▲ El canciller de Venezuela, Yván Gil (derecha), se reunió ayer con el coordinador residente de Naciones Unidas en el país sudamericano, Gianluca Rampolla, para discutir, entre otros temas, las amenazas que enfrenta América Latina y el Caribe por el despliegue militar de Estados Unidos en la zona.Foto tomada del Canal de Telegram de Yván Gil
Ángel González Especial para La Jornada
Periódico La Jornada Miércoles 27 de agosto de 2025, p. 21
Caracas. El gobierno de Venezuela demandó, mediante una nota enviada a todas las misiones diplomáticas representadas en la Organización de Naciones Unidas (ONU), que se den “garantías claras y verificables” de que Estados Unidos no desplegará ni amenazará con armas nucleares en la región.
La comunicación fechada ayer en la sede de la ONU en Nueva York responde a las informaciones sobre el incremento del despliegue militar estadunidense en el Caribe, con la movilización del buque Lake Erie, un crucero de misiles guiados, y el Newport News, un submarino de ataque rápido de propulsión nuclear
Este contingente se suma a otras tres embarcaciones de guerra que, según fuentes citadas por Reuters, transportan 4 mil 500 militares, incluidos 2 mil 200 marines con el objetivo de combatir a “organizaciones narcoterroristas”.
Respuesta a la amenaza
El ministro de Defensa, general Vladimir Padrino López, informó sobre el inicio de un despliegue operacional de 15 mil efectivos de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en los estados de Táchira y Zulia, que comprenden 851 kilómetros de los 2 mil 219 de línea fronteriza con Colombia.
Esta movilización está destinada a reforzar una gran operación que se desplegó a principio de 2025 en la región del sur del lago de Maracaibo, denominada operación Relámpago del Catatumbo. Incluye 60 unidades de reacción rápida, 30 en Táchira y 30 en Zulia, cada una conformada por 250 hombres, lo cual suma 15 mil combatientes.
El despliegue prevé corredores aéreos vigilados con drones, incluye puntos de control, inteligencia y exploración, recorridos fluviales con la infantería de marina en los ríos que van desde Táchira hasta Zulia; patrullas navales en el lago de Maracaibo y el golfo de Venezuela, así como buques de mayor dimensión “más al norte en las aguas territoriales”, detalló Padrino.
El canciller Yván Gil se reunió con el coordinador residente de la ONU en ese país, Gianluca Rampolla, y entre otros temas discutieron sobre las amenazas que enfrenta la región por parte de Estados Unidos, informó el funcionario venezolano en redes sociales.
En esa reunión, Venezuela expresó a la ONU su preocupación ante el despliegue de unidades militares estadunidenses, incluyendo armas nucleares, en el Caribe, al enfatizar que estas acciones representan un atentado contra la paz de la región.
“Solicitamos el apoyo del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, para restablecer la sensatez”, indicó Gil
Venezuela califica las acusaciones de Estados Unidos sobre la supuesta participación de altos funcionarios venezolanos en una organización “narcoterrorista” denominada cártel de Los Soles como “falsas narrativas” y un “pretexto para justificar agresiones contra Venezuela”.
Mensaje diplomático
La nota enviada por la misión permanente de Venezuela ante la ONU a todos los países representados en esa organización denuncia “una serie de acciones hostiles y continuas amenazas del gobierno de Estados Unidos”.
A propósito de la intensificación del despliegue bélico abiertamente dirigido hacia costas venezolanas y ante la gravedad de la inclusión de un submarino nuclear, el gobierno venezolano reiteró su compromiso con los tratados de No Proliferación Nuclear, sobre la Prohibición de las Armas Nucleares y del de Tlatelolco, que establece a América Latina y el Caribe como zona libre de armas atómicas.
Asimismo, la comunicación hace cuatro solicitudes ante la grave situación planteada:
1) Exige el cese inmediato del despliegue militar estadunidense en el Caribe, incluido el submarino nuclear Newport News.
2) Reclama garantías claras y verificables de que Estados Unidos no desplegará ni amenazará con usar armas nucleares en la región de América Latina y el Caribe.
