sábado, 23 de agosto de 2025

Economía: estabilidad con justicia.

La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo manifestó ayer su satisfacción por la estabilidad de la economía mexicana, lograda pese a factores adversos como las políticas de su homólogo estadunidense Donald Trump. La mandataria reconoció que la guerra arancelaria o la persecución contra los migrantes tienen efectos como extremar la cautela de los inversionistas, pero resaltó que no se han cumplido los augurios de quienes apostaban a un desplome de la actividad económica nacional, el descarrilamiento del desarrollo, el desquiciamiento de las finanzas públicas y un endeudamiento fuera de control.
Múltiples indicadores respaldan las apreciaciones de la Presidenta. La inflación general sumó tres quincenas dentro del rango objetivo del Banco de México (3 por ciento más/menos un punto), con el índice no subyacente (bienes y servicios cuyos precios son más volátiles) marcando su registro más bajo para el mismo periodo desde 2021; se captó un máximo histórico de 34 mil 265 millones de dólares de inversión extranjera directa (IED), en los cuales destaca un gran flujo de capitales desde Estados Unidos; el Servicio de Administración Tributaria (SAT) reportó un incremento de 7.2 por ciento en la recaudación hasta julio, con lo que ya se superó la meta para este punto del año; el Inegi confirmó un crecimiento del producto interno bruto de 1.2 por ciento anual durante el segundo trimestre, una cifra modesta que, no obstante, deshace las predicciones de recesión o estancamiento. El retroceso en el sector industrial apunta a que el principal obstáculo actual para un alza mayor del PIB radica en los aranceles impuestos por Washington con la agresividad y la arbitrariedad que caracterizan a la administración republicana.
Más allá de los datos macroeconómicos, debe celebrarse que entre 2018 y 2024 13 millones 400 mil mexicanos salieron de la pobreza, gracias tanto a las transferencias directas vía programas sociales como al sostenido aumento del salario mínimo, que ya creció más de 100 por ciento en términos reales, es decir, descontando el efecto de la inflación. Esta cifra, que supone la mayor reducción de la pobreza en cinco sexenios, no es un número más: significa una mejora en las condiciones de vida de millones de personas, la realización de derechos humanos que el neoliberalismo convirtió en papel mojado, el cumplimiento –incompleto, pero importantísimo– de una justicia social que no es una gracia del Estado, sino una conquista popular.
Cabe detenerse en el cruce de dos indicadores: mientras el salario mínimo creció 12.5 por ciento este año, la inflación general se ha mantenido por debajo del 5 por ciento, y en la primera quincena de agosto fue de sólo 3.49 por ciento, por lo que se desmiente una vez más el mito según el cual los minisalarios debían mantenerse en niveles de hambre porque aumentarlos tendría una repercusión directa en los precios. En este sentido, vale admitir que en las economías de mercado las empresas suben los precios incluso sin que exista un aumento en sus costos cuando perciben que los consumidores pueden pagar más por sus productos y servicios. Esta inflación motivada por la codicia es un fenómeno indeseable, pero inevitable en un sistema económico regido por la lógica de maximización de las ganancias, pero en México el poder adquisitivo de los trabajadores estaba tan deteriorado por décadas de contención deliberada de los salarios que la dignificación de los mismos no ha tenido efectos inflacionarios apreciables.
No es posible echar las campanas al vuelo, pues el crecimiento económico registrado es muy modesto, la pobreza y la desigualdad persisten como grandes retos que las autoridades deben encarar y los avances reseñados se hallan bajo la permanente amenaza de los caprichos trumpianos. Sin embargo, es preciso reconocer que la solidez mostrada por la economía mexicana en medio de las turbulencias globales denota la existencia de una estrategia acertada, reconocida incluso por organismos con escasas simpatías hacia los proyectos progresistas.

