China puso en operación 21 gigavatios (GW) de energía a carbón adicionales en los primeros seis meses del año, el nivel más alto para un semestre desde 2016, según un informe del Centro de Investigación de Energía y Aire Limpio (CREA) y el Global Energy Monitor (GEM).
El país también comenzó o reanudó la construcción de proyectos a carbón por 46 GW, equivalente al total de energía a carbón en Corea del Sur, y lanzó proyectos nuevos por otros 75 GW.
Ese crecimiento amenaza la meta china de alcanzar su tope de emisiones de carbono para 2030 y podría consolidar el papel del carbón en su matriz energética, advierte el informe.
Como segunda economía mundial, China es el mayor emisor de gases de efecto invernadero causantes del cambio climático, pero también es una potencia en energías renovables.
“El desarrollo de energía a carbón en China (...) no muestra señales de disminución, lo cual deja las emisiones en un nivel elevado y mantiene al carbón en el sistema por numerosos años”, comentó Christine Shearer, analista del GEM y coautora del informe.
Más carbón podría ser incorporado a la red porque “hay una gran cantidad de proyectos (a carbón) ya autorizadas en espera”, tras un fuerte aumento de los nuevos permisos en 2022 y 2023, cuando la matriz energética china luchaba por adaptarse al aumento de las fuentes renovables, señaló Lauri Myllyvirta, principal analista de CREA.
Al mismo tiempo, China instaló 212 GW de capacidad solar en el primer semestre del año, un nuevo récord y más de la mitad del total de energía solar instalada en Estados Unidos para finales de 2024.
También está en camino de instalar en 2025 suficiente energía limpia –solar, eólica, nuclear e hídrica– para cubrir la demanda energética total de Alemania y Reino Unido combinados.
China podría anunciar nuevas metas de emisiones y energía en los próximos meses, al divulgar detalles de su 15º Plan Quinquenal para el periodo 2026-2030.

Dos hitos, múltiples desafíos
David Penchyna Grub
México está en un momento de contrastes y oportunidades. Las últimas semanas han traído dos noticias significativas, una de índole económica y otra de desarrollo social, que invitan a un análisis profundo más allá del discurso político. Representan logros importantes, pero también plantean preguntas sobre su sostenibilidad y la estrategia a seguir para consolidar un crecimiento equitativo y robusto.
En el frente económico, en medio de la incertidumbre global y las tensiones geopolíticas, México ha demostrado una notable capacidad de atracción de capital. Durante el segundo trimestre del año, el país captó 34 mil millones de dólares en inversión extranjera directa, lo que representa 10 por ciento más respecto al año anterior. Esta cifra no es menor: indica que, pese a los desafíos internos, las ventajas competitivas de México, como su ubicación geográfica y su integración en las cadenas de valor con Estados Unidos, siguen siendo determinantes para los inversionistas. El nearshoring y la estrategia de Washington de frenar el crecimiento económico de China han posicionado a México como destino atractivo para la relocalización de empresas. Sin embargo, sería ingenuo pensar que este flujo de inversión es inmune a riesgos. La seguridad pública sigue siendo una preocupación latente, y la reciente modificación del marco judicial añade una capa de incertidumbre. La renegociación del T-MEC, una vez más en el horizonte debido a las dinámicas políticas en Estados Unidos, es otro elemento que podría generar volatilidad.
El desafío es claro: capitalizar una “versión post Trump del nearshoring” y convertir la coyuntura en ventaja estructural. Esto requiere no sólo mantener una política económica estable, también invertir en infraestructura y seguridad en las regiones claves para logística y transporte. La capacidad del gobierno para pacificar estas zonas será factor decisivo para que los próximos años sean incluso mejores en inversión.
En el ámbito social se ha logrado un hito relevante, que debe ser reconocido: la reducción de la pobreza. Según cifras oficiales, la cifra de personas en pobreza bajó de 51.9 millones a 38.5 millones entre 2018 y 2024. Esto se asienta en dos pilares fundamentales: el alza sostenida del salario mínimo y la expansión de las transferencias económicas a través de programas sociales; han sido centrales en la narrativa política de la Cuarta Transformación y han demostrado ser efectivas para elevar el ingreso de los hogares más vulnerables.
Sin embargo, aquí surge la pregunta más compleja y de mayor trascendencia: ¿cómo se da sostenibilidad a este avance? Mantener el gasto público como motor principal de la lucha contra la pobreza podría chocar con la necesidad de invertir en otros rubros estratégicos para el crecimiento y la creación de empleo, como la infraestructura. La capacidad presupuestal del Estado tiene un límite, y depender sólo de ella podría generar un desequilibrio fiscal a mediano plazo.