3) Insta al organismo a la proscripción de las armas nucleares en América Latina y el Caribe y a convocar a consultas urgentes para examinar esta serie de acciones hostiles y amenazas.
4) Llama a todos los estados miembros de Naciones Unidas a respaldar el respeto al carácter desnuclearizado de América Latina y el Caribe y a defender la proclama de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), la región como una “zona de paz”.
Voces en contra
Este martes también se conoció que el gobierno de Javier Milei en Argentina decidió secundar la narrativa estadunidense sobre el cártel de Los Soles, al declarar a este grupo como organización terrorista.
EL propio Milei acotó la noticia en X con la frase: “Del lado correcto de la vida… Fin”. Con esto Argentina se suma a Ecuador y Paraguay, que hicieron la misma jugada días atrás y a las declaraciones de Guyana y Trinidad, que han afirmado que colaborarán con Estados Unidos en su despliegue militar en el Caribe.
El presidente de República Dominicana, Luis Abinader, respondió a la pregunta de un periodista sobre el cártel de Los Soles con la frase: “Nosotros continuaremos la política de combatir a todos los grupos delictivos, incluyendo ese”.
Estas posiciones contrastan con las de otros países de la región, como Cuba, Bolivia, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda, Dominica, Granada y San Cristóbal y Nieves, que han condenado enérgicamente las amenazas estadunidenses contra Venezuela.
También destaca la posición de México, cuya presidenta Claudia Sheinbaum ha sido enfática en que su país es respetuoso de los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos.
A unas palabras de la presidenta Sheinbaum sobre el tema, pronunciadas durante la mañanera del martes, el canciller venezolano, Yván Gil, respondió:
“En nombre del presidente Nicolás Maduro expresamos nuestro reconocimiento a la decidida postura contra el intervencionismo del gobierno de México, bajo el liderazgo de la presidenta Claudia Sheinbaum. Su firme defensa de la soberanía en nuestra región es fundamental ante las actuales amenazas de Estados Unidos, que ponen en riesgo la paz de nuestra comunidad latinoamericana y caribeña.”
Condena Sheinbaum la intervención de gobiernos extranjeros
Alma E. Muñoz y Emir Olivares
Periódico La Jornada Miércoles 27 de agosto de 2025, p. 21
Al condenar el acoso de Estados Unidos contra Venezuela, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo afirmó que México “nunca va a estar a favor de la intervención de un gobierno extranjero en un país soberano”, conforme establece la Constitución mexicana.
“No intervención, nosotros estamos en contra de ellas. Por Constitución, la política exterior de México dice claramente: no al intervencionismo y la defensa de la autodeterminación de los pueblos, esa siempre va a ser nuestra posición”, manifestó.
“Podemos estar de acuerdo con un gobierno o no, pero nosotros nunca vamos a estar a favor de la intervención de un gobierno extranjero en un país soberano”, señaló ayer en la mañanera del pueblo.
“Repito –agregó– ni siquiera es por convicción propia, sino que esa debe ser la posición de cualquier presidente de México, porque está en la Constitución”.
La política y los políticos, una reivindicación de la ciudadanía
Marcos Roitman Rosenmann
No existen políticos profesionales: hay ciudadanos que asumen responsabilidades públicas. Defienden proyectos de sociedad o gestión, que van del interés general al beneficio privado. Por consiguiente, la contradicción capitalismo-socialismo, bajo la vertiente derecha e izquierda, sigue vigente y es válida a la hora de calificar las decisiones de quienes nos gobiernan.
La política consiste en disputar espacios de poder en un campo de fuerzas que oscila de un lado a otro del espectro ideológico. Sin embargo, esta definición se ha cuestionado al generalizarse un sentimiento de rechazo y desprecio hacia quienes participan activamente de la política. Varias son las causas; entre otras, los casos de corrupción, la compra y venta de votos favoreciendo lobbies y conglomerados empresariales y el apego al cargo por encima de cualquier objetivo político. Y por si fuera poco, el proceso de despolitización que acompaña la acción de los gobiernos liberales y del cibercapitalismo.