Gratitud
Fabrizio Mejía Madrid
Rara vez hablamos de ella. Desde la pandemia suelo repetir, cada vez que me agobio, el ejercicio de agradecer por estar vivo, las flores, los colibríes en la ventana. Cerrar los ojos y respirar el instante es una manera de estar presente. Al dejar resabios y expectativas uno aparece conectado con un atardecer o con las personas en tránsito bajo la lluvia. Es lo contrario de sentir placer cuando a los demás les va mal o desear que a los demás les vaya tan mal como a mí, que explica a los electores, por ejemplo, de Argentina.
Con la salida de la pobreza durante el sexenio de López Obrador de 13.4 millones de personas, nos pasamos los días hablando de deudas históricas o personales. Lo que se nos debe, lo que le debemos a los demás. La oposición, con su discurso individualizado y despolitizado, habla de “dádivas”. El consenso del sentido común habla de un mínimo de justicia social. Los que dicen “dádivas” sienten que se les quita algo de valor a lo que suponen tenían derecho. Los demás hablamos de justicia. Pero rara vez hablamos de gratitud.
La gratitud, no obstante, tiene sus delicadezas. Según la división que ya hacía Santo Tomás, habría una que proviene de un intercambio y otra que resulta de preocuparse y atender, de cuidar. Es decir, hay un agradecimiento de tipo comercial y otro trascendente. La del canje comercial explicaría el agradecimiento por el beneficio que se te ha dado y la consecuente humildad de recibirlo. Se genera un desbalance de poder. Implica que quien está agradecido siente y se expresa desde un lugar de inferioridad, ya que ha tenido un beneficio sin que le cueste y, por su lado, el benefactor tuvo un costo y espera reconocimiento y agradecimiento, cuando no la obligación de la reciprocidad. Por su lado, la generosidad trascendente es una relación asociada con el amor y el lazo, y se diferencia de la comercial en que quien da y quien recibe beneficios se apoyan mutuamente: cuanto más das, más recibes, como dice la canción. En la gratitud del cuidado, todos obtienen beneficios y nadie incurre en costos; por lo tanto, los juicios de intercambio, equidad, reciprocidad y obligación no les son relevantes. Esto explicaría por qué, en un desastre, surge la solidaridad.
“Por el bien de todos, primero los pobres”, uno de los lemas del obradorismo, plantea un lazo de tipo trascendente, pues implica la moral de los cuidados, imaginar entre todos un conjunto en el país al que se requiere atender, preocuparse y velar, y la gratitud reside en cierto alivio, cierta confianza, y cierta serenidad de todos. Son emociones políticas y, por tanto, colectivas y con expresiones públicas, pues no hay gratitud sin agradecimiento, es decir, el hecho más la acción de comunicarla. Pero hay sin duda una disputa emocional, política e ideológica con respecto a esta gratitud mayoritaria. Y es que hay quienes no la entienden como una expectativa de justicia distributiva y retributiva que ellos compartan. Para la oposición, cuando llama a los derechos sociales “dádivas”, lo que está implicando es que no reconoce el criterio con el que se han distribuido las cargas y beneficios. No creen que eso sea justo porque habitan un terreno bastante movedizo en el que los impuestos que pagan son suyos y no, como son por definición, parte de la ganancia que se le debe a la sociedad. Creen que hacen el favor de pagarlos y no, como ha sido históricamente, una parte que nunca ha sido de su propiedad. Creen que un representante popular “decide” en qué lo va a gastar, fuera del mandato político que tiene. En ese mismo planeta que habitan, uno puede decidir en qué se gastan esos recursos públicos y decir que evade impuestos porque no le gusta el Tren Maya. Y, finalmente, comparten con el trumpismo la idea de que vivimos en una escalera donde los que reciben derechos sociales se meten en la fila, saltan con trampas los peldaños que ocupan los esforzados y pacientes que han hecho todo por seguir su ascenso. Su idea de justicia es la del talento y el esfuerzo, la falacia de la meritocracia con la que ajustaron su vida laboral sin querer saber que es un fantasma burlón. Mas comparten también un principio de lo que es justo e injusto.