La sostenibilidad de la reducción de la pobreza no puede recaer únicamente en la política salarial y el gasto social. Es imperativo que la iniciativa privada y el emprendimiento se sumen como motores de crecimiento. La verdadera transición de la pobreza a la clase media se construye sobre una base de empleo formal, acceso al crédito, educación de calidad y servicios de salud eficientes. El desafío es crear condiciones para que la economía genere las oportunidades necesarias para que las personas puedan ascender por sí mismas.
Ambas noticias –inversión extranjera y reducción de la pobreza– son motivos de celebración. No cabe la mezquindad en reconocer estos logros. La pregunta fundamental que se debe responder es cómo construir un futuro donde los motores del crecimiento y el desarrollo social no dependan sólo del gasto público, sino de una sinergia virtuosa entre Estado, sector privado y sociedad.

Conflicto con China favorece inversiones de EU en México
Se han mantenido en torno a 40%
Alza de aranceles aleja los capitales asiáticos del país
Alejandro Alegría
Periódico La Jornada   Lunes 25 de agosto de 2025, p. 16
La inversión de las empresas de Estados Unidos en México se ha mantenido en alrededor de 40 por ciento del total del capital extranjero en este siglo, pero en los últimos años los flujos de ese país han sido mayores debido a sus diferencias con China, de acuerdo con datos oficiales y un experto.
Información de la Secretaría de Economía (SE) muestra que en las últimas dos décadas este nivel ha sido continuo a pesar de vaivenes como la crisis financiera de 2008-2009, la pandemia de covid-19 e incluso la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en el primer periodo de Donald Trump, que dio origen al T-MEC.
De hecho, en 2021, luego de los cierres más drásticos por la pandemia de coronavirus, que rompió con las cadenas tradicionales de suministro, los flujos de capital estadunidense hacia México tuvieron una participación de 47.5 por ciento y en 2022 también superaron la tendencia previa al sumar 42.6 por ciento, de acuerdo con la SE.
Si bien la participación promedio en este periodo ha sido de alrededor de 40 por ciento del total de la inversión extranjera directa (IED), Ignacio Martínez Cortés, coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios (Lacen) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señaló en entrevista con La Jornada que el comportamiento depende del año que se reporta.
Por ejemplo, en 2016 hubo un flujo de 13 mil 444 millones de dólares proveniente de Estados Unidos, monto que representó 63.3 por ciento de la IED de ese año, que fue de 21 mil 263 millones de dólares.
En contraste, en 2013 el conglomerado multinacional belga Anheuser-Busch InBev (AB InBev) invirtió 13 mil 249.2 millones de dólares para adquirir Grupo Modelo, pero el flujo de firmas estadunidenses sólo significó 32.5 por ciento del total de la IED, que fue de 48 mil 356 millones de dólares.
Martínez Cortés comentó que entre 2002 y 2007 se registró mayor flujo de Estados Unidos, pues su economía creció en ese periodo. No obstante, en 2010, después de la crisis financiera, la inversión estadunidense cayó a escala global y ello afectó a México.
El coordinador del Lacen destacó que a partir de 2015 nuevamente comenzó a fluir la inversión de Estados Unidos.
Martínez Cortés comentó que el dinamismo de los flujos a territorio nacional en estos años también responde a la desindustrialización de Estados Unidos, así como a la presencia internacional de China, que ha mermado la participación estadunidense en el comercio.
“Si analizamos 2022 y 2024, el comportamiento del flujo de Estados Unidos comenzó a crecer a raíz de que la presencia de China en la economía estadunidense tuvo una caída por los aranceles”, indicó.
“En 2024 la participación de China en las importaciones de Estados Unidos era de 10.4 por ciento, pero 10 años atrás, en 2015, estaba en 14.9 por ciento”, acotó.
“Los aranceles, ya fuera con Barack Obama, Donald Trump, Joe Biden, o nuevamente Trump, han reducido la participación de China en Estados Unidos. Esto también se refleja en menor inversión asiática en América del Norte, de manera particular en México”, resaltó.
Participación indirecta
Hasta antes de 2016 la inversión china en México había sido reducida, aunque ha ido aumentando. En 2022 y 2024 representó 1.59 y 1.88 por ciento, respectivamente.
Martínez Cortés comentó que estas cifras pueden parecer bajas, pero su participación indirecta es mayor, por ejemplo, mediante participaciones en empresas de otros países, como el conglomerado industrial portugués Mota-Engil, donde 33 por ciento del capital es chino.