Si nos centramos en los partidos de izquierda, se les reprocha contar con una escasa representación de la clase obrera y trabajadora entre sus diputados y senadores. Ni qué decir en la derecha, en la que su ausencia constituye un sello de identidad. Hoy en la política priman profesionales con título universitario: abogados, politólogos, arquitectos, economistas, médicos, y un largo etcétera de licenciados. Resulta común encontrar en campañas de futuros diputados, senadores y alcaldes hacer gala de doctorados y másters y hablar varios idiomas, a fin de justificar lo idóneo de su candidatura. Pero hacer política no guarda relación con méritos académicos, sino con la militancia, el compromiso, la honradez y los valores éticos que vinculan la palabra dada con los hechos realizados. Y esa cualidad no depende de la cantidad de doctorados o de ser políglota, sino de la coherencia y los principios. No pocos “políticos” se han visto obligados a dimitir por falsear sus historias de vida, lo cual genera desafección y rechazo.
Pensar la política como una oportunidad para obtener dádivas se extiende. Los casos de enriquecimiento personal, sobornos y cobro de comisiones son hándicap difícil de superar. Sin embargo, a pesar de la corrupción, el cohecho y el tráfico de influencias, son miles los representantes electos en ciudades, pueblos, aldeas que ejercen su labor honestamente, más allá de sus posiciones partidistas. La mayoría no lucran ni se benefician de sus cargos.
Algunos ejemplos: en España, tras el golpe de Estado de 1936, representantes políticos de la derecha republicana levantaron la voz para defender el orden constitucional, acabando en el exilio o frente a un pelotón de fusilamiento. Y como caso ejemplar, el ex secretario general del Partido Comunista, fundador de Izquierda Unida y portavoz en el Congreso, Gerardo Iglesias, quien salió de picar carbón en la mina de Pozo Polio, Asturias, y se reincorporó como picador. Trabajó hasta ser dado de baja por una hernia discal. En silla de ruedas, su vida sigue. Ni lucró ni mutó en comentarista político o se hizo empresario de medios de comunicación o aprovechó su tirón para hacer dinero.
Otro caso: Marcelino Camacho, fresador, fundador y secretario general de Comisiones Obreras, diputado en las Cortes Constituyentes, vivió en la misma casa y nunca renegó de su condición de trabajador. Otros diputados, alcaldes, senadores, ministros de diferentes colores políticos volvieron a ejercer su profesión, a seguir con su vida, sin abandonar sus convicciones. Dejaron de ir en las listas electorales.
Pensar en los políticos como personajes mediáticos ajenos a la realidad social se ha vuelto una moda peligrosa. Es común, en todos los ámbitos de la vida cotidiana, escuchar: “los políticos viven alejados de los problemas de la población”; “no saben el precio de los alimentos y acuden al mercado sólo para las campañas electorales y sacarse la foto”; “los políticos no hacen nada”; “los políticos cobran grandes sueldos y trabajan poco, son unos vagos”; “los políticos constituyen una casta”; “a los políticos sólo les interesa su poltrona y no escuchan”. En definitiva: “los políticos son todos iguales”. La antipolítica cobra cuerpo.
Sí los políticos son todos iguales, ¿qué sentido tiene participar? La desafección democrática y los altos índices de abstención se encuentran entrelazados a dicha afirmación. La distancia entre el poder político, independientemente de quienes gobiernen, y la ciudadanía se profundiza. Y en este campo de condiciones, es fácil que surjan salvadores de la patria. Y como suele suceder, el malestar social tiende a ser administrado por caudillos xenófobos, racistas, negacionistas de extrema derecha; cuando no por mesías del “sí se puede” que buscan asaltar los cielos y acaban como un azucarillo en el café, diluidos, llorando su mala suerte. Ambos comparten una cualidad: son demagogos.
Y así llegamos al presente, en el que la esperanza por construir una sociedad más justa, igualitaria y democrática se esfuma. La falta de utopía es la antesala para el nuevo totalitarismo, se apellide o no fascismo. Bukele, Milei, Trump, Meloni o Noboa son ejemplo. Es obligado volver a pensar la política como práctica ciudadana. De lo contrario, estaremos en manos de Führers, sean del color que sean.