Veamos. Hay tres tipos de códigos morales, según los antropólogos. Uno es el que tiene por principio no dañar a los demás. A éste le han llamado de autonomía. Otro es el comunitario que toma como principio el respeto a quien actúa conforme al interés general. Y el último es el que enfatiza la pureza y se designa con el principio de la divinidad. En nuestro país conviven y, a veces, se enfrentan los tres tipos de códigos. Vemos a los que creen que viven solos y se quejan del destino de sus impuestos: los programas sociales. Vemos a los que respectan tanto el interés general que, a veces, están dispuestos a aceptar cualquier cosa a cambio de su protección. Y vemos a los que claman su pureza en distintos ámbitos: la izquierda “verdadera”, las políticas de la identidad, y hasta entre los catedráticos.
Sin embargo, expresar gratitud cumple una función comunicativa crucial, profunda, y politizada al reconocer con humildad que el otro está actuando de manera justa y equitativa. El intercambio no es, como reza el mantra de la oposición, “dádivas” por votos, sino algo mucho más hondo. Es un intercambio recíproco que implica el eventual establecimiento de la confianza. “Amor con amor se paga”, otro lema popularizado por el obradorismo, no habla de algo material –a pesar de que los derechos sociales lo son–, sino de la confianza intangible: el lazo entre prometer y hacer; porque confiar en alguien es saber que va a hacer algo que ha prometido. No se trata, como leí por ahí, que la tradición de caudillos latinoamericanos explique a estas alturas la legitimidad, sino el hecho de que siempre creer en algo es creer en alguien, es decir, en quien lo va a llevar a la práctica. Ese es el caso de López Obrador-Claudia Sheinbaum en México. Esa confianza, a su vez, establece una continuidad a la que llamamos confiabilidad y eso explica, en cierta medida, los resultados electorales para la segunda presidencia de la Cuarta Transformación. Por eso, las últimas batallas de la prensa opositora han sido para tratar de minar la confianza y resaltar la hipocresía como la distancia entre lo que se dice y se hace.
Pero con el debate de la pobreza, la oposición se vuelve a enredar. No percibir las necesidades del otro o verlo como diferente de nosotros, como uno de “ellos” en lugar de uno de “nosotros”, es común. El problema es que, ante un principio de justicia comunitario, ante el desarrollo de la gratitud y la confianza políticas, la oposición sigue creyendo que detrás de su “nosotros” existe algo más que aversión. Para ese “nosotros”, el amor y la gratitud son ideología.

Aranceles de EU, detrás de alza de precios mundiales del café: exportadores brasileños
Granos de café, en imagen de archivo. Foto Cuartoscuro
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Reuters
22 de agosto de 2025 17:06
Sao Paulo. El mercado mundial de café arábica se disparó en agosto, con una subida de los precios de más de 30 por ciento en la bolsa ICE, impulsada sobre todo por las fuertes alzas arancelarias de Estados Unidos, dijo el viernes el jefe del consejo de exportadores de café de Brasil, Cecafé.
El arancel de 50 por ciento impuesto al café brasileño por la administración Trump desde el 6 de agosto ha hecho inviables las exportaciones a Estados Unidos y ha perturbado los mercados, dijo el presidente de Cecafé, Marcio Ferreira, en una entrevista.
“En las reuniones que tuve con la parte estadounidense, dejé claro que el aumento de los aranceles creó un ambiente de incertidumbre e hizo subir los precios del café a nivel mundial, y puede que no haya techo”, dijo Ferreira.
“El mercado no puede ver aún dónde está el pico de los precios”, agregó.
Los precios a futuro del café arábica en el ICE KCc2, negociados en Nueva York, cotizaban este viernes en torno a 3.74 dólares por libra, frente a los 2.8 dólares de fines de julio.
El rendimiento de la cosecha en Brasil, el mayor productor y exportador mundial de café, no ayudará en breve, dijo Ferreira.
La recolección de la cosecha de arábica de 2025, que está a punto de finalizar, produjo cerca de 10 por ciento menos de lo esperado, señaló y agregó que es probable que las heladas de este mes reduzcan la producción del próximo año.

Posible recorte de tasas de la Fed impulsa a los mercados
El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, camina fuera del Jackson Lake Lodge durante un receso en el Simposio de Política Económica de Jackson Hole en Moran, Wyoming, el viernes 22 de agosto de 2025. Foto Ap   Foto autor
Afp
22 de agosto de 2025 16:58
Washington. La Bolsa de Nueva York cerró en verde el viernes, con un récord de su índice Dow Jones, luego que el presidente de la Reserva Federal estadounidense (Fed, banco central), Jerome Powell, asomara la posibilidad de un recorte de tasas.
El Promedio Industrial Dow Jones subió 1.89 por ciento y llegó a 45 mil 631.74 puntos, con lo que batió su marca de diciembre.
El Nasdaq ganó 1.88 por ciento y el índice ampliado S&P 500 avanzó 1.52 por ciento.
Desde la conferencia de banqueros centrales en Jackson Hole, Wyoming, el presidente de la Fed declaró que no se puede descartar un rápido deterioro del mercado laboral estadounidense, que podría justificar una flexibilización de la política monetaria y, por ende, de los tipos de interés.
La reacción fue rápida en los mercados: los principales índices estadounidenses subieron mientras que los bonos del Tesoro estadounidense cayeron, arrastrando al dólar.
En el mercado de bonos estadounidense, el rendimiento a dos años –el más sensible a la evolución monetaria– cayó de 3.78 por ciento al cierre del jueves, a 3.69 por ciento alrededor de las 20:20 GMT (14:20 horas del centro de México). El rendimiento a 10 años también se redujo significativamente, pasando de 4.33 por ciento del jueves a 4.25 por ciento.
Bolsa Mexicana anotar récord por encima de 59 mil puntos
En México, el índice referencial de la Bolsa Mexicana de Valores, el S&P/BMV IPC subió 0.96 por ciento, lo que le permitió llegar a 59 mil 225.48 puntos, un máximo histórico de cierre, con un rendimiento semanal acumulado de 1.55 por ciento.
El resto de las bolsas en América Latina también avanzaron, mientras las eruopeas cerraron en máximos de cinco meses.
Por su parte, el peso mexicano se apreció 17 centavos (0.92 por ciento) y culminó una semana de ganancias, después que el presidente de la Fed abrió la puerta a una baja de tasas de interés en septiembre.
En operaciones al mayoreo el tipo de cambio cerró en 18.59 pesos por dólar y en la semana acumuló una ganancia de 14 centavos (0.78 por ciento).
El peso mexicano, igual que otras monedas de la región se vio impulsado ante un descenso del dólar, tras las declaraciones del presidente de la Fed.
“Un recorte en septiembre no es necesariamente un hecho, pero demuestra que la Fed está dispuesta a bajar las tasas, siempre que el índice de inflación del IPC del próximo mes no sorprenda al alza”, declaró Angelo Kourkafas, de la consultora Edward Jones.
Dilema de la Fed entre inflación por aranceles y debilidad del mercado laboral
La Fed se encuentra en una “situación delicada”, señaló Powell, ya que el peso de los nuevos aranceles impuestos por Trump a los productos importados están empezando a trasladarse a los consumidores, con el riesgo de reavivar la inflación.
Sin embargo, Powell y los miembros del comité de política monetaria de la Fed “probablemente sean más sensibles hoy a la desaceleración del mercado laboral”, afirmó Kourkafas.
Una gran mayoría de los inversores prevé ahora una flexibilización de las tasas ya en septiembre, según la herramienta de monitoreo FedWatch de CME.